ochenta y uno
La oficina de Dumbledore había sido reparada desde la última vez que Faith y Harry la vieron. La mesa estaba de vuelta en su lugar y los instrumentos de plata sobre ellos estaban de vuelta como si nunca se hubieran roto.
Faith se sentía rota. Sintió el mismo agujero vacío en su pecho que había sentido el día que murió Cedric. Se sentía horrible, era desgarrador. Pero ver a los demás a su alrededor derrumbarse era mucho peor que cómo se sentía ella misma.
Recordó cómo su padre le había gritado a Cedric que regresara, gritó su nombre una y otra vez. Y esa noche, había escuchado a Harry gritar. Grita para que Sirius regrese de detrás del velo donde pensó que estaría escondido. Faith siempre recordaría esos gritos porque ahora estaba convencida de que la muerte les sucede a las personas que los rodean, no a quienes perdieron la vida. Porque la gente vive en los demás.
A Faith le dolía todo el cuerpo. No quería nada más que acostarse y dormir. Despertar de la pesadilla. Miró a Harry que estaba de pie junto al escritorio de Dumbledore. Nunca lo había visto así, tan destrozado.
Faith caminó rápidamente hacia él y le puso la mano en el hombro. Él volvió a mirarla. Quería decirle que todo iba a estar bien, pero no sabía cuándo iba a estar bien, o si siquiera iba a estar bien algún día.
Sin embargo, no necesitaba decir nada. Harry asintió como si entendiera lo que ella pensaba y Faith no perdió más segundos antes de rodearlo lentamente con sus brazos. Se dejó envolver en su abrazo porque sabía que lo necesitaba, al igual que ella. El calor del cuerpo del otro los reconfortaba, era inexplicable, pero después de todo lo que había sucedido esa noche, este abrazo podría ser lo más cerca que estarían de la paz y la seguridad. Era como si fueran refugiados en la presencia del otro, queriendo ser salvados y sentirse seguros nuevamente.
Un ruido de uno de los retratos les hizo darse cuenta de que estaban en la oficina de Dumbledore y no en una tierra indolora de comodidad y paz.
—Ah... Harry Potter...— Phineas Nigellus bostezó ruidosamente, mientras examinaba a los dos estudiantes. —¿Y qué los trae por aquí en las primeras horas de la mañana? Se supone que esta oficina está restringida para todos menos para el director legítimo. ¿O Dumbledore los envió aquí? ¿Qué les pasó a sus rostros? Están todos ensangrentados y esas cosas...— Phineas preguntó pero los dos no respondieron, solo querían permanecer en los brazos del otro. —Oh, no me digas... ¿Otro mensaje para mi inútil tataranieto?
Faith suspiró y soltó la cintura de Harry por un segundo para recoger una botella de tinta. Lo tiró una vez y luego lo envió volando hacia el retrato. Una salpicadura de tinta cubrió la mitad del retrato de Phineas Nigulle, Phineas estaba sentado lo suficientemente alto como para poder ver.
—¡Oye!—Phineas gritó, pero Faith ya había vuelto a enterrar la cabeza en el cuello de Harry, así que no respondió.
Solo querían quedarse así por un tiempo. Juntos. Y así lo hicieron, durante unos treinta minutos antes de que oyeran encenderse el fuego. Se giraron justo a tiempo para ver a Dumbledore aparecer entre las llamas verdes. Salió y puso al pequeño Fawkes sin plumas en la bandeja de cenizas grises.
—Bueno, Harry, Faith—dijo Dumbledore,—, supongo que les alegrará saber queninguno de sus amigos sufrirá secuelas por lo ocurrido esta noche.
Ninguna palabra salió de sus gargantas, estaban demasiado cansados y se sentían demasiado culpables.
—La señora Pomfrey está curándolos y creo que es una buena idea enviarla allí también, señorita Diggory—continuó Dumbledore. —Tienes una gran cantidad de heridas que Madam Pomfrey puede curarte, después de lo cual puedes regresar aquí para que pueda explicarles algo a ustedes dos. Algo que debería haberles dicho hace mucho tiempo.
Faith miró a Harry. Ella no quería dejar su lado todavía. No después de todo lo que pasó y cómo ella sabía que él se estaba sintiendo. Harry tenía las mismas heridas que ella, los cortes en la cara, el largo que le hizo Bellatrix, y un dolor de cabeza duradero. ¿Por qué no tenía que ver a Madam Pomfrey?
—Ve, Faith,—Dumbledore sonrió amablemente.
Faith asintió lentamente y se alejó, sin soltar la mano de Harry hasta que fuera absolutamente necesario. Caminó hacia la puerta, la abrió, pasó y rápidamente la cerró detrás de ella. ¿Por qué dolía tanto dejar a Harry allí?
Faith bajó los muchos escalones, el dolor atravesaba su cuerpo con cada paso. Estaba tan cansada. Ella solo quería acostarse, aunque solo fuera por un momento.
Cuando abrió las grandes puertas de la enfermería, vio a Madam Pomfrey atendiendo el tobillo de Ginny mientras Luna se sentaba a su lado, sosteniendo su mano. Hermione, Ron y Neville estaban profundamente dormidos en las camas, luciendo limpios y en paz. Faith tragó saliva ante las miradas en sus rostros. Estaban marcados de por vida, mentalmente, después de esta noche. Y aunque Luna y Neville no conocían a Sirius, todos estaban tristes por su pérdida.
—Señorita Diggory—la llamó Madam Pomfrey cuando vio a Faith de pie en la entrada, temblando hasta los huesos. —Me preguntaba cuándo te vería aquí. Ven aquí, hijo mía.
—Faith— jadeó Ginny cuando vio a la chica. —Estás bien, tenía miedo de que... —Ginny no terminó la oración, ni siquiera quería pensar en ello.
Madam Pomfrey guió a Faith a la cama junto a la de Ginny y la sentó.
—Déjame conseguir algo para tu cara, querida— dijo Madam Pomfrey después de examinarla con una expresión de dolor. Fue al armario junto a las camas y buscó algunas botellas y cajas pequeñas y luego las colocó sobre la cama. —Ahora, dime exactamente qué te pasó, todo lo que te duele..
Faith inhaló profundamente, con sacudidas irregulares.
