Capitulo 3
Mis ojos se abren en shock y mi pecho se hunde hasta lo más profundo de mi tórax.
¿¡Qué demonios!?
Mi cuerpo no reacciona, no se mueve, no responde ninguna de mis órdenes. Solo escuchaba los latidos acelerados de mi corazón y mi protesta opacada por sus labios.
Contemplo su rostro, sus ojos cerrados y los hoyuelos de sus mejillas. Ver la satisfacción en sus facciones hirvió mi sangre y estaba esperando que terminara para vengarme.
Cuando lo hace después de tenerme pegada su boca por varios segundos borro de su rostro su sonrisa de satisfacción de un solo derechazo.
El golpe es seco y veo cómo se lleva las manos a la cara.
Yo también me llevo las mías a la boca del, pero del susto. Él había soltado un quejido desgarrador y horrible que me erizó los vellos de los brazos.
—¿Por- por qué me golpeaste? — quito las manos de mi cara y lo apunto.
—¡Eres un aprovechado!
—¿Aprovechado? —repite con asombro y al mismo tiempo el rostro contraído —. Joder Melina casi me partes la cara ¿Qué tienes en las manos?
—Te lo advertí — le recuerdo —. Te dije que no me besaras, pero tu no escuchas.
—P-pero si eso hacen los novios —se vuelve a tocar la cara y comprueba si tiene sangre —. Joder, ¿Eres boxeadora?
Mira sus dedos ensangrentados y se limpia la mejilla con una escasa sonrisa al mismo tiempo que niega con la cabeza. Como si no se lo pudiera creer, parecía sorprendido.
—Tú y yo no somos novios — enfoca su mirada en mi, cuando se lo recuerdo.
Humedece los labios y frunce sus cejas castañas.
—¿Y entonces qué fue eso? — inquiere confundido —. ¿Por qué le dijiste a ese imbécil que yo era tu novio?
—P-porque no me dejó otra opción.
—No le hubieses dicho que era tu novio—protesta entre quejidos.
—Si-si le digo que eras mi amigo no me hubiese creído el cuento y tampoco me hubiese dejado en paz — podía dejar de mirarlo.
Creo que me pasé, si me pasé, pero bueno él se lo merece por atrevido. Yo se lo advertí. Si no me escuchó es su problema.
—Pude ponerlo en su lugar sin necesidad de mentir — murmura.
Lo escrudiño con la mirada cruzando los brazos debajo de mi pecho.
—¿Y me hubieses besado? —sonríe felizmente y sus hoyuelos se manifiestan—. Igual iba a golpearte si me besabas.
—Estamos a mano.
—¿Es que no te cabreas? —sacudo la cabeza incomprendida—. Acabo de masacrar tu cara, ¿no tienes dignidad?
Sube y baja los hombros sin borrar su sonrisa angelical.
—Lo superaré no te preocupes.
Este tipo está loco.
—¿Y tú qué haces aquí? — inquiero intrigada. Pero me ignora y decide mirar por encima de mi cabeza.
Resoplo.
—Vine a buscar a mi hermana —responde volviendo a centrar su mirada en mí y noto que la distancia entre ambos se hizo más —. Se llama Eva Grey.
Doy un paso largo hacia atrás al darme cuenta que se estaba acercando.
—¿Tienes hermana? — arrugo la cara y el asiste con una sonrisa mientras lleva sus rizos hacia atrás.
—Pobre criatura —digo por lo bajo.
—¿Qué?
—Nada.
—Soy su hermano mayor — explica retrocedo y observo que vuelve a acercarse —. ¿Está contigo?
—No —respondo precavida con los nudillos apretados —. Si es menor debe estar en el grupo de los pequeños.
—Tiene once años.
—¡Jack! —exclama una voz suave y delicada.
Los ojos verdes del inepto brillaron más de lo usual y las comisuras de su boca se elevan hacia arriba de felicidad.
Este era mi momento idóneo para aplicar la operación escape, huir de cualquier intento besarme y no verlo más — por desgracia hasta el día siguiente — peeeero no puedo resistir la tentación de averiguar quién es la pobre creatura que tiene como hermano al idiota este.
—A-ayúdame por favor —protesta si voz infantil y él actúa enseguida, no sin antes pegarme en el hombro en el momento que pasa por mi lado.
—¿Cómo te fue?
A la pequeña la había visto recorrer los pasillos de la academia con un grupito de niñas y niños. También la veía sentada en las escaleras, no todo el tiempo, pero siempre la veía allí junto a otros niños.
Es una niña preciosa. Tiene el mismo color de ojos de Jack y el parecido no es para nada cuestionable. Jamás asocié que fueran familia porque el parecido es brutal. Creo que lo único que los diferencia es el color del cabello, el de ella es oscuro y el de Jack más claro.
Siempre anda muy bonita. Con sus vestidos de flores o faldas largas con lindas camisetas Grativy fall.
