Capítulo 18: Que tóxico es aparecer cuando te estaba superando.


Aike.

Tomé una fuerte bocanada de aire. Mis intentos de darme fuerza de voluntad para dejarlo ir se estaban viniendo abajo. Ya era hora de que dejara mi obsesión y superara el hecho de Orión solo pretendía que le gustaba.

Habían demasiadas dudas en mi cabeza. "¿Cómo saber si realmente pretendía o solo no me entendió? ¿Se dio cuenta de lo que yo sentía? ¿Estoy exagerando? Soy patética", eran los pensamientos que me detenían y me frustraban. El pequeño dolor, como una aguja en la sábana que por la estupidez de ser aún niños no ves y saltas sin preocuparte hasta que se te entierra, ese pequeñito dolor de saber que no le gustaba a alguien independiente de quien fuera.

Recargué mi frente en mi casillero sin apartar los ojos de mi nuevo celular. Había abierto mis redes sociales y habían demasiadas publicaciones de Orión en su perfil, pero ningún mensaje preguntándome dónde estaba o porqué había desaparecido.

—Podrían haberme secuestrando y ni siquiera estás cuando mas te necesito... —Me reí de mis propias palabras, pues las consideraba estúpidas.

—¿Dijiste algo, niño Roble? —Preguntó Luna, asomándose por la entrada.

—Hablaba solo. —Le hice un ademán de negación.

Orión era esa persona a la que odiaba con recelo pero cuando cruzaba palabras con él volvía a quererlo.

Devolví la vista a su perfil, aunque me costó y lo sentí un tanto exagerado, presioné el botón para eliminar su contacto y toda relación con él.

Género dudoso supera a su ligue, aunque sea ridículo terminar algo que nunca había comenzado.

~•~•~•~

—Niño bonito, hoy es viernes de presentación, ¿no? Es temprano así que todo está tranquilo. —Nath trató de sacarme plática desde su banco, esperando que le hiciera caso en vez de limpiar la barra junto a Mirt.

—Cliente, ¿usted no tiene proyectos o algo que hacer en la universidad? —Cuestioné con acidez, echando uno de mis mechones detrás de la oreja.

—No realmente, este trimestre está tranquilo para mí. Prefiero ver como te acomodas el cabello de esa forma tan delicada —me regresó la burla, tomando un poco de su bebida alcohólica diluida con refresco—. Te ves más bonito así.

Maldito seas, ¿por qué dices cosas así?

Le di la espalda para salir del área y que no viera mi rostro. Por nada en el mundo le mostraría que yo sentía algo por él, pues antes ya lo había hecho muchas veces y terminaba herida por eso. Ahora prefería gustar de alguien en silencio.

—Sabes, estuve pensando que canción podría identificar tu situación sentimental actual y si la escuchas tal vez puedas aceptarlo y buscar un nuevo novio. —No se calló aunque yo me alejaba cada vez más.

Se puso de pie, siguiéndome por toda la parte alta del restaurante mientras yo entregaba comida. Insistía en platicar conmigo así que le pidió a Aylin, quien estaba coordinando, que lo dejara ayudarme a cargar también y yo me involucrara solo con los clientes.

—Esa mesa no te dejó propina... —Murmuró a mi oído, elevando sus cejas que encajaban con el marco de sus lentes.

—Ya lo sé. —Suspiré, alejando su rostro.

Tenía que soportar clientes malhumorados y que ni propina dejaban. Ser mesera construyó un odio profundo en mí pero sembró un poco de empatía con los servidores.

Estos días había enviado más solicitudes de trabajo a diferentes sitios, incluso a una tienda de flores pero la vida era injusta y me seguían rechazando. Probablemente mi cuerpo era más sal que agua.

Me sorprendía que Nath trabajara a mi lado por tanto tiempo sin recibir una paga o quejarse. Una razón más a la lista del por qué me asustaba el cliente.

—¡Venga, oye la canción! —Aclaró su garganta.

Me detuve entre suspiros tras finalizar con la limpieza de una mesa. Le hice un ademán agotada para que comenzara a cantar lo que sea que quería.

Me sonrió con picardía, dejando caer una mano sobre mi hombro y otra en mi pecho.

—¡Comenzaré a...!

Lancé un golpe contra su brazo. Yo estaba muy consciente de mis limones, pero al ver su confusión él claramente no lo estaba. Contuve la respiración para no comenzar a chillar ante su toqueteo.

—Pe-Perdón... —Tartamudeó, llevando su mano al pecho—, ¿te molesta mucho el contacto? Lo siento, Aike...