—Una - er - caja de vidrio se hizo añicos sobre mí, dos veces—comenzó Faith cuando sintió las manos calmantes de Madam Pomfrey masajeando ungüento sobre las heridas—Luego, más tarde, Bellatrix Lestrange usó una maldición sobre mí, realmente no sé cuál, pero... er... causó este corte aquí—Faith señaló el gran corte a un lado de su cara.—Ah, y antes Malfoy me dio un puñetazo en la nariz.
Madam Pomfrey sacó su varita del bolsillo de su túnica y apuntó a la nariz de Faith.
—¡Episkey!—Dijo, y Faith sintió que su nariz volvía a su lugar correcto con un chasquido desagradable.
—Espero que eso haya sido todo—dijo Madam Pomfrey mientras continuaba esparciendo los múltiples ungüentos sobre su rostro. Se sentía refrescante y frío en su piel. Ya podía sentir que el dolor de las heridas se desvanecía.
—Bueno, no sé si hay algo que puedas hacer al respecto, pero me lanzaron la Maldición Cruciatus—dijo Faith y los ojos de Madam Pomfrey se abrieron antes de que Faith la siguiera con una voz mucho más baja, —dos veces.
—Oh, cielos— exclamó Madam Pomfrey mientras se levantaba y comenzaba a hurgar en el armario.
—¿Quien hizo eso?— preguntó Ginny con ojos oscuros.
—Bellatrix una vez, y...amm... Voldemort la segunda vez—Faith sintió que su voz se hacía más tranquila mientras observaba el rostro de Ginny contraerse de dolor y preocupación.
—¿Tú lo viste a él?— Luna preguntó con ojos grandes.
Faith asintió.
—¿Y él no te mató?
—Bueno, no— dijo Faith.—Lo ataqué por asesinar a Cedric y luego quiso matarme lenta y dolorosamente— dijo Faith, pero continuó rápidamente cuando vio las miradas de Ginny y Luna, —pero Dumbledore se interpuso y nos salvó a Harry y a mí, así que es esta bien.
—Toma, bebe esto— dijo Madam Pomfrey, dándole a Faith un vaso con un líquido transparente dentro. —Por la maldición.
Faith se lo tragó rápidamente, con la cara arrugada al probar el asqueroso sabor.
—Ahora, creo que es mejor que todos se vayan a dormir, han tenido una larga noche— dijo Madam Pomfrey.
—Dumbledore pidió volver a verme después de que terminé aquí—dijo Faith rápidamente. No importaba cuánto quisiera dormir, quería, necesitaba, ver a Harry primero.
Madam Pomfrey suspiró profundamente. Claramente quería que Faith descansara de inmediato, pero sabía que Dumbledore siempre tenía un razonamiento detrás de todo.
—Oh, muy bien— dijo ella. —Ve.
Faith les sonrió débilmente antes de irse de nuevo, sus pasos eran lentos pero no le dolía tanto como antes. Deseaba no tener que hablar con Dumbledore todavía, estaba cansada y sabía que Harry también lo estaba. No habían dormido como en veinte horas desde que no durmieron muy bien después de su examen práctico de Astronomía. Parecía como hace días cuando hizo el último examen.
Cuando llegó a la gran gárgola que custodiaba la entrada a la oficina de Dumbledore, entró un poco en pánico. No sabía la contraseña, ¿cómo iba a entrar?
Sin embargo, cuando se detuvo frente a él, pareció reconocerla cuando la escalera móvil apareció inmediatamente frente a ella. Faith caminó hacia él y dejó que la condujera hasta la puerta grande.
Cuando llamó, Faith no escuchó nada, ni voces, ni sonidos, como si estuvieran sentados allí en silencio. Hasta que escuchó la voz baja de Dumbledore.
—Adelante.
Faith abrió la puerta y vio que Harry y Dumbledore estaban sentados en silencio uno frente al otro en el escritorio de Dumbledore. Se preguntó de qué habían hablado, pero sabía que probablemente Harry se lo contaría más tarde.
—Siéntate, Faith, hay algo de lo que necesito hablar con ustedes dos. Sobre lo que les ha estado pasando— Dumbledore sonrió amablemente y señaló la segunda silla junto a la de Harry.
Con el ceño fruncido, Faith se sentó en la silla y miró a Harry. Tal vez estaba imaginando cosas, pero sus heridas se veían mucho mejor. Ya no había sangre en su rostro y las heridas parecían desvanecerse en piel suave nuevamente.
—Déjenme comenzar haciéndoles un par de preguntas— dijo Dumbledore, cruzando las manos sobre el escritorio. —Al comienzo del año pasado, su cuarto año, ¿vieron a la profesora Trelawney hacer una profecía?
Faith frunció el ceño. Lo hicieron, antes de su primera lección de Adivinación el año pasado. Recordó cómo fue a la biblioteca a buscar lo que significaba pero sin éxito. ¿Cómo supo Dumbledore sobre eso?
—Sí—asintió Faith.
—¿Ustedes dos han experimentado situaciones inexplicables que los llevaron a alejarse el uno del otro como si una explosión hubiera estallado en el medio?
Faith empezaba a sospechar. ¿Qué sabía Dumbledore que ellos no sabían?
—Sí, varias veces—respondió Harry esta vez.
—Ahora, ¿recuerdan el momento exacto en que esto comenzó?
Harry y Faith compartieron contacto visual. Ninguno de los dos tenía idea de qué significaba esto y cómo Dumbledore podía explicárselo con tanto detalle cuando él ni siquiera estaba allí.
—Fue cuando Faith me estaba ayudando...eh... a practicar para el Baile de Navidad, el año pasado—dijo Harry, Faith asintió con la cabeza.
—Correcto, correcto—murmuró Dumbledore.—¿Y desde entonces, estos sucesos extraños han comenzado a suceder?— Los dos asintieron de nuevo.
—Disculpe, profesor, pero ¿qué tiene que ver con esto?— preguntó Faith con curiosidad.
—Bueno, les diré eso. Probablemente debería haberles dicho a ustedes dos hace tanto tiempo, desde el momento en que supe cuál fue cuando la profesora Trelawney me hizo la misma profecía, solo un par de semanas después de que ella se la hiciera a ustedes. —Dumbledore se puso de pie y caminó hacia el Pensadero, varita en mano. Llevó la punta a su sien y una suave cuerda blanca conectada a su varita se estiró.
Lo dejó caer en el Pensadero y tan pronto como tocó el agua, una figura blanca se levantó, como los fantasmas que vieron en el Departamento de Misterios.
