Capítulo 17: Pisemos el presente y volvámoslo pasado.
Aylin.
Mi primera vez fue dolorosa.
Marshall tenía experiencia así que se carcajeó cuando lo admití y me dijo algo como: ¿En serio eres tan inocente a pesar de tus buenas manos para robar?
Él sabía que antes de que yo ingresara a la preparatoria y me reservara en todos los sentidos solía hacer cosas que claramente estaban mal, pero él pensó que era interesante.
Todo salió terrible esa tarde pero me he aferrado a ese día por años porque me recuerdan buenas cosas de mi adolescencia. Vivía con mis padres, buscaba problemas y las fiestas me seguían.
No sé en qué momento llegué a los 24 años sin lograr nada más que solo tener sexo y trabajar sin descanso.
—Me fascina tu cabello tan largo. —Comentó Marshall, aplastando su mejilla contra la almohada.
Su cabello estaba igual de desordenado al despertar como lo estaba en su estudio. Era un buen dibujante y me había enseñado en el instituto de música. No había nada imposible para el idiota de ojos oscuros que disfrutaba jugar el "empuja y jala" en nuestra relación.
Si es qué hay una.
—Lo cortaré. —Dije, atando mi cabello frente al espejo de mi buró para comenzar el día.
Allí viene su burla...
—Eso dices desde hace dos años, cosita. —Me sonrió girando el torso para alcanzar su celular sobre la mesa auxiliar.
A veces quería golpear mi cabeza contra el espejo o golpear el rostro de Marshall. Siempre imaginaba un escenario donde me abría la cabeza, pero era cobarde para hacerlo.
—Toma tus cosas y vete lo más pronto que puedas. —Ordené, tomando mi bolso para dejar la habitación.
—Sí, mi cielo.
~•~•~•~
—¿Estás de mal humor, jeje? —Mirt me llamó la atención, zarandeando la escoba—. ¿Por qué viniste si es, jeje, tu día de descanso?
Me recargué en la barra, girando mi cabeza hacia la ventana que dejaba ver una agradable tarde vacía. La limpieza apenas comenzaba y los clientes de Faded Song aún iniciaban sus noches con música.
Todo sería asombroso si nadie existiera y la música fuera más alta.
—Ya sabes. Ver a mi único amigo, pasear ya que no tengo mucho que hacer y volver a mi viejo apartamento para deprimirme en mi soledad. —Dejé caer la frente en el cristal, rogando porque nadie me moviera de ahí en un rato.
—Aylin, jeje. Solo déjalo ir, ¿vale? —Sentí sus manos sobre mi espalda, dándome pequeñas palmadas que me llevaban el estómago a la boca.
—No sé cómo. —Balbuceé.
Era una actitud obsesiva. Me negaba a dar ese paso, tenía miedo y no me sentía valiente. Incluso después de tomar y jurar que lo iba a olvidar solo necesitaba que él me dirigiera unas palabras para que yo volviera a aceptarlo. Era un amor juvenil, y yo amaba todo lo relacionado con sentirme joven.
Tal vez porque todos mis compañeros de universidad están logrando algo y yo absolutamente nada. No soy nadie, ¿cierto? Ni siquiera pude defender la corona de mi voz.
—Buenaaaas... —La grave voz de Aike y la brisa que venía a su velocidad me hizo elevar la frente—. Aylin, ¿qué haces aquí hoy? Creí que descansabas.
El "chico" lindo siempre se veía sonriente aún con sus grandes ojeras que comenzaron a mostrarse desde que entró al trabajo. Me miró con alegría mientras ataba su mandil oscuro a la cadera.
—Tu bella cara, querido, me pone de buenas. —Le lancé un cumplido, guiñándole el ojo izquierdo.
—¡La tuya también! —Desbordó dulzura la pequeña chica, conteniendo sus ganas de abrazarme para sí misma.
Que lindo ha de ser emocionarte tanto por un cumplido y no sentir que te están mintiendo.
Sabía que Aike era una chica sincera. Trabajaba así por necesidad y yo le prometí que guardaría el secreto. También era una chica cuidadosa, sin embargo conmigo y cualquier otra persona talentosa Aike se rebajaba. Tenía un extraño complejo de inferioridad.
Pero aún teniendo esa desventaja de compararse y saber que ella era menos no envenenaba sus relaciones, al contrario, lo veías en sus palabras y sus ojos cuando alababa a alguien más. Todo mostraba su honestidad, así que cuando me daba un cumplido yo sabía que no era con malas intenciones. A pesar de eso me enfurecía.
