Capítulo 1 "La condición para una nueva vida"
La abrumadora mezcla se sentimientos que me invadieron en ese momento era incontenible, cual el grito más desgarrador trepara con rudeza por mi garganta, pero no alcanzaba a ser escuchado en medio del increíble estruendo. Sentí solo el aire abrazador raspándome el rostro que por instinto de protección resguardé bajó mis brazos, mientras trataba de permanecer en pie, pero la fuerza expansiva era mucho más grande que la gravedad que me mantenía sujeto al suelo bañado en mi propia sangre.
La perdí de vista...
A ella y a todo lo que me rodeaba, fue tan rápido que solo alcancé a sentir el impacto de mi cabeza chocando contra algo.
No lo merecíamos... luego de haber luchado tanto... brindando nuestros futuros y vidas a mantener a salvo a las personas que pudimos... refugiados en nuestro amor... la única necesidad que me mantenía cuerdo en aquel mundo errático, creíamos llegar a la tierra prometida, pero nos encontramos con una pared de lodo. Domo gigante de pretensiones y deseos mundanos.
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FAIRY DANCE, Another story of True Love.
Capítulo 1 "La condición para una nueva vida"
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Habíamos huido, abriéndonos espacio a base de cortes de espada y fuerza de voluntad. Nosotros y miles de obreros más, en aquella cascada de personas que con el paso forzaba las entradas a los pueblos, en busca de asilo, no deseábamos ser atrapados y regresados a Aincrad... fue así como atravesando las vecindades y finalmente el desierto, llegamos a las afueras de Alfheim.
Sabíamos de ante mano que el reino de aquel lugar era dominado por un ser despreciable... Pero no había otra manera de cruzar hacia el nuevo continente, debíamos pasar por él... pensamos absurdamente que si no tocábamos sus tierras, no tendrían por qué amenazarnos... así que acamparíamos a las afueras del reino, para el día siguiente pedir se nos permitiera cruzar por sus caminos desde primera hora de la mañana, para asegurar que ninguno de nuestra caravana se quedara rezagado entrada la noche en aquel lugar.
Las tiendas de tela se colocaron sin mayor apuro y los fogones brillaban en medio de la oscuridad que poco a poco arribó a nuestro alrededor.
Estaba tan cansado y nervioso por mantener a todos a salvo... que a veces me olvidaba de mi mismo, de mi esposa... mi amada esposa... la mujer más fuerte que jamás conocí... y la más atenta y dulce, a veces al punto que ella misma me desvestía sin que lo notara, mi piel era cómplice de sus manos, atrayéndola a mí y entregándole todo de mí sin reparos, aunque dentro de las paredes de tela de nuestra tienda intentáramos mantener todo lo que ocurría entre nosotros en secreto, las risas nos delataban... más que cualquier otro sonido que escapara de nuestros labios... había aprendido a controlar mi propio sentir mientras el de ella se reflejaba en las laceraciones de mi espalda.
No sabíamos lo que nos esperaría a partir del amanecer siguiente por lo que lo habíamos hablado desde días atrás... como siempre... nos amaríamos antes de partir...
Pero no llegó a mí... ya entrada la noche, los fogones se estaban apagando y ella no me buscó. Esperaba en el lugar acordado, pero no se acercó...
Me levanté estirándome la espalda para recobrar el movimiento.
Caminé entre los leños donde yacía sentada la gente que aún permanecía afuera de su tienda y a los que pudieran tener noticia de mi mujer pregunté. Pero nadie tenía idea, pensando que se encontraba conmigo.
Asuna...
Empezaba a preocuparme, la agitación de mi respiración a pasos rápidos se reflejaba en el aire tibio de la noche empezando a helar, hasta que la sorpresa me invadió peleándose con la tranquilidad al verla.
No sabía como proseguir, a veces... me sentía tan bruto a su lado... solo un guerrero que había tenido la fortuna de encontrar una flor tan hermoso como afilada. Quien acariciaba mi alma y cuidaba mi espalda a la vez...
Su mirada reflejaba una plegaria al cielo despejado, mientras sus manos juntas y sus labios en movimiento, me daban a entender por entero el concepto. Me sentía profanador... al observarla rezar, cuando solo me fijaba en sus hermosos cabellos tan femeninos y la silueta enmarcando sus caderas bajo la tela suave que la envolvía. Como deseaba aferrarme a ella y hacerla mía. Tal vez... esos sentimientos sean resultado de los pensamientos al respecto que había tenido al esperarla.
Suspiré para acercarme.
—Pide por mí... —en un abrazo por la espalda y rodeando su cintura, bajé todas mis defensas ante ella, quien me recibió con una caricia en el rostro.
—Es mi petición de siempre...
