Capitulo 27



Miraba el techo de mi habitación, con las manos pegadas a mi pecho, escuchando las rolitas de Shawn Mendes y pensado en Jack cuando el sonido del teléfono me hace regresar. Levanto el teléfono y mi cuerpo se sacude al mirar la pantalla. 

Estaba por colgarle pero recordé como se comporto conmigo en la reunión y no fui capaz, él fue todo un caballero conmigo.

Respiro hondo, aclaro varias veces mi garganta y contesto.

—Ángel — musita celebra, mi estomago se hunde y una sonrisa tira mis labios.

—Es-es melina.

—Para mí serás mi ángel.

—¿Q-qué quieres? — sueno dura, aunque trate que no.

Jack se rie y suspira encantado.

—Extrañaba ese carácter.

Niego.

—Saber cómo estas — dice —. Si está todo bien por allá, si estás pensando en mi —despego mis labios para contestar y escucho que tocan la puerta.

—Muy chistoso.

—¿Qué?

—Pensé que estabas en tu casa.

—Estoy en mi casa.

—Ya —vuelve a tocar.

—¿Qué hice ahora?

—Estas afuera de mi casa — le digo —, y no te voy a abrir. Así que márchate.

—Estudiado para el parcial del lunes en mi cama — recalca —. ¿Cómo puedo estar en dos lugares al mismo tiempo?

—¿Seguro que no eres tú? —pregunto dudosa.

—A lo mejor deben ser tus padres.

—Ellos no tienen necesidad de tocar la puerta si tienen llave —menciono intrigada —. Iré a ver.

—Son las doce de la noche no lo hagas —pide.

—Solo me asomaré por la ventana —digo para que se tranquilice.

Salgo de mi habitación y me dirijo a la sala. La persona seguía tocando la puerta frenéticamente y estaba colmando mi paciencia. Sin embargo, me detuve unos segundos antes de asomarme por la ventana. ¿Y si es el vecino que necesita ayuda? ¿y si no lo es? es mejor tener cuidado, esto podría ser una trampilla.

Llego hasta la ventana y con sumo cuidado me asomo corriendo lentamente la ventana para que no se dieran cuenta.

—¿Ethan? —murmuro sorprendida y me cubro la boca con la mano.

Él era quien estaba tocando incesantemente el timbre de mi puerta. Tenía la mirada fija y se tambaleaba de lado a lado.

Dios mío.

Está ebrio.

Regreso a mi habitación caminando en la punta de los pies y cierro la puerta.

—Ya se fue —le comunico al rizado.

—¿Segura?

—Si, si no te preocupes.

—Cualquier cosa me llamas —dice angustiado.

—Lo que me intriga es como supo donde vivo.

—Seguramente nos siguió o Eva le dijo —deduce y de repente la puerta se abre de golpe.

Miro sobresaltada en dirección a ella y siento que cada parte de mi sistema se congela cuando mis ojos vislumbran a Ethan.

—Hola Melina —una sonrisa oscura y diabólica se dibuja en sus labios cuando sus ojos hacen contactos con los míos.

—¿Cómo entraste?

-La puerta estaba abierta.

—La puerta no estaba abierta — digo con firmeza —  .Lárgate de mi casa o llamaré a la policía.

—Solo quería saber cómo estabas, nada más.

—Lárgate de mi casa.

Me fijo en la navaja que cuelga de su mano.

—Solo vine a hablar, no te voy hacer nada -la guarda en el bolsillo de su pantalón.

—Vete de mi casa —comienza a acercarse, ruedo sobre la cama hacia el otro extremo. Y me defiendo con el paraguas que tenía sobre la peinadora. Ethan estalla a carcajadas mirando el artefacto —. Salte de mi casa.

—¿Por qué tan agresiva?

—¡Largo! —continúa acercándose y lanzo el primer golpe directo hacia su cara, Ethan lo esquiva y me arranca el paraguas brutalmente.

-¿Dime que tiene el Jack que no tenga yo? -llega hasta mi e intento escapar, pero su mano agarra mi codo y me empuja contra la pared- .Mira como me pones -mi estómago se revuelca cuando frota su intimidad erecta con la mía.

