·C A P Í T U L O 4·

Habían pasado dos días desde entonces. Ninguno de los dos había comentado nada sobre aquello, por el momento tenían cosas más importantes en las que pensar. Era el turno de Pidge de conducir la furgoneta y mientras manejaba aquel volante con agilidad a pesar de sus 15 años, Keith descansaba un poco en el asiento trasero. Lance abrió sus ojos con cierta incredulidad al distinguir entre el humo de la arena levantada un imponente edificio que parecía ser un hospital.

-Pi, mira.- tragó saliva y se asomó por la ventanilla del copiloto, sintiendo el viento cortante contra su rostro.- Creo que eso es un hospital.

La castaña se ajustó las gafas y arrugó un poco la nariz, tratando de agudizar su visión algo más incluso. La idea de que lo fuera hizo que algunos nervios se presentaran en sus manos. Incluso si estaba abandonado, podrían encontrar buenos recursos para seguir con aquel día a día tan complejo.

-Pues sí, eso parece.- una sonrisa tomó rápidamente sus labios y mordió su labio inferior.-¿Crees que estará muy infectado de caminantes? - Volvió a recordar el hecho de que estaban por todas partes, seguramente tendrían que hacer frente a algunos.

-No voy a negarlo, bonita.- El castaño sonrió de forma confiada mientras cerraba uno de sus ojos para apuntar adecuadamente con su arma por la ventanilla, pues ya había distinguido algunos cerca de la puerta, acumulados en una valla que rodeaba el edificio de forma protectora. Pidge bufó ante el mote y rodó los ojos, sobresaltándose un poco ante el sonoro impacto del disparo pero sin dejar de conducir.

-¡Lance!- exclamó Pidge, apretando los dientes.

-¡Me parece que no estás en tus canales, tío!- gruñó el de rasgos asiáticos, recuperando la compostura de manera torpe y frunciéndole el ceño con agresividad.

-Hey, hey ¿qué pasa? ¿qué he hecho mal?- respondió el latino, agobiado y con un puchero de tristeza, sofocado por la repentina violencia en el tono de ambos.

-¿No sabes a estas alturas que los putos tiros atraen caminantes con el ruido?- clavó sus ojos grises en los azules del otro, que tragaba saliva, con sudor frío. - Dispara cuando estés acorralado y no te quede otra, pero esto estaba repentinamente calmado. No la pifies.

-¡Ahora es mi culpa que haya zombies! ¡Yo creo, sí! - exclamó ridículamente y sin sentido, abrumado por la presión con una cómica expresión que hizo que Keith chocase la palma de su mano contra su frente y Pidge bufase en una pequeña risa.

-¡¿Qué demonios ?! ¡Una horda! - gritó al máximo la castaña, tanto que su voz se quebró al momento en que Lance sentía una agitación en todo el vehículo, oyendo golpes en el gristal que lo llenaban de sangre. Estaban irrumpiendo a través de los zombies, a volantazo limpio. 

 Sólo Pidge y su control sobre el volante, permitiría escapar de esa situación sin que las ruedas quedasen apresadas entre los restos de todos aquellos cadáveres. Aún así, la sorpresa del momento y la dificultad del caso provocaban que fuese imposible no chocar con ningún caminante, que se lanzaban hambrientos a los cristales que en su momento eran transparentes pero que actualmente estaban hechos un asco. Las miradas de todos estaban puestas en todas partes y a la vez en ninguna, moviéndose de forma violenta por las sacudidas y pudiendo aferrarse a la tapicería del coche, esperando que las dotes para conducir de la de verde fueran más que suficientes.

- ¿Me estás diciendo en serio que esta chavala encima de saber más que yo en ordenadores también maneja mejor un volante? ¡Pero que tienes 15 años, coño!

-Lance, a llorar a la llorería. Agarra esto.- soltó el de cabello azabache, pasándole un cuchillo con rapidez, con seriedad a pesar de la estupidez de su frase. -Estás al lado de la ventana del copiloto, quita a ese de ahí.

-Va...Vale... - asintió Lance, con tensión, tragando saliva y abriendo la ventanilla lo justo para dejar entrar la hoja del cuchillo y clavarla en la sien del muerto, que se precipitaba a la carretera, inmóvil. Cerró la ventanilla lo más rápido posible, respirando con nerviosismo. - ¡Estoy vivo!

-Sí, sí... Tranquilos, todo bien. Mirad...- Pidge señaló con la barbilla hacia la izquierda, donde se podía ver el imponente edificio blanco sucio que resultaba ser el hospital, una vez dejada atrás la horda de zombies que estorbaban en el camino. Una valla estaba cerrada, bloqueándoles el paso de momento.- Joder... ¿significa esto que hay alguien dentro?

-Está totalmente bloqueada, de manera que no pueda pasar ningún caminante. Tiene que ser a posta.- tragó saliva el más pálido, abriendo la puerta y saliendo a la calle para ladear las manos, alzando la voz.- ¡Eh! ¿Hay alguien aquí? 

El resto decidió seguir sus pasos, aprovechando que los zombies se habían quedado atrás por su ritmo lento. Lance rodeó sus labios con sus manos, para hacerse oír mejor.

-¡Por favor, el de amarillo!

Pidge y Keith giraron el rostro con rapidez, ante el hecho de que el moreno hubiese localizado a alguien a su alrededor; alguien que aún no habían localizado en su campo de visión, preguntándole desesperadamente dónde estaba. 

Era un muchacho moreno de piel, con una espalda ancha y aspecto más corpulento. Vestía de amarillo y llevaba un pañuelo atado a su frente, además de un brazo escayolado. Observaba a los chicos a poca distancia de la valla y, con expresión preocupada se dejó llevar por su idea de ética. Corrió hacia la puerta y la abrió con cuidado pero rapidez.

-¡Rápido! No puede entrar ninguno de ellos.

Keith, siendo consciente de la urgencia del momento, se encargó de entrar con velocidad al asiento del conductor y a dirigir el coche al interior de la finca en cuanto la puerta dejaba el suficiente espacio. La de verde y el moreno entraron con prisa también, ayudando al desconocido a cerrar con más facilidad. Ambos agradecieron enormemente a este, al igual que Keith cuando abandonó el asiento.

-No os preocupéis, en serio. No podía dejaros así después de oíros llamarme directamente. Tendría remordimientos para siempre si alguien llega a morir por mi cuenta. Sois jóvenes además.

El muchacho ladeaba las manos con vergüenza, sonriendo con gentileza. Aparentaba la misma edad que el hispano, parecía acalorado y sudaba un poco, hacía calor fuera y lo más probable es que no contasen con privilegios como el aire acondicionado o que estuviese ayudando en tareas.

-¿Cómo te llamas? Yo soy Pidge. - sonrió con dulzura la misma, dándole la mano derecha, la que no tenía escayolada.- ¿Tu brazo está bien? Estos son Lance y Keith.

-Sí, tranquilos. Es resultado de mi torpeza intentando huir en un ataque sorpresa yendo a por comida- rió con apuro, rascando su nuca.- Yo soy Hunk, encantado. Pasad, estaréis agotados.

-La verdad es que sí ¿tenéis agua?

-Lance- gruñó Keith, dándole un codazo. Después suspiró.- ¿seguro que... no ocasionamos problemas?

-No creo... Allura tal vez me riña un poco por hacerlo sin consultar a nadie. Seguramente os hagan algunas preguntas... pero, tranquilos. Este es un buen lugar.




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UWU espero que os guste~~~Cada vez son más


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