La mujer tenía grandes ojos detrás de sus enormes anteojos, por lo que Faith y Harry la reconocieron a ella ya la profesora Trelawney.
—Una vez que tocas, no hay vuelta atrás. Marcado y transformado en uno. No hay vuelta atrás.
Su voz no era brumosa como de costumbre, era áspera y fuerte como el día que hizo la profecía. Eso asustó a Faith. Las palabras aún no tenían sentido para ella.
—Ahora, debes estar preguntándote qué significa esto y por qué se trata de ustedes dos, Harry Potter y Faith Diggory—dijo Dumbledore mientras el fantasma de Trelawney se desvanecía en la nada. Regresó a su escritorio y volvió a sentarse.—Creo que ustedes dos han tenido la desgracia de ser tocados por un poder tan grande, sobre el cual ningún mago tiene control. Es la selección natural, el instinto de la naturaleza cuando ustedes dos fueron elegidos para esta maldición...
—¿Maldición?— preguntó Faith desconcertada.—¿Estamos malditos?
—¿Alguna vez han oído hablar de un fenómeno llamado maldición de unión instintiva?— Dumbledore los miró por encima de sus lentes de media luna y asintió cuando los dos negaron con la cabeza—Este es un poder que es casi desconocido para los magos. Golpea en dos magos al azar. Sin embargo, es una maldición y definitivamente no es beneficioso para la vida diaria de estos magos, por lo que no les culpo por entrar en pánico
—La única parte de esta maldición sobre la que los magos tienen algún tipo de poder es la profecía, un par de meses o semanas antes de que comience. Una vez que comienza, no hay vuelta atrás, como se indica en la profecía de la profesora Trelawney. Como me dijeron, la primera vez que ocurrió la explosión entre ustedes fue antes de Navidad, ¿verdad?
Ellos asintieron.
—Y supongo que, ya que estaban practicando el baile para el baile de Navidad, deben haberse tocado, solo un simple roce de manos sería suficiente, ¿verdad?
—Bueno, sí, nuestras manos estaban...
—Sí, sí, ese simple toque de sus manos fue lo que activó la maldición. Esta maldición es una maldición en sus cerebros y cuerpos, los conecta, lo que permite la capacidad de sentirse el uno al otro, sentir el dolor del otro como si fueran lesiones físicas ¿Les suena esto familiar?
Faith no podía sacar ningún sonido de su garganta, así que asintió. Recordó el momento en que Harry y ella habían regresado de la detención con Umbridge y trató de curar la herida en su mano y encontraron que Faith tenía exactamente la misma herida en la suya.
Harry recordó el partido de Quidditch, en el que Faith se cayó de la escoba después de que la bludger la golpeara. Cuando ella tenía un corte en la mejilla y Hermione le había señalado el corte en la mejilla también.
Y recordaron esta noche, cuando la caja de vidrio se hizo añicos encima de Faith y le cortó la piel en la cara y los brazos, y cómo la cara de Harry resultó tener los mismos cortes. Cómo Harry sintió el dolor en sus huesos cuando Bellatrix usó la Maldición Cruciatus sobre Faith y cómo cayó de rodillas en agonía.
—Pero, no siempre sucedió— dijo Harry después de que estuvo en silencio por un momento. —Cuando Faith se rompió el brazo en el último partido de Quidditch, no sentí nada
—Ahora, esa es la parte difícil de esta maldición. Es raro, le sucede a casi nadie, por lo que hay poca o ninguna información. Una cosa que sobresale es la irregularidad de la misma. A veces sucede, a veces no. Y La razón de la situación de separación es el hecho de que es una maldición y sus cuerpos lo saben. Intentaron luchar contra la maldición tanto como les fue posible, cada vez que te acercabas demasiado, trataban de mantenerte lejos el uno del otro, pero después de un tiempo, se dieron por vencidos.
—La maldición funciona para que, con el tiempo, te apegues más, no emocionalmente en sí, sino mentalmente. Estar en presencia del otro se siente relajante, se siente seguro—continuó Dumbledore.
Harry y Faith se miraron. Eso tenía sentido para lo que sintieron antes, el abrazo que compartieron antes de que llegara Dumbledore. Eso fue lo que se sintió.
—Hasta ahora, no necesariamente suena como una maldición, pero el resultado sí lo es. Porque una vez que se activa, no hay forma de escapar, estás atado para siempre, incapaz de estar separado por mucho tiempo, ya que eso solo acelera el proceso. y te hace miserable. Y oro para que el resultado sea una vez que hayas vivido una vida larga y feliz.
Esto estaba asustando a Faith. Tenía razón, realmente no sonaba como una maldición todavía. No le importaba estar en presencia de Harry, no cambiaría mucho la forma en que vivían ahora, ¿verdad? Lo único preocupante era el hecho de que Voldemort estaba detrás de Harry para matarlo, pero aún no estaba preocupada por eso después de lo que había sucedido esta noche.
—La maldición de unión instintiva termina con la muerte o la transformación de los dos cuerpos en uno.
—¿Qué?—Faith exclamó inmediatamente.
—Lo siento mucho, Faith—suspiró Dumbledore. —Esta es la razón por la que he estado interesado en que ustedes dos permanezcan cerca. Es la razón por la que los elegí para ser llevados al Lago Negro durante la segunda prueba del Torneo de los Tres Magos en lugar de Ronald Weasley, quien había conocido a Harry por mucho más tiempo. Es una de las razones por las que te quería en el funeral de Cedric para que se vieran antes de que comenzaran las vacaciones de verano. La razón por la que convencí a Molly de pasar la mayor parte del verano en Grimmauld Place con la familia y contigo donde yo sabía que Harry terminaría después de algunas semanas.
»Esta maldición es la razón por la que ustedes dos han estado soñando con el corredor en el Departamento de Misterios, por la que quería que ambos aprendieran Oclumancia del profesor Snape. Cuando la profesora Trelawney me contó sobre la profecía, no sabía quién era ella, estaba hablando hasta que pensé un poco en las palabras que usó. Cicatrices y cambiadas. Marcadas se refiere a ti, Harry, a la cicatriz que llevas, y cambiadas se refiere a tus habilidades metamórficas, Faith.
—La pregunta importante ahora es, ¿si Voldemort lo sabe? Si lo sabe, tu vida estará en grave peligro, Faith...