—Lo sé... —el beso que deposité sobre su hombro, buscaba mandar mi mensaje de anhelo por ella, por lo que volteó hacia mí por completo, aún rodeada entre mis brazos.
—Te dije que esta noche te amaría...
—No me lo recuerdes que... soy capaz de tomarte aquí mismo... —la necesitaba, su aliento entrando a mi ser... busqué su beso y lo encontré suave y delicioso, en un contacto de tres a cuatro ocasiones.
—Kirito—kun... —la sentí separarse y acurrucarse contra mi pecho, mientras envolvía mi ser entre sus brazos.
—¿Estás bien?... —besé su cabeza. Había algo extraño, desde el momento que no acudió a nuestra cita.
—Estoy bien... es solo que... —su voz se quebró, por lo que la separé para poder evidenciar sus reacciones con mis propios ojos.
—¿Qué sucede?...
—Esta tarde... visité a la curandera...
—¿Te encuentras mal?... ¿Por qué no me habías dicho nada?... —creo que entré en angustia, no podía imaginar que algo le sucediera... moriría con ella...
—No debes poner esa cara de preocupación... —sus dos manos me sujetaron las mejillas, dejándome más inexplicado. —Me dio la noticia... de que hay una vida creciendo en mi vientre... —sus ojos relucían al hablar, hasta que dos lágrimas se escaparon, en espera de mi respuesta.
—¿Una vida en tu?... —mi mirada viajó sola al lugar santo que mencionó. Por todos es sabido que las mujeres solo pueden esperar una vida nacida del verdadero amor. Y un hijo yacía en esos momentos dentro de su ser. Un hijo mío... Había unido mi esencia a la suya y creado un milagro...
No podía hablar... las lágrimas acudieron a mí, mientras los labios intentaban separarse, pero no salía nada, más que un leve balbuceo por lo que la abracé con fuerza. Eran tan extraño ver nacimiento recientemente que sin duda era la noticia más maravillosa que escuché en toda mi vida... incluso más del grandioso momento en que aceptó mi propuesta de matrimonio.
—Gracias... ¡Gracias!
—Sabía que ibas a reaccionar así... esta noche no podía acallar tu voz al amarte... —colocó una de sus manos en mis labios.
—Vicecomandante... —la miré entre suspiros, ¿podría estar más hermosa?...
—Ya no más... Una vez salimos de Aincrad todo eso quedó atrás... lo juramos... seremos solo tú y yo... Mi Kirito—kun y yo...
—Creo que ahora seremos tres... —coloqué mi mano sobre su vientre, cuya presencia aún imperceptible nos unía más que nunca.
—Claro... —hizo lo mismo, sobre la mía, provocando la conexión de los padres sobre la criatura. No podía sentirme más feliz. Un hijo... era la confirmación del amor más puro. Aunque... precisamente por eso era tan peligroso...
—¿Por eso estabas rezando?... Nada va a pasarte a ti ni a nuestro bebé... antes...
—No te atrevas a decir una tontería como que antes tendrán que matarte... jamás lo permitiré... —entrelazó sus dedos con los míos.
—Es la verdad...
—Este hijo no va a separarnos... no es el bebé y yo por un lado y tú por el otro... es los dos junto a este bebé... Todo estará bien... así como tú me protegerás... yo lo haré contigo... como siempre... desde siempre...
—Asuna... —apretamos nuestras manos, en señal de compatibilidad en el pensamiento expresado. Pero puede que lo que estaba por decir, deshiciera ese vínculo. Pero debía plantear la opción.
—Dime... —me sonrió cual supiera lo que estaba por decirle antes de hacerlo.
—¿Podemos... mantener la noticia en secreto?... ¿Por lo menos un tiempo?... me aterra... —la solté sin notar lo egoísta que estaba siendo al centrarme en mi propia preocupación. Me senté sobre el tronco y llevé mis manos a mi cabello. —Como los recién nacidos son tan escasos... se dice que los reyes los buscan... y el Rey Oberón... —sentí los párpados pesarme mientras la presión se acumulaba en mi pecho de solo imaginarlo. —Se dice que está tan loco que ha sido capaz de secuestrar niños pequeños... no puedo imaginar lo que haría al saber de una mujer en cinta.
—Kirito—kun... escúchame... recuerda que antes que haberte convertido en padre... o en mi marido... fuiste su esperanza... No podemos dejar de pensar en el pueblo tampoco... todos los demás caballeros estarán ahí y nos protegeremos entre todos... pero no deseo que esta noticia te ciegue...
—Sabes que antes que nada ni que nadie tú eres lo más importante para mí...
—Pero prométemelo...
—¿Qué cosa?... —¿A dónde quería llegar con eso?...
—No dejarás desamparado al pueblo... no importa lo que pase conmigo...
—¿Entiendes lo que me dices?... ¿Te escuchas?...
