Capítulo 5: Desconocido.


Aike.

—¡Fuera del escenario! —La chica de la botella se aproximó a mí, haciendo evidente su camiseta con el nombre de la banda. Sus dedos con largas uñas se dirigieron a mi rostro.

Retrocedí con temor, apretando el mástil de la guitarra con fuerza. Las personas eran difíciles de convencer. Les das a probar una cosa, la aman, y cuando les das algo igual de bueno lo llaman "terrible" por el cariño que le tenían a los primero. A pesar de no haberme escuchado cantar, ella ya había supuesto mi poco talento y me quería fuera de escena.

Mirt subió al escenario, atravesando su rostro antes de ella llegara a mí. No podíamos ver claramente por la iluminación, tampoco oír por las voces del público y los amplificadores. Él la sostuvo de las manos, tirándola a la parte baja donde la sostuvo Rapunzel, el que lucía más fuerte y mayor de todos ellos.

Las personas continuaron gritando. Aylin dejó su keytar para preguntarme si no tenía alguna herida en el rostro, esa era su prioridad. Arlene tiró las baquetas y se ocultó detrás del escenario, mientras Amber intentaba mantener en orden la multitud. Eran fuertes los abucheos, hasta que un rubio, evidentemente el novio de Amber, gritó como loco hasta que todos se callaron.

Esa noche fue un desastre.

Era mi culpa.

—Lo mejor será cerrar por hoy. Mañana sábado tal vez podamos reanudar la presentación. ¿Alguna objeción? —Preguntó el jefe, jugando con un lapicero entre sus grandes manos.

Yo permanecí en mi sitio, una esquina, esperando que los demás dijeran lo que querían para después retirarme. Si hubiera empezado a cantar un poco antes y hubiera ignorado las voces de los desconocidos, quizás habría podido llegar a ellos. Me he arrepentido de muchas cosas, pero ésta quedará en mi recuerdo: La noche que me callé en lugar de levantar la voz.

—No, Carl —interrumpió Aylin sentándose frente a él, cruzando sus piernas—. Debemos continuar. Apenas son las 12, todavía podemos con 5 horas de trabajo —se encogió de hombros, dándole un codazo a Mirt, quien intentaba dormir en la silla de a lado.

—Jeje.

—Sinceramente, necesito el dinero y me gustaría que continuáramos el trabajo de hoy. Rapunzel tampoco tiene pacientes mañana. —Opinó Luna, limpiando con aceite del cabello de Amber un chicle masticado.

El jefe miró a Arlene, detenida en la entrada de la puerta, haciéndome sentir pequeña.

—Por mí no hay problema en seguir trabajando. —Centró la mirada en mí—, pero que él vaya a casa. Solo estorbará si sigue de esta manera. En mi opinión, sería mejor si dejara la banda. ¿Qué clase de vocalista no es capaz de soportar al público?

Lo sé. ¡Lo sé, soy inútil!

El jefe levantó la mano para callarla. Yo no pude verlo ni agradecerle. Aylin me dio unas palmadas y me dijo que le agradeciera a las meseras y les informara que seguirán en funcionamiento. Mirt abrió el sitio nuevamente, y gracias a la hora y el show cancelado, los tiempos de bebida se prolongaron.

Me senté en un banco de la cocina, conversando de mis desgracias con Sade y Aleshka.

—Um, jovencito —comenzó Sade con una mueca mientras movía su dedo como limpiador de carros—. La vida es difícil, es normal sentirse decepcionados cuando no logramos lo que queríamos de niños. ¿Te parece que yo quería ser cocinera de pobre paga? ¡Ni soñando! Yo iba a casarme con un hombre rico porque no quería trabajar.

Respiré profundo, evitando sentirme abatida por mis deseos de pequeña.

—De niños nos pusieron una segunda piel hermosa y brillante, que cuando no pudimos llenarla, el corazón destrozado solo nos permitió arrastrarnos sobre ella. Y da pena, ¿lo sabes? Ver los altos sueños que teníamos y que no pudimos alcanzar. —Hablaba ella con sus manos en el jabón, fregando trastes—, mírame, jovencito. Nos arrastramos con las ilusiones en los tobillos, eso no es sano. Lo mejor sería tirar esa hermosa piel y sentir qué tal como somos será suficiente. Todos mudamos piel.

—¿Y cuándo se muda? —Cuestioné, haciendo una mueca con las uñas hundidas en mis piernas.

—Cuando quien la lleva lo desee.

No lo comprendo, Sade.

—Y cuando pueda sobrevivir con una nueva piel en su entorno. —Opinó Aleshka, dándole una nalgada a Sade con la espátula caliente para que la lavara.

—Ja, ¡para! —Sade reía divertida, mostrando sus dientes blancos que contrastaban de forma hermosa su piel oscura—. Niño, ¡saca la basura que tenemos ahí a la parte trasera antes de irte a casa! Duerme bien para mañana, Aike.

—Claro —traté de sonreírles, pero la media sonrisa en mi boca quería hacerme llorar.

¿Por qué estoy aquí?