Después de eso, un silencio cayó sobre los tres. Harry y Faith no tenían palabras. Como dijo Dumbledore, estaban atados de por vida. Tenían que permanecer lo más cerca posible el uno del otro, no podían permanecer separados por mucho tiempo o solo los haría morir o transformarse en uno más rápido. Esto cambiaría toda su vida.
Faith estaba aliviada por una cosa y era que al menos, de todas las personas, estaba maldita con Harry. No sería tan malo pasar su vida con él. Él era su mejor amigo y después de lo que pasaron juntos, dudaba que pudiera alejarse de él de todos modos. Se necesitaban el uno al otro para apoyo emocional, maldición o no.
—Ahora, creo que es hora de que dejen que esto se asiente y descanses bien. Espero que Madam Pomfrey te esté esperando en la enfermería, Harry—dijo Dumbledore en voz baja.
Harry tuvo que encontrar la fuerza en él para levantarse después de todo lo que había escuchado hoy, pero una vez que lo hizo, su mano inmediatamente se cerró alrededor de la de Faith, una reacción instintiva. Y juntos salieron de la oficina, tomados de la mano, hacia la enfermería. Ginny y Luna ya estaban durmiendo, notó Faith. Habían juntado sus camas para no estar tan lejos y Faith podía decir que se habían dormido hablando por la forma en que se miraban.
—Ah, señor Potter, ven aquí, déjame verte—dijo la señora Pomfrey y llevó a Harry a la misma cama en la que trató a Faith esa noche. Madam Pomfrey trató las heridas de su rostro con el mismo ungüento suave que usó para Faith y le hizo beber una poción para el dolor. Después de eso, decidió que era mejor dejarlos solos.
—Bueno, entonces supongo que estamos juntos—dijo Harry en voz baja mientras inclinaba la cabeza sobre su hombro y ella ponía la de ella sobre la de él.
—Sí, supongo que sí—susurró Faith. —¿Crees que esta es la razón por la que puedo ver a los Thestrals también? ¿Porque viste morir a Ced y tenemos esta maldición?
—Debe ser—murmuró Harry con un sonoro bostezo.
—Deberíamos dormir—dijo Faith en voz baja y sintió que Harry asentía. Ella fue a levantarse pero Harry no la dejó ir.
—Quédate—susurró, —por favor.
Faith hizo todo lo posible por contener las lágrimas. Nunca lo había visto tan destrozado, desesperado por un hombro sobre el que llorar. Probablemente nunca aprendió lo que era ser amado cuando vivía con la familia muggle. Se sentía bien para Harry, finalmente ser atendido cuando más lo necesitaba.
—A-acuéstese, estaré allí pronto—dijo Faith, con la voz temblando por las lágrimas que brotaban.
Harry asintió suavemente mientras Faith se ponía de pie. Se dejó deslizar hacia un lado y se tapó con las mantas.
Faith fue a la cama vacía al lado de la de Harry y comenzó a empujarla hacia Harry, como lo habían hecho Ginny y Luna. Cuando la cama estaba en contacto con la otra, se sumergió debajo de las sábanas y buscó la mano de Harry.
—Quédate—Podía oír a Harry murmurar por lo bajo mientras lentamente caía en un sueño profundo. Una lágrima rodó por su nariz y cayó sobre su almohada cuando finalmente se dio cuenta.
Sirius se había ido, Harry estaba destrozado.
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REGRESA EL-QUE-NO-DEBE-SER-NOMBRADO
El viernes por la noche, Cornelius Fudge, ministro de Magia, corroboró que El-que-no-debe-sernombrado ha vuelto a este país y está otra vez en activo, según dijo en una breve declaración.«Lamento mucho tener que confirmar que el mago que se hace llamar lord..., bueno, ya sabenustedes a quién me refiero, está vivo y anda de nuevo entre nosotros —anunció Fudge, que parecíamuy cansado y nervioso en el momento de dirigirse a los periodistas—. También lamentamosinformar de la sublevación en masa de los dementores de Azkaban, que han renunciado a seguirtrabajando para el Ministerio. Creemos que ahora obedecen órdenes de lord..., de ése.»Instamos a la población mágica a permanecer alerta. El Ministerio ya ha empezado a publicarguías de defensa personal y del hogar elemental, que serán distribuidas gratuitamente por todas lasviviendas de magos durante el próximo mes.»La comunidad mágica ha recibido con consternación y alarma la declaración del ministro, puesprecisamente el miércoles pasado el Ministerio garantizaba que no había «ni pizca de verdad en lospersistentes rumores de que Quien-ustedes-saben esté operando de nuevo entre nosotros».Los detalles de los sucesos que han provocado el cambio de opinión del Ministerio todavía sonconfusos, aunque se cree que El-que-no-debe-ser-nombrado y una banda de selectos seguidores(conocidos como «mortífagos») consiguieron entrar en el Ministerio de Magia el jueves por lanoche.De momento, este periódico no ha podido entrevistar a Albus Dumbledore, recientementerehabilitado en el cargo de director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, miembrorestituido de la Confederación Internacional de Magos y, de nuevo, Jefe de Magos del Wizengamot.Durante el año pasado, Dumbledore había insistido en que Quien-ustedes-saben no estaba muerto,como todos creían y esperaban, sino que estaba reclutando seguidores para intentar tomar el poderuna vez más. Mientras tanto, «El niño que vivió»...
—Eh, Harry, aquí estás; ya sabía yo que hablarían de ti — le dijo Hermione a Harry mientras lo miraba por encima del periódico.
Los siete estudiantes que habían sobrevivido al Departamento de Misterios, estaban todos en la enfermería, sentados junto a las camas de Hermione y Ron, quienes debían permanecer allí un par de días. Harry y Faith estaban sentados al borde de la cama de Ron, escuchando a Hermione leer el artículo del Diario El Profeta. Ginny se sentó en la cama de Hermione, Neville se sentó en una silla entre las dos camas (con la nariz completamente vuelta a la normalidad) y Luna también estaba en una silla, cerca de Ginny, leyendo la última edición del Quisquilloso al revés.
—Sí, pero ahora vuelven a llamarlo «El niño que vivió» —Ron dijo sombríamente—. Ya no es un ilusofanfarrón, ¿eh? —Lanzó un puñado de ranas de chocolate a Harry, Faith, Ginny y Neville. Todavía tenía cicatrices en los brazos donde el cerebro se había aferrado a él, pero Madam Pomfrey dijo que desaparecerían con el tiempo, aunque podría llevar un tiempo.