No me respondió, bajó la mirada ante mí... de una manera tan dolida que me faltó la respiración.
—¿Asuna?... —Apenas y me dio tiempo de preguntar cuando si de una explosión a causa de catapultas se tratara la tierra tras nosotros saltó, entre el dolor y los gritos de las personas en el campamento. Mis ojos no podían creerlo. La tomé del brazo para correr hacia el lugar, tal vez dejándola en un lugar seguro de paso, pero debíamos regresar, sin embargo, no pude siquiera colocar mi mano sobre ella. Me quemó.
—¿Eso era lo que querías... una despedida?... —La misma energía que irradió la llama sobre la palma de mi mano, provenía de la persona parada al lado de mi esposa. —Ya lo tuviste... es tiempo de marchar...
—¡¿De qué demonios habla?! —traté de avanzar de inmediato pero no pude hacer nada, mi cuerpo parecía congelarse desde los talones hacia arriba. —¿Quién es usted?...
—JAJAJAJA Muchacho... inculto el ser que no conozca el rostro del rey...
—¿El rey?...
—Perdóname Kirito—kun... no pude hacer nada... pero... ¡Tenía que decirte de nuestro bebé! ¡Para que supieras cuánto te amé! ¡Siempre te amé Kirito—kun! ¡Fuiste el amor de mi vida! ¡Y mi hijo siempre será tuyo!
—¡Basta! —la tiró al suelo el hombre rubio recién aparecido. —Te lo dije mujer... un hijo engendrado por el verdadero amor en estos tiempos de sequía... no puede ser más que el hijo del rey de las hadas... y de la hermosa... reina Titania... No de un bastardo humano...
Mi hijo... me quería robar a mi hijo... y a mi esposa...
La abrumadora mezcla se sentimientos que me invadieron en ese momento era incontenible, cual el grito más desgarrador trepara con rudeza por mi garganta, pero no alcanzaba a ser escuchado en medio del increíble estruendo. Sentí solo el aire abrazador raspándome el rostro que por instinto de protección resguardé bajó mis brazos, mientras trataba de permanecer en pie, pero la fuerza expansiva era mucho más grande que la gravedad que me mantenía sujeto al suelo bañado en mi propia sangre.
La perdí de vista...
A ella y a todo lo que me rodeaba, fue tan rápido que solo alcancé a sentir el impacto de mi cabeza chocando contra algo.
No lo merecíamos... luego de haber luchado tanto... brindando nuestros futuros y vidas a mantener a salvo a las personas que pudimos... refugiados en nuestro amor... la única necesidad que me mantenía cuerdo en aquel mundo errático, creíamos llegar a la tierra prometida, pero nos encontramos con una pared de lodo. Domo gigante de pretensiones y deseos mundanos.
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¿Cuánto tiempo?... ¿Cuánto tiempo llevaba dormido?... los ojos... no podía abrirlos... ¿Qué era eso?...
Llevé las manos a mi rostro para buscar quitarme la venda que tenía puesta, a la vez del sonido de una voz ordenándome la espera, me hubiera valido hacerle caso, el escozor fue demasiado, necesitaba lavarme, ¡Diablos! ¿Qué me había pasado? —¡Agua! ¡por favor!
—No es necesario, dale unos segundos más y pasará... pero si lo necesitas, ven. —Sentí que la mujer tomó mi mano y me guio hasta un gran cántaro, frente al que me arrodillé mientras ella lo inclinaba. Con el enjuague me sentí mejor... la arena que se percibía parecía desaparecer poco a poco.
—¿Por qué me había entrado arena en los ojos?... ¿Dónde estoy?... —con la mirada aún irritada traté de ubicarme, mientras me sacaba el exceso de agua con las palmas de las manos.
—No es arena... es polvo... polvo de hada. —La misma voz de antes, ahora tenía figura. Una mujer de larga cabellera color de sol amarrada en una coleta.
—¿Polvo de qué?... —la miré tratando de encontrarle la lógica a sus palabras, pero la palabra que mencionó... hizo venir a mí la realidad en un instante. Hadas... El rey... ¡El maldito rey se había llevado a Asuna! —Necesito irme... ¿Y mi ropa?... —la miré esperando que el despojamiento de mis prendas se debiera solo al cuidado que parecía haberme brindado.
—¿En verdad piensas irte así?... —señaló hacia mí cual fuera obvia mi condición. Lo brusco de mi despertar, había acentuado el dolor que ahora recurría a mi herida. ¿En qué momento?... me sostuve el abdomen, buscando apoyarme sobre la cama en la que estaba. Mis párpados se apretaron tratando de entender y no desfallecer en el mismo acto, aunque tardé unos segundos me sentí un poco mejor y volví a mirar a mi hospedadora, solo para encontrarme con su espada apuntando a mi rostro.
