capítulo 9


—¡Circe! ¡levántate

Raisa intentaba despertar a su hermana desde hacía cinco minutos, , pero por desgracia tenía el sueño más pesado de la casa.

La mañana en que tomarían el vuelo a Bélgica había llegado, y los hobbits y la niña se levantaron temprano para terminar de empacar todo. Circe no había podido dormir bien la noche anterior, a causa de que debía terminar un proyecto para la clase de literatura y así entregarlo por adelantado.

Raisa miró a su hermana y se le ocurrió una idea genial para despertarla

—¡Circe! ¡el profesor Taner te puso una D!

—¿cómo? -dijo Circe levantándose de golpe

—tranquila, no pasó nada. Solo lo dije para que te despertaras -aclaró Raisa

—¡Raisa! ¡casi me da un ataque!

—no te preocupes. El profesor Taner no te va a poner una D porque eres su mejor alumna -dijo Raisa sentándose en la cama

—eso espero -respondió Circe parándose para doblar su sábana

—¡oigan ustedes! ¿podrían apurarse? ¡me estoy congelando aquí afuera! -dijo la gruñona voz de Zéphiruz desde la ventana

Los tres hobbits estaban en el jardín, ocultos entre la maleza.

—¡cierto! Circe, ¡vámonos! -exclamó la niña yendo hacia la puerta, donde se encontraban las maletas.

—¿y mi maleta? -preguntó ella

—¡ya está lista! ¡vámonos! -explicó Raisa impaciente

Las dos niñas salieron del cuarto con maleta en mano, y la señora Freeman y a las esperaba en la sala junto con sus padres.

—¿listas? -preguntó Melanie, al tiempo que le acomodaba el cuello de la blusa a Circe

—si. Apresurada pero si -respondió la mayor de las Grant

—tengan mucho cuidado, y no se separen de Melanie ¿entendido? -aconsejó Bruno

—si, papá -respondieron al unísono

—y no hablen con extraños -dijo su madre

—tranquila, Oliv. Están en buenas manos -terció Melanie con una sonrisa

Los padres se despidieron de las niñas y todos salieron de la casa.

La señora Freeman había insistido en que ellas viajarían solas al aeropuerto, y por suerte Bruno y Olivia estuvieron de acuerdo después de un tiempo.

Al llegar a la puerta delantera, Raisa hiso una ceña y los tres hobbits se escabulleron para salir de la casa después de que Olivia y Bruno entraran a la casa de nuevo.

Todos se despidieron y las chicas se pusieron algo nostálgicas, porque habían vivido muchos momentos en aquella casa.

No sabían cuando volverían, y la idea de dejar los ángeles era un poco abrumadora.

Mientras Felix ladraba y movía la cola, ellas se alejaban por la acera con los hobbits ocultos entre la vegetación de las casas adyacentes.

Al dejar el vecindario, los tres hobbits salieron por fin de la oscuridad y se les unieron

—lo confieso. Voy a extrañar su casa -dijo Caelan a las dos chicas

—nosotras también -respondió Circe suspirando

—quien sabe, tal vez algún día puedan volver -intervino Melanie para subir un poco los ánimos

—si, tal vez -dijo Gladius

los hobbits y Raisa tomaron el primer taxi al aeropuerto, y la señora Freeman y Circe el siguiente. La estrategia era despistar por lo menos unos kilómetros a posibles espías, aunque eso significara separarse.

Media hora después, los cinco estaban reunidos en el aeropuerto internacional de los ángeles para tomar su vuelo a las 7:A.M

—¡guao! esas son aves voladoras? -exclamó Caelan muy sorprendido al ver los aviones

—no, Caelan. Son aviones, no aves voladoras -explicó Zéphiruz un poco más serio que el resto

—¡ooooh! ¡que increíbles son los aviones! -respondió el menor de los hobbits con una sonrisa de oreja a oreja

—¿nunca habías visto uno? -preguntó Raisa

—no, ninguno de los tres habíamos visto un avión -explicó Gladius al tiempo que una mujer anunciaba un vuelo por los altavoces

—¿es ese? -preguntó Circe a la señora Freeman

—shhh ¡guarden silencio! -pidió la mujer

—pasajeros con destino a Bélgica, Bruselas. Favor de abordar el vuelo número 1317 por la puerta número 1 -dijo la mujer de el altavoz.

—¡es el nuestro! -dijo Gladius muy eufórico

—si, es cierto. Pero ¿podrías ser más discreto? -exclamó Zéphiruz en su oído

Gladius se disculpó.