—Sí, ahora hablan muy bien de ti, Harry —dijo Hermione mientras examinaba el artículo. —. «La solitaria voz de la verdad... considerado desequilibrado, aunque nunca titubeó al relatar suversión... obligado a soportar el ridículo y las calumnias...» Hummm
—Sin embargo, no mencionan que fueron ellos los que ridiculizaron y calumniaron— dijo Faith con los ojos en blanco.
Los cortes en su rostro ya se habían desvanecido gracias a los ungüentos y pociones de Madam Pomfrey. El único corte que no pareció irse fue el que le dio Bellatrix. Era de una maldición que Madam Pomfrey no pudo identificar y dijo que las heridas causadas por la Magia Oscura eran las más difíciles de curar, si es que alguna vez lo hacían. Esperaba que Faith caminara con esa cicatriz durante mucho tiempo.
Por eso Hermione aún no había salido de la enfermería. La maldición que Dolohov usó en ella era magia muy oscura, dijo Madam Pomfrey, por lo que Hermione tenía que tomar unas diez pociones diferentes todos los días, pero estaba mejorando.
—«El último intento de Quien-ustedes-saben de hacerse con el poder, páginas dos a cuatro; Lo que elMinisterio debió contarnos, página cinco; Por qué nadie hizo caso a Albus Dumbledore, páginas seis aocho; Entrevista en exclusiva con Harry Potter, página nueve...» ¡Vaya! —dijo Hermione, doblando el periódico—. Sin duda les ha dado para escribir mucho. Pero esa entrevista con Harryno es una exclusiva, es la que salió en El Quisquilloso hace meses...
—Mi padre se la vendió —dijo Luna, sin levantar la vista de su Quisquilloso—. Y le pagaron muy bien, así que este verano organizaremos una expedición a Suecia para ver sipodemos cazar un snorkack de cuernos arrugados.
Faith miró a Hermione para ver qué comentario lanzaría en la cara de Luna esta vez, pero para su sorpresa, solo sonrió con fuerza.
—Qué bien, ¿no?
Harry y Faith se sonrieron el uno al otro.
—Bueno —dijo Hermione, tratando de sentarse un poco mejor—, ¿cómo va todo por elcolegio?
—Flitwick ha limpiado el pantano de Fred y George —dijo Ginny,—. Tardó unos tres segundos.Pero ha dejado un trocito debajo de la ventana y lo ha acordonado.
—¿Por qué? —Hermione dijo sorprendida.
—Dice que fue una gran exhibición de magia — dijo Ginny encogiéndose de hombros.
—Yo creo que lo ha dejado como un monumento a Fred y George — dijo Ron mientras abría otro envoltorio de Rana de Chocolate —. Mis hermanos me han enviado todo esto —dijo mientras señalaba la pila de ranas de chocolate—. Les debe de ir muy bien con la tienda de artículos de broma, ¿no?
—¿Así que todos los problemas terminaron ahora que Dumbledore está de vuelta?— Hermione continuó.
—Sí— asintió Neville, —todo volvió a la normalidad.
—Supongo que Filch está feliz, ¿no? —preguntó Ron.
—Al contrario— resopló Faith, —en realidad es miserable... Sigue diciendo que Umbridge fue lo mejor que le ha pasado a Hogwarts...
Los siete miraron alrededor de la cama donde estaba acostada la profesora Umbridge, mirando al techo.
Dumbledore la había sacado del bosque, pero nadie sabía cómo: cuando salió del bosque ni siquiera tenía un rasguño, y Umbridge definitivamente no se lo diría a nadie. Era muy diferente de antes, se había vuelto rara con los centauros, pero Faith no se sentía culpable por eso en absoluto. Su cabello estaba todo desordenado ahora y de vez en cuando, Madam Pomfrey se acercaba para recoger algunas hojas y ramitas que parecían aparecer de la nada.
—La señora Pomfrey dice que está en estado de shock— susurró Hermione.
—De mal humor, más bien— dijo Ginny.
—Sí, porque da señales de vida cuando haces esto —dijo Ron e imitó los sonidos de los cascos al galope con el chasquido de su lengua. Cuando Umbridge lo escuchó, se enderezó y miró alrededor de la enfermería.
—¿Ocurre algo, profesora? — preguntó Madam Pomfrey, saliendo de la puerta de su oficina.
—No, no... —dijo Umbridge mientras se dejaba caer sobre las almohadas—. No, debía deestar soñando...
Los siete tuvieron que contener la risa.
—Hablando de centauros —dijo Hermione una vez que se quitó la risa de la cara—, ¿quién seráahora el profesor de Adivinación? ¿Se quedará Firenze?
—No tendrá más remedio que quedarse —dijo Harry.— No creo que los otros centauros loacepten en la manada.
—Parece que Firenze y la profesora Trelawney van a compartir el puesto —asintió Ginny.
—Seguro que a Dumbledore le habría encantado librarse para siempre de la profesora Trelawney —dijo Ron. —. Aunque la verdad es que lo que no sirve paranada es la asignatura en sí; las clases con Firenze tampoco son mucho mejores.
—¿Cómo puedes decir eso? — dijo Hermione indignada—. ¡Justo cuando acabamos de enterarnos de queexisten las profecías de verdad!...
Harry miró a Faith por un momento y ella lo miró a los ojos. Harry le contó todo sobre la profecía que Voldemort deseaba desesperadamente, sobre lo que significaba. Faith casi se había echado a llorar, sabiendo que Harry tenía que enfrentarse a Voldemort una vez más con un cincuenta por ciento de posibilidades de supervivencia. Harry aún no se lo había dicho a Ron y Hermione, no estaba listo, pero dado que las vidas de Harry y Faith estaban básicamente entrelazadas ahora, no veía ninguna razón para ocultárselo.
Les habían hablado de la Maldición, cuando Luna y Neville no estaban ahí les explicaban todo. Hermione tenía lágrimas en los ojos cuando les contaron sobre el resultado de la maldición. Ron quería probarlo, así que pellizcó a Faith en la parte superior del brazo y era seguro decir que Harry sintió eso.
—Es una lástima que se rompiera —dijo Hermione decepcionada.
—Sí, es verdad —asintió Ron—. Pero al menos Quien-vosotros-sabéis tampoco se enteró de loque decía.
