31. Ultrasonido

Tayara

—¡Ya estamos listos! —grita Ithiry alzando la mano para apretar el botón así la nave puede despegar.

Nos tardamos un poco, porque al parecer los propulsores no respondían, ya que no hay tanto combustible o algo parecido para poder levantar el vuelo con fuerza.

—Espera —le aclara Orus al extraterrestre y luego me habla a mí —. Tayara, deberías bajar —sugiere.

—¿Qué quieres decir? —Alzo una ceja.

—Solo hazlo.

Frunzo el ceño.

—Para ser un adivino no eres nada amigable, ¿no son amor y paz ustedes?

—Eso es un estereotipo —Se ríe.

—Es que Orus es un tsundere —expresa animado el hombre lobo poniéndose las manos en los cachetes.

—Ves demasiado anime, Eleazar.

El pelirrojo hace puchero.

—Pero aquí no tengo tele.

—Las mentiras tienen patas cortas —se burla y luego vuelve a hablarme —. Tayara, ve antes de que sea tarde.

—Bueno, tú eres el adivino —Alzo una ceja y luego le hago caso.

Bajo de la nave.

Al pisar el pasto me sorprendo al ver llegar a Enox en su forma humana, entre los árboles, así que frunzo el ceño.

—¿Qué haces aquí? —Lo miro directo a sus ojos azules.

—Necesito hablar contigo.

—Ya hiciste suficiente, no hay nada que hablar —Presiono el puño sintiendo las chispas de energía negativa en mis dedos —. La última vez que te vi, destruí todo por culpa de mis emociones, así que será mejor que te apartes.

—Vine a advertirte sobre eso —Da dos pasos pero se detiene cuando retrocedo —. En tu cumpleaños llegarás al máximo de tu poder, ni los artefactos anti-magia podrían detenerte, debes irte lejos, hay un valle cerca, donde podrías...

—¿Por qué lo hiciste? —Le cambio el tema —¿Por qué atacaste a Ithiry?

Bufa.

—Tenía que hacerlo.

—¿Fue por culpa de Nazhira? ¿Sigue influenciándote? —refiriéndome a que la directora lo compró para vigilarme a mí —¿Ithiry arruinaba sus planes?

Hablo sobre su hermano en pasado, porque no quiero que sepa que está vivo, para que no lo lastime otra vez.

Hace una pausa eterna para responderme.

—Sí... —expresa no muy convencido.

—Ya no puedes ocultar más nada, ya no hay nada que hablar —digo sería y afligida —. Tenías razón, no te conozco y no deseo hacerlo.

Me giro para irme pero me detiene agarrándome de la mano.

—Tayara, escúchame.

—¡No me toques! —Me suelto y lo miro de mala manera.

—El valle... —Se calla de repente cuando escuchamos un sonido extraño.

—¿Qué es eso? —expreso confundida.

—Parece... ultrasonido.

—¿Ultrasonido? —Alzo una ceja.

—Sí, como el de los murciélagos.

—¿No es que ese no se puede escuchar?

—Solo lo escuchan entre... —Se da cuenta de algo —ellos.

—¿Quiénes?

—Regresa a la nave, rápido —me exige de manera abrupta.

—Tú no me das órdenes —Lo miro de mala manera —¿Quiénes son "ellos"?

—Mi raza.

—¿Tu especie? ¿Y cuál es el problema? A menos que sean asesinos como tú —bromeo, aunque no me gusta para nada el chiste.

—La verdad es que... mi especie es depredadora, así que sería mejor que te vayas —aconseja.

—No inventes, Ithiry seguro mandó una señal a tu planeta antes de que... bueno que pasara eso —No quiero decir que está muerto, porque no me sale mentir.

—Seguramente —Me da la razón —. Aunque no creo que sea para hacerle un funeral.

—¿Venganza? Bueno, contra ti supongo.

—No tenemos sentimientos, no existe esa palabra entre nosotros, la venganza es llevada por el rencor y en mi planeta no hay, solo somos estrategas.

—¿Y entonces por qué están aquí?

—Supongo que vinieron a completar lo que Ithiry... digo, lo que yo no hice —Me mira fijamente —. Vete, Tayara, rápido —insiste.

Alzo la cabeza y veo como una extraña pelota cae en medio de nosotros dos, la cual acto seguido explota, entonces no llenamos de algún tipo de gas. El bosque está por completo rodeado de humo y se ha vuelto oscuro a pesar de que es de día. Intento acercarme a la nave, pero la niebla se hace espesa sin poder saber hacia dónde voy. Me sobresalto al ver a un alto extraterrestre delante de mí, pero cuando visualizo que le brilla el pecho, suspiro al saber que es Enox.

—¡Ay! —chillo cuando me levanta y sale corriendo —¡¿Qué haces?! ¡¿Estás loco?! ¡¡Bájame!! ¡¡Nos alejaremos de la nave si te sigues moviendo!! —Pataleo —¡Enox, te electrocutaré! —le advierto.

—Ahí vienen —solo se limita a decir y salta sobre un árbol alto. Comienza a treparlo y yo me quedo estupefacta por la altura —. No mires abajo —expresa con ese eco que tiene en su voz, hasta que nos ocultamos detrás de una rama.

Me siento pequeña. Esas piernas grandotas, esas garras que rodean mis cuerpo. Me siento enana.

Giro mi vista ya que estoy de espaldas hacia él, porque estamos sentados en la rama, entonces miro su casco. Cuando nota que lo observo, deja de vigilar para acomodarse el vidrio, para que no vea algo a través de este.

—¿Qué ocultas? —pregunto frunciendo el ceño.

—Mis dientes —expresa sincero.

—¿Por qué? —digo confundida.

—Son para asustar a la presa y yo no quiero asustarte, tú no eres mi presa.

—Entiendo —exclamo seria mirándolo fijamente.

—Shh —expresa cuando vemos a más de su especie caminar por el bosque.

Un silencio se forma cuando Enox se queda mirando a uno de ellos en particular, parece que le afecta su presencia.

—¿Qué ocurre? —le pregunto.

—Es mi madre.

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