capítulo 5

Y a hora sí, veamos que pasó con Raisa y Circe.

—¡papá! -dijo Raisa lanzándose en los brazos de Bruno

—¡niñas! -dijo el padre con una sonrisa mientras abrazaba a ambas.

—¿qué hicieron hoy? -preguntó Bruno

Las dos hermanas se miraron.

—yo me quedé en mi cuarto terminando un dibujo -le respondió Circe

Era una suerte que a Circe le gustara dibujar desde pequeña, porque no habría podido inventar otra excusa.

—¿de qué es tu dibujo?

Tendría que enseñarle el dibujo a su padre, pero se preocuparía de eso después.

—¿y tú, Raisa?

—yo fui a ver a la señora Freeman y probé su pastel de carne ¡es delicioso! -dijo Raisa.

—eso no me lo habías contado -intervino Olivia.

los cuatro se miraron y rieron.

Pasaron un rato charlando y riendo. Las chicas estaban muy felices de que su padre estuviera en casa, sobre todo porque el trabajo lo absorbía demasiado.

Era lindo poder pasar tiempo de calidad en familia algunas veces por semana.

Mientras tanto, los tres hobbits continuaban charlando animadamente en la habitación.

—y entonces ¿quién era tu favorito? -le preguntó Gladius a Zéphiruz.

—pues...mi favorito siempre fue Frodo -respondió el hobbit —no voy a superar que llevó ese anillo tanto tiempo y se resistió tanto a la tentación de ponérselo.

—pero no olviden que Sam también lo llevó y no solo eso, si no que también salvó a Frodo de los orcos y lo llevó sobre su espalda cuando ya no pudo caminar. Por eso es mi héroe -dijo Caelan

—yo creo que todos tuvieron su parte en la misión, así que no tengo ningún favorito -opinó Gladius.

—tienes razón. Y como derrotaron a los hombres en la comarca ¡esa es una leyenda digna de contar! -alagó Caelan.

Los dos hicieron exclamaciones de afirmación

—no se ustedes, pero yo tengo hambre – dijo Zéphiruz al cabo de un rato.

—bueno, podemos esperar a que Raisa y Circe vengan, porque no creo que sea buena idea salir -aconsejó Gladius.

—seré rápido -dijoZéphiruz.

El hambre era algo que a los hobbits los caracterizaba. En el día, comen aproximadamente siete veces y Zéphiruz no era la excepción. Sus hermanos intentaron convencerlo pero el hambre pudo más que su buen juicio. Fue hasta la puerta, abrió y se asomó para comprobar que nadie lo veía y salió de la habitación.

Sus hermanos fueron tras el en silencio con caras de disgusto. No querían tener problemas con los humanos, y mucho menos que los padres de Raisa y Circe se enteraran de que habían tres hobbits viviendo sin permiso en su casa ¡y todo por culpa de su hermano mayor!

La familia de Raisa aún estaba en la mesa, del comedor charlando animadamente. Raisa se sentó frente a el espejo que había en la pared, y cuando Zéphiruz pasó por detrás, su figura se enmarcó en él.

La niña lo miró y soltó un gritito ahogado.

—¿todo bien? -le preguntó la madre

—si...es que...creo que necesito ir a la cocina

La niña se levantó de la silla y siguió a Zéphiruz tratando de que sus padres no se dieran cuenta.

Zéphiruz fue hasta la alacena y vio una bolsa de pan que estaba abierta. Justo cuando iba a cogerla, Raisa lo sorprendió por de tras y le tocó el hombro diciendo

—¡zéphiruz!

Del susto, el hobbit soltó la bolsa y calló al suelo, desperdigando las piesas de pan por este.

—¿todo bien Raisa? -dijo su madre desde la sala

—¡si! -respondió la niña con una expresión de nerviosismo.

Zéphiruz se agachó sin decirle nada, y recogió el pan. No sabía mucho a cerca de la comida humana, pero seguía teniendo hambre.

Terminó de recoger el pan y tomó uno para llevárselo a la boca. La niña, indignada, le arrebató la bolsa de pan y el que tenía en la mano

—¡que crees que haces! -protestó

—tengo hambre ¿sabes? Si tienes nociónde lavida que llevamos, debes saber que necesitamos comer siete veces al día -gruñó Zéphiruz

Raisa miró al hobbit frustrada y fue hasta el refrigerador. Sabía que el hobbit tenía razón, pero no tubo que haber ido hasta la cosina.