Los cinco caminaron hasta el lugar de abordaje, y se colocaron en la fila de pasajeros. Delante de ellos, una pareja de franceses charlaba en su idioma natal, y Raisa se fijó en la chica. Llevaba el cabello recogido y unos pendientes de perlas. Traía un vestido de mangas largas y se mostraba tan elegante y hermosa, que la niña se sintió incluso pequeña y mucho menos que ella

—es muy bonita, pero recuerda quela belleza no es solo lucir bien por fuera, mi niña -le susurró la señora Freeman.

Ella dio las gracias por un gesto. La mujer tenía razón

Unos momentos después, la fila avanzó y los cinco se adentraron al avión.

Largo, alto y espacioso, el majestuoso avión se encontraba en la pista de aterrizaje listo para bolar nuevamente.

—¡miren! ¡es del color de las vestiduras de gondor! -exclamó Caelan fasinado.

—¡tienes razón! ¡es blanco y plata! -exclamó Circe con una expresión de asombro.

Todos suspiraron, excepto Zéphiruz

—¿pueden subir de una vez? -exclamó el malhumorado hobbit

Cuando todos se sentaron en sus correspondientes lugares, Raisa se dio cuenta de que por primera vez volaría en un avión. Se sentía feliz y a la vez asustada, porque el camino a recorrer era largo y difícil.

—Tranquila, todo va a salir bien -le dijo Caelan que se sentaba junto a ella

—se que no debería decirte esto, porque tu y tus hermanos necesitan mi ayuda, pero tengo miedo, y la verdad es que no se si pueda con todo esto -confesó la niña, al borde del llanto

—todos tenemos miedo, Raisa. No tienes de que preocuparte. Además, te e visto arriesgarte por lo que quieres y se que eres muy valiente -le respondió el hobbit acercándose a ella

—¿tu crees?

—¡claro! Y si te tropiezas con algo o no sabes que hacer, Solo recuerda que la respuesta aparecerá cuando menos te lo esperes -aconsejó Caelan

—gracias, Caelan -respondió la niña, con una lágrima rodando por su mejilla

—¿recuerdas que tu me abrasaste cuando nos conocimos?

—si ¿por qué?

—porque creo que llegó la hora de que yo te lo devuelva -respondió el hobbit atrayéndola hacia el.

La niña dejó que sus lágrimas salieran y el hobbit simplemente la miraba. Comenzaba a pensar que lo de el abraso había sido una mala idea, porque la niña lloraba en su ombro y estaba humedeciendo su camisa.a los demás les parecía un acto muy tierno. Zéphiruz, por su parte, se sentía celoso y más triste de lo que alguna vez había estado. Extrañaba tanto a Celine y no le agradaba esa sensación que sentía en el estómago. ¿qué estaba pasando?



Bélgica, aeropuerto de Bruselas. 3:20 A.M

—estamos apunto de aterrizar. Favor de apagar sus celulares y abrocharse los cinturones -dijo una voz de hombre desde la cabina de el avión.

Raisa se despertó de repente. Había olvidado que Caelan aún la tenía entre sus brazos, y al estirarse le dio en la cara con su mano

—¡au! ¡ya desperté! -exclamó el hobbit

Raisa lo miró muy apenada

—¡lo siento mucho! -exclamó susurrando.

—no importa -respondió Caelan acomodándose en el asiento.

Al aterrizar, todos los pasajeros comenzaron a bajar en tropel. Raisa y Caelan fueron los primeros que se levantaron después de que un par de jóvenes polacos bajaran intercambiando palabras en su idioma.

—¿listos? -preguntó la señora Freeman levantándose de el asiento junto con Gladius

—si -respondieron todos.

—si -respondieron todos.

Y así, en menos de diez minutos, todos estaban fuera del aeropuerto con maleta en mano.

—sabes, creo que se me durmió un brazo

—perdóname, no me di cuenta cuando me dormí -se disculpó Raisa

—no hay problema. Si no me hubieras abrasado, me hubiera despertado por el frío -respondió el hobbit sonriendo

—buen punto. Yo me quedé mirando el cielo mientras volábamos, y hasta dos horas después me dormí -exclamó Gladius mientras cruzaban una calle transitada de turistas

—el cielo era bonito, pero no dejaste de suspirar hasta que cerraste los ojos -dijo Circe

—disculpa, pero nunca había visto el cielo desde tan cerca -respondió Gladius

—¿y usted que hiso? -preguntó Raisa a la señora Freeman

—estuve observando a los pasajeros, algo que ustedes también debieron haber hecho

—buen punto -le respondió Caelan

—y qué hay de ti ¿Zéphiruz? -preguntó Melanie

—yo no hice nada -respondió el hobbit muy cerio

—hermano, sabemos que extrañas a Celine. No tienes que ocultárnoslo -le aconsejó Gladius mientras se detenían en la acera para entrar a el hotel

—mejor hablamos más tarde sobre esto ¿les parece? Este es nuestro hotel -exclamó la señora Freeman

Unas elegantes puertas y una alfombra los recibieron.