Harry se puso de pie de repente, cada vez que hablaban del tema de esa noche, Harry se sentía incómodo. Aún no estaba listo para hablar de Sirius.
—¿Adónde vas?— preguntó Ron.
—A... ver a Hagrid —mintió Harry.
—¿Puedo ir contigo?— Faith preguntó rápidamente y Harry asintió con fervor. Ahora que sabían lo que había estado pasando entre ellos, se sentían mucho más cómodos el uno con el otro, confiando en cosas que nunca le habían dicho a nadie.
—Oh, está bien entonces—dijo Ron, su estado de ánimo decayendo severamente mientras miraba por la ventana al lado de su cama, —Ojalá pudiéramos ir—suspiró.
—¡Salúdalo de nuestra parte!— Hermione llamó. —¡Y pregúntale qué está pasando con... con su amiguito!
Harry y Faith los despidieron antes de salir de la enfermería. Mientras caminaban por los pasillos vacíos, observaron a través de las ventanas y vieron a la mayoría de los estudiantes afuera en el patio o jugando en el campo de Quidditch. Era un domingo soleado, el final de los exámenes y el final del trimestre. No más estudios ni deberes que hacer.
Cuando dieron la vuelta a la esquina del vestíbulo de entrada, vieron a Malfoy, Crabbe y Goyle entrar por una pequeña puerta que Harry sabía que daba a la sala común de Slytherin. Todos se detuvieron en seco, mirándose el uno al otro.
Entonces Malfoy miró a su alrededor, claramente para ver si podía ver a algún maestro antes de volverse hacia Harry.
—¡Estás muerto, Potter!
—Tiene gracia —dijo Harry, levantando las cejas—. No sabía que los muertos pudieran caminar.
Faith resopló ante eso. Le encantaba el atrevido Harry.
Malfoy, no tanto. Parecía más enojado que nunca, pero solo les dio a Harry y Faith una sensación de abrumadora satisfacción.
—Vas a pagar—dijo Malfoy en voz baja.—Te voy a hacer pagar por lo que le has hecho a mi padre...
—Mira cómo tiemblo —suspiró Harry sarcásticamente.—Supongo que Lord Voldemort es solo un acto de calentamiento en comparación con ustedes tres.
Los rostros de Malfoy, Crabbe y Goyle palidecieron ante el sonido de ese nombre.
—Oh, ¿qué pasa?—preguntó Faith con un puchero falso. Harry hizo todo lo posible por no concentrarse. —Es amigo de tu papá, ¿no es así? Tampoco le tienes miedo, ¿verdad?
—Creen que son gente tan grande, Potter y Diggory—dijo Malfoy, bajando los hombros y la barbilla en el aire. —Espera. Te atrapare. No puedes enviar a mi padre a la prisión y...
—Eso es precisamente lo que he hecho —dijo Harry.
—Los dementores se han marchado de Azkaban —dijo Malfoy, casi en un susurro—. Mi padre y losdemás no tardarán en salir de allí.
— Sí, espero que lo hagan—dijo Harry. —Aún así, al menos todos saben lo cabrones que son ahora.
Faith vio que la mano de Malfoy buscaba su varita, pero fue un poco más rápida y ya apuntó su varita a su rostro.
—¡Diggory!
Una voz demasiado familiar resonó en el vestíbulo de entrada. Era Snape. Faith inmediatamente apuntó su varita hacia él. Nunca perdonaría a Snape por renunciar a sus lecciones de Oclumancia cuando sabía que la vida dependía de ellos, sin importar lo que Dumbledore le dijera a Harry.
—¿Qué estás haciendo, Diggory?— preguntó Snape mientras se acercaba.
—No estoy segura de qué maldición usar en Malfoy, una que no haya usado antes... tengo que ser original, ¿sabes?— Faith dijo sin pensar. Esperaba que Harry la pellizcara, pero nunca pasó.
Harry quería pellizcarla para evitar que se metiera en problemas, pero sabía que no importaría. Alguien la sacaría de eso tan pronto como se enteraran, Dumbledore o alguien más. Y quería ver cómo terminaba esto.
—Guarda esa varita de una vez—siseó Snape. —Diez puntos menos para Gryff... —Se giró para mirar el reloj de arena de Gryffindor detrás de ellos y luego sus labios se curvaron en una sonrisa burlona. —Ah, ya veo que ya no quedan puntos en el reloj de arena de Gryffindor, Diggory, simplemente tendremos que...
—¿Añadir un poco más?
El profesor Snape saltó cuando escuchó la voz de la profesora McGonagall. Subió los escalones de piedra con un bolso de tartán en una mano y apoyándose en un bastón con la otra. Aparte de eso, se veía genial.
—¡Profesora McGonagall!— Snape dijo, caminando hacia ella, —. ¡Veo que yaha salido de San Mungo!
—Sí, profesor Snape —dijo McGonagall, quitándose el abrigo, —estoy como nueva. Ustedes dos: Crabbe, Goyle...
Los dos caminaron lentamente hacia adelante.
—Tomen— McGonagall les entregó su bolso y su capa, —lleven esto a mi oficina por mí.
Se apresuraron a subir la escalera de mármol.
—Muy bien — la profesora McGonagall miró los grandes relojes de arena, "Bueno, creo que Potter, Diggory y sus amigos deberían tener cincuenta puntos cada uno por alertar al mundo sobre el regreso de Ya-sabes-quién. ¿Qué dices, profesor Snape?
—¿Qué?—Snape siseó entre dientes, mientras miraba a los dos Gryffindors con una mirada furiosa—Oh, bueno, supongo...
—Así que son cincuenta para Potter, Diggory, los dos Weasley, Longbottom y la señorita Granger—dijo McGonagall mientras veían caer un montón de rubíes en la parte inferior del reloj de arena de Gryffindor. —Oh, y cincuenta para la señorita Lovegood, supongo— Algunos zafiros cayeron en el reloj de arena de Ravenclaw—Ahora, creo que querías quitarle diez a la señorita Diggory, profesor Snape, así que ahí estamos...
Un par de rubíes volaron de vuelta al reloj de arena, pero aun así quedó una cantidad generosa.
—Bueno, Potter, Diggory, Malfoy, creo que deberían estar afuera en un día glorioso como este.