—Quiero estar en casa —murmuré levantando las dos bolsas negras en mi espalda—. Quiero estar en mi cuarto, comiendo un bote de helado del refrigerador. Con los audífonos puestos, riéndome mientras finjo no escuchar a mis padres para que baje a cenar.

Los susurros salían de mi boca inconscientemente. El agotamiento me haría caer. Posé mis manos sobre el manojo de la puerta de servicio, abriéndola con esfuerzo hasta azotarla contra la pared.

—Quiero dormir.

La callejuela era oscura, solos las luces de los edificios cercanos la iluminaban. El suelo estaba sucio, olía a basura en descomposición, y la roca en las paredes lucía grasosa. Había un poco de niebla, pero el frío no estaba. Caminé un poco lejos de ella entrada con inseguridad, tirando las bolsas en el contenedor.

No quería pensar en el show. Niño extraño es golpeado con una botella de refresco en la cabeza y lo despiden. En verdad no quería ser despedida.

—¡¿Qué mierda?! ¡Al demonio contigo, enfermo!

Los gritos erizaron mi piel. Tres hombres arrastraron hasta el otro extremo de la callejuela a un chico, golpeando sin pudor. En la entrada de Faded Song era un area conocida por la cantidad de estudiantes, pero en su parte trasera era una zona hotelera.

Me escondí detrás del contenedor, observando lo que sucedía. Vislumbré a chicos universitarios que lucían ropas deportivas, personas que no se veían agresivas, pero en ese momento le estaban dando una gran paliza al tipo en el suelo.

Lo tomaron por el cuello después de una patada, golpeando su cabeza contra la pared. Sus lentes se cayeron y ellos los pisaron.

Esperen un momento... ¡Golpear a alguien con lentes definitivamente está mal!

Salí del contenedor, atemorizada y con las piernas temblándome.

Género confuso es asesinado.

—No. —Me di una bofetada, llamando la atención de los agresores.

Los chicos voltearon a verme confundidos. Uno de ellos aún tenía agarrado al otro chico de su cabello celeste.

—¡No está bien! —Caminé dando fuertes zancadas, sacudiendo la cabeza y las manos.

Me arrepentiré de esta mierda.

Dos de ellos comenzaron a alejarse hasta que corrieron fuera del lugar. El último continuó dándole golpes al otro chico, quien no dejaba ver su rostro por el cabello alborotado. Me parecía haberlo visto antes, en la barra, siendo atendido por Mirt.

Debo ayudarlo... debo... Un segundo.

Me detuve al ver cómo elevaba su rostro y sonreía con dulzura, rogando por más. Otro golpe fue a su rostro, dejándolo tumbado con una perturbadora mueca en el suelo seguido de unos gemidos extraños.

El otro chico huyó.

Corrí hasta él, sacudiéndolo aún medio muerto. Le pregunté si se encontraba bien, tardó en responder.

—Puedes pegarme más... —masculló.

Aparté mis manos en seguida, asqueada por su mirada pervertida. Es un degenerado o algo por el estilo, quizás.

Retrocedí, arrastrándome en el suelo para acercarme su cuerpo. Apestaba a alcohol y sus heridas sangraban. Era una visión desagradable por completo.

—Hey, tú. —Me tomó del tobillo, jalándome hasta recargar la parrilla en mis piernas.

Se me subió el muerto, NOOOOO.

Iba a devolverle la patada, pero si me veía como una máquina de golpes tal vez le hubiera dado más disfrute y sería parte de su dolor, así que me reservé a observarlo con disgusto.

—Por fa, ayúdame. No me dejarán pasar al campus... —su boca tenía una lucha con su sangre—, y no tengo dinero ni donde dormir. Vamos, por fa, ayúdame. Ayuda a un pobre. Ayúdame. ¿Sí? ¿Me vas a ayudar? ¡No me puedes dejar así, como un tonto pensando en ti! Quédate un poquito maaaaaAAAAS.

¿Por qué comenzó a cantar canciones del Sol Luis?

Continuó subiendo sus manos por mi cuello, hasta abrazarme y repartirme su olor en mi camiseta. Habló incoherencias en mi oído, evitando que pudiera moverme por el miedo. Mi trasero estaba clavado en el suelo, ensuciándose cada vez más.

—Por fa, amigo, yo ya estoy... —hizo una pausa, recargando su frente en mi hombro—. Ya estoy...

El sonido de su vomito y el olor me iba a hacer vomitar también.

Jódete en serio.

~•~•~•~

Lo arrastré de los brazos, luego de las piernas, y cuando me rendí lo aplasté contra una pared para subirlo a mi espalda sin que me importara que se ensuciara más con su vomito.

Llegué a los departamentos, azotándole en las escaleras mientras él continuaba cantando canciones de Luis Miguel que apenas se entendían.

—¡Fría como el viento! Con la de hace rato. Peligrosa como el mar. Me dio algo extraño. Dulce como un beso. Muy dulce. No te dejas amar, por eso... Me abofeteó —balbuceaba, haciendo que me quisiera arrancar los oídos.

