Capítulo 3: Faded Song.


Aike.

—Jovencito, ¿te gustaría trabajar para mí?

No hago cosas ilegales.

Lo miré de soslayo, deteniendo mis manos. Fingí que no me estaba hablando, pero tampoco podía continuar tocando. Tenía el mismo rostro que mi padre, solo era un poco más viejo y con más cabellos blancos en su barba, también un buen sentido de la moda. No lucía como un anciano pervertido, así que sus palabras no combinaban con su imagen.

Tosí un poco, manteniendo mi mirada en un chicle aplastado en el suelo.

—Soy una chica... —murmuré, arrepintiéndome de inmediato.

—Lo sé.

Creo que necesito ayuda...

Vi sus zapatos de charol dar vueltas alrededor mío, esperando a que levantara la cabeza o respondiera algo. Las palabras no me brotaban, mi garganta estaba seca.

—No quiero vender mis nalgas... —suspiré, dirigiéndole una mirada de hastío.

¡No le des ideas!

—¿Quién dijo qué...?

—Disculpe, yo ya me voy.

Me puse de pie, fingiendo mantener un estado mental limpio y bajo control, pero realmente tenía miedo de que comenzara a seguirme. Hacer los mandados para Stella me había despertado un sexto sentido, y era justamente el de no confiar en los desconocidos que puedes encontrar en la calle.

Devolví la guitarra a su estuche, montándola a mi hombro para seguir con mi camino, pero el sueño se atravesó nuevamente, posando sus manos en mi hombro.

—Necesito un vocalista —su semblante era relajado, pero su tono era más fuerte de lo usual—. Solo debes saber hacer dos cosas, joven: Saber cantar —señaló mi espalda, haciéndome sentir más incómoda—, y hacerte pasar por un hombre a toda costa.

—¡No, en serio, gracias! No estoy tan necesitada. —Lo evadí, volviendo en mis pies hasta chocar mi tobillo contra una banca.

—Recibirá la misma paga que la de un chico. La razón por la que le pido que no revele su género a nadie, es porque la mayoría de mis empleadas son del género femenino y no puedo aumentarle a todas su salario de la misma forma. —Explicó cruzado de brazos, haciendo un ruido continuo con la punta de su zapato.

Junté las cejas, tratando de pensar en lo que me ofrecía. Mi cabello aún húmedo dejaba resbalar gotas de agua que no podía diferenciar con mi sudor.

—Disculpe, viejo —inicié las primeras palabras sin tartamudear—. De verdad estoy muy cansada ahora, y no quiero ser parte de un trabajo ilegal o mentirle a las personas. Por favor, no me abrume más ahora.

—Señorita, le ofrezco una oportunidad diferente. Incluso puedo conseguirle un lugar donde dormir sin pagar renta.

—De verdad no, ¡no quiero dormir en su cama! —Mi grito alarmó al oficial, haciendo que el señor comenzara a retroceder asustado.

~•~•~•~

No sabía que las leyes fueran tan buenas espantando, pero el viejo al no traer su identificación en ese momento estaba siendo arrastrado hacia una patrulla mientras yo le sonreía victoriosa. El oficial decía que todo iba a estar bien y que me cuidara mejor de los pervertidos.

—¡Nos vemos, viejo! Gracias por la oferta. —Exclamé con la mano fingiendo un megáfono.

Me miró con desesperación, gritando que era un error y que se contactaran con su local, pero los oficiales solo movían la cabeza de un lado a otro diciendo que estaba loco y llevarse a chicas en contra de su voluntad era ilegal.

—¡Jovencita, tu timbre de voz es excepcional! Bus-búscame —agregó, mordiendo la mano del oficial antes de que le cerraran la puerta, sacudiendo sus manos como lunático—. Te aseguro que puedes tener un buen puesto en Faded Song.

Seguí sonriendo todo el tiempo hasta que le azotaron la puerta, con una mano en alto mientras sacudía los dedos para despedirlo.

—Vaya, viejos urgidos que andan por todas partes —suspiré, acariciando mi nuca, tratando de volver a tomar asiento después del escándalo.

Estuve alrededor de un minuto buscando la fuerzas que me faltaban. No tenía a donde ir ni dinero para quedarme en un lugar temporal.

Céntrate, céntrate.

