«𝔍𝔞𝔠𝔬𝔟𝔰»







Los primeros colores del amanecer adornaban el cielo. El ambiente se hallaba frívolo por las cortas horas del día, justamente como esos días invernales que tanto odio. El sol asomaba solo la mitad de su redondez en la bodega celeste. Un poco de neblina hacía dificultosa la visión y empañaba los cristales del auto que aguardaba fuera de la casa de mamá, esperando por nosotras para comenzar una nueva vida.
Hoy era el día en que iría a casa de mi padre. Tengo entendido que es mejor persona que mamá. Sí, sé que él estuvo menos presente en mi vida que mi madre, bueno, bastante menos, pero al menos se preocupaba por sus hijas. Se encargaba de hacerle llegar todos los meses a mamá una prometedora suma de dinero para que nos mantuviera y cuando nacimos luchó por la custodia. Ese dinero era la única razón por la que Aris nos cuidaba. Prefería su bien propio que entregarle a sus hijas a su padre. Ella desde un principio pudo darnos una buena vida, una que no fuera ser las hijas de una puta, pero no lo hizo.

Mi hermana pasó frente de nosotros e hizo una mueca. Sus gruesos labios se fruncieron mientras negaba con la cabeza. Quizás no había alcanzado a escuchar nada, pero con su don de leer las mentes estoy segura que se había enterado de la conversación con apenas ese roce.

- Ni loca – Fue mi respuesta.

- ¿Entonces cómo vamos a mantener una relación a distancia sin eso? – Inquirió Exel.

- Me importa una mierda la relación. Jamás me pondré a llamarte de esa forma ¿Por qué tan obsesionado? ¿No sería mejor romper y listo?

- No, romper no, tampoco es para tanto, Hestia. Se puede sobrevivir estando lejos con algunas condiciones como la que te dije. Todos los que tienen una relación a distancia hacen ese tipo de llamadas. Es común.

- Me da igual si para muchos es común. Yo no pienso desnudarme frente a una pantalla y... wakala. Jamás me tocaría de esa forma.

- Nuestra relación no puede terminar ¡Eres el amor de mi vida! Llevo más tiempo contigo que con nadie. Lo único que queda es una relación abierta.

- Una relación abierta será entonces.

El pelinegro sonrió grandemente con mi respuesta, entrelazó sus brazos alrededor de mi cadera para la despedida que tanto se había alargado con esta estúpida conversación y terminó besando mi mejilla al separarse. La acción me hizo esbozar una pequeña sonrisa. Exel era un muchacho cariñoso a pesar de todo. Le tenía algo de cariño. Si los “acontecimientos” hubieran sido diferentes quizás fuéramos grandes amigos. Claro que por mi cabeza todavía estaba la idea de romper y listo. No tenía ningún sentimiento por Exel... Pero no podía decir lo mismo de él. Realmente se veía muy inspirado con lo nuestro ¡Me permitía llamarlo mi mascota! ¿Qué hombre hoy en día permite eso? Solo uno enamorado.

¿Acaso solo sentí lástima porque él me quiere? Es la respuesta más lógica.

Estaba sentada en el coche, justo al lado de mi hermana en la parte trasera. El chofer de mi padre arrancó el automóvil pero no se movió aún. Miré a Hazel lista para preguntarle qué sabía de lo que leyó en nuestras cabezas, sin embargo, me abstuve. La de claros ojos estaba con la cabeza completamente apoyada al asiento y con los ojos bien cerrados ¿Se abría dormido? Dudaba que fuera de esa manera por los audífonos en sus oídos. Hazel los usaba más despierta que dormida, esa era la forma que había descubierto para no escuchar tantas voces de cabezas ajenas o para confrontar los sentimientos de los demás. Sentía lástima por ella. Sí es difícil controlar mis emociones cómo será convivir con las de todos.

El toque en el parabrisas me hizo ladear la cabeza para terminar descubriendo a Exel con un puchero.

- Te voy a extrañar mucho Hestia – Fueron las últimas palabras del chico.

- Creo que yo también te extrañaré, un poco.

Sus réplicas quedaron suspendidas cuando el auto avanzó lejos de la propiedad que un día fue donde desgraciadamente me crié. Me quedé contemplando la casa detalle a detalle. Las luces apagas le daban un aire fúnebre. El patio donde tantas veces Hazel y yo jugábamos a las escondidas en la niñez, era lo más duro de despedirse, en donde el lazo de hermandad se había fortalecido con un par de meñiques. Todavía podía ver a dos pequeñas  Jacobs correteando por todos lados y llenas de barro. Mi vista se empañó y yo la cambié. Observe desde la puerta de marrón claro hasta las ventanas de cristal, deteniéndome en la de nuestro cuarto. El lugar más seguro de la casa para mi hermana y para mi mí. El lugar que siempre nos protegía de la dura realidad que existía. Donde sabíamos que nos teníamos una a la otra ¿Sería esa la última vez que  entraría ahí? Lo sentí más melancólico de lo que me imaginé. De hecho, lo había imaginado de cualquier forma menos triste.

Le mostré el dedo del medio al chico que distrajo mi mirada con una agitación de manos. Él me sacó la lengua y al fin se dio la vuelta para irse. Al regresar la vista a interior del auto me percaté de como mi hermana me miraba. Era esa mirada que veía más allá que los demás. Esa que ponía cuando descubría cómo me sentía sin la necesidad de sacarse los cascos y usar su don.

- Todo irá bien – Me habló con voz reconfortarle, acarició mi mano y terminó apoyando su cabeza en mi hombro – Ya lo verás Hestia. Todo acaba de cambiar para nosotras.

