Claudio llegó al salón donde solo se encontraba Kevin observando la casa.

—Es muy bonita, ¿no?—dijo Claudio.

—Sí, la construcción y el decorado estuvo perfecto—contestó Kevin.

—No hablaba de la casa—dijo calmado.

Kevin lo miró confundido.

Emilia salió de la cocina.

—Claudio, para hacer esto más rápido...—abrió la pequeña mochila que trajo y sacó el cuaderno por el que habían 'peleado'—terminemos esto.

Ante sus ojos se encontraba la parte de la canción que le había escrito.

Mierda.

—¿Por qué tienes eso tú?—se enojo.

—Porque eres un estúpido y te equivocaste de cuaderno.

Kevin rió al escuchar a su novia llamarle estúpido a Claudio quien lo miró mal.

Tomó el cuaderno y leyó la letra.

No sabes cuantas cosas provocas en mí.
No sabes cuánto deseo besarte.
No sabes cuánto deseo tocarte.
No sabes cuánto deseo amarte.

Ahora que te veo con él
Mi corazón reacciona al saber lo idiota que fue

Sólo deseo que me perdones
Y que vuelvas a mis brazos una vez más.

Se sonrojo al pensar en Emilia leyendo esto.

—No, hay que empezar de cero—se puso nervioso.

—No, yo quiero terminar esta canción—lo contradijo.

—No, otra.

—¡No! Esta.

—¡No! Tengo una idea mejor.

—¡NO! Esta se queda y punto.

—¡NO!

—¡BASTA!—los calmó Kevin.

Emilia y Claudio se callaron.

—¿Qué pasa aquí?—entró la mamá de Emilia.

—Sucede que Claudio como mi novia no se deciden—habló Kevin.

Emilia se puso roja.

¿Había la necesidad de decirlo?

—¿Novia?—preguntó su madre dirigiéndose a Emilia.

La chica se quedo callada. Kevin la miró decepcionado de que no haya dicho nada y Claudio observaba todo divertido.

—Silvia, ¿por qué no vamos a terminar de hacer de comer?—Claudio la llevó hasta la cocina.

Emilia giró a ver a Kevin pero no dijo nada.

—¿No vas a hablar?—se enojo.

—Mi madre no me deja tener novio.

—¿Qué?—dijo incrédulo.

—Eso.

Kevin la miró de arriba a abajo.

—¿Por qué me aceptaste entonces?

—Porque...

Kevin salió enfurecido de su casa.

(...)

Emilia llevaba en su cuarto varias horas y no quería salir. Se sentía realmente mal por haber negado a Kevin, más bien jamás le puso una etiqueta ante su madre.

—Emi—entró Claudio.

—¡Vete! ¿Qué haces acá?—se altero.

—Vine a ver como estabas y a ponernos de acuerdo para la canción—parecía venir en son de paz.

La canción...

—Yo digo que para la canción terminemos la que llevabas escrita... La letra me gusto y más si es dedicada a mi—se calmó.

Claudio a veces no la entendía, unas veces estaba bien y otras veces ni lo quería ver.

—Claro—aceptó porque no quería volver a pelear.

Emilia sacó el cuaderno de su mochila y se lo entregó.

—Antes... ¿Por qué se fue Kevin?—le dijo intentando no sonar desesperado por saber que había pasado para que Gómez hubiera salido tan rápido y enfurecido.

Emilia respiro hondo.

—Pues... Se enojo porque no dije nada ante mi madre acerca de que somos novios...

—¿Y?

—Le dije que mi madre no me deja tener novio.

Claudio comenzó a carcajear.

—¿En serio? Si tú madre es la primera que te pregunta por el novio en todas las cenas navideñas.

—Lo sé, lo sé. Pero si no se lo decía se iba a sentir mal.

—¿Más?—se burló.

—Ya... Me haces sentir una mala persona.

—Emi, tú jamás serás mala persona—le acarició la mejilla.

—¿Por qué eres así de lindo conmigo?—le dijo dulce.

—Porque me gustas.

Emilia miró sus ojos inyectados de verdad y bajo a sus labios.

Sí ya lo había hecho con Ulises, ¿por qué no hacerlo con Claudio?

Lo besó.