Capítulo 18

Marco a su teléfono y cae en buzón varias veces. Estaba por darme por vencida cuando finalmente su voz atraviesa mis oídos.

—¿D-dónde estás?

Mi corazón latía con vigor, no podía asimilarlo y creo que él tampoco por se queda callado.

Paso grueso y contesto.

—¿Melina?

Me cuesta mucho responder, podía oír su respiración agitada y su angustia. 

—Sí —paso las manos por mi cabello —, Si soy yo.

Guarda silencio y juego con mis dedos indecisa, la mirada de madre no dejaba de posarse en mi. 

—En... —niego — .¿Dónde estás?

—No estoy para juegos —espeta.


—Voy a ayudarte, dime donde te encuentras —mascullo.

Vuelve a reinar el silencio.

—¿Alo? 

—Sigo- sigo cerca —reacciona —. De la academia.

—E-espérame allí.

Otro silencio.

—Bien...este... Te espero —tranco la llamada y  miro a mi madre quién me espera ansiosa e intrigada.

—Todavia está en la academia.

***

—¡Hey! —Jack se gira sobresaltado y corre hasta mi al reconocerme.

Mis ojos se abren impactados cuando me abraza y me quedo estática en el sitio oculta entre sus brazos. Su calor, su aroma, todo de él me envuelve y produce algo en el estómago. Su cabeza se hunde en mi hombro y murmura algo en mi oido que no logro entender.

Trago despacio, mi corazón estaba acelerado. Quería alejarlo de mi pero tuve que luchar contra mi impulso de separarlo y dejarlo hasta que se sintiera tranquilo. Porque pude palpar todo su angustia y conciente que es un momento difícil.

Respiro hondo tratando de canalizar mis emociones. Él seguía allí, aferrado a mi comos si su vida dependiera de ello.

—Gracias por estar aquí — dice mirándonos a ambas aliviado luego de apartarse. Luego enfrasca conmigo, mi miraba como si no se lo pudiera asimilar, yo estaba igual de incrédula.  

—Hola cariño —saluda mi mamá acercándose cortando la conexión que ambos teníamos él y yo. Jack reacciona agitando la cabeza y la mira mientras pasa las manos por su cabello  —. Tranquilo hijo. La encontraremos. ¿Hablaste con su maestra?

—Cuando llegué no había nadie  —intercambio mi mirada con mi madre y no puedo evitar acercarme. Él estaba muerto de la angustia. Entonces alzo mi mano y acaricio levemente su hombro. Él se sobresalta y me mira haciéndome tragar despacio con sus ojos cristalizados.

—A lo mejor está con uno de sus compañeros —trato de tranquilizarlo, pero me hace un arrebato y mi mano queda suspendida en el aire.

—¿Con quién Melina? — maldice varias veces, mientras mi madre intenta calmarlo a mí se me vino algo a la cabeza.

Tal vez pueda estar con uno de mis compañeros de clase — El molesto de Ethan — los he visto conversar en los pasillos. A lo mejor se fue con él, así como lo hizo conmigo la vez que la encontré llorando en las escenas.

Le informo a Jack  y un brillo de esperanza ilumina su rostro pero a la vez rodea los ojos haciendo una mueca.

—¿Sabes donde vive?

Niego impotente sin embargo le indico la ruta que él siempre toma. 

Jack se queda observando unos segundos y después se vuelve hacia mi.

—¿Me acompañas? —pide acercándose hasta quedar en enfrentados. Sin darme cuenta sus manos estaban envueltas en las suyas.

—Yo buscaré por otro lado —interfiere mi madre. Jack desvía su atención en ella.  Aprovecho para bajar la mirada y contemplar nuestras manos —.  ¿Cómo es la pequeña? —Jack me suelta para mostrar una foto de Eva en su teléfono y respiro aliviada. Por un segundo creí que se cuenta las chispas vibrantes que me estaba causando.

Me quedo en el sitio mirándolos. Mi madre estaba detallando la foto de Eva y para no tener problemas de memoria, pide que le envíe una foto de ella, cuando le confirma que le ha llegado.

