Capitulo 23
El inepto se sabía el examen a la perfección y no hubo necesidad de pegarle por la cabeza como parte del trato. Todas las preguntas las respondió bien a pesar de las dudas que lo embargaba. Se mostró muy satisfecho y muy aliviado, después del interrogatorio. Me confesó que en su trabajo apenas le dio tiempo de repasar y al llegar a casa lo primero que hizo fue hacer un cuestionario y estudiar hasta el amanecer.
¿En qué trabajará?
Jack respetó las condiciones impuestas. Estuve muy expectante a pesar de la distancia que había entre ambos, le lancé mirada desconfiada cada vez que bajaba la cabeza para leer, pero él no insinuó ninguno movimiento sospechoso y solo concentró solo en responder las preguntas del cuestionario. Se despidió de mi de forma normal, no como acostumbra hacerlo conmigo y me dio las gracias por haberle ayudado, estaba muy agradecido, se despidió de mi con un ademan y se marchó hacia su facultad.
Después de esa mañana, no lo he vuelto a ver.
Florencia y yo acordamos reunirnos este domingo para comenzar a trabajar en nuestro debate. Estoy algo tensa de eso y algo nerviosa. Sería la primera vez después de años que me reúno con una compañera de estudio. Se debe sentir extraño, me acostumbré tanto a trabajar sola que la idea me agobia un poco la idea.
Salí en mi bicicleta de la facultad luego de mi ultima clase. Me desvié hacia para ir al centro a comprar un regalo para Eva. En el instante que Jack me dejó su invitación estaba segura que no iría. Pero luego meditar durante toda la semana, tomé la decisión que si asistiría, la pequeña me cae bien y estoy segura que le dará gusto verme allí.
Me dan nervios tener que volver a ver a Jack, enfrentarlo después de tantos días sin ver sus enigmáticos ojos verdes y sus rizos desprolijos que lo caracterizan. Me intriga saber cual será reacción, seguirá insistiendo o se mantendrá alejado como la he hecho todos estos días.
—Buenas tardes —saludo a la muchacha de lindos rizos dorados que estaba detrás de un gran mostrador de joyerías de fantasía.
—Hola —me saluda con amabilidad.
—Podrías enseñarme esa diadema —señalo una pequeña con mi dedo.
—Por supuesto.
—Gracias.
—Es muy bonita —comenta cuando la contemplo.
Se veía delicada muy parecida a las que usan las mujeres de la realiza. Esta era de fantasía y bonita sin embargo era muy señorial para una niña de once años. Continuo observando y me encuentro con una que tenía formas de orejas de gato. Sus cristales era de color rosa suave y el aro de color blanco, dándole un toque de delicadeza.
—Me llevo este —defino sin mas.
—¿Algo más?
—Solo esa, no deseo llevar nada mas.
—Muy bien —señala hacia la caja y sigo hasta donde ella me indica.
Salgo de la tienda satisfecha con mi obsequio en las manos y me dirijo hacia mi bicicleta. Me coloco el casco ajustando la carrea debajo de mi barbilla y siento como las finas gotas del cielo aterrizan en mi nariz, levanto lo vista y hago una negación al apreciar el cielo cubierto de una masa gris. Me subo a la bici y guindo en el manubrio la bolsita el regalo de Eva, miro hacia atrás con precaución y arranco en ella integrándome con cuidado en el trafico.
Estoy manejando por la acera cuando noto que un carro negro pasa derecho y después se frena de repente, alumbrando las luces rojas, frunzo las cejas y sigo de largo cuando este comienza a conducir cerca de mi. Lo miro de reojo mientras conduzco y noto que se gira la misma cuadra que giro. Las primeras alarmas se prenden cuando percibo que me esta siguiendo, mi corazón bombea con miedo y empiezo aumentar los pedaleos pero cuando escuchó aquella voz siento una corriente recorrer mi cuerpo y bajo la marcha.
—¡Angel! — hago una negación y sigo pedaleando como si nada hasta que tengo que detenerme en un semáforo con la luz en rojo.