—Bien — su voz me hace regresar de mis cavilaciones. Enfoco mi mirada en ambos hermanos y me pregunto por qué sigo aquí parada viendo cómo el inepto le limpia los mofletes a la pequeña y le explica que la herida en su mejilla había sido uno de sus amigos jugando con él.
Tengo que alejarme y de las cosas que están comenzando a surgir. Sé que no son buenas señales para mi, para nada lo son, la conozco perfectamente y debo tratar de evitarlas o evitarlo a él, ya que lo primero es imposible.
—Ven te quiero presentar una amiga —le dice y cuando quiero reaccionar la pequeña ya está en frente de mi mirándome curiosa —. Se llama Melina.
—Hola —saludo mirando directo a la pequeña, ignorando la de él clavada sobre mi.
—No sabía que eras amiga de mi hermano — comenta admirada mientras el idiota no deja de observarme —. ¿Estudian juntos?
—No —digo haciendo una mueca de terror —. Vamos a la misma Universidad, pero no estamos en la misma carrera gracias a el universo.
Me mira extraño ante mi intencional comentario, pero no dice nada al respecto. Solo lo mira como diciendo es verdad y él como es tonto, asiste haciendo un gesto como para él fuese lo más terrible del mundo.
—¿Y qué hiciste hoy? —pregunta con una sonrisa de Ángel mirando con curiosidad hacia mi coche—. Vi que tenías una bandeja grande ¿eso era brazo gitano?
Que detallista.
—Sí cielo, es brazo gitano.
Sus ojos se agrandaron emocionados y me relata lo que había hecho.
—Nosotros hicimos cupcakes de chocolate, vainilla y fresa ¿te gustaría probar? — ni siquiera me dio tiempo de pensar. Cuando caigo en cuenta lleno mis manos con varios de ellos.
Vuelve hacia su hermano quien no ha apartado su intensa mirada de mí y me insta a probarlos moviendo las cejas.
—Pruébalo por favorcito —presiona de forma dulce uniendo sus manitas.
Con toda la incomodidad que él me está causando por su infiltrante mirada. Me llevo un bocado a la boca y lo muerdo cubriéndome con mi mano para que no me vean masticar.
Luego de unos minutos que se me hicieron horas, por culpa del inepto, miro a la pequeña de cara angelical para darle mi crítica.
Toda positiva claro.
—Delicioso.
—¿De verdad? — sus ojos brillan más que las luces que están alrededor con mi comentario. Casi que no se lo creía y le daba miraditas a Jack que no salía de embobamiento que tenía —. Gracias, gracias, Merlina.
—Mugre, es Melina, no Merlina —se ríe apenada y me pide disculpas en el acto.
—¿Me puedes dar de tu brazo gitano por favorcito? —pide cordialmente con sus ojitos llenos de ilusión.
—Por supuesto princesa —acepto llena de ternura y le comparto un pedazo. Exclusivo para ella.
El otro que se aguante, no se merece ni las migas.
—Ella ya me dio, mugre no te preocupes — le explica cuando le murmura que no compartí con él.
—¡Gracias Merlina!
—De nada princesa.
—Mugre ¿nos vamos? Ya quiero que mi mamá pruebe mis Cupcakes — Jack asiste y le indica que lo espere dentro del coche.
Yo también debería largarme.
Es mucho tiempo estando cerca de este sujeto.
—Hasta pronto merlina, un gusto conocerte.
—Hasta nunca Evita es un placer haberte conocido.
Corto cualquier expresión de su cara y me encamino hacia el coche como un cohete. Escucho con claridad cómo le repite que lo espere dentro del carro y apresuro los pasos.
Va a seguir molestando.
Este chico no aprende.
—Entonces ¿Cómo quedamos tú y yo? — pego un brinco cuando su voz ronca murmura en mi oído y mi teléfono junto con mis llaves escapan de mis manos por el susto.
Logro rescatar las llaves y él mi teléfono, lo que me pone en desventaja y comenzamos a actuar como el gato y el ratón.
—Dame mi teléfono.
—Responde.
—Devuélvemelo.
—Shhh — me calla y se aleja varios metros hacia atrás sin borrar su sonrisa juguetona—. Te voy a dar mi número para que me llames si ese imbécil te vuelve a molestar. ¿Bien?
—No te voy a llamar.
—Guardo una pequeña esperanza que lo harás y yo estaré encantado de contestarte.
—No lo anotes — le advierto — no lo haré.
—Si se presenta alguna emergencia — me ignora — Tu solo llámame.
—Lo voy a borrar de todas formas.
—Una ayuda no está de más, pesada, deja que lo haga.
—Se defenderme sola, no te necesito.
—Hace rato no parecía.
—Es que hay intensos como tú que no entienden lo que significa la palabra no.
—Eres inevitable.