Jack  se regresa donde yo estaba y me vuelve hacer la misma pregunta. Sus ojos se clavan en los míos de tal manera que no pude negarme. Solo me limito asentir con  la cabeza, sonrie agradecida y sin perder más tiempo empezamos a atravesar la calle que Ethan transcurre después de cada clase.

Por mas de media hora estuvimos preguntando a todas las personas que se nos cruzaba en el recorrido con una referencia física de Eva pero nadie daba con ella y menos con Ethan que era mas difícil de explicar. Ya que no teníamos una descripción exacta. 

Jack se estaba volviendo como loco. Maldecía y pateaba todo lo que encontrara a su paso. Llamaba a la pequeña Eva y cuando no le respondía se ponía peor. Quise tranquilizarlo de alguna manera diciéndole que la encontraríamos pero cada vez que alguien nos decía que no la habían visto, comienzo también a angustiarme y estar de acuerdo con él.

Le pido a dios mentalmente que nos ayude llegar a ella y que donde quiera que este. Se encuentre sana y salva.

Finalmente un chico, alto delgado y de ojos grises la identifica, nos confirma que si la había visto y sin vacilar nos señala hacia donde se había ido. Nos informa que iba con un chico y dió con las descripciones que le di. 

—Muchísimas gracias —le dijo Jack y nos encaminamos por la calle que el jovencito nos indicó.

Íbamos corriendo pero comienzo a tener dificultad para respirar, ya los habíamos visualizado sin embargo no podía mantener el mismo ritmo del inepto así que tuve que detenerme, para respirar. Necesitaba respirar. 

—Sigue tu —digo rendida recostada a un árbol, me mantuve en silencio pero cuando ya no me llegaba aire tuve que detenerme. Jack se da cuenta que no estoy a su lado y se devuelve, apenas podía mantener los ojos abiertos. Me ardía el pecho y el aire era denso  —. Estaré bien...alcanza... a tu... hermana. 

—¿Segura que estarás bien? —me mira indeciso, sosteniendo mis hombros —. No es seguro que te quede aquí sola, ¿puedes hacer un mini esfuerzo?

—No, no puedo —no casi no podía hablar. 

—Melina, no puedo dejarte aquí. 

Niego y lo empujo para que se apresure. Sin embargo insiste en no dejarme y llevarme con él pero yo no podía dar un paso. Siento que en cualquier momento me voy a desmayar. 

—Te llevo alzada.

—No.

—Puedo hacerlo.

—Anda, anda con Eva.

—Mierda —exclama impotente  y me ayuda a sentar en el suelo. Sus manos toman mi rostro y lo elevan hacia él. Me da cosa que se llenara de mi sudor pero parece que no le importa porque no hizo ningún gesto de desagrado o algún indicio de eso — .Regreso enseguida, no me tardo, tranquila ¿si? Te lo prometo que estaré aquí pronto —asisto y cierro los ojos incomoda cuando me da un beso en la frente antes de desaparecer de mi vista. 

Trato de no llenarme de miedo cuando me quedo sola y esperar que en cualquier momento Jack aparezca con su hermana. Sin embargo los segundos se volvieron en minutos y comienzo a darme cuenta que no volverá tan pronto como hacia dicho. Aun así trato de mantener la calma, sé que en cualquier momento estará aquí, con su sexy ineptitud.

—Hola gordita —levanto la cabeza del suelo y giro mi cabeza a la derecha, mis ojos vibran del susto y sin darme cuenta tenia una mano en el pecho.  

A pocos metro de mi había un hombre de vestimenta vieja y sucia, era delgado, de mediana estatura y olía terriblemente mal. Cuando sus ojos hacen conexión con los míos, sonríe y en la forma que lo hizo erizó los vellos de mi nuca. Inmediatamente me coloco de pie. 

Tomo el camino que Jack había agarrado y comienzo a caminar rápido cuando siento que el hombre me sigue. Sola y sin tener nada con que defenderme, comienzo a llamar Jack para que el tipo sepa que no ando sola pero no funciona, el hombre seguía detrás de mi. 

Mi desesperación aumenta, no sabia donde mierdas se había metido y tampoco habia nadie, era una calle llena de edificios de antaño y carros desbaratados, no era un lugar hermoso así que situaciones como esta se pueden presentar.

