Capítulo 16: Ayuda, creo que me está gustando un raro.
Aike.
Solía sentirme como un insecto a menudo.
Un pequeño insecto peculiar, algo como un caracol. Las personas solían verme atentamente, esperando algo de mí, pero mis resultados siempre tardaban y preferían dejar de verme antes de que alcanzara mis metas. No puedes ir muy rápido sino sabes a dónde vas.
Es sencillo no notar a un bicho, quizás por eso cuando alguien me prestaba atención o se emocionaba por mí yo era realmente feliz. Porque al ser yo tan pequeña cualquier cosita podía sacarme una sonrisa.
Cualquier cosa podía emocionarme y romperme el corazón.
—Las protestas siguen aumentando, eh. —Aylin me dio unas palmadas, abrigándose el cuello con su bufanda.
Sade y Aleshka la esperaban afuera, jugando con el vaho que salía de sus bocas por la neblina. Era raro pero me gustaba que aún sin frío las calles fueran húmedas.
—Seguro que no hay problema con que cierres, ¿amor? —Aylin reposó su mano sobre mi cabeza, sonriéndome.
Con zapatillas ella era más alta que yo. Me sentí agradecida de encontrar a una chica de mi estatura, ya que siempre me había sentido acomplejada por eso.
—Nah, déjenmelo a mí. ¡Si entra un ladrón lo patearé! Soy un chico muy fuerte. —Mentí con seguridad, haciendo que Aylin contuviera las risas.
Cerré la puerta cuando todas salieron y yo me quedé sola en los camerinos. Mirt era el único en el restaurante pues estaba evacuando a los clientes de la barra. Era jueves así que cerrábamos el bar a las 11 pero nunca faltaba el débil al alcohol que se desmayaba antes.
Apagué las luces neón y encendí las amarillas. Tomé una escoba del servicio y me dirigí a las mesas para retirar el polvo y asegurarme de que no hubiera nada más que recoger a excepción de las sillas.
Odio cerrar.
—Jeje, Aike, ¿en qué estas pensando? Tienes... jeje, un rostro pensativo. —Mirt me llamó la atención, entrando por la puerta principal tras pedir un conductor asignado para una chica.
Me recargué sobre la silla pensando al respecto. Mis ojos bailaron en dudas un poco, observando que en la barra solo quedaba Nath y una chica coqueteando.
Sí, Aike, ¿en qué estás pensando?
—Mm, lo de las protestas. Vi carteles por la tarde muy rudos. No sé qué pasa en la universidad pero es triste que a pesar de tanto esfuerzo las sigan ignorando... A las protestantes. —Solté, estresada y con la pierna moviéndose de un lado a otro para relajarme.
En mi mente estaban esas cosas, era cierto, pero también me sentía angustiada de seguir llenando solicitudes de empleo y hasta hora no tener respuesta. Incluso traté de que me contrataran como asistente en una banda local y me dijeron que como era un grupo de chicos les preocupaba meterse en broncas porque "yo era una chica sin estudios y que trabajaría en exceso".
—Jeje, entiendo. ¿Quieres sentarte, jeje? Yo termino de recoger las sillas y tú echas a Nath. No te ves lindo, jeje —creo que se rió de hablarme como chico siendo una chica—, cuando estás estresado.
Lo miré de arriba abajo, a pesar de estar erguido y con una sonrisa peculiar supe que él estaba estresado también.
—No, está bien, yo lo termino. Y que mal que no me vea lindo pues creo que crecer es estar estresado todo el tiempo. —Bromeé, encogiéndome de hombros.
Mis padres siempre estaban estresados aunque no me lo dijeran. Dinero, trabajo, dinero, trabajo, hija. Era un cúmulo de problemas en el matrimonio, cuidar y depender de alguien, no vivir solo para ti. Aunque nadie les dijo cómo mantener una familia, creo que no puedo culparlos pues son normales como yo.
Depender de ti era más complicado.
—¿Nos vamos entonces? —La chica con la que Nath usualmente salía los fines estaba hoy allí, presionando su rostro contra la mandíbula con sus lindas uñas.