-¿Qué te puede dar el rizado que no te pueda dar yo? ¿Acaso lo tiene más grande?

Empujo su pecho con mis puños, él seguía frotándose contra mí. Intento meter su mano dentro de mi pijama y clave mis uñas con todas mis fuerzas.

—¡Maldita!

Rodea mi cuello con su mano y hace presión contra mi garganta, araño su cara y mi cabeza se voltea hacia el costado de mi hombro, su mano impactó en mi cara y caía al suelo.

Ethan me levanta por el cabello y me arrastra hacia la cama, intento escapar, pero vuelve agarrarme y se cierne su pesado cuerpo sobre mí.

Sonríe morbosamente.

—Te demostraré que soy mucho mejor ese idiota.

—¡Ayuda!—grito horrorizada viendo sus perturbadores ojos, parecía un demonio.

Con mis rodillas golpeo su culo y con mis brazos impido que se acerque. Él me golpea varias veces en la cara y yo lucho por no dejarme vencer.

—¿Vas a seguir gritando perra? —presiona el filo de la navaja contra mi cuello y me quedo quieta. Una gota baja por mi frente. Mi pecho subía y bajaba, no quería llorar, mis lágrimas estaban a punto de derramarse, estaba aterrada, pero no debía demostrar debilidad —. Eso es preciosa.

Con el arma en mi cuello comienza a besar mi boca y aprieto los ojos con asco, cuando siento que deja de hacer presión en mi cuello, golpeo con todas mis fuerzas su mano y la navaja voló.

Ethan gruñe enfurecido y entierra sus manos en mi cintura y me regresa a la cama.

—¡Suéltame!

—No quisiste por las buenas, entonces por las malas —prensa mis piernas y empuña mis muñecas por encima de mi cabeza.

Lame sus labios de una manera repulsiva y aprieto los ojos cuando pasa su lengua por mi cuello.

—Sabes muy bien, dios como sabrás allá abajo.

—No por favor —ruego a gritos —. ¡Por favor Ethan! No.

—¡Cállate!

—Ayuda.

—¡Maldita!

—¡Bastardo! —abro los ojos y cuando escucho la voz Jack.

Ethan apenas puede actuar cuando lo toma por el cuello de la camisa y lo golpea directo en el rostro y en el estómago.

Los dos golpes sonaron secos y Ethan cae al suelo, miro asustada viendo su cuerpo tendido y pienso que está muerto cuando no se mueve.

—¿Estas bien? —no respondo, me abrazo a mi misma, mirando el cuerpo de Ethan —. Ángel.

Él iba a violarme.

La risas se arremolinan en mi cabeza, junto a comentarios grotescos.

—Ven salgamos de aquí —sostiene mis manos y me saca de mi habitación, Jack saca el teléfono de su bolsillo y llama a la policía mientras me guía hasta el mueble y me ayuda a sentar.

Me dolían más manos, la cara y el cuello.

La policía ingresa a mi casa minutos más tarde y se lleva esposado al medio consciente ethan. Los vecinos que particularmente nunca se aparecen, todos estaban en la puerta principal cotilleando y murmurando.

Su presencia me abrumaba yo solo quería que se fueran.

—Aquí no ha pasado nada —les dice Jack pero no quieren entender y la paciencia del rizado comienza a perderla —. Por favor les pido que se retiren.

Florencia estaba a mi lado curándome las heridas, me sentía incomoda con tanta atención por parte de los dos. Jack había preparado manzanilla para los nervios.

—No sé cómo se te ocurre abrirle la puerta —me regaña.

—¡Yo no le abrí la puerta!

—¿Y cómo entró?

—Él la violentó.

—Debiste encerrarte.

—Y que iba a saber lo que tenía en mente.

—Debiste llamar a la policía.

—Intenta luchar con un hombre que tiene una navaja en tu cuello —cruzo mis brazos —. Que tenga tres veces tu tamaño y el doble de tu fuerza.

—Gracias a dios no pasó a mayores —interrumpe Florencia—. Lo importante es que Melina está bien y ese desgraciado pasará un buen tiempo encerrado.

—Perdón, perdón, estoy alterado, nunca imaginé que ese maldito sería capaz de...hacerte daño.

Quedamos un rato en silencio.