Sigo, sin dejar de llamar al inepto, con el hombre pisándome los talones, estaba a nada de pegar un grito de auxilio cuando finalmente aparece. Sonrío de alegría y quiero correr hasta donde esta él pero el hombre me toma de la muñeca con sus manos ásperas y me retiene a la fuerza. 

—Suéltame —le grito pero se aferra y entierra sus uñas para intentar quitarme el reloj.

— ¡Suéltala maldito! —grita Jack al fondo y eso solo empeora la situación. El hombre enfurece y se vuelve como loco, me zarandea y maldice al no poder arrancármelo. 

—Zorra desgraciada.

—¡Aléjate de ella hijo de puta!

—Dame el reloj.

—¡Suelteme!

—¡Melina!

—¡Dame el reloj perra maldita! —su mano sucia y áspera golpea mi rostro de repente.

 Por un instante mi visión se nubla. Siento como el hombre logra arrebatarme el reloj a la fuerza y todo se vuelve silencioso hasta que siento unos brazos cálidos rodearme. 

—Respira —musita mientras lloro sin control en su pecho, estaba aferrada a su cuerpo — . Tranquila, estoy aquí, respira bonita.

Me hundo mas en su pecho y él me envuelve en sus brazos.

—¿Te encuentras bien?

Asisto varias veces.

—¿Segura Ángel? —suena preocupado. 

—Me encuentro bien —emito finalmente todavía atrapada en sus brazos, sintiendo segura y protegida en ellos. Como hace mucho no lo experimentaba. 

—¡Jack! su mano, ¡oh por dios!— exclama asustada la voz de Eva y nos separamos en el acto — . ¡Su mano esta sangrando! — dice teniendo un ataque de nervios.

—No pasa nada princesa, tranquila—dije volviéndome hacia para calmarla. Si que estaba asustada, me acerco y toco su hombro —. dime ¿tú te encuentras bien?

—¿Te das cuenta lo que causas? —Jack la reprende y la pequeña se contrae de hombros — .¿Por que no me esperaste como siempre?

—Todos se estaban yendo — explica—. Merlina no estaba y me dio miedo quedarme sola otra vez. Entonces Ethan me ofreció llevarme a su casa...

—¿Y por qué no le dijiste que te regalara una llamada? —le pregunta con tanta dureza que la pequeña se quiebra y comienza a llorar.

Jack frota su rostro y las pasa por su cabello dejándolo más alborotado. La mira y se arrodilla hasta quedar alineado a la par. 

—Estaba muy asustado perdón por haber sido tan duro.

—Mala mía mugre, mala mía—dice y creo que es su manera de pedir perdón, porque Jack asiste y se da un abrazo de oso y ella sonríe aliviada. Arregla su cabello y limpia sus mejillas cuando quedan frente a frente y besa su frente.

 —Tenemos que llevarte a una clínica —me dice. 

—N-no es para tanto, solo ha sido un raspón.

—¿Estas segura?

Asiento varias veces.

—¿Mugre tienes alguna servilleta? — pregunta con su mirada enterrada en la mía.

—Tengo mi trapito, está limpio y esta servilleta —menciona Eva y se lo entrega al rizado, quien se gira para recibirlo —.También traje agua, no la utilice, está fresca.

—Déjame limpiarte— pide y no me opongo.

Jack destapa la botella de agua y vierte el contenido sobre mi herida. Prenso los labios. La piel me ardía y el agua estaba un poco helada. Cubre mi raspadura con la servilleta y con mi otra mano hago presión.

—Debiste ser médico —le digo.

—¿Por qué?

—Hiciste un buen vendaje — lo felicito. 

—¿Eso ha sido cumplido? 

—Gracias —no le respondo pero sonríe y se acerca hasta romper las barreras, me abraza apretujándome entre sus brazos y me da un beso profundo en la frente, que me hace vibrar. 

—Lo tomaré como uno y lo guardaré por siempre en mi corazón. 

Rio. 

—Gracias de otra vez eh —reconoce y levanto la cabeza, me aparto discretamente. Sus manos continuaban sujetando las mías  —. Eres como un Ángel caído del cielo. Llegaste en el momento exacto.