No dejaba de sorprenderme el sadomasoquísmo. Era en verdad algo interesante, que aún no teniendo atracción hacia esas cosas, verlo de cerca parecía cool. Era agresión física pero con consentimiento. Ambas partes ganaban, y debían respetarse sino querían. Aunque con la persona equivocada eso podía salir mal, por ello algunas veces Nath resultaba más herido de lo común.
Dijo que en su primera experiencia una chica sexy de cabello corto lo ató y le vendó los ojos mientras le decía cosas hermosas. De verdad aluciné con su historia, ¡perfecta para una columna en alguna revista!
—Nah, mañana tengo clases y la verdad no quiero llegar tarde. —Nath balbuceó, tratando de apartar las manos de la chica que solo ejercían más presión.
Ella se rió.
—Eso nunca te ha detenido, ratita que ama las manzanas. —La chica le sacó la lengua, juntando narices con él.
Mi cabeza seguía alucinando por la escena. Mirt se sentó a mi lado también para ver en qué concluía aquello. Aunque no escuchaba muy bien por su risita.
—Vine hoy porque quiero ayudar al niño bonito a cerrar. —Tomó las manos con decisión y las bajó mientras su mirada me buscaba.
Elevé la mano para tocar mi rostro, asegurándome de que hablaba conmigo.
—No, hablo de Mirt el varón —soltó con sarcasmo Nath, conteniendo con un abrazo a la chica—. ¡Claro que hablo de ti! ¿Ves a otro chico bonito? ¡No! Estás precioso.
¿Me está jugando una broma?
—Cliente Nath. Creo que ya está muy borracho. —Me levanté de la mesa apenada, haciéndole un ademán a Mirt para que también se levantara y me dejara subir la silla al pedazo de madera.
—¡Claro que no! Estoy plenamente consiente, es un talento de los feos como yo. Y los lentes me hacen ver más feo. —Elevó sus cejas para que apreciara los lentes redondos que en realidad lo hacían ver como un fan de la moda.
Mirt se acercó a la chica y le ofreció llevarla por un taxi seguro. Era parte de nuestro contrato cuidar de los clientes ebrios, por ello la barra de Faded Song era muy famosa en la zona.
Continué tratando de contener mis nervios y seguir con la limpieza, pero Nath se me adhería lentamente por el lugar. Le dije que era perturbador pero no se detuvo, continuó tras mis pasos.
Había otra cosa que no salía de mi mente, pero prefería ignorarlo.
—Debes guardar también los instrumentos que usan para decorar ya que no los quieren en mal estado, ¿cierto? Yo puedo recogerlos. —Hizo un saludo militar y corrió hacia la planta alta para montarse en el escenario.
Mientras él comenzaba a ordenar por mí Mirt volvió por sus cosas y dijo que iba a cambiarse al camerino. El sueño comenzaba a hacerme efecto por la larga noche.
—Niño bonito, ¿puedo tocar la guitarra un momento? —Emanaba emoción por los poros.
Había bebido un poco pero aún estaba consiente. De todas formas me daba miedo que arruinara algo.
—Ni lo sueñes. Me van a...
—¿Que quieres que te toque? —Arrastró un banco al centro, haciéndome señas para que me acercara al escenario que se encontraba a oscuras—. ¿Cantamos algo juntos? Has mejorado bastante.
—No escuchas a nadie...
Suspiré, encaminándome a la planta alta tras dejar unas mesas en su sitio. Hacia un poco de frío en el interior así que me abracé a mi misma ya que la camiseta verde del uniforme tenía mangas cortas en esta ocasión.
Odiaba lavar tanto como odiaba mi periodo.
—No, estoy bien. Tu canta, pero no te demores. —Acepté su petición, sentándome en una de la mesas para beber más cercana.
Nathaniel de verdad parecía un modelo. Le importaba mucho su apariencia pero siempre fingía que no. Su cabello también mostraba su espíritu con el color celeste. Tal vez no me terminaba de agradar por la sensación de que era un bicho igual que yo.
Buscamos un lugar entre los demás pero nos da miedo que lo sepan.
—Oh, vamos. Cantemos algo.
—Orión dice que no armonizo con las personas. En realidad cuando componíamos nunca añadimos letra porque "mi voz" es extraña. —Comenté, sin explicarle que con que extraño se refería a que canto como un chico.