Lo lanzaré, lo lanzaré, lo lanzaré.

—Un hombre busca a una mujer. Que no vuelva a llamar. Esa flor desconocida. ¿Qué flor? Que va como loca por la vidaaaa. Y de verdad están locas.

Cuando logré abrir la puerta lo dejé caer, consiguiendo que se golpeara los dientes contra la madera. Tenía tiempo sin escuchar a alguien tan asqueroso, en especial que hablara de esa forma de otro humano.

Encendí las luces, le di una toalla, y lo empujé a lo ducha. Arlene y Amber no estaban, así que aproveché a usar el otro baño y cuando terminé entré directo a la cocina para servirme un poco de agua caliente. Al cabo de 20 minutos él salió del baño, con la ropa que le había prestado y las heridas aún sangrando.

—Compa, esto me queda muy chiquito. Mi cosita debe respirar... —bostezó, tirándose en el colchón del suelo, tapándose hasta el cuello—. Gracias por el techo, buenas noches.

¿Qué rayos le pasa?

Chasqueé la lengua, secándome el cabello hasta reposar sobre el diván junto a la ventana. Mi habitación asignada era un nido limpio pero en deterioro. No quería pensar en su apariencia, así que trataba de centrar la vista en los edificios de alrededor.

—Amor, amor, amor. Amor, amor, amor. —Siguió cantando aún con la mejilla aplastada contra la almohada.

Tal vez se quedó dormido, pues el silencio reinó a mis espaldas. Las luces de la ciudad de iluminaban. Abrí la ventana, esperando no morir ahogada con el vaho dentro de la habitación.

Me gustaría que lloviera.

Recliné mi espalda hasta alcanzar la guitarra junto a la pared. Comencé a afinar las clavijas, escuchando con los ojos cerrados. Me daba vergüenza, mi inutilidad. No ganaba nada sintiéndome de esa manera, por eso me abrumaba más.

—Vi tu presentación, bro... —murmuró desde su sitio, espantándome.

Me recargué en el marco con la vista puesta sobre él, quien intentaba dormir pero aún así era osado para interrumpirme.

—Fue un desastre. No tienes personalidad, por eso no te dejaron cantar... —la saliva caía de sus labios—. Estar en el escenario es probarles a los demás que mereces estar ahí. Y si no puedes hacer eso, bájate y deja que alguien más lo tome.

El príncipe lucía seguro.

Often I am upset that I cannot fall in love, but I guess this avoids the stress of falling out of It. —Lo interrumpí, cantando con una sonrisa para evitar llorar por sus palabras. Me había cansado de llorar—. Are you tired of me yet? I'm little sick right now, but I swear when I'm ready, I will fly us out of here.

—¿Cuál es tu nombre? —tosió, levantando la voz y el torso del colchón, sin ponerse de pie—. Puedes llamarme Nath.

I'll cut my hair...

Ya lo he cortado.

To make you stare...

¿Por qué estoy aquí, eh?

—I'll hide my chest and I'll figure out a way to get us out of here... —Le cantaba al viento, pero no a alguien despierto.

—¿A quién le cantas, niño bonito? —Habló somnoliento, haciéndome reír por la forma en que me llamó.

Desconocido, eres el único aquí así que supongo que canto a ti.

—¿A ti mismo? —Quedó dormido tras eso, abarcando todo el sitio donde yo dormía.

~•~•~•~

Él tenía razón.

La mañana llegó, con él abrazándome las piernas alrededor de las 6:30, y una molesta Arlene entrando a la habitación mientras maldecía.

—Hijo de... ¡Nosotras trabajando y tú durmiendo cómodamente con un tipejo! —Sus gritos nos despertaron, haciendo que él brincara del miedo fuera del colchón—. Al demonio, ¡me vale un carajo tus preferencias, pero sí quieres hacer algo hazlo fuera de aquí!

Aún adormitada solo le hice unos ademanes para seguir durmiendo.

—Gracias por el techo para morir, compa. Te debo una grande. —El tipo Nath tomó su ropa del suelo y la metió dentro de una bolsa, saliendo a rastras del edificio con la penumbra de la mañana.

—Aike, novato idiota, es la primera y última vez qué haces algo como esto. Te voy a correr fuera de aquí... —Arlene se estaba preparando para un fuerte discurso, con su voz ancha y mirada helada—. Tú, abejorro, hablaré con el jefe para que estés fuera de...

Dejó caer sus rodillas en el colchón para darle un golpe en el estómago y tratar de hablarme de cerca. La tomé de las muñecas, apretándola hasta chocar su cabeza con la mía.

—Superior Arlene, yo soy quien decida cuando y cómo cantar. Si eso no le parece, entonces la única que causa problemas es usted. —Tal vez fue que aún estaba adormitada, pero las palabras que me estaba reservando volvieron a mí—, evitaré causarle más problemas. Pero créame cuando le digo que en serio quiero cantar en Faded Song.

Como dice la canción... I'm dancing with myself.

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Wuju, nuevo personaje que veremos más adelante. ¡Espero no tardar tanto con la siguiente actualización!

~MMIvens.

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