—No, tu eres insoportable.
—Pero llegué en el momento justo ¿no?
—Por supuesto que no —titubeo y su sonrisa se agranda al igual que su pecho —. Q-quizás le hubiese metido un puñetazo como el que te di a ti. Sé defenderme y no necesito ayuda de nadie.
—No está demás tenerlo — insiste y respiro hondo —. Puedes llamarme a la hora que tú quieras. Estoy para ti veinticuatro siete.
Estiro mi brazo ignorando sus palabras y hago un ademán con los dedos.
—Mi teléfono.
—Si me das un beso con esa boquita sabor a fresa prometo que te lo devuelvo —ruedo los ojos y me encamino a mi auto.
Que se lo quedé, total no tengo nada interesante allí. Solo fotos de perritos y de mi curso.
—Te besaré cuando me lo pidas — dijo poniéndose frente de mi, me freno en seco y me alejo varios pasos hacia atrás.
—Te lo regalo.
Carcajea por lo bajo.
—¿No me tienes confianza?
—Para nada.
—No te voy hacer nada — dice con una sonrisa delatora —. Lo prometo.
—No.
—Acércate ven que no muerdo — me guiña el ojo — no aún.
Sacudo la cabeza y apunto al suelo sintiendo mis mejillas contraídas.
—Déjalo en piso —indico y eleva las cejas sorprendido.
—¿No confías en mí?
Suelto una risita sarcástica.
—No confió ni en mi propia sombra ya voy a confiar en tipos como tú.
Se queda detallándome un momento y después reacciona luego de esbozar una sonrisa socarrona.
—Lo voy a dejar en el suelo para que veas que si cumplo lo que prometo —entre cierro los ojos desconfiada mientras observo cómo deja mi móvil en el suelo —. ¿Ves? He cumplido.
Tenía las manos en alto.
—Ni se te ocurra moverte de allí — digo sería y lo más autoritaria que me puedo antes de comenzar a dar un paso, porque es claro que no confío en él —. Si no quieres otro golpe no lo hagas.
—De aquí no moveré.
Guarda los brazos detrás de su espalda como una "prueba" de sus palabras y se aleja dando varios pasos hacia atrás.
No había ningún rastro de maldad o complicidad. Mostraba seriedad y madurez.
—No estoy jugando te puedo emparejar la otra mejilla.
—No me arriesgaría otra vez.
Entre cierro los ojos con sospecha, el sigue con la misma actitud sería de seguridad, sin embargo, todo podría esperarse.
A tientas intento encontrar el teléfono, pero no logró hallarlo. Mi corazón se contrae cuando empieza a curvar sus labios y me alejo dando un salto hacia atrás.
—Está más a la derecha — dice entre risas.
—¡Cállate!
Sube los brazos en señal de rendición.
—Solo te decía, pesada malagradecida.
Me acercó de nuevo precavida y me coloco junto al frente ahora que se donde se ubica. Él me hace señas con el pulgar que estoy en el lugar correcto y empiezo a descender doblando las rodillas. Eso sí. Si quitarle mi visión de encima.
Cuando mi mano siente el material me incorporo, pero me tropiezo y eso bastó y sobró para que llegara hasta mi y rodearme con sus brazos. Quedando mis brazos aplastados e inmóviles.
—Si me llevas a besar...
—En un futuro lo harás tú —me corta.
—Sueña.
—Todas las noches —sonríe divertido y se inclina. Mi cuerpo se exalta y por instinto hundo los labios, lo miro con el ceño fruncido y él solo se ríe mientras me quita algo de la mejilla.
Siento rubor en toda mi cara y no puedo sostener su mirada vacilante. Hago una negación y en mis pensamientos solo deseo desaparecer de la faz de la tierra.
—Buenas noches, odiosa —dice y me libera, me guiña el ojo y se da la vuelta para en cuestión de segundos desaparecer de mi campo visual.
****
En la soledad de mi habitación intento leer la última clase del día, pero no puedo. De la mente no se me iba Jack y todo lo que está provocando en mí.
Mis labios no logran borran la típica sensación y de mi boca no he podido quitar su sabor. Una mezcla entre menta y profundo dolor. Estas reacciones que he estado manifestando me mortifican mucho, porque sé que significan y lo que conlleva si me dejo convencer.
Él dice que no existe apuesta, pero yo sé que, si la hay, es obvio, sólo que él no lo va a admitir porque no le conviene, perdería lo que sea que hayan apostado y un tipo egocéntrico como él jamás aceptaría una derrota, lastimaría su ego y en eso debo estar bien atenta, él podría hacer lo imposible con tal de ganar.
Es un idiota y me da muchísima indignación que la historia quiera repetirse, pero no caeré, esta vez no me dejaré convencer y no me importa si tenga que aguantármelo los últimos años que me quedan de la carrera, no caeré en sus mentiras.
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