Nath se auto-nombraba masoquista, pero estoy segura de que no disfrutaba molestar a otros aunque aparentara que sí. Y eso también me preocupaba y me hacía sentir peor con mi drama.

—¿Qué canción dijiste que me ayudaría a superarlo? —Inquirí con una sonrisa, dándole la espalda para tomar la orden de la mesa 6.

Me siguió emocionado por el camino, hablando sin parar. Rogué porque el jefe no llegara temprano a la presentación porque si nos veía platicando ahora quizás nos mataría. Aylin era muy despreocupada en ese aspecto.

—La voy a cantar mejor... —Golpeó su pecho y tosió un poco.

—Bienvenido. ¿Ya conoce la carta o es la primera vez que nos visita? —Atendí al chico de la mesa, tratando de no ser avergonzada por Nath y sus gritos que empezarían en cualquier momento.

—Claro... —el cliente observó la carta un segundo—. Voy a ordenar una hamburguesa con dedos de queso dentro y unos aros de cebolla. Y cualquier refresco está...

Nath comenzó a hacer pequeños ruidos para fingir el instrumental.

Mientras el cliente Enka hacía su presentación súper extraña Orión y yo cruzábamos miradas sorpresivas. Llevaba el mismo peinado de siempre, su distintivo cabello negro azabache y sus lentes de marco cuadrado. Su piel blanca y su sonrisa coqueta e incómoda siempre estaba allí, incluso después de haberme reconocido en mi apariencia.

—¿Aike? —Se rió, doblemente incómodo y con las manos alborotadas por la mesa, creando un sonido más peculiar con sus pulseras de piel.

—Tú, el mismo siempre tú. Amistad, ternura, que sé yo. Tú, mi sombra has sido tú. La historia de un amor que no fue nada. —La voz cargada de sentimiento de Nath ambientó ese momento creando unas ganas incontenibles en mi interior de llorar.

¡Por favor no llores ahora!

Orión movía la boca, quizás preguntándome que hacía allí o porqué había desaparecido.

—Tú, mi eternamente tú. Un hotel, tu cuerpo y un adiós. Tú, mi oculto amigo tú. Un golpe de pasión, amor de madrugada. —Nath nunca se detuvo pues su voz no le permitía oírnos—, no existe un lazo entre tú y yo. ¡Nada de amores, nada de nada!

O quizás eso tampoco le importaba a Orión y sólo estaba terminando de pedir su orden. No un "quizás", eso estaba haciendo.

—Ya tenía tiempo sin venir aquí, me gusta mucho esta hamburguesa —chasqueó los dedos en mi dirección, elevando las cejas—. Y bueno, Aike. ¿Qué haces aquí, jaja? Vi que cambiaste de número pero no respondiste mis mensajes cuando pregunté si podía visitarte. Supuse que estabas ocu...

—El mismo de ayer... Incondicional... El que no esperaba nada...

Salté sobre Orión para cubrir su boca. Dejó de importarme el poco interés que tenía sobre mí o que arrugara de nuevo mi camisa del trabajo pero me preocupaba que abriera la boca y acabara con el teatro que venía montando.

—Cliente, ¿puedes bajar un poco tu volumen? —Giré en dirección a Nath, quien se encontraba impactado por mi pose.

—¿Ya encontraste a quien montarte? —Murmuró plenamente sorprendido—. Vale, les doy espacio.

Nath retrocedió sin mucho que decir pero era claro en sus ojos que bailaban sobre nosotros que quería escuchar o saber cual era mi relación con el otro cuatro ojos. Le destapé la boca a Orión, él me hizo señas de que lo estaba aplastando.

—Cliente, ¿puedes decirle a Aylin que salí un momento y que enseguida voy a arreglarme para la presentación? Me harías un gran favor. —Alcé un poco la voz para que me escuchara en medio del sonido del bajo que tocaba Amber para entretener.

—A tus órdenes, bonito. —Me dio unas palmadas, caminado en dirección a las luces rosas que provenían del escenario.

No escuché a Orión quejándose de no querer caminar y lo llevé a rastras conmigo a la entrada del restaurante. Por la avenida habían muchas chicas en sus marchas y vehículos dejando la universidad tras las clases vespertinas.

—Te cortaste el cabello, eh... —Trató de acariciar uno de los mechones que más me causaba problemas.

—Orión, disculpa que te pida esto —apreté los párpados, apartando su mano con una palmada de mi cabeza—. ¿Pero puedes tratarme como un chico?

Toda mi existencia había pedido que se me tratara como una mujer a pesar de mi apariencia andrógina. Cuando conocí a Orión él se acercó para preguntarme si era un hombre o una chica, lo que me hizo sentir peor.