Melanie intercambió algunas palabras en francés con el recepcionista, quien les entregó las llaves de su habitación, que estaba en el segundo piso.

Al subir por el elevador, a Caelan y a Zéphiruz les dio pánico el que una extraña habitación se moviera, así que Circe tubo que explicarles como funcionaba un elevador.

Al llegar a el cuarto, lostres hobbits se sorprendieron de ver ordenada la habitación casi igual a suagujero en hobbiton. Un pequeño mueble en una de las 

esquinas, dos camas dispuestas a cada lado de la habitación, una mesita de noche entre las camas, y el baño justo a la derecha de la puerta.

—no es exactamente un palacio ni un agujero hobbit, pero por lo menos vamos a dormir un rato hasta que amanezca. Nos iremos lo más temprano que se pueda -dijo la señora Freeman lo más autoritaria que la habían escuchado hasta ahora.

Los hobbits se distribuyeron en las camas junto con las chicas, y todos durmieron hasta que el reloj marcó las ocho de la mañana.

—ya es ora. Tenemos que irnos -ordenó la señora Freeman —y es momento de que les confiese algo, mis jóvenes viajeros

—¿qué pasa? -preguntó Circe desde el baño

—este viaje lo harán sin mi, porque aún tengo asuntos pendientes aquí. Pero no se preocupen, porque tengo fe en que lo lograrán -dijo la señora Freeman con un dejo de culpa en la voz

—¡lo que me faltaba! ¡nos trajo hasta aquí solo para dejarnos como carne para los orcos! -espetó Zéphiruz

—no le hables así, Zéphiruz -dijo Caelan levantándose de la cama

—tranquilo, no tienes por que mostrar tus garras, joven hobbit. Si hago esto, es porque estoy segura de que con o sin mi podrán llegar a su destino -dijo la señora Freeman muy tranquilamente

—si, claro. No le creo nada -le respondió el mayor de los hobbits con una mirada fulminante

Melanie se irguió y entrelazó los dedos.

—no es fácil, Zéphiruz. Pero todo tiene un propósito -dijo ella mirando de frente al hobbit

Todos se sintieron intimidados por tal acción, porque no había tal cosa como la indiferencia que la mujer mostraba ante la evidente frustración del mayor de los Gamford. Era tal su convencimiento y firmeza, que una vez más demostró ser una líder nata.

El hobbit suspiró y bajó la mirada. Raisa le dio unas palmaditas en el hombro

Veinte minutos después, todos estaban en el restaurante desayunando y charlando tranquilamente. No había tención, pero todos parecían evadir lo que se aproximaba.

Terminaron de desayunar, y todos salieron del hotel para dirigirse a el parque de las Ardenas, donde estaba la primera parada de su viaje.

El viaje en auto bus fue tranquilo, y Circe aprovechó para explicarles a los hobbits como se usaban los audífonos y el teléfono móvil. Esto les pareció algo fascinante, y los entretuvo un rato.

—bueno, creo que esto es todo lo que puedo hacer por ustedes, por ahora -dijo Melanie cuando llegaron a una reserva natural muy vasta, llena de gente, senderos largos y bosques espesos

—está bien, lo entendemos. Por si no nos volvemos a ver, le deseo suerte y que sus días sean de gloria, señora Freeman -dijo cortésmente Caelan

—lo mismo digo, honorable hobbit. Gracias por permitirme conocerlos. Y les aseguro, que pase lo que pase, yo estaré con ustedes -prometió Melanie haciendo un gesto con la mano

—hasta luego, señora Freeman -se despidieron las hermanas

La mujer les dio un abraso a cada una y tras hacer una elegante reverencia, se marchó en dirección contraria al parque.

—¿listos? -preguntó Circe.

—si -respondieron los hobbits no tan convencidos.

Raisa sacó el mapa de la pequeña mochila que llevaba en los hombros y tras mirarlo un segundo, dijo aclarándose la garganta

—hay que ir hacia el oeste

Y así, el viaje comenzó. Se adentraron al parque, y la gente comenzó a ser cada vez más, debido a el enorme turismo que había en esa época.