—Pensaba... que me habías salvado... veo que solo esperabas que recuperara la conciencia para acabar conmigo...
—No exactamente... si puedes explicarte...
—¿Sobre qué?...
—Estabas en la zona limítrofe... los humanos no pasan por aquí. Todos saben que sus almas se congelan como soplo de las heladas de Jotunheimr...
—Tenía que venir... —los recuerdos se asomaban poco a poco a mi memoria, despertar impactado contra las rocas, envainado por aquella hoja afilada que habían dejado clavada en mí.
—¿Qué puede ser tan importante cómo para hacer semejante idiotez?... perdona que lo diga así, pero es lo que es... no obstante sobreviviste a la helada... cosa extraña —enfatizó. —Es la primera vez que veo lo que dicen las leyendas... creo que... decidí esperar a tu despertar explícitamente por eso... deseaba ver si era verdad y ahora noto que sí.
—¿De qué hablas?...
—Ah... de la transformación.
—¿Qué?... —Debía ser una broma. —¿De qué estás hablando?
—¿Es lo único que sabes preguntar?... Para ser un sobreviviente eres bastante tonto... —se levantó y caminó hacia fuera de la cabaña. A decir verdad no había tenido oportunidad de centrarme en los alrededores, por lo que la seguí.
—Mira aquí. —me llamó con la mano, como se hace con un niño pequeño y me sentí el tonto que ella creía que era al caminar diligente a su lado. Abrimos paso entre los matorrales e inmediato la sorpresa me invadió, jamás había visto un paisaje más hermoso, como desearía que Asuna estuviera a mi lado para verlo...
El lago se extendía con grandioso esplendor mucho más allá de lo que hubiera nadado en nuestras tierras, rodeado por abundantes flores que nunca había visto y hojas de colores reposando en toda la estancia.
—Ahí. —insistió, entonces comprendí, lo que deseaba que viera era el lago, por lo que aún con el dolor punzando al agacharme, apoyé ambas manos a la orilla para poder ver sobre el agua. El reflejo se divisó en segundos sobre la mansedumbre, misma que contrastaba con el horror en mi rostro.
Mis ojos... mi cabello... mis orejas... Me toqué para cerciorarme de que se tratara de la realidad. Aquella mirada musgosa me pertenecía. Había mutado.
—Los poderes del bosque les brindan a los humanos las habilidades de las hadas mientras se encuentren dentro. Eso es lo que dice la leyenda. Pero hasta ahora no habían sido más que habladurías pasadas en generaciones, ya que los humanos se congelaban solo al acercarse.
—Congelarse...
—Pero tú estás aquí...
—Lo estoy...
—Aunque no se puede decir lo mismo de las personas que creo estaban contigo... hay centenares de almas congeladas en las afueras del bosque en estos momentos. Me pregunto que de especial vio en ti el ama del bosque para dejarte pasar...
—Es... que tengo algo que hacer... —solo pensar en mi motivo me devolvía las fuerzas necesarias y muchas más. Sentía como si mi pecho mi gritara que dejara todo atrás y me encaminara desde ya, estuviera como estuviera. —Debo irme...
—Sí eso... me lo dijiste hace poco y lo repites. ¿Pero qué puede ser tan importante?...
¿Podría decirle?... aunque hubiera cuidado de mí... lo hizo por su propio morbo... ¿Y si todas las hadas le rinden fidelidad al rey?... No sé nada de ella... no puedo poner en juego la seguridad de mi misión.
—Tengo que encontrarme con el rey... —mi voz parecía una amenaza, no sabía como expresarme al respecto, por lo que esperaba cualquier reacción.
—¿El rey?... —su rostro dulce cambió por completo con la mención. —Entonces era verdad... lo conocías... —volvió a apuntarme, ese ya era un indicio. —Cuando dormías... delirabas repitiéndolo... el rey... ¿Qué tienes tú que ver con él? ¡¿Eres un espía de afuera?! —saltó dispuesta a apuñalarme.
—¡No! —la sujeté del brazo y la espalda, volteándola para arrodillarla al suelo. —¡Ese bastardo se la llevó! —grité aturdido, la leve esperanza que me dio, me hizo liberar las palabras. ¿Por qué?... Había confiado en ella demasiado pronto. —Llevé mi mano a mis labios consternado.
—No es tu culpa... —soltó la espada contra la tierra. —Debía estar segura que me dirías la verdad sobre tus intenciones. Polvo de la verdad. Anda, regresemos a la cabaña.
¿En qué clase de lugar había caído... Asuna?...
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Continuará...
Dos fics de continuación al hilo xD.
Feliz Kirito's week 2020!!!
Jaja sé que está raro... pero me gustó imaginarlo. :3
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