Ahora, aunque el dolor en mi pecho se incrementara ante tantas situaciones repentinas que estaba viviendo, le pedí que me viera como un hombre pues podían despedirme.

—Soy un estúpido, lo sé. Pero no me queda de otra. —Murmuré cabizbaja al ver unos clientes entrar.

—No eres estúpido. Mírame —elevó mi barbilla con sus dedos y uñas carcomidas que producía su ansiedad—. Puede que no actúes como te gustaría pero si nos comparamos eres doblemente más inteligente que yo.

Traté de volver a agachar mi cabeza para apartarlo. Me gustaba recibir esa atención de él pero me odiaba por necesitar las miradas de los demás.

—También... —devolví la vista a la calle que se cubría de niebla—, puede que haya dicho que soy gay así que cualquier cosa que escuches solo sígueme la corriente.

Esa relación tenía con Orión, no era nada romántico ni nos tratábamos de amigos. Nos habíamos besado y habíamos salido como si fuéramos pareja. Nos reuníamos en mi casa como novios pero nunca dijimos nada y él salía con otras chicas. Podía tratar con él de forma normal pero yo me sentía destruída al imaginar que no era nadie relevante en su vida.

No éramos nada y nunca supe porqué.

Volvimos al interior pero Orión no preguntó nada respecto a mi familia, él como me sentía ni me ofreció ayuda para conseguir empleo o algo. Se mantenía alejado de lo que yo era y me miraba de forma juguetona solo para provocarme.

—No soy fan del cabello corto, pero entiendo que no lo puedas dejar crecer. —Comentó, tomando asiento y devolviéndome la carta.

—Lo dejaré largo en un futuro... tal vez... —Dije eso solo para complacerlo.

¡Cállate ya!

—El niño bonito con cabello largo... —Nath apareció junto a mí, cubriendo su boca con una mano y mostrando una felicidad espontánea—. Aike, te verás precioso...

—Queeee. —Negué de inmediato, avergonzada por el cliente masoquista que tenía un rato estrujando mi corazón.

—Pero incluso con el cabello corto estás precioso así que da igual tu cabello. Te lo confirma un feo como yo. —Concluyó él solo, cruzándose de brazos y señalando a Orión con los ojos—, ¿y? ¿Nos presentas?

Orión desvió sus ojos oscuros de los claros de Nath. Solía mostrarse introvertido cada vez que le presentaba a alguien nuevo así que no teníamos amigos en común por mi parte, yo conocía algunos amigos de él pero nunca pude presentarle a nadie. Ni siquiera a mis primos que eran lo equivalente a amigos.

—Él es un cliente de Faded Song, su nombre es Nathaniel —señalé a Nath, a quien Orión solo chocó los puños—. Y él es Orión.

Solo Orión.

—¿Cliente? ¡Se supone que somos amigos! —Nath bufó, pensativo—, Wait, un momento... ¿Orión?

Los momentos en que le tiré basura junto a Nath estallaron en mi cabeza. Sacudí mi cabello para observar mejor la expresión del furioso Nath conteniendo una tormenta para no soltar en voz alta todo lo que pensaba sobre la relación que llevaba con el tipo de tez blanca y anteojos que amaba tocar la guitarra.

—¿Orión? —Nath elevó más su tono de voz, espantando al chico de mi tamaño—. ¿EL ORIÓN?

Respingó su cuerpo con un escalofrío y se acercó más a Orión. Sostuve a Nath del cuello de su playera y lo alejé pidiéndole que me siguiera sin decir palabra. Trató de soltarse de mi agarre pero supongo que al ver mi expresión frustrada y llena de ansiedad decidió callarse.

Llevé la orden a la cocina e hice esperar a Nath por mi explicación. Se encontraba detrás del escenario con los brazos cruzados y una mirada incrédula por la hipocresía con la que trataba a Orión.

—Mira, no soy un hipócrita. Solo no me siento con el derecho de imponerle mis sentimientos y hacer que cargue con ellos. —Quise explayarme pero su mirada me corregía.

—¡Entonces mándalo a la mierda! Solo corta relación con él siendo sincero y búscate a alguien nuevo. Estás mejor sin él, hombre. —Habló de forma trémula, preocupado por mí.

Agaché la cabeza, jugando con mis dedos. Los mechones desordenados de mi cabello cubrían mi frente. Nath se inclinó para retirar mi cabello y observarme mejor en la oscuridad que formaba el contraste de las luces neón. Apreté los labios y lo miré insegura.

—No quieres dejarlo ir, ¿cierto? —Chasqueó la lengua al ver mi mirada negativa—. ¿Por qué estas tan obsesionado?

