Capítulo 12

Todos tenemos dos elecciones: Todos estamos llenos de miedo o llenos de amor.

Albert Eisten


El ruido de la corneta de un coche me saca de mi nube de pensamientos de mis recuerdos y me hace girar instintivamente hacia la ventana de mi habitación . Una corriente recorre todo mi sistema al distinguir el auto negro de Jack. Miro dos veces para comprobar si es completamente cierto y muerdo mi labio inferior incrédula al verlo bajarse del coche. 

Froto mis manos con ansiedad y doy largo pero profundo suspiro.

—¿Llegó? —pregunta la voz de mi mamá haciéndome sobresaltar.

Paso el susto y me alejo rápido de la ventana, la miro y asisto varias veces con la cabeza para contestar.  Sus ojos grandes como los míos me repasan de arriba abajo mientras sostiene una sonrisa.

—Te ves increíble.

Me limito a contestar y justo en ese momento el timbre suena varias veces.  Mi madre agrando sus ojos de emoción y yo trato de disimular los míos.

—Hagámoslo esperar un poquito más —dije maliciosa. 

—No hagas eso.

Ruedo los ojos.

—¿Por qué?

—Se va a molestar — sonrío — , y se irá.

—Es la idea —niega en desacuerdo.

—Melina.

—Él está en periodo de prueba  ¿recuerdas? tú misma me lo aconsejaste —le recuerdo, mirándola confusa.

—No imagine que le fueras obligar a la iglesia.

—¿Y es malo? — no responde — . Esto no se compara a lo que él me esta haciendo a mi. 

—Todavía no lo sabemos.

Me limito a contestar y salgo de la habitación, cruzo el vestíbulo hecha un mar de emociones mientras me retoco el cabello y arreglo mi atuendo unas cinco veces seguidas. El timbre sigue tocando como si no hubiese un mañana y ruedo los ojos con fastidio, escucho la voz de mi mamá en el fondo diciéndome no le hagas esperar  niego y finalmente abro la puerta. 

La mano de jack queda suspendida en el aire, sus ojos se desvían hacia los míos y las comisuras de sus labios se elevan mientras me analiza de pies a cabeza vacías veces.

—Hola —dice como si se hubiese quedado sin aire, no dejaba detallarme —. Mmh... te ves...increíble. 

—Hola — saludo, sin poder reprimir el deseo de mirarlo, mis ojos actuaron nuevamente como imanes y se desviaron de arriba abajo como si tuvieran control de si mismo. 

Jack tenia sus rizaos desprolijos que caían sobre su frente de una manera especial llevaba una camisa oscura de mangas cortas que acentuaba bien sus brazos fortificados. A lo largo de su pecho se extendía una cadena que tenia un pequeño avión de papel y otra la estrella de David. Jean que ajustaban un poco sus piernas y zapatos deportivos grises oscuros.

—¿Cómo amaneces? — su voz me saca del trance y no me da tiempo de esquivar el beso que venia directo hacia mi mejilla.

Paso despacio y me alejo molesta, mientras el sonreía celebre.

—Ya no serán veinte centímetros — decreto, molesta y su sonrisa se esfuma mirándome confundido — serán un metro de distancia.

—¿Un metro? —repite y sacude la cabeza  —. ¿P-por qué?

—Porque me di cuenta que veinte centímetros no es suficiente para mí —una sonrisa divertida se dibuja en sus labios en forma de corazón —. Me refiero a la distancia, la distancia.

—Qué bueno que tengo más de veinte centímetros disponibles solo para ti — baja la vista hacia su entrepierna.

Aparto la mirada y se ríe. 

—Ahora es un metro —recalca, suspira — Bueno será como tú digas.

Nos quedamos callados unos breve momentos. 

 —¿Te aprendiste el saludo?

—Aún no.

—Es fácil —cubre mi muñeca con su mano y sus dedos logran rozar mis cicatrices, mi corazón se detiene varios latidos y me zafo de su agarre de un tirón cuando veo que se queda mirándome perplejo. 

Mierda, mierda, mierda.

Retrocedo torpe y busco mi abrigo que reposaba en el sofá para evitar cualquier interrogatorio. Mi corazón no dejaba de latir vigorosamente dentro de mi pecho, es la segunda vez que las toca y esta vez si se dio cuenta. 

—Cariño estamos listos —Anuncia mi padre uniéndose a la sala y se detiene frente a mí para observarme. 