Faith volvió a poner su varita en su túnica y rápidamente huyó de la escena con Harry, sin dedicarle otra mirada a Snape o Malfoy.
El sol golpeó sus rostros en el momento en que salieron del Vestíbulo. En realidad no estaban planeando ir a casa de Hagrid. Faith sabía que Harry quería un poco de paz y tranquilidad, lejos de todos los demás. Sabían que si acudían a Hagrid, mencionaría a Sirius y Harry no estaba preparado para eso.
Pasearon por la orilla del Lago Negro hasta que llegaron al lugar familiar, el árbol bajo el que siempre se sentaban, donde James, Sirius y Lupin se habían sentado en el recuerdo, donde Faith tenía todas sus citas con Alex, donde hacían la tarea tan muchas veces, pero ahora lo usaban para descansar. Descansaron contra el tronco del árbol y miraron hacia el lago. Algunos estudiantes nadaban, otros simplemente tomaban el sol en el otro lado del lago, mucho más concurrido.
—Será un año el próximo miércoles—dijo Faith, —desde que Ced murió.
—A veces parece mucho más tiempo—murmuró Harry.
Faith respiró hondo y asintió. Parecía que había pasado mucho más tiempo.
—¿Cómo lidiaste con eso?—preguntó Harry mientras examinaba su rostro a la luz del sol poniente. —¿Cuándo empezó a mejorar?
—Una vez me hablaste de eso—dijo Faith con un suspiro. —Fue horrible todo el verano porque me encerré, dejé de lado a todos y dormí la mayor parte del día, pero una vez que tuvimos esa conversación, me sentí mucho mejor, aunque nunca fue lo mismo.
Harry asintió. Sabía que incluso después de un año, ella todavía estaría exhausta después de solo un día de escuela, y la vio varias veces mirando con nostalgia la pintura de Cedric con su cabello volviéndose gris lentamente de nuevo. Nunca volvió a estar bien, pero mejoró en comparación con el verano.
—No sé si puedo hablar de eso todavía—murmuró Harry, —pero quiero que mejore.
—Lo sé—dijo Faith en voz baja. —Una vez que estés listo, puedes hablar conmigo al respecto. Me ayudaste la última vez, así que ahora te ayudaré—sonrió. —Si quieres, por supuesto.
Harry la miró con una sonrisa cuidadosa.
—Gracias.
—No hay problema.
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Ron y Hermione fueron dados de alta de la enfermería al día siguiente e insistieron en dar un paseo por el castillo y los jardines. Estaban enfermos y cansados de estar en la cama todo el día, así que caminaron para hacer mucho ejercicio.
El día antes de la fiesta de fin de curso, Umbridge se fue de Hogwarts. Se había escabullido del ala del hospital durante la cena para no encontrarse con ningún maestro o estudiante (había estado evitando a Harry y Faith religiosamente), pero olvidó el hecho de que Peeves les había hecho una promesa a Fred y George cuando se fueron. Todavía tenía que darle un infierno. Por eso la persiguió fuera del castillo mientras la golpeaba con un calcetín lleno de tiza y el bastón de la profesora McGonagall.
Ese mismo día había muerto Cedric un año antes, así que Hermione le había dado a Faith un ramo de flores mágicamente encantadas para que no se estropearan, para que Faith las pusiera en la lápida de Cedric la próxima vez que la visitara.
El viaje en tren a casa el viernes fue entretenido, es seguro decirlo. Malfoy, Crabbe y Goyle habían estado esperando la oportunidad de tenderle una emboscada a Harry y hechizarlo sin ningún maestro cerca, así que lo probaron cuando regresó del baño. Lo que no se habían dado cuenta era que lo hicieron justo en frente de un compartimiento lleno de miembros del ED. Malfoy, Crabbe y Goyle parecían tres babosas gigantes al final.
Durante la mayor parte del viaje, Harry y Faith intentaron ganarle a Ron un juego de ajedrez mágico, pero fallaron miserablemente varias veces. Ginny estaba haciendo un crucigrama en el Quisquilloso que recibió de Luna y Hermione estaba leyendo el Diario El Profeta, leyendo artículos sobre formas de repeler a los Dementores, el Ministerio atrapando a los Mortífagos y una lectora histérica que afirmaba haber visto a Voldemort caminar sobre su césped a las tres en punto. la mañana.
—Esto todavía no ha empezado —dijo Hermione con una seña, terminando el periódico—. Pero no tardará mucho...
—Eh, Harry —llamó Ron, señalando con la cabeza hacia la ventana donde vio pasar a Cho y su amiga Marietta.
Harry miró a Cho a los ojos por un segundo, pero ella solo se sonrojó y siguió caminando y Harry rápidamente miró hacia el tablero de ajedrez y vio a uno de los caballos de Ron destruyendo uno de sus peones.
—¿Qué...eh...está pasando contigo y ella, de todos modos?— preguntó Ron cuidadosamente.
—Nada— dijo Harry, sintiéndose aliviado de que fuera verdad.
—Yo... eh...escuché que ahora está saliendo con alguien más—dijo Hermione.
Para sorpresa de Harry, esa información no lo lastimó en absoluto. Le tranquilizó saber que Cho todavía no estaba atrapada en algún tipo de odio contra él y Faith, que ella seguía adelante. Harry sabía que estaba avanzando, aunque no estaba seguro de qué manera. Ahora que sabía lo que les había estado pasando a él y a Faith, muchas más cosas tenían sentido para él y sabía que no importaba cuánta atención le estuviera dando Cho, siempre terminaría con Faith. Ya sea en una charla, jugando al ajedrez o como alguien a quien despotricar. Ella siempre estaba allí, y Cho o cualquier otra persona nunca podría compararse con el consuelo que Faith le brindaba.
—Mejor para ti, Harry —dijo Ron—. Mira, es muy guapa y todo eso, pero tú temereces a alguien más alegre.
—Probablemente sea lo suficientemente alegre con alguien más— Harry se encogió de hombros antes de mirar a Faith por un momento. Estaba estudiando el tablero de ajedrez, encontrando una manera de vencer a Ron con su cabello púrpura brillante.
—¿Con quién está ella ahora, de todos modos?— Ron le preguntó a Hermione pero se sorprendió cuando Ginny le dio la respuesta.
—Michael Corner— dijo.
—¿Con Michael...? Pero... —Ron saltó hacia Ginny—. ¡Pero si tú sales con él!