—Debo irme, si necesitas algo no dudes en tocar mi puerta —se ofrece y me dejo llevar por el gesto. Mis brazos rodean su cuerpo y apoyo mi mentón en la curva de su cuello.

—Muchas gracias Florencia —susurro y pude sentir su cuerpo tensionado.

Ella ha sido tan amable conmigo y yo he sido todo lo contrario, no sé cómo está aquí.

—Cuentas conmigo-musita dulcemente respondiendo mi abrazo, sonrío.

Jack la acompaña hasta la puerta principal y regresa con las manos guardadas dentro de su mono deportivo.

—Gracias.

—Espero que no me salgas que todo esto ha sido un complot.

Parpadeo ante su tono frío.

—¿Por qué me hablas así? — lo miro ofendida. 

—Porque nada de lo que haga quitan tus malditas dudas de mi.

—¿Y tienes que ser grosero?

—Porque estoy harto.

—No he dicho nada.

—Pero estoy seguro que es lo próximo que me vas a decir, tal como el supermercado —espeta molesto y se arrodilla frente a mí, su mirada se suaviza cuando agarra mis manos —. ¿Por qué hay tantas dudas?

—Los chicos como tú no se fijan en mujeres como yo.

—¿Quién lo dice?

Grábatelo bien Melina, un chico como yo nunca se fijaría en alguien como tú, solo mírate, das asco.

—Ustedes les llaman las mujeres que son hermosas que parecen unas diosas —salgo de mi nube —. Nunca se fijarían en una mujer de mi estilo.

—¿Y quién dice que no eres hermosa?

Suelto una risita carente de diversión, mas recuerdos martillean mi mente.

Eres horrible, solo mírate al espejo.

—Si te digo que me gustan las chicas, así como tú.

—¿Y según tu como soy? —investigo.

—Eres de esas chicas que aunque no se lo propongan captan la atención de locos como yo —toma asiento a mi lado y agarra mis manos entre las suyas—y no me importa si eres así de antipática conmigo.  Estoy seguro que esa no es tu forma de ser, la verdadera melina — paso lento y comienzan a picarme los ojos mientras niego con la cabeza.

—Lo sabia — lleva un mechón de pelo detrás de mi oreja —. Empecemos desde cero —propone con una delicada sonrisa —. Hagamos como que nada ha ocurrido entre nosotros y que hoy nos estamos conociendo ¿sí? hagamos borrón y cuenta nueva.

Me limpio el borde de mis ojos.

—No-no lo sé, jack.

—Melina por favor — suplica —. Bastante te he demostrado que no juego contigo.

—Es que...

—Reconozco que al principio fui pesado, insistente e irritante, lo reconozco y te pido perdón si llegué hacer molesto, perdón por no respetar ¿si?

—No es fácil para mi confiar en las personas —  le digo con sinceridad —. Créeme, que no eres solo tu. Es el mundo entero en quien desconfío. 

—Entiendo — dice y lo miro con pesar — .¿Qué tal si empezamos con los nombres?

Suelto una risita.

—Que persistente eres.

—El que insiste alcanza.

—Ya veo.

Se ríe suave y me seca una lagrima con su dedo.

—Hola, soy Jack Grey — se presenta y vuelvo a reír —  Está muy linda tu bicicleta.

Ladeo la cabeza con los ojos entrecerrados.

—Recuerda que acabamos de hacer borrón y cuenta nueva.

Muerdo mi mejilla interna y observo mis manos todavía unidas entre las suyas.

 Las palabras de mi madre vuelven a repetir en la cabeza muy claramente.

¿Será que lo hago?

Sé que lo había dicho una vez, pero me mantenía a la defensiva y él ha demostrado ser sincero.

Ya no debería de estarlo.

Anda melina.

No creo que la historia se me vuelva a repetir.

Tomo un largo suspiro y lo miro, él no despegaba sus esmeraldas de mi esperando mi respuesta, mi corazón parecía gelatina con tantas emociones encima, el pecho me hacía presión.

—Melina Wells, gracias por ayudarme con la bicicleta —los orbes de Jack vibraron emocionados con mis palabras y traza una sonrisa ladina.

—Ha sido un placer —sonrío tímidamente e hicimos nuestro saludo.

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