Suspiro y aprieto el volante con resignación. Las gotas de lluvia incrementan cayendo fielmente en mi cara y no despego mi mirada del foco rojo a tiempo que podía sentir la suya a mis espaldas, desequilibrando todo dentro de mi. El ruido, las bocinas y el arranque de los coche alrededor no me permitieron ver que un hombre de mal aspecto estaba a mi lado con una navaja cerca de mis costillas y una mano en el volante con la intención de robarme la bicicleta.
—¡Dámela zorra!
—To-tome mi dinero — me resisto y me aferro a dejar que se la lleve.
—No lo quiero — coloca su navaja en mi costilla —. ¡Quiero la maldita bicicleta!
—Llévese todo menos ella — le suplico al hombre pero este me golpea sin piedad en la cara y me tumba de ella de un fuerte empujo. Caigo duramente al suelo y la vista se me nubla por un momento hasta que siento que me agarran por debajo de las axilas y me ayudan a levantar.
—J-jack.
—Angel.
—Mi-mi bicicleta.
—Trate de alcanzarlo pero no pude, todo ocurrió muy rápido.
—Mentira —niego renuente mientras un vacío crece en mi pecho, me doy vuelta y lo enfrento —. Tú la escondiste, ¿dónde está? Ni pienses que te voy a besar, no te pases de listo conmigo.
—Ángel yo no la tengo, el hombre acaba de llevársela —dice serio—. No pude hacer nada, fue inesperado. De verdad lo siento mucho.
Me llevo ambas manos a la boca y ese vacío en mi corazón incrementa . Mis lágrimas bordean mis ojos y comienzan a mojar mis mejillas.
—Esa bicicleta es espacial —sollozo rendida en su pecho y sus brazos se envuelven alrededor de mi tembloroso cuerpo.
—Lo sé cariño, la verdad perdóname por no haber actuado a tiempo —musita impotente al mismo tiempo frustrado, me aferro a su cuerpo sin dejar de sollozar —. Tenemos que ir a una clínica, deben revisarte.
Niego en su pecho.
—Una clínica nos costará carísimo.
—Tú no te preocupes por eso — acaricia mi cabello —.Yo me encargo.
—Jack mi bicicleta — no dejaba de llorar.
—Te prometo que la voy a recuperar Ángel —dice subiendo mi mentón entre sus dedos y observo sus ojos verdes, aparta mi cabello de mi cara y deposita un beso en mi frente — .Confía en mí.
****
En una pequeña clínica de la ciudad una enfermera suturó mi nariz. Gracias a dios no hubo fractura. Solo un corte transversal sobre mi tabique. La muchacha de uniforme blanco después hacerme sufrir como por cinco minutos, me entregó un frasquito pequeño con las pastillas que debía tomar cada ocho horas en caso de presentar dolor.
—¿Cómo te sientes? —Jack ingresa al cuarto de cortinas azules separando las cortinas y le da una mirada coqueta a la enfermera, quien le había estado clavando los ojos desde el primer momento que lo vio.
Ella se sonroja toda, le sonríe con guiño en el ojo y sale torpemente.
Niego.
—Linda, ¿no?
Jack echa un vistazo por donde se había la chica de blanco y vuelve hacia mi con una mano en el mentón.
—Un poco escuálida, me gustan mas rellenitas —entre cierro los ojos incrédula pero en el fondo de mi me alegra escuchar las ultimas palabras —. ¿Te sientes mejor?
Suspiro con tristeza.
—Mi bicicleta —digo mirando hacia abajo, sintiendo como si hubiesen quitando una parte de mi — .La perdí para siempre.
—No digas eso —se acerca hasta quedar cerca de mis piernas y respiro con dificultad cuando levanta mi mentón con su pulgar para que lo mire —.La vamos a recuperar, no te preocupes.
Mi pecho se encoje y mis lagrimas escapan de mis ojos. Jack las observa rodar y las limpia con el dorso de su mano con suavidad.