Orión de verdad me hacía sentir mal a veces, pero no quería aceptarlo.
—Idiotaaaa. —Rodó los ojos, afinando la guitarra.
Tras ajustar las clavijas pegó un grito de victoria y dirigió la barbilla hacia mí para darme una señal.
—¿Listo? ¿Súper listo, manzanita?
Asentí.
Tú eres la manzana, cliente tonto.
Reconocí de inmediato la melodía de la guitarra. Era una de mis canciones favoritas, no porque me sintiera identificada con la persona que lo cantaba, sino que a lo largo de mi vida siempre me encontraba con chicos molestos que trataban de jugar conmigo. La canción era una explicación a todas mis preguntas.
Me levanté de la silla de inmediato, moviéndome de un lado a otro sobre mis talones para seguir las notas con el cuerpo. Era inevitable no sentirme feliz por Boys Will Be Bugs.
—I'm a dumb teen boy, I eat sticks and rocks and mud. I don't care about the government and I really need a hug.
Amaba la música porque era una forma de expresar tanto. Con el tono de tu voz, la letra, y lo que la melodía transmitía. Esa canción era un tema crudo con unas notas alegres.
—I feel stupid and ugly, pretend doesn't bother me. I'm not very strong but I'll fuck you up if you're mean to bugs.
Nath no tenía la mejor voz que había escuchado, pero en ese momento amé su voz por encima de muchos artistas. Tal vez porque mientras cantaba nunca cerró los ojos, sino que me miraba como un insecto curioso al que trataba con cuidado.
¿Has sentido esa mirada antes?, me pregunté. Sentirte curioso por un insecto al que encuentras agradable. Orión me miraba como si yo fuera un bicho raro, eso me hacía sentir mal pero era mejor que no tener nada.
—It's getting cold down here underneath the weather. I skipped class to sit with you, I really like your spotty sweater. —Desvió la mano para señalarme.
Ya lo sabía.
—If ladybugs are girls, how do you make kids together? —trató de contener las risas pues parece que siempre se hacía esa pregunta—. What's it like in a female world? I bet it's just so much better.
Pero como todo fue muy rápido me sentía estúpida.
—I just turned fourteen and I think this year I'm gonna be mean. Don't mess with me I'm a big boy now and I'm very scary —agrandó la boca para fingir que era "el chico malo"—. I punch my walls, stay out at night and I do Karate. Don't message me 'cause I won't reply, I wanna make you cry.
Sí, me gustaba el raro Nath Enka de una forma platónica. Así que mi mano perdió el control y se cacheteó a sí misma.
¡¿Cuándo había sucedido?! ¿Desde que me besó? ¿Desde que me llamó por un apodo lindo? ¡¿Cuándo?!
Nath paró la guitarra y trató de levantarse para saber que pasaba. Le pedí que continuara cantando así que aún inseguro volvió a cantar, solo que se sentó en la orilla del escenario para verme más de cerca.
Yo odiaba portarme tan hormonal. El romance no era lo mío ni por asomo. Odiaría que saliera la noticia: "Niña que parece vato se enamora de un vato heterosexual que la ve como un chico y sus ilusiones quedan destrozadas porque ni siquiera ha superado a su ligue vato que la engañó con una verdadera chica", eso es demasiado largo y triste.
Retomó la canción más adelante.
—My mum told me that she's worry and I couldn't give a shit. I have friends who understand me, their names are Spider, Beetle, Bee. They don't say much, but they have always listened to me.
Traté de concentrarme en el cantando, pues lo estaba haciendo para mí, pero los nervios me consumían. Había estado tratando de no pensar en el tema pero me era imposible no hacerlo ahora que lo solté en mis pensamientos.
Era raro, estaba un poco loco, era un bicho igual que yo, y nuestras ideas y gustos no acordaban en nada.
Pero aún así me parecía tan lindo cada vez que cantaba una palabra y me miraba sonriente.
«Aike, te ve como un chico y él es raro. Ni lo pienses.»
—The others boys at school think it's cool to hate your parents. But they're lying all the time, the bugs advise me that I should let 'em. —De pronto sólo dejó de mirarme y de sonreír pero siguió cantando el tono alegre.