Tras escuchar esas palabras serré los ojos. Me rendí a las manos del sueño que envolvió mi largo recorrido hasta casa de mi papá. Quería despertar cuando el nuevo comienzo estuviera frente a mí.

Oscuro. Todo mi alrededor se consumió en las tinieblas. Quise ver mis manos pero al alzarlas en la oscuridad, no podía ver. Ya conocía este tipo de sueños, pero ¿dónde está el muerto? ¿Dónde se encontraba la persona que me buscaba para contarme algo? Pasaron los minutos y no aparecía nadie. Casi me doy por vencida hasta que…

- No vallas. Es peligroso – Esa voz…

- ¿Qué intentas decirme? – Inquirí en la total oscuridad.

La respuesta quedó abierta porque nadie respondió. Nadie me contestó o siquiera se dignó a decir algo más.  

- Hestia ya llegamos – Me removieron hasta despertarme.

Al abrir los ojos unos fuertes rayos solares me ofuscaron los ojos, en consecuencia, tuve que parpadear repetidas veces para que mis ojos se acostumbraran a la claridad y mi vista se materializara. Lo que vi me hizo sonreír. Frente a mí se hallaba la deslumbrante mansión Jacobs ¡Era gigantesca! Jamás había venido hasta aquí pero a partir de ahora viviría ahí ¡Vivir en una casa como esta es definitivamente el sueño de cualquier persona! Uyyy, ¿se imaginan el día que llegue a heredarla junto a mi hermana? Que chachi.
Lo próximo que vi fue a mi padre esperándonos en la puerta con las manos abiertas.

Sonreí mientras le pasaba por un lado a Hazel, salía del auto y corría a hasta él. Mi figura paterna me recibió con un abrazo que eliminó el aire de mis pulmones. Lo había extrañado muchísimo. La muestra de afecto tenía un sabor al tiempo perdido y sin vernos. Al separarme, Hazel también lo abrazó, claro que a la manera de Hazel, una manera más pausada y menos asfixiante.

- Cuanto tiempo sin verlas ¡Son unas mujeres hechas y derechas! ¡Están preciosas! – Sostuvo una mano a cada una – Las extrañé demasiado.

- Nosotras también a ti papá – Hablé por las dos.

El hombre que tenía cincuenta y seis años, portaba un simple asome de canas en la barba y el cabello; ropas de persona adinerada que le daban un porte de solterón que se conservaba bastante bien, por cierto, hasta los bíceps se marcaban en la apretada camisa de empresario; ni siquiera le veía una simple arruga en la cara; tenía los ojos azules como los de mi hermana y estoy segura que aún asiste al gimnasio.

- Yo también las extrañé muchísimo – Sonrió cariñosamente y nos remolcó hasta dentro de la mansión.

Entre historias nos mostró toda la casa. En cada retrato, vasija o pintura que nos chocábamos él decía quién era o a quién le perteneció. Quizás el apellido Jacobs tenía una larga herencia de ricachones, al menos lo único que se cargaba no eran solamente los poderes de la mente. Sí, al parecer todos mis ancestros tenían dones de la mente.

- Este es tu cuarto Hazel, él del lado es el tuyo, Hestia.

- ¿Cuartos personales? – Inquirimos mi hermana y yo a la par.

Nos miramos y sonreímos ¡Esto era grandioso! Desde que tengo uso de razón hemos compartido la habitación. La chica parecía aún más emocionada que yo, pero no la culpo, imagino que dormir con una persona que ronca como un motor es insoportable. Ni sé cómo duerme en las noches teniéndome a su lado.

Hazel entró a su cuarto y yo al mío. Mi padre me siguió a la par que reía viendo mi expresión sorprendida con el gran tamaño de esta cosa ¿Cómo fue que nunca había venido hasta aquí? Claro, todo se debía a Aris.

- ¿Te gusta tu habitación?

- ¿Qué si me gusta? – Ironicé - ¡Me encanta!

- Que gusto me da escuchar eso.

Tomó asiento en mi cama para seguir contándome sobre las baratijas de más de ochenta años. Le preste atención más por respeto que por quererlo escuchar. Sentía que en cualquier momento me dormiría aunque dormí todo el camino hasta aquí.

- De hecho quería hablarte de otra cosa, Hestia… – Soltó luego de mi primer bostezo.

- ¿Uhm? – Inquirí con los ojos un poco pesados.

- El nuevo curso escolar está a unos días. Las vacaciones de veranos se acaban pronto y tiene que volver a los estudios ¿Tienen algo en mente?

- La verdad es que no – Contesté junto a un encogimiento de hombros.

- ¿Y si las inscribo en un internado de raritos? Así podrán convivir con personas igual que nosotros. Gente que no les rechazará por ser como son.

- No lo sé, papá. A mi hermana no le gusta mucho eso de su don. No creo que le agrade estar entre una comunidad llena de raritos.

- Por eso te lo cuento a ti, pequeña. Sé que eres capaz de convencerla. Toda nuestra familia estudió en Leumas, no me gustaría que fueran las únicas  Jacobs que no se graduaron ahí.

- Pero-

- Confío en que harás lo mejor para ambas. Tú sabes que en ese internado podrán ser ustedes mismas sin restricciones. A mí me funcionó, también le funcionó a mis abuelos y a los abuelos de mis abuelos – Se levantó de la cama – Lo dejó todo en tus manos. Sé que no me defraudaras.

Me dio un beso en la frente y se marchó, dejándome con la duda sobre el internado Leumas y si era realmente buena idea asistir a ese lugar. 

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