Se sentía como sarcasmo. Me daba miedo y me rebajaba a algo pequeño. Porque Aike quizás no lo notó pero nadie más, absolutamente nadie, ni en el restaurante ni las otras chicas, me alababan. Solo he recibido cumplidos de Marshall o algún extraño en la cama.
Yo nunca me he sentido alguien con valor, así que por favor, ya para niña.
—¿Te quedarás hasta que abramos, jeje? —Mirt jugó con mi cabello.
—No, veré a alguien en poco tiempo. Gracias por dejarme estar aquí. —Me levanté del banco.
~•~•~•~
El vehículo de Dante me recogió en la parte trasera de Faded Song. Me preguntó porque si me veía tan bien no aceptaba tener una cita en la calle con él, pero yo por supuesto que no iba aceptar ese clase de cita que comprometía a un empresario muy conocido en la industria.
Me trajo flores en vez de un bolso caro.
—No debiste molestarte. —Me carcajeé, bajando del vehículo.
Debiste comprarme algo que pueda revender, ¡genio!
—Habías mencionado que te gustaban los girasoles porque tú madre solía regalártelos así que pensé que sería una buena idea. —Destacó el rubio, cerrándome la puerta del copiloto.
—¿Lo recordaste? —Seguí la charla.
Lo siento, estaba mintiendo.
Se hizo a un lado con una reverencia para que yo subiera primero las escaleras. También me reí porque no era nuestra primera reunión en la que hacía lo mismo. Subí rápido dando zancadas con las zapatillas y con él detrás de mí siguiéndome como un torpe oso.
Dante Cold era más infantil de lo que aparentaba, y aunque hablaba mucho rodeado de personas conmigo apenas decía palabras.
Busqué la tarjeta de mi apartamento dentro del bolso, recordando al mismo tiempo la clave. Solía olvidarla con frecuencia debido a que la cambiaba seguido para que Marshall no pudiera entrar. Nadie más tenía la clave, y cabe destacar que a pesar de que la cambiaba se la volvía a dar cada vez que me la preguntaba.
Me gustaba su expresión de sorpresa al saber que la cambié por él.
—¿No recuerdas tu clave? —Sonrió Dante con ironía, recargando su espalda contra la pared sucia y su saco interviniendo entre el contacto de esa suciedad y su piel.
Lucía coqueto así que respondí con sarcasmo.
—No es mi casa. Vamos a robar. —Informé.
—¿Ropa interior? —Bajó la mirada con la intención de insinuar mi corta falda.
—No me visto así por ti, cariño mío. —Alegué, abriendo la puerta.
La cara se me caía de la vergüenza al ver el desastre. Salí tan rápido por no querer seguir viendo al idiota de Marshall que no me tomé el tiempo para ordenar nada.
Las partituras con sus nuevos arreglos estaban regados por todo el pasillo, al igual que bebidas energéticas. El olor a cigarrillo de mis visitantes provenía de mi habitación y la sala no estaba mejor. Retrocedí, chocando con Dante.
—Perdón, el amarre se salió de control y dejó así mi apartamento. —Confesé, ocultando mi rostro con las manos.
La semana pasada él me había preguntado por las cebollas y le respondí lo mismo que a la linda Aike.
—¿Y el fantasma de tu ex volvió para destruir tu apartamento? —Echó un ojo, carcajeándose.
Cerré la puerta y abrí las ventanas para que el olor de dispersara. Me preguntó si quería ayuda para limpiar pero fui con completa honestidad.
—Sino te molesta estar así sería perfecto, porque ahorita quiero todo menos limpiar. —Suspiré, reposando las manos en mis caderas.
—¡Vale! Yo no tengo problema alguno. En primer lugar, ¿quién dijo que una casa debe estar limpia? Si tu mente es desordenada que se le puede hacer. —Trató de alabar mi decisión.
Vivíamos lo que nuestra mente reflejaba, decían algunos. Pero en mi caso lo único que había en mi cabeza eran notas musicales desordenadas que buscaban la armonía constantemente, al igual que mi equipo de limpieza estaba lleno de polvo hasta que yo me dignara a limpiar.
—Pondré la serie y durante el adelanto serviré los bocadillos que compraste. —Comenté, sacando una liga de mi suéter.
