Epílogo
Darren
Cambio la página del libro que estoy leyendo y me acomodo en la cama encontrándome muy concentrado en la lectura. Giro mi rostro masculino cuando veo que Seyn me está mirando demasiado.
—¿Qué pasa?
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo con lo que estuvo pasando este último tiempo? —expresa indignado.
—Pero si ya se arregló todo —Alzo una ceja —, y si Ace está en paz, nosotros también —Me río.
—Bueno, los seres sobrenaturales ahora pueden caminar felices por las calles, descubriste que tienes un primo en el exterior y nuestra hija se casa en unos días ¿Eso te parece que sea estar en paz? No, yo no lo creo, sobre todo confiando en un tipo que mandó por dos años a Anais, su niña mimada, a cuidar de la hija de las voces ¿Te parece?
Alzo una ceja.
—Te recuerdo que ese tipo es nuestro amigo, deja de tener todo controlado y vuelve a ir a tus clases de meditación.
Bufa.
—No quiero —Hace puchero.
—Ya estás grande, madura —me burlo y luego me río.
—Pero Mariposa...
—Si quieres estar más tranquilo, puedo ir a visitar a Max, así me da un informe de todo ¿Qué te parece?
Suspira y luego sonríe.
—Sí, por favor, me calmaría un poco —Luego me abraza —. Aunque esto más.
—Estoy leyendo.
—Te comportas como un viejo —Se ríe.
—Pues ya no tengo veinte años.
—¿Te llegó la crisis de los cuarenta? —bromea.
—Todavía no los cumplí —Me levanto de la cama y él se cae porque me suelto —. Igual seguiré siendo La Perfección —Me toco el cabello —. Y ahora si me disculpas, iré a caminar un rato a hacer mi trabajo de Restaurador.
Se soba la frente al pararse del suelo.
—¿Por qué no te olvidas un poco de eso como hace Rein de vez en cuando al verse con Emmet?
—Porque somos personas diferentes. Si te aburres ve a visitar a tu prima —refiriéndome a Aradia.
—Mejor me voy a ver a la pandilla —Se cruza de brazos.
—Ni hablar, no puedes ir con nuestro hijo ahí.
—¿Y por qué lo tengo que llevar? —se queja.
—Porque te adora.
—¿Tú crees? —Alza una ceja —Ese adolescente me odia.
—Así son los niños, pero él te ama.
—Ya está grande.
—Pero eres su ídolo.
—¿Tú crees? —insiste inseguro.
—Claro que sí —Le doy un beso y luego voy directo a la salida de la casa.
Me pongo los lentes de sol y camino por la vereda, entonces veo un niño agachado en el suelo, agarrándose la rodilla, subo los anteojos a mi cabello, así que luego me pongo en cuclillas para ver la herida.
—¿Te duele mucho? —pregunto y lloriquea, se refriega el ojo cuando se calma, aprovecho para apoyar mi mano en la lastimadura, entonces la curo —¿Ya no duele?
Sus ojitos se abren en grande por la sorpresa, luego me mira emocionado.
—¡¿Qué hizo?! —grita con ilusión —¡¡Es magia, un brujo!!
Me río.
—Se llama restauración.
Me levanto del piso y miro al cielo, sonrío viendo volar a la mariposa de miles de colores cambiantes. Es tan hermosa y magnífica como la energía positiva que atrae, la cual plasma este momento perfecto.
El FIN DEFINITIVO.
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