La palabra obsesión me marcaba de forma dolorosa.

—Ah, no... Espera, no llores Aike. Los hombres no lloran. —Su frente dejó de marcarse y con su suéter trató de limpiar mi rostro y aplastar mis cachetes—. Perdón, no quería lastimarte.

¿Por qué sigues diciendo que un hombre no llora? Solo somos personas...

—Lo sé, soy un obsesivo —sollocé, tratando de contener las lágrimas con mis manos. Su expresión lucía más confundida por mi llanto—. Pero es lo único que puedo hacer. No podré lidiar con el trabajo ni con mi vida sino me sostengo de algo... ¡Aunque me arrime a un idiota, es parte de lo que me quedó y no tengo nada más! Estoy obsesionado con el pasado y ese es el problema. ¿Cuánto tiempo tengo trabajando aquí? ¿Dos días? ¿Una semana?

—Meses... —Soltó, sorprendido al ver que mi percepción del tiempo se encontraba arruinada—. Llevas muchos meses aquí...

—Aike, ¿ya estás listo? Debes cambiarte. —Amber pasó a un lado nuestro sin chismosear, volviendo al camerino para no interrumpirnos.

—Oye, espera, hablemos un poco... —Nath trató de detenerme pero no lo escuché.

Me dirigí al camerino de hombres donde solo hice una rabieta mientras esperaba a que Luna y Rapunzel terminaran de vestirse pues acababan de llegar como en cualquier otro fin de semana. Salieron antes y entonces entró Mirt para asegurarse de que fuera la única dentro y pudiera cambiarme en paz.

—Si necesitas, jeje, ayuda en algo...

—¿Puedes callarte y dejarme solo? —Bramé, azotando mi casillero.

—Jeje, disculpa... —Cerró la puerta.

El camerino estaba vacío, oscuro y conmigo llorando contra la pared.

Amaba el sentimiento de poseer. Aferrarme al pasado aunque el pasado mismo no significara nada. Porque el pasado no podía cambiarse y siempre era, los momentos tristes pero felices en los que lograbas superarlo. El futuro era incierto y eso me hacía odiarlo.

Deseaba quedar acaparada en el mismo año por siempre, porque el que seguía me hacía dudar de lo fuerte que era.

Oh, time is slowly training his face. But strangely, he feels at home in this place. —Mi tono de llamada dentro del casillero comenzó a sonar, asustándome por el repentino ruido.

Abrí nuevamente mi mochila dentro del casillero y saqué el celular. Era un número no registrado así que contesté nerviosa y con voz temblando a causa de mis lloriqueos.

—¿Sí?...

—Buenas tardes, hablamos de American Express para ofrecerle una tarje... —Corté la llamada.

¿Por qué nunca entienden que no quiero tarjetas? AAAAAA.

Me miré en el espejo dentro del casillero, recordando mi canción favorita que había configurado como tono de llamada. Me veía terrible, encima parecía un chico, y por un momento consideré el hecho de tener cara linda como Nath me lo había dicho.

Terminé de vestirme, azoté mis mejillas y me repetí que era fuerte. Que estaba bien llorar y que todo esto pasaría. Me sorprendía como un momento tan bajo de mi vida podía cambiar con una llamada estúpida de gente que solo quería trabajar pero no se imaginaban el alivio que me dio un poco de distracción como esa.

Era por esas pequeñas razones, una canción, una llamada, una palabra, que la vida me parecía tan dulce y ridícula.

—¡Ah, Aike! Hablemos, por favor... —Nath me esperaba afuera del camerino con una rebanada del pay de fresa que Aleshka preparaba—. Solo me gustaría que hiciéramos las pases y ser amigos. Me siento estúpido cuando abro la boca contigo.

—Ese pay luce bueno. —Le sonreí, siguiendo de largo.

—¡Aike, apresúrate antes de que Arlene se enoje! Ya está sentada en la batería. —Amber pegó un grito al verme dejar bambalinas y a Nath siguiéndome desesperado.

Crucé en medio de las personas que comenzaban a pararse para ver la presentación. Algunas chicas querían fotos pero me disculpé con ellas y les pregunté si habían visto a un tipo de anteojos. Solo Mirt me dio la respuesta con unas señas.

—Gracias. —Le di unas palmadas a Mirt, siguiendo mi búsqueda con sus indicaciones.

Orión no me había visto caminar hacia él. Estaba sentado en una mesa alejada del escenario, tomando un poco de refresco y acabándose sus papas fritas. Tenía en una servilleta a su lado escritos unos acordes y un par de garabatos que mostraban la impaciencia en su mente.