—Te lo prometo, traeré tu bicicleta —mis ojos vibran cuando hace una inclinación hacia mi dejándome paralizada. Intento moverme pero no puedo, él parece no darse cuenta porque sigue acortando las distancia entre ambos.
—J-jack —mi es un hilo de voz, los latidos de mi corazón golpean mi pecho, mis ojos lo miraban fijo mientras los de él fijaban mis labios. Su rizos se mezclan con los míos y su otra mano se posa en mi cuello. Cierro mis ojos al sentir el roce de sus labios cuando al fondo se escucha un movimiento y Jack se aleja de mi a regañadientes.
Era la enfermera.
—La joven ya se puede ir —el inepto la mira con recelo y se aleja tan solo unos centímetros.
—Si —dije apenada.
Mi corazón esta que se sale.
—Debe tomar las medicinas para el dolor cada ocho horas —repite y nuevamente revisa mi nariz pero no me toca. Frunzo las cejas y noto como le da una corta mirada a Jack por encima de su hombro.
—Gracias enfermera —le digo para que se vaya. Ella asiste con la cabeza con una sonrisa forzada y me percato la seña que le hace al rizado.
Él se me acerca cuando ella está en frente de las cortinas esperándolo con "disimulo". Sus manos toman las mías haciéndome sobre saltar y las lleva hacia sus labios para depositar un beso.
—Ahora si podemos irnos mi amor —dice intencional y toma mis mejillas entre sus palmas. La enfermera pega un saltito y sale expedida del cuarto cuando ve que va a dar un beso. Jack sonríe campante mirando por encima de su hombro luego de su azaña.
Se gira hacia mí con una expresión divertida y trata de besarme otra vez. Me impongo y su risa contagiosa me hace sonreír un poco.
—¿Mi amor? —repito con ironía.
—¿Es que acaso no lo eres?
—No, no lo soy.
—Tarde porque eres parte de mi.
—Soñar es gratis —vacilo sonrojada a punto de sonreír.
—Siempre sueño contigo —cierro los ojos arrepentida ¿para que hablé? —, y ni te imaginas todas las cosas que suceden allí. Bueno lo que hacemos.
—Cerdo —digo asqueada mientras su risa maliciosa llena cada rincón del cubículo —. Otro comentario así y te desfiguro la cara, por asqueroso.
—¿Y yo qué culpa tengo que aparezcas en mis sueños? —dramatiza entre risas con una mano en el pecho —. Para que veas que la malpensada eres tu. En mis sueños ; siempre nos vemos casados, viviendo en los Ángeles, en una casa de dos piso con vista al mar y jugando con todos nuestros pequeños.
—Si claro —rio sarcástica bajándome de la camilla. Me acerco hasta mi bolso que estaba encima de una mesita plegable y me lo engancho en la espalda.
—Melinas y Jacks corriendo por toda la casa —Dice risueño — .¿Te imaginas? un pequeño niño que tenga la mitad de ti y de mi.
No le digo nada y me giro sobre los pies.
Jack se acerca y me toma de las manos desprevenida, haciendo que sea difícil cualquier movimiento de mi sistema. Su rostro divertido pasa a uno preocupado y comprensivo.
—Te prometo que voy a encontrar tu bicicleta.
Suspiro desalentada.
—Seguramente ya la están desarmando para vender sus partes.
—No seas pesimista.
—Es que esa es una bicicleta es muy llamativa.
—Todavía hay fe de encontrarla —insiste, sus dedos acaricia mi piel con suavidad—.Vas a ver que la vamos a recuperar.
Lo miro no muy convencida y asisto.
—¿A dónde vas? —pregunta cuando me suelto de sus manos y me dirijo hacia la salida.
—A mi casa.
—¿Tu sola?
—No, en autobús —vacilo y me empuja por el hombro con chocancia al pasar por mi lado.
Rio por lo bajo ocultando mi sonrisa y detallo la mano que me ofrece.
—Yo te llevo.
—Si me acompañas a la estación, no me niego...
Rodo los ojos.