Con las manos en la cabeza y un rechinar de dientes, hice pucheros y maldije lo más que pude, ahuyentando a quienes pasaban por el parque. Algunos venían con sus hijos y otros con sus parejas, lo que me hizo sentir más sola de lo normal.

Esa presión en el pecho que apaga tu respiración. Las palabras de tu familia, que siempre te apoyarían, pero cuanto cruzas la puerta eres un desconocido. Todo eso era como los fideos baratos que comía con Orión, en compañía sabían buenos, pero cuando estabas solo se enfriaban rápido y sabían a plástico. Se volvía desagradable.

Elevé la vista el cielo, pensando que no sería más tarde de las 4:30 por la posición del sol. Olía fresco, y nada cubría mi visión a excepción de algunos cables. Las aves huían a algún lugar cercano, haciéndome desear ir con ellas.

—Faded Song... —mi expresión fue ida, observando con detenimiento la forma de las nubes como óleo—. Lo he escuchado...

Me reincorporé de inmediato, dejando caer de mi bolso una de las puntas que me había dado cuando fui a recoger la guitarra. Me dejé caer para recogerla de inmediato, sin apartar los recuerdos de mi mente.

Cuando volvía de mi examen fallido de ingreso, vagué por unas calles en mi confusión, pero era claro que había visto el sitio cerca. Había escuchado muchas veces del lugar gracias a Orión, sobre un restaurante musical con un ambiente rockero y pop, para todas las edades, pues la venta de alcohol estaba prohibida después de las 22:00.

Ese lugar en serio existe.

Antes no creía en los presagios, pero ahora quizás las coincidencias sonaban bien para mis oídos. La vida daba vueltas como una rueda de la fortuna, subiendo y bajando sin que sea el deseo de quién la monta, pero siempre volviendo a la cima.

~•~•~•~

Mi primera impresión de Faded Song fue... extraña.

Faltaba más de una hora para que abrieran el sitio con un gran letrero fosforescente que decía "Faded Song". Inhalé y exhalé en paz, calmando mi corazón en la entrada con puertas de cristal y madera antes de tocar. Trataba de calmarme, pero en vez de eso el pánico me inundó y terminé respirando con fuerza que casi me ahogo por estúpida.

—¿Cómo... —susurré con la mano en la garganta, recargándome en la entrada—...se respira?

Traté de mantenerme de pie, asustada ante la idea de un reportero: Niña/niño muere de nervios ahogada en su propio aire por pendeja.

Impulsé mi mano a través de las puertas. Agradecí que estuviera abierto, pero eso significaba que los empleados estarían ahí.

La luz del atardecer cubría como un manto las mesas y dejaba ver polvo de la limpieza. Entré en vigía, sin considerar mucho que aquello fuera allanamiento. Mi respiración se estaba atascando del fuerte olor a alimentos que estaban siendo preparados, haciendo que mi paladar se agrandara.

Colgaban del techo discos decorados, plateados y otros con colores grises, haciendo mención a diferentes artistas como: Gorillaz, TØP, Des Rocs, Doris Day, Kitty Kallen, y Redbone. Eran muy variados, como si diferentes personas los hubieran colgado para mostrar sus intereses. No había mucha iluminación, estaba oscureciendo y todo parecía estar semimuerto. El lugar se dividía en dos espacios desnivelados, y en el centro el área de bebidas con colores brillantes.

Al fondo del segundo nivel, haciendo más notorio la magnitud del lugar y las puertas que daban a la parte trasera, se encontraba un escenario con cortinas negras y variedad de instrumentos, algunos viejos llenos de polvo y otros que lucían recientemente usados.

Caminé alrededor de los bancos opuestos negros y rojos, viendo que en algunos faltaban los menús. El piso era de caoba y la luces colgaban igual que los discos. Alenté el paso, apretando el mango del estuche de la guitarra.

Un sonido extraño, como una risa similar al sonido de las ardillas, provenía de algún lugar cercano. Erizó mi piel, haciéndome saber que no estaba sola.

—¿Hola? Vengo por lo... del empleo... —bajé la voz, mirando a mis alrededores.

¿No hay nadie?

Retrocedí un poco, chocando contra la pata de una mesa. Brinqué en un pie, tratando de tallar el otro mientras que me quitaba la guitarra de encima. Apenas pude ponerla en una mesa, trastabillé contra un balde de agua y resbalé con él, adorando mi cabeza contra el suelo.

