✉𝘛𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘯𝘵...

Bueno, hagamos una cuenta regresiva, veremos que hicieron para el tortalent, aunque en las prácticas saliera todo mal. Nada les impedía creer el poder ganar, ¿el precio? No sabían cuál era, pero veámoslos.

—Zorman, participemos juntos cantando una canción— le dijo Drako.

—No se cantar, no creo poder hacerlo— le dijo mientras estaba haciendo un experimento.

—No importa, hagámoslo— le insistió mientras lo miraba.

Zorman dio un suspiro y se giró a verlo, se arrepentirá de esta decisión toda su vida.

—Bien, lo hare— le dijo en otro suspiro.

Drako emocionado empezó a buscar algunas cosas para empezar. Una canción, una simple canción, no le podía hacer nada mal a los dos, solo era eso; pero en algún momento, un extraño presentimiento se le surco en la cabeza de Drako. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué no disfrutaba con ellos, por qué no era feliz?...

Se preguntó eso dos, tres veces; nunca llego a la respuesta por más de ver las pruebas que tenía entre sus manos, por más de ver su cuerpo tristemente flaco oculto entre anchos ropajes y raras excusas para escapar de esas preguntas.

—Cantemos colgando en tus manos— le dijo mientras le daba una sonrisa.

—Mm... Está bien— le dijo este mientras se giraba a seguir con sus cosas— otro día practicamos, estoy ocupado— le dijo mientras lo miraba de reojo.

—Bueno— le contesto mientras se iba.

No sabía porque, pero Zorman se giró a verlo, sentía algo raro en su pecho. Le dolía el corazón, no entendía nada, pero aun así intento seguir en sus cosas. Por otra parte, Drako se encamino a casa de Auron, quería un consejo de algo...

Ahí tal vez paso una o dos horas, no vamos a entrar a detalles de eso, no ahora. Pero bueno, lo podíamos ver escribir algo en un pequeño cuaderno.

—Ojala nunca te llegue esto...— susurro mientras firmaba el libro frente a sus ojos. — Dioses, si muero... Si muero en algún tiempo más, ¿le pueden entregar esto a Zorman? — les pidió mientras dejaba el libro sobre una mesa.

Vio como este desaparecía frente a sus ojos, contuvo la respiración diez segundo para luego soltarla y seguir su camino para ver a Tanizen. Este le estaba ayudando con las pruebas y a procesar todo lo que estaba sucediendo a su alrededor, no había segundas intenciones, no había dinero, no había nada de por medio, solo predisposición a ayudarlo.

—Tanizen...— le llamo.

— ¿Qué pasa? — le preguntó el contrarió.

—Lo que hare es un acto suicida...— le aviso.

— ¿Qué harás? — le preguntó.

—Me rebelare en contra del profeta— le dijo dándole una pequeña sonrisa.

El chico de ojos violetas lo miro, estaba estupefacto con lo que le había dicho, no era posible lo que estaba escuchando, no quería creer que era posible lo que sus oídos estaban escuchando.

—Quiero... Quiero saber si tú me apoyaras— le dijo mientras daba un suspiro profundo.

—Lo que harás es un acto suicida, Drako, de todo corazón, no te arriesgues— le pedio mientras lo miraba a los ojos.

—Sabes que lo intento...— le comento— pero no deseo seguir a sus órdenes, ya viste como termine esa vez...—se refregó el brazo mientras miraba a otro lado.

Tanizen hizo una muesca, esa no fue ni la primera ni la última vez que vio a ese joven de ojos marrones en un estado cerca de la muerte; no estaba preparado para saber qué sucedería si pasaba lo que él quería hacer.

—Drako, eso es peligroso, es una total locura. ¿Tú estás de verdad seguro de hacer tal cosa? — le pregunto con suavidad girándose para que no viera sus ojos cristalizados de lágrimas.

—Estoy totalmente seguro, no pienso parar hasta...— dio un suspiro pesado y triste. — Hasta vengar a mis padres adoptivos y a mi madre biológica...— le susurro mientras miraba a un costado.

—Está bien... Te ayudare, pero, por favor, vive. — le pidió mientras lágrimas.

—No puedo prometer algo que no se si soy capaz de cumplir— le aviso mientras le daba una mirada entre triste y feliz.

—Drako, si en algún momento el Profeta ataca, por favor, no seas un escudo humano, no vayas— le pidió mientras giraba su rostro para verlo.

Pero... Era tarde, Drako ya no estaba, no lo había escuchado. Sabía por Edurne que iba a participar con Zorman, deseaba de todo corazón que nada le pasara, que no lo volvieran a lastimar...

Miro el escenario, sabía que por más que deseara este capítulo se iba a cerrar tras la muerte de ese tirano, pero ¿Cuantos se iban a ir con él? ¿Cuántos se iba a llevar por delante por su mero capricho? Miro a Noni, deseaba que a él no lo llevaran con ellos, deseaba que la vida de la vaca no sea llevada también.

