Capítulo 1

Había una vez una estrella que cayó del cielo.

Era un hecho sin precedentes, nunca antes había ocurrido. Un día, simplemente, la estrella se cansó del espacio, tan frío y oscuro a su alrededor, y miró a la Tierra con curiosidad, ensimismada por su luz, cálida y acogedora. Tanto se acercó a mirar, que terminó por caerse de la bóveda celeste, perdiendo su forma de estrella y adoptando un cuerpo humano. La estrella estaba muy sorprendida, pero no estaba triste. Pensaba que, de esa manera, podría encontrar ese calor que tanto echaba en falta en el frío espacio en la forma de una persona que se lo diera.

-¿Y la estrella encontró a esa persona?

Era la pregunta que Baekhyun siempre le hacía a su madre cuando le contaba aquella historia de pequeño. Ella siempre le sonreía y le daba un beso en la frente antes de asegurarle que la estrella encontró a una persona especial que la entendió y le dio el calor que necesitaba.

Siendo un niño, Baekhyun sonreía feliz y se iba a dormir tranquilo, pensando que esa estrella no estaba sola en el mundo. Pensaba en esa estrella, brillando con luz propia gracias a esa persona que estaba a su lado y que la quería. Sin embargo, conforme fue creciendo, comenzó a entender el mensaje de aquella historia que le contaba su madre por las noches antes de dormir.

Baekhyun era un cambiaforma de lobo. Eso ya de por sí era algo que lo distinguía de las personas normales, de los humanos que conformaban la mayoría de la población. Sin embargo, si solo hubiera sido eso, no habría sido tan malo. Habría tenido con quien relacionarse, una manada de la que formar parte, un grupo que lo respaldara y lo apoyara. Pero Baekhyun era un lobo dorado, y eso hacía que lo excluyeran.

Los lobos eran blancos, negros, grises, pardos. Tenían los colores de la naturaleza, que los ayudaban a camuflarse con el paisaje de su hábitat natural. Un lobo dorado llamaba la atención fuera a donde fuera. Eran una alteración genética extraña; pelaje rubio que brillaba como el oro bajo el sol y ojos de color de un verde aguamarina casi translúcido. Era hermoso, muchísimo, y eso contrastaba con la naturaleza salvaje y mimética de los lobos. Todos lo señalaban, nadie quería acercarse a él, no querían que se uniera a sus grupos de caza, a su manada, porque sería como ponerse una diana en la frente.

La estrella era él, el espacio frío y oscuro era la frialdad de las personas que lo rodeaban y que se suponía que debían conformar su hogar. Su madre se había inventado aquella historia para decirle que, pasara lo que pasara, algún día encontraría a alguien que lo quisiera y que le diera su calor.

Su madre había sido una persona amorosa y demasiado optimista, en su opinión. Su propio padre había renegado de él cuando nació y su madre lo crió sola, enseñándole las peculiaridades de su condición y cómo controlar y estar en sincronía con su animal interior. Su madre había sido su mundo hasta sus diecinueve años, cuando murió repentinamente y él se encontró solo, rechazado por los suyos y sin saber a dónde ir para encontrarse a sí mismo, mucho menos dónde encontrar a otra persona en la que confiar y apoyarse. Porque ni siquiera confiaba en encontrar eso que los lobos llamaban su pareja destinada, su alma gemela.

Así que Baekhyun se había olvidado hacía mucho de tratar de encontrar a su estrella y se dedicaba a tratar de ganarse la vida como podía. Seguí viviendo en la casita de las afueras donde vivió con su madre. Era un lugar algo apartado del bullicio del centro, con un jardín cercado por espesos árboles y vegetación casi salvaje que su madre se encargó de plantar para proteger a su pequeño cachorro dorado de miradas ajenas.

Había trabajado de muchas cosas durante la etapa en la que, de repente, se vio solo, con deudas y sin ingresos. Compaginar el trabajo con los estudios había sido difícil, pero era algo necesario porque no había manera de que pudiera sobrevivir tan sólo con la paga por orfandad que recibía del estado. Así que se movió entre trabajos, siempre con contratos temporales a media jornada, hasta que terminó el instituto. La universidad estaba fuera de su alcance, pero realizó estudios superiores en un ciclo de dos años en un tema que le interesaba bastante poco pero que pensó que podría venirle bien para buscarse un trabajo algo más estable.

No es que al final le hubiera servido de nada a sus casi veintisiete, pensaba a menudo en sus ratos libres en la tienda de manualidades en la que había acabado trabajando, pero al menos hacía cuentas con facilidad y su caja nunca estaba descuadrada. Además, pensó con una sonrisa, al menos así había conocido a Jongdae.

Kim Jongdae era un chico que trabajaba en una tienda en el mismo centro comercial en el que se encontraba la de manualidades en la que habían contratado a Baekhyun. Lo había conocido un día por casualidad en la cafetería de la tercera planta, en la misma planta que Baekhyun pero una por encima de la zapatería donde trabajaba el otro. Baekhyun estaba tratando de medir la cantidad perfecta de azúcar que echar a su té cuando, de repente, una taza fue apoyada en su mesa y eso lo hizo mirar sorprendido al intruso (y, de paso, derramar más azúcar de la cuenta en su té).