Persona unisex muere por idiota al resbalarse con agua sucia en un restaurante.

Cerré los ojos con fuerza, sintiendo la cabeza latirme por el golpe.

—Estoy que me lleva la mierda... —susurré, abriendo lentamente los ojos al sentir una respiración extra en mi nariz.

Me veía con ojos muertos y párpados caídos, llevando una sonrisa perturbadora y escalofriante. Su cabello era castaño y le urgía un corte, pues cubría gran parte de su frente y cejas. Su iris era gris, un gris helado, y tenía un pequeño lunar en la comisura de sus labios. Era el dueño de la risilla extraña y lo que había confundido con un bulto; un fantasma perverso.

—Jeje, hola. —Fueron sus primeras palabras.

¿Qué carajo?...

Levanté la cabeza de prisa, golpeándome nuevamente contra la mesa, haciendo que volviera a caer a su lado. Usaba una camisa verde oscuro y unos pantalones de vestir negros, lo que claramente era su uniforme. Lo vi paralizada, mientras él manoseaba mi rostro como un lunático.

—No hablas, jeje. Soy Mirt. —Fue lo siguiente que dijo.

Género confuso muere después de hacerse pipí en sus pantalones.

Lancé el primer golpe, girando su cuerpo y haciéndolo rodar como tronco entre el agua que había tirado, hasta chocar contra otra mesa. Me senté en el suelo, estando pegajosa por la suciedad. Mi camiseta estaba húmeda y un tanto transparente.

—Auch, jeje... —masculló, girando en mi dirección.

Le miré asustada, con la palma de las manos lastimadas en la madera. Mi expresión podría ser de alguien al borde del colapso, con la boca entreabierta y el cabello húmedo cubriéndome los ojos. Él daba la impresión de haberse fumado una gran piedra.

Agachó la mirada, borrando su sonrisa perturbadora. De inmediato cubrí mi pecho, recordando las palabras del viejo.

—Eres... ¿Una chica? —Murmuró mas que sorprendido, mostrando uno de sus dientes chuecos.

Traté de explicarle la situación, rogué porque evitara mencionarle a alguien sobre mi género. Asintió mientras reía todo el tiempo, afirmando también que el viejo que me había intentado contratar era su jefe. Explicó los horarios mientras me daba ropa suya en su camerino para poder cambiarme. Me sentía mal de haber obtenido tan mala impresión de él, porque fue la persona más confiable que pude encontrar.

Dijo que era un universitario de la carrera de filosofía y letras en la universidad SS y mesero en Faded Song. Me dijo los horarios, la apertura era a las 18:00 y cerraban a las 5:00 am, por lo que a veces era un trabajo complicado y los demás empleados ya no estudiaban.

Aunque algunas veces no entendía de que hablaba.

—Aquí se encuentra la cocina, jeje —señaló el lugar, había una mujer delgada de piel oscura que parecía tener la edad de mi madre, y otra mujer rubia y de medidas anchas de mayor edad—. Es grande como los centros de juzgadores, pero no tanto como el del cegador, jeje. Es fácil llegar si no damos tantas vueltas por la cueva, jeje, y así evitarás perderte. Que bueno que lo remodelaron, ¿jeje, no? Espero no te pierdas como la serpiente.

La mujer de origen afroamericano puso una mano en su pecho, tratando de callarlo. Estiró su muñeca para saludarme.

—Ignóralo, jovencito. Mirt está un poco loco —hizo un gesto gracioso con la mano en el aire, moviendo sus caderas—. Mi nombre es Sade, cualquier cosa que necesites en la cocina siempre estamos. Y la rubia penosa de por ahí —señaló a su compañera—, es Aleshka.

—¿A quién llamas penosa, eh? —Su acento era diferente, fuerte. Le dio una nalgada con la espátula a Sade, haciéndola gritar.

—¡Oh, blanca Petrov, me las pagarás!

Iniciaron una pelea mientras cocinaban, ignorando mi presencia por completo. Mirt les dijo que era Aike y qué tal vez me verían seguido ahí si el jefe llegaba más al rato. "Son raras a veces, jeje", fue lo que dijo.

El jefe llegó media hora antes de la apertura, acompañado de una chica de cabello ondulado y hermosas facciones que cautivaban más que cualquier mujer que había visto antes. Sus rasgos eran diferentes, pero había algo en su sonrisa y en sus expresiones que decía con grandes letras: "Sé que soy hermosa, pero sí me lo dices me sacarás una sonrisa".