Había tanto que perder en ese juego con una sola salida, la muerte de ese tirano era la única escapatoria, pero no sabían cuantos se irían con él, cuantos más renunciarían o cuantos menos ya no estarían. No sabía si reír o incluso llorar... Aunque dentro de su corazón ya había una respuesta, no la quería escuchar...

Decidió seguir decorando el lugar para distraer la mente, enfocar sus pensamientos en algo más que no sea pensar en el futuro por esa decisión tan... No sabía que tan era, pero era tan.

~Unos días más tarde, donde Drako y Zorman~

Esos dos se encontraban cantando, aunque Drako se dedicaba a hacer el bobo para hacer reír a su contrario, le encantaba la risa de la persona que lo estaba acompañando.

—Drako, ya. Céntrate en la canción— le pidió Zorman mientras soltaba una risilla.

—Ya, bueno, me centro— le dijo entre pequeñas risas también.

Era una tarde relativamente tranquila... La paz antes de la tormenta, Drako miraba con cierto amor y tristeza a Zorman, sabía que no le quedaba mucho tiempo entre los vivos, tal vez, le diera sus mejores recuerdos antes de partir permanentemente de este mundo.

—Tal vez la idea no sea tan descabellada— susurro mientras lo miraba.

— ¿Pasa algo, Drako? — le preguntó tras sentir la mirada de su contario.

—Emm, no, para nada, solo... Solo miraba ¿tus ojos verdes? — se preguntó más a sí mismo que a Zorman.

Este se rio ante la respuesta/pregunta de su amigo, no lo entendía pero lo veía mucho más contento desde hace algún tiempo. Dentro de él algo le decía, que por favor no le quitara los ojos de encima y otra parte le decía que no era nada, que solo era su paranoia creciendo. No sabía a cuál parte hacerle caso, no sabía que parte escuchar... No hasta el Tortalent, ahí entendió su cabeza no estaba equivocada al temer por su contrario, pero veámoslo que paso para entender.

~Final del tortalent~

—Bu-bueno, antes de que se retiren del lugar quería... Quería decirles algo, contarles de mí, es algo que me costó mucho procesar, pero que estoy feliz de poder compartirlo con ustedes, que bueno, los considero unos amigos— les comento Drako mientras los miraba, se giró y puso una foto— ellos, ellos son mis padres adoptivos, los que me cuidaron durante 4 años de mi vida— les dijo mientras los miraba. — Ñigoberto me conto un poco de ellos, ya que es como, no es mi familia, parte de ella. Me conto que ellos murieron— puso otra imagen donde se ve que estos estaban siendo quemados por el Profeta. — El Profeta los mato, al igual que mi madre biológica. Ella murió a manos de mi padre biológico, el Profeta no solo separo una vez a mi familia si no dos veces, casi una tercera— les dijo mientras cambiaba la imagen para mostrar una hermosa mujer de vestido verde— mi madre fue una hermosa mujer, ella murió en medio del desierto conmigo en mis brazos. Después de la muerte de mis padres adoptivos los clérigos me cuidaron, me separaron de Ñigoberto... Él tenía mejor futuro, me lo dijeron todos, yo fui destinado a ser un remplazo, a ser el remplazo de su verdadero hijo... El mismo que cuando nació desapareció. — les dijo mientras miraba a todos. — Yo soy obra del destino, Juan es obra del amor, pero, me quiero rebelar contra mi padre. ¿Me podrían acompañar? — les pidió suavemente.

El lugar se llenó de gritos, todos lo apoyaban, nadie se negó... Solo Juan, únicamente Juan. Era incapaz de creerle. Cuando estuvieron todos en la iglesia él tuvo el coraje de decirle al Profeta lo que tanto deseo decirle...

— ¡Pro-profeta! — Le grito— yo vengo a decir algo, con el apoyo de los pueblos me di cuenta que usted era mi verdadero padre. — le dijo de frente mientras lo veía.

— ¡Es mentira! ¿Verdad, Darry? — hablo Juan. Oh fiel perro manipulable.

— ¡Es verdad! Usted mato a mis padres— le dijo mientras lo miraba con lágrimas asomando.

—Sí, lo eres, sabandija mal agradecida— le dijo mientras lo miraba de tal manera que podría asesinarlo.

—Lo que yo quería decirle... — guardo un momento de silencio, se replanteaba realmente lo que haría.

—Habla, desgraciado— lo alentó de mala manera.

—Lo que yo quería decirle es que... ¡Renuncio a ser su mano derecha, renuncio a todas mis cosas y sobre todo renuncio a ser su hijo, como usted renuncio a ser mi padre! — dijo para salir corriendo del lugar.

La iglesia se había vuelto un solo ruido de aliento a Drako, todos hablaban... Bueno, no todos, Juan estaba callado y el profeta directamente hablo de manera frívola.