Escuché clamar a Nath detrás de mí, preguntándome a dónde iba o porque me estaba marchando. El show estaba por empezar y era la única que faltaba arriba del escenario.

—Aike —Orión me miró confundido, jugando con el marco de sus lentes—, pensé que ya no iba a verte hoy y en verdad quería hablar contigo. Pero está bien. Luego hablamos.

Siempre dices eso y nunca hablamos.

Nunca hay nada de que hablar y no estoy segura de querer hacerlo.

Le quité los anteojos, observando sus cejas pobladas y sus pupilas contraerse con la luz azul pegando en sus ojos. Nath trató de llegar a mi hombro pero se quedó inmóvil al percatarse de que yo estaba besando a Orión.

Fue un trago amargo. Igual me percaté de que no besaba bien y quien llevaba las riendas era yo.

Y soy la única que debe soltarlas.

—Siempre quise ser el primero en hacer eso... —Admití, limpiando mis labios con mi pulgar.

Cubrió su rostro enseguida, confundido por mi beso repentino. Me sentí orgullosa y empoderada al saber que le había metido la lengua. El género dudoso se sentía cada vez más sexy.

—Ahora si lo voy a golpear... —Detuve a Nath con ambos brazos para alejarlo de Orión.

—No seas tan obsesivo, cliente. —Me reí, alejándome a paso rápido para llegar al escenario.

—¡Lo besaste! ¡Frente a mí! ¿Y yo soy el obsesivo? ¡Escúchame bien, niño boni...! —Lo callé de igual manera con un beso en la mejilla, dándole otro empujón para que no me siguiera y me dejara subir al escenario.

Aylin se encaminó a la orilla y me ayudó a escalar hasta llegar al micrófono. Cantaríamos otro arreglo de la diosa y yo realmente me sentía emocionada. Sentía que podía lograr lo que fuera en ese momento, aunque sólo fuera una idea pasajera.

I'm going under and this time I fear there's no one to save me. This all or nothing really got a way of driving me crazy. I need somebody to heal, somebody to know. Somebody to have, somebody to hold.

El teclado que tocaba Aylin pasó a ser su guitarra y el bajo haciendo una introducción. La batería detrás de nosotras se preparaba con poder para tocar frente a los clientes bañados por las luces.

It's easy to say, but it's never the same. I guess I kinda liked the way you numbed all the pain. Now the days bleeds into night fall and you're not here to get me throw it all. I let my guard down and then you pulled the rug. I was kinda used to being someone you loved.

Me causaba gracia como podía llegar a tomarme una canción tan personal. Alguien más había vivido una situación parecida a la mía y decidió cantar sobre ello, pero no era para que yo la escuchara sino para desahogarse. Cantarle al mundo que el cielo sangraba por una clase de amor adormecedor.

La música continuó mientras Nath se pegaba al frente sin importarle recibir codazos del público, abriendo los ojos como gato al igual que su boca y aplaudiéndome como un bobo. Si Nathaniel Enka sólo iba a jugar un rato conmigo o desde un inicio no tuvo interés en "los chicos", estaba bien por mí, pues yo también jugaba en el trabajo y era una chica.

And I tend to close my eyes when it hurts sometimes. I fall into your arms.

Orión me buscó cuando la presentación terminó, desesperado preguntando por mi nombre entre los empleados hasta dar conmigo.

I'll be safe in your sound 'till come back around. For now the days bleeds into nightfall and you're not here to get me throw it all. I let my guard down and then you pulled the rug.

Orión sonrió al verme y dijo al cómo:

"Lo siento, Aike. Me conoces desde hace tiempo y sabes que siempre he sido un indeciso. Nunca sé lo que quiero y me da miedo no saberlo. No sé qué será de mí ya que tampoco entré a la universidad. Y eso no me importa pues yo quería estudiar música y no programación. Pero ahora no sé qué hacer con la música. No sé qué hacer conmigo.

Lamento que mi indecisión te causara tantos problemas y me diera cuenta hasta hoy. Tu rostro me dijo que fui un idiota.

Prometo no buscarte, no llamarte, ni decir que te extraño cuando me sienta solo. Porque ambos sabemos que la soledad que siento no se puede reparar con amor ajeno, sino propio".

I was getting kinda used to being someone you loved.

"Gracias, Orión. Adiós, linda noche. Hace frío así que llévate mi suéter, no necesito que lo devuelvas".

••••••••••••••••

Bye, bye, tóxicos.
Este capítulo estuvo un poco más intenso que los demás pero hemos salido con éxito.

Me gustaría dejar este video aquí y retirarme deseándoles un hermoso jueves y gran inicio de añooooo:

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

~MMIvens. <3

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