De vez en cuando, Raisa les daba indicaciones a travéz de señas, para que ninguno se perdiera.

El camino se hiso cada vez más silencioso a medida que el bosque se hacía más espeso. Solo se escuchaba el susurro del aire fresco y los sonidos de los pájaros que revoloteaban en las copas de los árboles.

—¿estás segura de que sabes como leer esa cosa? -preguntó Zéphiruz

—si -respondió secamente Raisa mientras continuaba caminando.

Estaba harta de que el hobbit siempre se portaba mal con ella, así que no lo toleraría más.

—según el mapa, debe a ver una especie de puerta o algo parecido...

—¡Raisa! ¡mira! -la interrumpió Gladius

A no más de dos metros de distancia, un enorme muro de piedra se alzaba imponente sobre el bosque y cubría lo ancho del camino. Todos se quedaron atónitos ante tal visión, y se detuvieron en seco.

—¿cómo vamos a cruzar? -preguntó Caelan

—no lo se, pero esto es cada vez peor. Primero viajamos casi medio día a un país que ni siquiera conocemos. Luego, la señora Freeman no deja a nuestra suerte con un par de chicas que seguramente no tienen idea de donde estamos. Y para serrar con broche de oro, hay un enorme muro de piedra que nos cierra el camino ¡estoy cansado de esto! -exclamó Zéphiruz mientras se acercaba a el obstáculo que les franqueaba el camino. Con un grito de furia, golpeó el muro y una mirada de mudo asombro pasó por su rostro

—¿qué pasa con este muro? Lo veo pero no lo siento -exclamó

Todos comenzaron a reír. Quizá por lo gracioso del momento, o tal vez por los nervios que ya eran una realidad

—no lo se, pero de seguro no tiene nada que ver con tu mal genio -respondió Circe

Caelan quiso probar, y se llevó la misma sorpresa que el hermano mayor.

—chicos, Zéphiruz tiene razón. Algo muy raro pasa con este muro -dijo el hobbit señalándolo con la mano

—mmmm. Déjame intentar -dijo Gladius.

Circe se le unió y ambos golpearon el muro. Lejos de parecer exagerado, era demasiado gracioso

—Raisa ¿por qué no lo intentas? Es muy divertido -exclamó Caelan con una ricita.

La niña pensó un momento. Era muy extraño que el muro fuera intocable, pero si al menos podía desatar su furia, lo intentaría. Solo que con algo que fuera más compacto que su mano.

La niña tomó una rama seca que yacía a unos pasos del muro. La sujetó con ambas manos y con todas sus fuerzas la azotó contra el muro. Un ruido sordo se escuchó en el aire y unos cuantos pajaritos que volaban alrededor se asustaron.

De repente, el muro vibró y las piedras se disolvieron por completo, dejando a la vista un hermoso y caudaloso río.

—¡Raisa! ¡que hiciste! -dijo sorprendida su hermana

—¡solo le di con la rama! -respondió la niña entre atónita y extrañamente feliz

—¡era una ilusión ¡por eso nadie podía tocarlo! Pero es muy extraño que solo Raisa haya podido romper el hechizo -exclamó Gladius

—si, es muy extraño. Pero si buscamos una teoría, podríamos decir que...que.. ¡Raisa tiene poderes! -exclamó Caelan con una sonrisa de triunfo

—esperen un segundo. No sabemos si es cierto, así que no se emocionen tanto -dijo Zéphiruz muy cerio.

Todos hablaron al mismo tiempo, discutiendo lo aguafiestas que era el mayor de los hobbits

—entonces...¿cómo vamos a cruzar? -preguntó Circe mirando algo embelesada el hermoso cuerpo de agua

—tal vez yo pueda ayudarlos con eso -dijo una grave vos.

de entre los lirios y plantas que crecían alrededor del río, salió un ogro robusto, alto y de cabello canoso.

—saludos, viajeros. Veo que lograron romper el hechizo que las Amberwin han puesto en este sagrado río. ¿de donde vienen? -preguntó

Circe creyó que si era necesario decirle, así que lo explicó brevemente.

—venimos de estados unidos, un país lejano

—muy bien, entonces ¿necesitan cruzar el río? Pues yo les ayudaré. Pueden tomar mi valsa, que está atada a ese árbol de allí -les respondió el amable ogro

—bueno...pues...gracias -dijo Raisa con timidez

—de nada, pequeña. Espero que logren llevar a estos medianos a su hogar -respondió con astucia el ogro

—espere...¿cómo lo sabe? -preguntó Caelan muy desconcertado.