—Merecen un buen baño— les dijo mientras uno por uno desaparecían de la vista de Juan, los que volvían eran matados por rayos.

Por otra parte, Drako se había ido corriendo del lugar en busca de un refugio ante la ira de aquel hombre, se sentía mal, se sentía sucio, se sentía... Libre, lo que tanto busco de manera desesperada. Al poco tiempo llego al pueblo verde, en el construiría su hogar... Aunque aún seguía esa tentación de tirarse de aquel edificio.

— ¿Sera qué algún día seré libre? — se preguntaba mientras las tentativas ganas de ir hasta lo más alto de esas torres le estaba ganando.

—Tú ya eres libre— se escuchó una profunda voz a un costado de él.

—No lo sé, Reborn— le contesto mientras miraba con sus ojos llenos de lágrimas lo que deseaba su alma.

—No estás en sus manos, eso ya es libertad— le dijo mientras le daba palmaditas en la espalda.

—Pero con eso ya no tengo absolutamente nada— le miro mientras sus ojos reflejaban su tristeza.

Su cabellera estaba al aire libre al fin, no tenía nada que tapara su boca mostrando sus labios torcidos hacía abajo y sus ojos que reflejaban lo rota que estaba su alma.

—Hombre, eso se arregla rápido— le dijo mientras le agarraba el hombro.

Drako aun un poco indeciso lo siguió... Al fin tenía un pequeño hogar... Pero le faltaba algo... Hablar con Zorman.

—Tengo que hablar con Zorman...— le dijo a Reborn mientras este le daba una sonrisa.

—Bueno, supongo que pueden ir a un prado de por aquí cerca— le dijo mientras llegaban a la abandonada estación de trenes.

Y si, tomo la idea; junto al atardecer se encontraban los dos, bajo la poca luz del sol que quedaba.

—Zorman, en dado caso de que me pasara algo, ¿tú me protegerías? — le preguntó mientras miraba al horizonte.

—Sí, te protegería, eres mi amigo— le dijo mientras también miraba el horizonte.

—Quiero saber aparte... Si valgo algo, para que me cambien más rápido que papel— le dijo mientras unas lágrimas asomaban sus ojos.

—Tú vales mucho...— le dijo.

— ¿Más que el oro?

—Más que el oro, la plata, el rubí y la esmeralda juntos— le dijo dándole una suave sonrisa.

Esto conmociono el triste corazón de Drako, finalmente... Finalmente derramo unas pequeñas lágrimas de felicidad.

Disfrutaban de la brisa, las pequeñas estrellas que ya iluminaban el manto celestial que los cubría. Solo le quedaba una última cosa que decirle... Un último pedido antes de partir del lugar a hablar con Tanizen y Noni.

—Zorman...— le llamo.

—Mm— le dijo suavemente para mirarle.

—Pase lo que pase de ahora en adelante... Sigue, no se mi futuro pero, siempre te cuidare, como ustedes me cuidaran— le dijo mientras le daba una pequeña sonrisa.

—Oye... Te quiero mi querido amigo, pero no digas eso. Todo saldrá bien, lo prometo— le dijo mientras lo miraba.

A Drako se le creo un nudo en la garganta, no sabía cómo decirle de eso... Pero prefirió llevárselo a la tumba.

—Si... Yo también te quiero. Perdón por tan poco— le dijo mientras se levantaba y caminaba en dirección a los portales. — Nos pronto... Zorman— le dijo mientras le daba una pequeña sonrisa.

—Hasta... Pronto, hasta luego, Drako— le dijo este mientras se ponía en pie para verlo caminar y desaparecer de su vista.

No sabía su destino... Pero también se fue a despedir de Tanizen y Noni, ellos debían estar sacando la decoración que pusieron.

—Tanizen— le llamo.

—Dime— le dijo mientras barría un poco.

—Gracias por ayudarme en eso, gracias por investigar conmigo... Sobre todo, gracias, por todo lo que hiciste por mí— le dijo mientras le daba una pequeña sonrisa.

—De nada...— le contesto con un nudo en su garganta.

—Oye, donde vivirás— le pregunto Noni para aliviar el ambiente.

—En el pueblo verde, pero, quería agradecerles todo lo que hicieron por mí— les volvió a decir mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. — Sin ustedes, no hubiera logrado nada, de verdad— les dijo a duras penas.

Y cuando estaban por contestar... Ya se había ido, ya había desaparecido, ya no estaba.

—Gracias a ti por llenar de alegría nuestros días...— susurro Tani mientras una solitaria lágrima se le escapaba.

—Señor... Todo estará bien— le dijo Noni.

Cuantas mentiras existían en el mundo... Cuanto mal existía para saber que lo que le dijo su compañero era algo más que para calmar la conciencia que lo carcomía vivo. Y realmente, no supo si lo decía para él o para convencerse a sí mismo...

Pero, toda historia tiene un final, ¿no? Tal vez... Esta no era la excepción a la regla y... Terminaría más pronto que tarde...

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