—Bien, esta bien, esta bien —acepto y lo apunto con advertencia — . No te vayas a pasar de listo, si no quieres ganarte otro puñetazo es mejor que te mantengas lejos.
—Te lo prometo que no me moveré, seré un angelito de dios —entrecierro los ojos con perspicacia y eso le hace gracia —. Tu en cambio si pásate conmigo, yo no me enojo y tampoco me disgusto, al contrario me sentiría muy halagado.
Me sonrojo.
—¡Eres molesto!
—Y tu...—humedece sus labios y sonríe de costado— . Futuro amor de mi vida.
Niego detallando su sonrisa ligera y salgo hacia el pasillo. Jack sale después y marca la distancia entre los dos con su brazo.
****
El calor del auto me abriga rápidamente el cuerpo. Observo al rizado dar la vuelta por el frente de coche con pequeños trotes. Me renuevo inquieta escuchando como abría la puerta y se deslizaba dentro.
Algo que está en la parte de atrás llama mi atención inevitablemente. Me giro y me sorprende con lo que veo.
—¿Eso es para Eva? —estiro el brazo y lo agarro, reviso dentro de este y me alivia al ver que esta intacto.
—Si, es para ella.
—Pe-pensé que no ibas a ir — su voz suena con emoción y lo miro, había una gran sonrisa dibujada en sus labios.
Aclaro la garganta.
—Tenía pensado no hacerlo —aclaro enseguida.
Rueda los ojos.
—No me extraña para nada, créeme.
Rio bajito mirando sus ojos verdes. Ya me está conociendo más.
—Si fuera por mí ni en pintura me aparezco por allá —digo con honestidad —. Esto es un caso especial y Eva me cae bien. Es muy linda.
—¿Solo ella?
—Aja.
—¿Y que hay de mi? — me mira ofendido —. ¿Acaso no te agrado ni un poquito?
Iba a decir que no, pero con esto que ha ocurrido.
Quizás si.
—Un poquito.
Sonríe conforme.
—Mis hermanas son mi vida — comenta con cariño — Nix y Eva son mi adoración si algo les llega a suceder, no se que seria de mi. Las amo demasiado —sus palabras llegan en lo más profundo de mi alma y logran cautivarme.
Esas mismas palabras tan profundas y sinceras las repetía mi hermano cada vez que hablaba con sus amigos de mí. Yo solo tenia nueve años y me hacía muy feliz escucharlo hablar así de mi.
Es una sensación muy hermosa.
—Oh no ángel, no llores, recuperaremos tu bicicleta te lo puedo jurar — dices desesperado — Joder, como odio oírte llorar. Tranquila ¿si?
—Solo me hiciste recordar a mi hermano—lo interrumpo para que se quede tranquilo —. Es todo, cálmate.
—Disculpa.
—Olvídalo, inepto — me limpio las lágrimas y suspiro —.Esa bicicleta me la regaló cuando tenía quince años.
—Por eso es tan especial, ¿no?
—Si —respondo—. Por eso me duele tanto haberla perdido.
—Aun no está perdida —dice optimista, suspiro desalentada.
Suelto un respingo al sentir su mano posarse sobres la mías y reprimo las ganas de responder. Los latidos de mi corazón aumentan sus palpitaciones cuando toma mi mentón y me dirigen hacia su rostro. Sus ojos verdes me analizan y me miran intensamente mientras cubre mis mejillas con sus suaves manos.
—Confía en mí, la vamos a recuperar— eleva mi cabeza cuando lo bajo otra vez —. Tranquila— sus manos descienden hasta mi cuello y hasta mis hombros. Trago a fondo. Sus labios me dedican una casta sonrisa y luego me llevan hasta su pecho.
—Está bien —dijo sobre la curva de su cuello, mientras miles de chispas recorren mi cuerpo. Mi nariz aspira su fresco y delicioso perfume.
Cierro mis ojos unos instantes y me permito disfrutar de su calidez solo unos minutos, hasta que decido apartarme.
—Déjamelo a mí.
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