Me hice una coleta alta y le di permiso de tomar asiento en la sala mientras buscaba el capítulo en el que nos quedamos. Ambos éramos fans de las historias tristes acompañadas de buenos soundtracks, así que estábamos en eso cuando nuestros horarios libres coincidían. A veces yo pedía entrar tarde al trabajo o él pedía apoyo con su hermano gemelo.
Era como un escape de la responsabilidad.
—Estas papas fritas con queso me enamoran. —Grité desde la cocina.
—Saben más ricas si les pones caramelo. —Escuché su voz al otro lado de la pared.
—Que asco. —La idea me pareció muy curiosa.
Vacié el contenido de todos los alimentos en pequeñas charolas y me dirigí de puntillas entre la basura hasta llegar al sofá junto a él. Me miró impresionado por mis extraños movimientos.
Ojalá no me pregunte si entré a ballet porque esto lo aprendí de cuando mis padres me enviaron a robar en casas de madera súper ruidosas.
—¿Estudiaste ba...?
—¡Mi vecino era chino y me enseñó cómo caminar sin hacer tanto ruido! —Respondí de inmediato, dejando caer mi trasero en el asiento.
No puede ser, respondo igual de mal que Aike.
—Que épico. —Estaba pasmado.
Tomé la manta en el suelo y me acurruqué con él. Aún no iniciábamos una relación y tampoco nos habíamos acostado pues desde la primera vez que todo fue interrumpido no encontraba otra oportunidad. Sin embargo, él no se oponía a mi cercanía, en realidad parecía hacerle feliz ver que alguien se esforzaba por acercarse a él.
Me preocupé por los girasoles sin agua junto a mi cama pero permanecí a su lado la hora entera del capítulo.
—Me encanta el papel que interpreta la nueva actriz: Evelyn Clark. —Murmuré, recargando la frente en su hombro sin apartar la vista de la serie—, me parece tan libre y segura de sí misma. Cuando leí la sinopsis no sabía cómo me caería un papel como ese.
—A mí en general me agrada mucho el personaje de Antara, pero la actuación de la actriz de verdad que le da un plus. También el novato que interpreta al nerd no tan nerd es muy carismático. —Recargó su cabeza junto a la mía, estirando el brazo para subirle el volumen.
—La actuación del popular también me fascina, aunque eso ya es un trabajo profesional de parte de Tide Nallan. Tenemos casi la misma edad así que siempre me han gustado sus trabajos. Me alegra verlo en este papel de forma taciturna, nunca creí que interpretaría un papel tan manso como Maian.
—Lo he visto en eventos. El actor no es completamente de mi agrado. —Admitió entredientes, arrugando el entrecejo de manera graciosa.
Cosa de ricos.
—Te saldrán arrugas. —Presioné su frente.
La serie giraba entorno a una chica que le gustaba tener sexo por dinero en la preparatoria, también era buena actriz así que podía aceptar citas. Se consideraba acompañante y odiaba que la trataran de "puta" o que alguien con quien no se había acostado dijera que sí. Era una buena amiga, gran persona y amaba a sus padres, pero los rumores en su nueva escuela corrían a gran velocidad.
Al cambiarse de ciudad y llegar a su nueva institución se reencontró con sus viejos amigos de la primaria. Uno de ellos tenía la apariencia completa de nerd y alguien de pocas palabras, pero la razón era que el chico aprovechaba eso para que le pagaran dinero por hacer tareas cuando en realidad le pagaba una menor cantidad al que realizaba esos trabajos. El otro chico, Maian, era un popular con rumores horribles detrás de él, pero nadie sabía si eran ciertos.
Eso era lo interesante de esa serie y la razón por la que esperábamos capítulos cada semana: Nadie es lo que parece. Era la emoción de saber cual era la verdad de Maian, la razón por la que Antara comenzó sus aventuras y por qué el tercer amigo no puede cruzar ni miradas con Maian.
—¿Qué crees que ocultan los otros dos de Antara? No parecen ser amigos ya pero las miradas que tienen son muy peculiares. —Me preguntó Dante al ver que el capítulo estaba por terminar.
—Podría apostar que se acostaron. —Hice una broma.
—No creo que sea eso. —Trató de aguantar las risas—, Aylin, ¿por qué dices cosas tan raras de repente? Un día de estos moriré por tus chistes desprevenidos.
No era un chiste, en realidad todo apuntaba a que se habían acostado pero Dante no tenía eso en mente.