Mi cuerpo temblaba nervioso, siento la mirada de Jack sobre mi nuca, apenas era consiente que mi padre me estaba elogiando mi atuendo.

Es la primera vez que alguien toca mis heridas y no sé si fue sin querer o lo hizo con intención, pero nadie estaba enterado de esto, ni siquiera mi padre.

Dios mío, ¿y si es parte de la apuesta?

Me coloco el abrigo y por suerte este cubre mis muñecas. Tengo la garganta seca y desee habérmelo puesto antes para evitar esto.

Jack permanecía inmóvil debajo del umbral de la puerta, inmerso en sus pensamientos, no apartaba sus ojos de mí.

—Papá él es el Jack, es un amigo de la universidad — lo presento, para que salga del trance pero no lo hace, sigue inmutado y estaba comenzando a ponerse el ambiente tenso. 

Muerdo mi labio y con disimulo, pellizco su mano derecha. Él dobla su cuello hacia mi parpadeando  y le hago señas con los ojos.

Jack no comprende al principio pero después de mirar hacia al frente se da cuenta que mi padre tenia la mano extendida. 

—U-un placer Jack Grey.

—Bob Wells.

Mamá se integra con nosotros luego y noto como sus grandes y redondos se amplían de impresión. Por suerte su aparición hizo que distrajera a mi padre de la actitud distante del inepto.

—Mi hija me ha hablado tanto de ti que ya moría por conocerte.

¿Que?

—Ah.. ¿si? — dijo un tanto sorprendido, todavía sigue metido en el trance. 

—Bastante —siento la mirada de Jack en mi cuello, pero finjo demencia, su mano que estaba tan cerquita de la mía, la roza levemente y eso fue suficiente para alejarme  —. Sara Lewis, corazón es un placer tener aquí.

—Jack Grey.

—¿Estamos listos? — pregunta mi papá —. Bueno vamos que llegaremos tarde.

Mis dos progenitores salieron primero dejándonos atrás.

Él me mira como si quisiera decirme algo y espero expectante, pero se calla y salgo primero antes que él.

Dios que me pregunte lo que sea, menos acerca de mis cicatrices.

—¿Tus padres vienen con nosotros? 

—Si ¿por qué?

—Pensé que iríamos nosotros dos.

—A la casa de dios vamos todos siempre —respondo aun expectante —. Perdón si no te lo dije antes, estuve leyendo el sábado, tengo examen el lunes.

—No te preocupes Ángel — bajamos las escaleras y se detiene de repente, dios mío va a preguntar, lo va hacer.

—¿Y qué auto nos vamos?

Respiro con disimulo y paso las manos por mi cuello.

—En el nuestro, pero si no quieres venir con nosotros, te puedes ir en el tuyo.

—No, está bien, no hay problema, iré con ustedes.

Nos subimos al auto al mismo tiempo, él por un lado y yo por el otro. La verdad pensé que tenía todo planeado pero cuando veo que nuestras manos quedaron tan cerca una de la otra, al igual que nuestros hombros me di cuenta que lo hice mal. A pesar de tener todo el tiempo de recibir miraditas del inepto, traté de no hacer contacto con él y mantenerme lejos, así fuese pegada como una garrapata a la puerta del coche. 

También quería que este momento fuera incómodo, aburrido y  ha salido mal, mi padre y él no han parado de hablar sobre béisbol desde que dejamos la casa y me frustra que mi plan haya salido al revés.

Entramos al templo y ocupamos una banca vacía que estaba junto a la ventana. Se unieron otra familia y por lógica quedé arrinconada porque fui la primera en sentarme. El inepto quedó justo a mi lado, no lo miraba, pero podía ver por el costado de mi ojo como sonreía ligeramente.

—Aquí no hay distancia que marcar —pasa su brazo por encima de mis hombros y me pega a su cuerpo al mismo tiempo que daba un suspiro de triunfo. 

Con mi codo traté de liberarme clavándoselo en las costillas, pero solo conseguí que se riera y me apretara mas a su cuerpo. 

Resoplo resignada y lo miro, Jack sonreía con los labios cerrados mientras mantenía su mirada elevada hacia el frente y luego bajo su cabeza en mi dirección guiñándome el ojo. 

Niego y observo su mano que reposaba sobre mi hombro derecho, respiro profundo.

No había forma de escapar, de ningún modo, ni siquiera por la ventana. Además seria extraño que me saliera de la iglesia sin ninguna explicación.  