Fui desconectada.
Traté de pensar un poco más en la letra. Pensé que trataba de decir algo que no podía decir directamente pues eso era cantar para alguien.
Él golpeaba paredes, y me asustaba cuando lo veía herido. Salía casi todas la noches, no respondía mensajes como dijo, y sabía defensa personal. Odiaba a sus padres a pesar de que no le habían hecho nada malo.
—And if you wanna cry, make you sure they never see it. Or even better yet, block it cut and never feel it.
Y me dijo que nunca llorara ni fuera frágil.
—I just turned 14 and I think I know everything. Don't mess with me I'm a big boy and I'm very scary —negó con la cabeza, tocando más fuerte—. I punch my walls, stay out at night and I do karate. Don't message me 'cause I won't reply, I wanna make you cry.
Me equivoqué un momento. No me estaba atrayendo un raro ni de lejos. Yo era la rara que siempre trataba de reírse.
—Ain't that how it's supped to be? Though it isn't me. Boys will be bugs, right?
Le sonreí también pues en realidad solo me estaba gustando un chico que se sentía como un bicho igual que yo. Y era demasiado tonto, como un humano corriente.
Nathaniel Enka fingía ser un chico cool, pero trató de decirme que era igual a mí así que no había nada de raro si intentábamos ser amigos.
Continuó cantando hasta terminar. En ese periodo Mirt sólo me hizo señas para indicar que ya se iba, pero no lo interrumpimos pues parecía que la música lo enjauló.
El sentimiento de que alguien más, quien escribió esa canción, se siente igual que tú.
Un bicho frágil buscando un lugar al cual pertenecer, pero que tiene miedo a que los demás lo sepan.
—Cantas asombroso, cliente. —Comencé a aplaudirle, felicitándolo por su genial voz.
Traté de no mantener muy fija mi mirada pues en los 4 minutos de canción tantos sentimientos y pensamientos tontos me habían inundado. Traté de revolver mi cabello para distraerme.
Tranquila, Aike.
—Niño bonito, te canté para que tú me cantes otro día. Me gusta tu voz, demasiado. —Elevó su mano para que chocara los 5—, y nadie puede decirte que no cantes.
Tal vez no te diste cuenta, pero lo que acabas de decir es una de las razones por las que me estás gustando.
—Gracias —me paré con él, chocando las manos—. Muchas gracias, Nath.
Abrió la boca en sorpresa y azotó sus palmas contra mis cachetes, moviéndolos como si fueran gelatina. No pude decirle que se detuviera pues continuó emocionado jugando con mi rostro.
Ayuda, de verdad me enamoré de un raro, ¿cierto?
—Me llamaste por mi nombre, Aike. —Comentó, aplastando más fuerte mis cachetes.
Solía variar entre Nath y "cliente", pero cada vez que decía su nombre parecía emocionarse como un niño. De verdad me trataba como si yo fuera un bebé al cual cuidar.
—Seh, suélteme. —Balbuceé.
—Oye, de verdad estás muy bonito —hizo una sonrisa tierna que le achicó los ojos por los cachetes.
La atmósfera que se transformaba romántica desde mis ojos de pendeja sin paquete se destrozó con lo siguiente.
—Te conseguiré un buen novio. —Sentenció, soltando mis mejillas para regresar a ordenar los instrumentos.
Ah.
—Jódase, cliente. Yo terminaré esto. —Le di la espalda indignada, tratando de concentrarme en la limpieza.
—Por Satán, ¡¿ahora qué hice, niño?!
Solo gustarme, como una chica de primaria se enamora de niños que le prestan un lápiz.
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Bueno, parece que hemos perdido al género dudoso, pero como es una cobarde aplicará esta: Me gusta, lo miro y no hago nada al respecto.
Orión ha sido dejado atrás. ¡Felicidades Aike!
Me disculpo por las tardías actualizaciones, he estado muy ocupada. Por otro lado creo que la historia sigue siendo muy tranquila, me agrada. Me siento en paz cuando la escribo, tal vez porque casi toda esta historia es para mí y mis experiencias propias. Gracias por continuar leyéndola aunque sea pesada. <3
~MMIvens.
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