—Fue mi madre en realidad quién me obligó a ella deberías agradecer.

—No arruines el momento —protesta rodeando los ojos, rio bajito. 

—Es la verdad.

—Como haya sido — me dice mirándome fijamente —.  Agradezco que hayas venido.

Iba a seguir molestarlo, pero lo olvido.

—Ni lo menciones —digo con una media sonrisa detallando la tranquilidad de sus ojos—. ¿Q-qué tal si nos vamos? este lugar no es nada seguro.

Jack toma mi mentón entre sus cálidas manos y con delicadeza me obliga a mirarlo, cuando no puedo sostenerla.

—¿Te hizo algo más ese maldito?

—No-no nada más, me encuentro bien —aseguro nerviosa y sus facciones se suavizan con mi aclaración. 

Miro a Eva al no poder contener su atención sobre mí y me giro hacia ella para cortar su contacto.

—Estoy bien princesa —tenía los ojos tapados.

—¿Se-segura?

—Míralo tú misma —aparta las manos de su rostro y se acerca para observar. Sus ojos verdes escanean mi herida y hace una mueca de dolor.

—Siempre te lastimó.

—No fue tanto —cubro nuevamente mi brazo con la manga de mi suéter—. Hoy no pude asistir al curso.

—¿Por qué?

—Tenia cita médica —explico y sin premeditar, comenzamos a caminar.

—¿Estas enfermas Merlina?

Rio bajito.

—No princesa, estaba en el nutricionista— explico y asiente al comprender.

— Le gustas a Ethan —suelta de pronto y no es la mejor noticia, mi cara lo es todo porque la niña carcajeo —. Se puso muy contento cuando le dije que no eras novio de mi hermano.

Mis orbes viajaron hasta el inepto quien caminaba del otro lado en silencio,  con las manos guardadas dentro de sus jeans rasgados. Parecía sumido en su propio mundo que no se dio cuenta que lo mire.

—Si se pone pesado tu solo avísame — dice al conectar con mi mirada —. Lo podré en su lugar.

— ¿Ustedes son novios? — pregunta curiosa Eva.

—¿Quienes?

— Tu y mi hermano— aclara y niego, alguien protesta a mi lado  —. Pensé que se le había pasado el efecto al fin— comenta decepcionada, frunzo las cejas confundida —. Mi hermano lleva años enamorado de Amelia y no parece superarlo el tonto.

¿Qué?

—Hasta sueña con ella y dice que se quiere casar —dice en un tono burlón—. ¿Lo sabias?

Niego de lado a lado sintiendo como el pecho empezaba a arder.

—¿Y no son amigos ustedes dos? — indaga confundida.

—No todo se le puede contar a los amigos— interviene Jack apresurado —. Y no hables que tu estas castigada.

—Pero...

—Silencio.

—¡Jamás vas ser novio de Amelia! —
le saca la lengua y se distancia de ambos.

—Amelia— menciono entre dientes sintiendo como el ardor se transformaba en rabia e ira—. Sabía que tú no estás enamorado de mí.

—Eso era antes —balbucea —. Ella dejó de importarme hace mucho tiempo.

—Si por supuesto.

— ¡Lo juro!

—Tu no le tienes miedo a la muerte ¿verdad? — arranco con dureza las lágrimas que amenazan salir de mis ojos —. Gracias a dios no te he creído ni sola una palabra, que imbécil me hubiese visto.

—Ángel no hablemos eso aquí, no delante de mi hermanita.

— ¡Mejor! — elevo el tono de mi voz, y su mirada preocupada se dirige a Eva— . Así se da cuenta que clase de hermano tiene.

—Hay un mal entendido.

—No hay nada de qué hablar.

—Te puedo explicar.

—Tu hermana te delató. ¿Qué me vas a explicar? Tú estás enamorado de otra mujer y me estas seduciendo para cumplir la puesta con tus amigos.

—No, no Ángel escúchame,  por favor —suplica y me alejo hasta alcanzar a Eva.

Las Lágrimas siguen amenazando con escapar de mis ojos y lucho para evitar que se salgan. ¡Maldito! No sé por qué me duele si yo lo sabía, yo lo sabía. 

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