Solo me queda hacer los ejercicios de relajación. 

—Son mis iniciales —mueve los dedos, bajo la vista hacia lo que se refería, los anillos. Analizo todos y eran de diferentes tamaños  —. Pronto tendremos los nuestros, esos que son para toda la vida. Melina de Grey, suena hermoso ¿No crees?

—Ajá.

Se ríe.

—Siempre usas esa terminación, eh.

—Aja.

Me empuja leve y suelto una pequeña risita. 

—A mi si me parece — pausa para él mismo — . y si a ti no te parece mi apellido, el tuyo le sienta muy bien a mi nombre...

—¿Me das uno? —lo corto.

—Grosera.

Me voy encojo de hombros.

—Patético.

—Antipática —se quito los anillos, y los coloca en la palma de sus manos — , igual me sigues gustando. 

Iba a decir la apuesta pero a pocos metros se encontraba mi padre que nos miraba por encima de su hombro, y cerca de su anatomía estaba mi mamá que nos miraba con significante curiosidad. 

—¿Cuál te gusta?

Elijo uno al alzar y me lo coloco, no me gustaba ninguno, solo lo hice para fastidiar porque supongo que estos son muy preciados para él.  Me quedaba un poquito suelto en el dedo índice y entonces lo pasé a mi dedo pulgar.

Hago una mueca, me quedaba igual de grande.

— La próxima será nuestro anillo de bodas —prensa mi mano tomándome desarmada y la lleva hasta sus labios, le da un beso corto dejándome paralizada—. Podemos casarnos en la playa....

—Chicos ya va empezar la misa, hablen después —intervino la voz de mi madre molesta.

El abrazo de la paz.

Era el momento que todos nos teníamos que dar el abrazo de paz y era la parte había estado queriendo evitar, pero no podía impedirlo por más que quisiera, tampoco era que me podía escapar si lo tenía prácticamente sobre mí.

Cuando el padre manda a darnos el abrazo fraternal, el inepto no desaprovecha la oportunidad para arrástrame contra su pecho y envolverme entre sus fuertes brazos. 

—La paz —susurra ronco en mi oído aprontándome.

Trago despacio, nerviosa y al mismo tiempo... encantada, una mezcla extraña entre ambos quería alejarlo de mi pero a la vez quería que no dejara de abrazarme.

Me libera y me limito a mirarlo cuando nos separamos, mi pecho siente los laditos de mi corazón. 

Cuando la eucaristía termina soy la primera en salir antes que todo el mundo, tenía varios metros avanzados fuera del templo cuando siento su presencia detrás de mí, acelero mis pasos y hago omiso a su llamado, meto las manos debajo de mis axilas y lo único que deseo es estar en mi habitación. 

Hace mucho que nadie se había atrevido a darme un abrazo , él ha sido el primero después de cinco años - por  obvias razones, claro  - y me molesta que a pesar del miedo, los recuerdos y la mala experiencia que tuve, me haya gustado, haya sentido mariposas en el estomago y los latidos de mi corazón se haya acelerado.

— ¿Estás bien? —mantengo mi vista abajo cuando me detiene por el brazo, limpio mis lagrimas con el dorso de mi mano — .¿Qué tienes Ángel, por que huiste así?

—Nada —dije en un hilo de voz.

— ¿Segura? —asisto en silencio —. ¿Tanto como para ir esta tarde al cine?

—Ajá.

—Estoy empezando a conocer esa terminación, enserio dime que te ocurre. 

—Nada, no me ocurre nada. 

—¿Segura?

Asisto varias veces.

—Hace mucho que no asistía a la iglesia y de verdad que me siento muy bien— comenta con agrado después de un breve silencio .— Fue lindo venir de verdad ¿Podemos hacerlo el próximo domingo?

Subo y bajo los hombros, manteniendo la misma posición cohibida.

—Oye, ya dime que te pasa.

Oprimo los labios.

—Dime que te pasa, ¿Por qué saliste prácticamente corriendo de la iglesia?

—Tengo miedo.

—¿Miedo? —repite y despego la mirada del suelo, lo encaro, sus esmeraldas me estudiaban intrigados.

—Si.

—¿De quién tienes miedo? —musita en un tono suave y preocupado.

Toco mis heridas con mi dedo pulgar y despego mis labios para responder.

—De ti.


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Gracias por leer <3 

Y No se estresen con Melina XD

ya la amaran 


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