Al inicio se asustó el viejo, creyendo que venía para ponerle una demanda, hasta que aclaré que necesitaba el empleo. Después de una charla en la que él me dejaría comenzar a trabajar a partir de mañana, llegó otra chica a paso rápido con el cabello hecho un desastre entre el azul y el morado.

—Perdón, sé que llegué tarde de nuevo, no me lo repitas. Amber vive conmigo y ni siquiera ha llegado. —Hizo ademanes hacia la chica guapa que me miraba de lejos, haciendo que parara su regaño—. ¿Qué pasa por allá?

Su pregunta fue acompañada de su dedo índice señalándome con disgusto, intenté no distraerme de las instrucciones del jefe.

—Es el nuevo vocalista, Arlene, se llama Aike y tiene una linda apariencia. —Explicó ella, dándole un golpe en el hombro a Mirt—, sí fuera mayor estoy segura de que sería lindo salir con él.

Me coloré, mirando de inmediato que solo hacía eso bromeando mientras me hacía gestos extraños. ¿Qué sucede con ella? Tenía algo extraño, pero me daba risa, como si su intención fuera de verdad sacar una sonrisa.

—¿Nuevo? —Arlene arrugó la frente, caminando hasta la mesa donde me encontraba. La otra chica la detuvo, tomándola del brazo—. ¿Estás bien con eso, Aylin?

Aylin asintió, sonriendo de manera segura. Era claramente mayor y más madura, tal vez estaba entre los 23 o 24 años.

—Jeje, la princesa está bien, Arlene. No pasa nada. —Aclaró Mirt, haciendo unas señas raras.

¿Princesa?

Ignoré muchas cosas que decía el viejo, como su nombre por ejemplo. Entonces solté una pregunta, siendo engañada por mi subconsciente.

—¿Qué pasó con su vocalista?

Todo a mi alrededor pareció silenciarse. El viejo volteó a ver a los demás, quienes de inmediato hicieron una mueca. Aylin sonrió, diciendo que necesitaba ir a ponerse su uniforme y Arlene también. Ni siquiera se habían presentado conmigo, pero ya las había ahuyentado.

—El príncipe de Faded Song decidió desvanecerse, jeje. —Explicó Mirt, dándole unas palmadas en el hombro.

Me sentí envuelta en un misterio, y sabía que no debí meterme más en él.

¿Se desvaneció?

—Ya veo...

—¡Te digo que comas pito y dejes de hacer rabietas por mi novio, Near! —Gritaba una chica con apariencia de muñeca y palabrotas, cargando una bolsa mientras veía sus uñas con suma atención—. Chao, besitos. Y no te tomes nada en serio, no comas cualquier pito.

—¡Yo no co...! —Colgó la llamada en altavoz antes de que la otra persona respondiera.

El jefe la miró con enojo, haciendo que ella se disculpara por llegar tarde. A prisas entró al camerino, sin siquiera percatarse de mí. Mirt pidió permiso de igual manera y se retiró.

Me sentía en medio de una comedia extraña, pero no pertenecía a ella. El sentimiento de vivir algo asombroso pero sentirte fuera de lugar me secaba la lengua. Presión, el olor de los alimentos, los sonidos de los equipos siendo conectados y Mirt volteando el cartel a "abierto", me causó vértigo.

—Comienzas mañana, Aike. Puedes dormir hoy en una habitación extra de los departamentos del frente, junto a Arlene y la chica irresponsable de hace un momento.

Asentí, mareada.

—Y por favor —bajó la voz, mostrando más arrugas—, sí descubren que eres mujer solo me quedará despedirte.

Una princesa, un cara de drogado, alguien que aparentemente me odia, quien siempre llega tarde, y yo... el género dudoso.

Mierda, mierda... mierda.

•••••••••••••••

¡Hola a todos! A partir de este momento la historia comenzará a acelerar su paso, pues ya es algo necesario. <3

Ahora, quiero traer las primeras dos imágenes mentales que tengo sobre los personajes principales.

Aike Ibars: (Sí, a lo Elle Fanning)


Arlene:

Y el extraño Mirt:

¡Eso es todo por hoy! Espero poder seguir leyéndonos constantemente. <3

~MMIvens.

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