Me levanté del sillón, encendiendo las luces junto a la cocina para que no estuviéramos a ciegas y tropezáramos. Era el momento perfecto para proponerle que hiciéramos algo más atrevido pero la mañana con Marshall me había agotado. Opté por solo volver al mueble y decirle que viéramos algún musical.
—El teclado de allá no sueles tocarlo, ¿cierto? ¿No funciona? —Preguntó Dante, levantándose con un estirón.
—Funciona muy bien pero me lo regaló alguien con quien no tengo buenos términos así que me resigné un poco, aunque cuando me llega la inspiración suelo usarlo para buscar acordes. —Tomé mi teléfono de la mesa de centro, encaminándome a su lado.
—¿Y si tocas algo? —Susurró, flexionando las rodillas un poco para hablarme al oído.
El piano también tenía polvo y bebidas energéticas sobre él. Habían unos bocetos de mí debajo hechos con carboncillo y algunas servilletas con acuarelas. Todo lo que Marshall hacía tomaba vida, así que no me era extraño que al final el tomara el camino de la pintura.
Dejé mi teléfono a un lado y saqué el banco, dándole la orden a Dante de que se sentara a mi lado.
—Toca el acor... —La sonrisa que me puso me indicó que no sabía absolutamente nada de lo que estaba por hablar—. ¿Eres rico y nunca estud...? Como sea, dame tus manos.
Tomé las yemas de sus dedos y las guié por las teclas, indicándole el tiempo con el que debía repetir el acorde. Le expliqué algunos cambios y le hice repetir conmigo la cantidad que debía tocar con cada uno.
—Tus manos son muy grandes. —Observó mientras le enseñaba.
—¿Qué? —Bufé—. Son muy normales, me parece. Miden casi lo mismo que las tuyas.
Dejé mis manos caer en el teclado tras encenderlo. Me propuse cantar toda la canción en falsete pues tenía un problema con el teclado de teclas pesadas y no podía cambiarlo al sonido del piano común, sino que estaba dos escalas más arriba.
Ojalá no suene extremadamente agudo.
—Well, when you go.
Me percaté de que Dante nunca había escuchado esa canción en el momento que inicié. Estaba un poco sorprendido pues él solía escuchar sólo las canciones viejas que tenía en su auto pues su padre era fan de ellas.
—So never think I'll make you try to stay. And maybe when you get back I'll be off to find another way. —Junté mi hombro con el de él—, ve más lento.
Bajó la velocidad de sus toques, estaba nervioso al no saber como tocar. Traté de fijar mi vista en la pared y tocar lo que ya sabía de memoria.
—When after all this time is you still owe. You're still a God for nothing I don't know. So take your gloves and get out. Better get out while you can. —Traté de llegar a las notas lentamente, alentando el ritmo de la canción a mi arreglo.
A veces quería comenzar de nuevo. Volver a cuando era un bebé que solo comí y dormía, no pensaba en nada. Volver a mi juventud y evitar cometer tantas estupideces. No haber entrado ese día al club de arte ni haber intentando robar una pintura. Ni haber conocido a Marshall ni dejar que me enseñara de música.
Era un amor odio con la música, pues me apoyaba pero me estancaba al mismo tiempo.
Solo quería tener una segunda oportunidad.
Continué cantando con los ojos cerrados, aún así no dejé de sentir la mirada de Dante impresionado. Muchas cosas pasaron por su cabeza quizás pero no podía leer su mente, me costaba saber que pensaba y porque miraba las cosas con ese detenimiento. Era solo la actitud de alguien que venía siendo ignorado por mucho tiempo pero siempre se esforzó en interesarse en los demás.
—I don't love you like I loved you yesterday. —Mi voz tembló en la última nota y la tos quería interrumpirme, pero canté hasta el final.
Yo ya no amaba de la misma forma que hace años, ¿así que solo era obsesión o era el mismo amor pero en menor intensidad?
Mi teléfono sobre el piano comenzó a vibrar. Levanté mi mano de inmediato para responder la llamada pero Dante me besó antes de que la tomara.
Solo fue un beso sin dobles intensiones y una llamada perdida de Marshall en mi buzón.
•••••••••••••••••
Pasito a pasito vamos a olvidar a los cretinos. Me disculpo si de repente parece que todos los personajes en esta historia se odian a sí mismos, pero es verdad que la mayoría se quiere poco. Sumen eso mi auto desprecio y salen capítulos súper pesados con besos deprimentes.
Un dibujo súper feo que hice de Nath y Aike. Sorry, saben que de dibujo no sé ni papa.
~MMIvens.
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