-No te importa que me siente, ¿verdad? -le había dicho con una sonrisa y un poco de cara dura-. No hay más sitios libres.

Era una mentira absoluta, Baekhyun veía al menos dos mesas más libres, pero asintió simplemente y el chico se había sentado. Durante al menos diez minutos, en los que Jongdae se presentó y se dedicó a alabar su elección en té, Baekhyun había pensado que trataba de ligar con él. Hasta que el otro le había dado un sorbo a su capuchino y lo había mirado con un brillo de anticipación en los ojos.

-Entonces, Baekhyun -le había dicho, tomándose la confianza de llamarlo por su nombre-, si eres un cambiaforma de lobo, ¿cómo es que no estás con ellos en la base jugando a las batallitas y planificando una salida al bosque a restregarte contra los árboles?

La cara de asombro y de pánico de Baekhyun tuvo que ser épica, porque Jongdae había soltado una carcajada que hizo que se derramara un poco de café encima.

-¿Cómo...? -había empezado Baekhyun, pero Jongdae había sonreído de nuevo y no había podido terminar la pregunta.

-Me extraña más que no hayas podido olerme, pero tampoco creo que nunca antes hayas olido a alguien como a mí.

En aquel momento, Baekhyun se dio cuenta. Su olor no era el de un simple humano, pero tampoco era el de un lobo. Era como una mezcla de ambas esencias, lo que lo había confundido por un momento, pero finalmente, algo hizo click en su cabeza.

-¿Eres un híbrido?

-Prefiero decir mestizo -Jongdae había hecho una mueca-. Híbrido me hace pensar que tengo orejas y cola de lobo y no es mi caso. Pero sí, soy una mezcla de lo mejor de los dos mundos.

-¿Y cómo has sabido que yo era un cambiaforma?

-Quizá es porque soy en parte lobo y puedo ver esas cosas -se había encogido de hombros el otro, tomando otro sorbo de café-, pero al igual que los humanos no son capaces de distinguir lo que tienen delante de las narices, tú no me viste a mí.

-Los lobos no suelen trabajar rodeados de humanos -había replicado Baekhyun con una sonrisa. Jongdae alzó su taza.

-Cierto, pero tú y yo somos proscritos -había sonreído de nuevo con una sonrisa que, más que a un lobo, a Baekhyun le recordaba a un gato-. Pero tengo curiosidad, tal y como pregunté antes, por saber por qué te han rechazado a ti, cuando se ve que eres un cambiaforma al completo.

-Mi lobo es dorado -Baekhyun había sonreído de medio lado, sabiendo el efecto que sus palabras iban a causar, y causaron, sobre el otro-. Nadie quiere en su manada un blanco tan fácil.

Jongdae había asentido, distraído en sus pensamientos.

-Podríamos formar nuestra propia manada -le había propuesto-. Tú, yo, y todos los cambiaforma defectuosos que encontremos por el camino, ¿qué te parece? -aquello había provocado que Baekhyun soltara una carcajada.

-Eres un poco idiota, ¿no?

Pero al final, habían acabado por hacerse amigos. Con el tiempo, fue obvio para Baekhyun que Jongdae no poseía la habilidad de transformarse, pero sí que tenía los ojos y el olfato tan agudo como el mejor de los cambiaformas, y que su intuición solía ser muy acertada. También acabó por conocer a su novio, Kim Minseok, que trabajaba con él en la zapatería, y que era un humano normal y corriente. A Baekhyun le daba un poco de envidia verlos juntos, porque aunque otros no pudieran notarlo, él veía la sincronía, lo perfectos que eran el uno para el otro, a pesar de sus diferencias. Y sobre todo, le dolía saber que, seguramente, él no iba a encontrar algo así.

Detuvo su tren de pensamiento justo al llegar a la esquina de su manzana. No debía pensar aquellas cosas, no debía, porque su pecho se encogía de forma tan dolorosa que parecía ser incapaz de respirar. Tuvo que pararse, respirar hondo y tratar de pensar en que debía comprobar que la luz no hubiera vuelto a saltar y que sus congelados siguieran, bueno, congelados, ya que se suponía que había arreglado la avería. Suspiró, sacudió la cabeza para eliminar los malos pensamientos, y se dirigió a su casa. Pero, de nuevo, se detuvo antes de llevar.

Una luz suave titilaba en el jardín. El aliento se le cortó en la garganta, pensando que la caja de plomos, que estaba justo en esa parte de la casa, habría hecho contacto y que una chispa habría prendido fuego a los muebles de madera del jardín trasero y, con ello, al resto del jardín. Con el corazón en un puño, Baekhyun corrió hacia su casa, casi tentado de transformarse, pero no vivía en una zona tan deshabitada y había algo de gente a esa hora corriendo o paseando a sus perros. Así que simplemente corrió hasta alcanzar su casa, abriendo de forma precipitada la puerta y cerrando de un portazo antes de abalanzarse sobre la puerta que daba al jardín, soltando el abrigo, las llaves y demás de cualquier manera en el suelo en su camino. Abrió la puerta trasera de un movimiento brusco, buscando la fuente de la luz, pero lo que vio lo dejó sin palabras.

No era fuego, sino una persona lo que brillaba en su jardín.

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