—bueno, soy el guardián de este río. Tengo que saber quien pasará -respondió el ogro

Los cinco fueron hasta el árbol y Gladius desató la balsa. Juntos la llevaron hasta la orilla del río y el ogro les hiso un gesto para que lo esperaran.

Pasaron unos minutos, y el ogro regresó llevando consigo unos lirios muy azules y brillantes

—estos son lirios muy especiales, como ustedes. Les darán el rumbo cuando lo necesiten -dijo el ogro entregándoselos a Raisa

—gracias, señor...¿cómo dijo que se llama?

—soy esteban, guardián del río Jala Omuhle -respondió el ogro haciendo un saludo con la gran mano

Todos hicieron una reverencia y agradecieron de nuevo la balsa. En cuanto tocó el agua, el ogro le dio un pequeño empujón y todos gritaron por la fuerza que aplicó

—¡nos vemos pronto! -se despidió el ogro alegremente

Todos le dijeron adiós y Raisa acomodó las flores junto a ella.

El agua susurraba como una suave canción entre la valsa y el fondo rocoso de el río. Unos peces pequeños y de escamas moradas flotaban ágilmente alrededor de la valsa, como soldaditos vigilando un tesoro.

Raisa y Circe reían y charlaban con los hobbits sobre lo agradable que era estar en aquél paisaje tan vello.

—¿crees que estén cuidándonos -preguntó Raisa admirando a los lindos peces

—si, eso espero -respondió Gladius

—¿de qué podrían estar cuidándonos? -preguntó Zéphiruz

—¡que tal de eso! -gritó Circe que remaba con Caelan

Un enorme remolino se había formado frente a ellos y estaba comenzando a jalarlos hacia el fondo del río

—¿de dónde vino eso? -preguntó Caelan aterrado

—¡no lo se! ¡pero hay que huir! –exclamó Circe

Todos comenzaron a gritar, porque el remolino se hacía cada vez más fuerte. Raisa, en un intento desesperado, le arrebató el remo a Caelan y lo hundió en el agua para comenzar a remar.

Sin que la niña se lo esperara, el remo comenzó a ser cada vez más pesado, hasta que no pudo con él y lo soltó de golpe.

El remo salpicó una gran cantidad de agua, y se enterró tanto en el fondo del río, que el remolino se detuvo.

—no se lo que hayas hecho ¡pero funcionó! -exclamó Gladius

—no hice nada, pero el remo se volvió cada vez más pesado y yo solo...solo lo solté -respondió la niña atónita

—y una vez más, comprobamos mi teoría ¡Raisa tiene poderes! -dijo Caelan muy alegre

Todos hicieron exclamaciones de júbilo y aunque Caelan había perdido su remo, Circe le dio el suyo y así la joven pudo descansar un rato.

Los peces volvieron a apiñarse alrededor de la valsa, y las aguas poco a poco regresaron a ser tan tranquilas como en un principio

Pero lo que no sabían, era que a la otra orilla del río...

—¡Nix! ¡ayúdame a levantarme! -dijo Morlok con furia

El hechicero había provocado el remolino en el río, pero el peso y el poder que Raisa infringió en el remo sin darse cuenta lo habían detenido por completo, e incluso hicieron que callera al suelo.

—tranquilo, estoy aquí -dijo Nix con lentitud y desgana

—¡esa niñita tonta arruinó mi plan! -dijo el hechicero tomando la mano de Nix

—lo se, pero todavía tenemos muchas oportunidades. Si me dejas a mí...

—¡no! Yo lo haré -la interrumpió Morlok —además, estoy esperando la oportunidad perfecta para ti

—como tu quieras -respondió la mujer con un dejo de impaciencia en la voz.

Detesta que Morlok sea tan misterioso con sus planes, pero por lo menos la toma en cuenta en ellos. Cuando eran pequeños, siempre era la que mejor se llevaba con el echicero, porque los demás niños le temían.

—¿qué hacemos ahora? -preguntó Nix al tiempo que se sacudía la túnica

—ocultarnos, porque aquí vienen -respondió Morlok mientras la valsa de el ogro se acercaba a la orilla del Jala Omuhle.—era verdad -exclamó Circe maravillada

Nota. Si quieren que les haga un glosario sobre los nombres de los lugares que mencione en la historia, díganme en los comentarios

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