Del refrigerador, sacó un bote de helado y le dijo a Zéphiruz.

—esto es helado de chocolate. Te daré un poco pero no vuelvas a salir de mi cuarto ¡que pasa si te descubren!

—¡Raisa! Lo sentimos mucho, tratamos...de decirle...pero no nos escuchó -susurró Caelan entrando a la cocina apresuradamente

—¡santo dios! -dijo Circe entrando también —¿qué hacen aquí?

—te explicamos luego, pero ahora hay que irnos -dijo Caelan

Raisa miró a Zéphiruz y el hobbit le devolvió la mirada. Fría y vacía como siempre.

A la niña le parecía triste y cansado. No sabía por que la detestaba tanto, si ella lo único que había hecho era tratar de ayudarlo.

Tomó el helado y lo sirvió en un baso. Se lo daría después.

—podemos entrar por la ventana -sugirió Circe

—¡buena idea! -respondió su hermana.

Los cinco salieron al jardín trasero y se dirigieron a la ventana de el cuarto de las dos hermanas.

Félix los bio y comenzó a ladrar.

—Shhhhh ¡cállate Félix! -dijo Circe

pero el animal no hiso caso. Miró a los hobbits y les gruñó, alsando la cabeza en señal de desafío. Los tres hobbits huyeron despavoridos por el jardín y Félix fue tras ellos, aullando y gruñendo.

—¡hoygan! ¡esperen! ¡es solo un perro! -gritó Raisa

Pero nadie la escuchó.

—¡félix! ¡basta! -gritó Circe persiguiendo al perro.

Raisa les hiso ceñas a los hobbits para que la siguieran y los tres fueron corriendo hacia debajo de la ventana.

—¿cómo vamos a subir? -preguntó Gladius jadeando

—así -respondió Raisa trepando ágilmente por la ventana.

Cuando estuvo dentro, ayudó a los tres a entrar y dejó la ventana entreabierta para mirar a Circe.

La chica logró calmar al perro y decidió llevarlo a la habitación de Raisa para mostrárselos a los hobbits. Trepó la ventana con Félix en brazos y lo puso en la cama.

Y menos mal que había sido rápida, porque en ese momento los padres de las niñas salieron al jardín para ver que ocurría

—Raisa! ¡circe! ¡donde están! -dijo su madre.

—¡aquí? -gritó Raisa desde la ventana

Los tres hobbits se ocultaron debajo de la cama y Raisa les dijo a sus padres que Félix había visto una ardilla.

Ese día, había mentido demasiado y no le agradaba la idea. Pero mientras sus amigos estuvieran a salvo, valía un poco la pena.

Bruno y Olivia regresaron a la sala y las niñas ayudaron a los hobbits a salir de debajo de la cama.

—¡nooo! -gritó Gladius mientras Félix se le abalanzaba .

—tranquilo, solo es un perro. No te hará daño -le dijo Raisa

El hobbit miró al animal y se dio cuenta de que no era tan aterrador como

el cachorro movió la cola y le lamió el cuello a Gladius.

—creo que le agradas -dijo Circe.

—si, eso parece -dijo riendo el hobbit.

los dos hermanos también rieron. El perro giró en redondo y se abalanzó a las rodillas de Caelan.

—ola amigo. ¿quieres jugar? -le preguntó acariciándolo.

El cachorrito ladró feliz y le lamió la mano en señal de amistad

—su nombre es Félix -informó Raisa muy contenta.

El resto de la tarde, los cinco se la pasaron jugando con Félix. El parecía contento con todos, aunque de bez en cuando hacíale hacía una que otra travesura a Zéphiruz.

Para el cachorro, era muy divertido morderle una oreja a su nuevo amigo. Le agradaba mucho, aunque el hobbit no parecía contento con su presencia.

Y si se preguntan si Raisa le dio el helado a Zéphiruz, pues resulta que terminó compartiéndolo con todos y fue el mismo Zéphiruz quien se obsesionó con él ¿lo pueden creer?

¡holaaa!

e regresado. disculpen la larga espera, pero estos días la preparatoria no me ha dejado respirar.

espero poder actualisar en los próximos días, porque se vienen muchas cosas para esta mágica historia.

les mando un abraso.

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