—Ya no —Ginny se encogió de hombros—. No le gustó que Gryffindor ganara aquel partido dequidditch contra Ravenclaw y estaba muy malhumorado, así que lo planté y él corrió a consolar a Cho — Ginny no parecía demasiado perturbada cuando le dio la vuelta al Quisquilloso y comenzó a marcar sus respuestas
—Bueno, siempre me pareció un poco idiota — dijo Ron con orgullo, dejando que su reina derribara uno de los castillos de Harry y Faith—. Bien hecho, Ginny. La próxima vez a ver si eliges a alguien mejor.
—Pues mira, he elegido a Dean Thomas, ¿qué te parece? —Ginny dijo casualmente.
—¿QUÉ?
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Cuando los cuatro amigos atravesaron la barrera mágica entre los andenes nueve y diez, se encontraron con una agradable sorpresa esperándolos a la vuelta de la esquina.
Estaba Ojoloco Moody, con el bombín otra vez muy por encima de su ojo mágico, mirando alrededor de la plataforma mientras se apoyaba en el gran bastón que siempre llevaba consigo. con una gran sonrisa en su rostro, parecía haberse recuperado bien de la batalla en el Departamento de Misterios. Oyeron que tenía que quedarse en San Mungo por uno o dos días. Junto a Tonks, Lupin lucía tan cansado pero aliviado como siempre. Frente a ellos estaban el Sr. y la Sra. Weasley con sus atuendos muggles, y Fred y George con chaquetas de piel de dragón nuevas y relucientes. Y junto a ellos, estaban el Sr. y la Sra. Diggory.
Faith no perdió el tiempo antes de correr hacia ellos y abrazarlos hasta sacarles la dulce vida. Los extrañaba mucho.
—¡Faithy-kins!—Dijo su padre en voz alta, haciendo que Fred y George miraran en su dirección con una sonrisa burlona. —¡Estamos tan contentos de que estés bien!— Él la envolvió en un abrazo que le rompió los huesos, pero ella no luchó como lo haría normalmente. Ahora sabía lo fácil que era perder a la gente, así que quería atesorar cada segundo.
—Te extrañé—murmuró Faith mientras abrazaba a su madre.
—Estamos muy orgullosos de ti, cariño— dijo Edith mientras besaba la cabeza de su hija. —Déjame ver tu cara, querida.
Faith giró la cabeza hacia un lado para mostrarles la cicatriz. Amos Diggory jadeó y tiró de ella para abrazarla.
Una vez que la soltó, Faith se acercó a Fred y George, quienes mostraban con orgullo sus chaquetas.
—¿Qué se supone que es eso?—preguntó Faith con una sonrisa.
—La mejor piel de dragón, Faithy-kins—dijo Fred, alborotándole el cabello.
—Oh, cállate—Faith puso los ojos en blanco. —¿Supongo que el negocio va bien entonces?
—¡Está floreciendo!—George dijo en voz alta. —Pensamos que nos daríamos un capricho.
—Se lo merecen absolutamente—sonrió Faith. —¿Sabían que el profesor Flitwick mantuvo un poco de su pantano en el corredor? Ahora es el monumento oficial de Fred y George Weasley.
—Como debería ser.
Mientras todos se saludaban, conversando alegremente sobre todo lo que había sucedido entre Navidad y el presente, Faith notó a Harry un poco más lejos, observando a tres personas, al parecer muggles, que observaban el comité de bienvenida.
—¿Son esos los muggles?—Faith le preguntó, mirándolos. Estaban tres; dos adultos y un niño de la misma edad que Harry y ella. Ya parecían las personas más aburridas que Faith hubiera conocido jamás.
—Sí—dijo Harry asintiendo. —No se ven felices de verme—Agregó con un suspiro. Faith miró de Harry a los Dursley y luego a Harry.
—Voy a amenazarlos—dijo casualmente y comenzó a pisar fuerte en su dirección. Los ojos de Harry se agrandaron y rápidamente la siguió para detenerla con una mano en su brazo.
—No creo que sea una muy buena idea—dijo con una sonrisa.
—No importa—dijo Faith y sacudió su brazo de su agarre y caminó hacia los tres Dursley.
La miraron con una expresión confusa, también un poco disgustada, sabiendo que era amiga de Harry.
—¿Quién podrías ser?—Vernon Dursley gruñó, mirando a Harry detrás de ella.
—Faith Diggory, encantada de conocerlos—
dijo Faith con una sonrisa todavía agradable. — He venido aquí para decirles que no pueden seguir tratando a Harry de la forma en que lo han estado tratando toda su vida—puso las manos en las caderas con descaro, lo que hizo que Harry sonriera.
—No es asunto tuyo lo que sucede en mi casa—respondió Vernon Dudley sin interés.
—Harry vive en su casa y Harry es mi amigo, por lo que es asunto mío—dijo Faith con fiereza. —Si escucho que eres horrible con él otra vez, incluso si no le dejas usar ese tono grosero, me enteraré, tendrás que responder ante mí.
A pesar de ser una niña pequeña de quince años, los tres Dursley parecían estar un poco intimidados por su espíritu feroz. Harry no podía culparlos, después de todo la había visto en el campo de Quidditch.
—No se te permite hacer magia fuera de la escuela—espetó Vernon Dudley rápidamente.
—Mírame—siseó Faith, pero luego sintió una mano en la parte superior de su brazo otra vez.
—Está bien, creo que es suficiente, Faith—sonrió Harry y la atrajo hacia él. —Gracias.
—No hay problema—sonrió Faith después de mirar a los Dursley de nuevo. —Ahora, si no tengo noticias tuyas cada tres días, pasaré o haré que venga alguien de la Orden—añadió Faith lo suficientemente alto para que los Dursley pudieran escuchar.
Los dos escucharon a Petunia gritar al escuchar eso y se rieron.
—Te veré pronto—sonrió Faith y se acercó a la altura de Harry y le dio un beso en la mejilla antes de regresar con sus padres que esperaban que se fuera.
—S-sí, nos vemos—murmuró Harry con una sonrisa atónita, viéndolos salir de la plataforma. Ni siquiera podía expresar con palabras cuánto significaba para él. Cuánto la iba a extrañar esos dos meses.
Se dio la vuelta hacia los Dursley y los condujo fuera de la estación por la otra salida, sonriendo estúpidamente para sí mismo mientras se frotaba la mancha en la mejilla.
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