·C A P Í T U L O 2·

El camino estaba lleno de barro, pequeñas piedras y arena. Podríamos describir el medio como uno muy desértico, y a la mínima que el español arrastraba un poco la suela de sus deportivas levantaba algo de polvo. Sus ropas estaban mas sucias después de haber tenido que enfrentarse a algún que otro grupo de muertos aterradores y en su camiseta, antes blanco puro, se distinguían algunos rasguños.

Bufó, retirando con el dorso de su mano el sudor en su frente, debido al fugaz sol que brillaba en lo más alto del cielo.  Ahora llevaba consigo un revólver que su nuevo "compañero" le había dado y ni siquiera tenía mucha idea de cómo usarlo.

 Keith no era una persona especialmente amigable, y eso le sacaba de quicio; estaba claro que en la situación no iban a llevar coronas de flores, pero ese aire que siempre transportaba de creer saberlo todo podía suprimirse. Con el poco tiempo que llevaban juntos, sólo había confirmado el por qué no le agradaba en el instituto. Parecía estar preparado para la supervivencia, así que por el momento sólo le seguiría. Después de todo, él sólo acabaría siendo devorado. Al menos así podía defenderse con un arma y tener algo de compañía.

-Mueve el culo, Lance. - gruñó el azabache, girándose un poco sobre su espalda, para fruncir su ceño al castaño que tenía detrás, a unos siete pasos. El aire seco les tenía agotados, además de la caminata por carretera hacia las afueras de la ciudad.-Va a anochecer y no hemos encontrado un sitio en condiciones para pasar la noche.

-Que te jodan, Keith - le respondió, de forma hostil.- Me duelen las piernas, no puedo ir más rápido. Llevo como cinco horas andando.

-No gastes tanta energía por la boca y verás que aguantas más.- suspiró con amargura el de altura algo menor, volviendo a mirar al frente con seriedad. El de piel morena abrió la boca para responder con ira, pero se vio interrumpido al chocar con la espalda de Keith.

-¿Qué demonios haces?- Lance frotó su nariz enrojecida con su mano, arrugando el ceño ante la repentina parada del contrario. El de camiseta gris se sobresaltó por su ruidoso tono, cubriendo la boca del latino sin demasiada delicadeza.

-¡Calla!- gritó en un susurro y detectó una furgoneta negra, abandonada en una plaza de aparcamiento. Corrió ágilmente a ocultarse tras esta, arrastrando al más delgado.-Por fin,mira.

El  mayor señaló con su mano, cubiertas por aquellos guantes sin dedos, una gasolinera. Cerca había varios coches abandonados, justo como aquel. El de orbes azules aequeó una ceja y retiró la mano del otro de sus labios, parpadeando varias veces.

-¿Y? ¿Por qué nos escondemos?- arrugó más su ceño en una cómica expresión.- Es nuestra oportunidad de pillar comida y algún vehículo.

-No es tan sencillo, idiota.- bufó el de orbes grises, dejándole ir.- Han pasado algunos días desde que todo esto empezó, seguro que ya hay alguien allí. Hemos tardado demasiado.

-Yo lo veo vacío.- Se resignó el castaño, contemplando ahora a escondidas junto al otro el lugar. De repente, pudo detectar una cámara de vigilancia con una leve luz verde a su lado, haciéndole arquear una ceja.- Un momento.

-También lo ves ¿verdad? - Keith le miró de reojo, aún oculto tras aquel capó también.- Quien sea que esté ahí dentro se ha encargado de programar una buena seguridad.- Continuó susurrando, mientras debatía en su cerebro la forma de entrar sin ser detectados.

-Bueno, sólo es una cámara.- se encogió de hombros el moreno.- Podría estar activada desde que el sitio se desalojó.- Sin pensar demasiado en su gesto, salió de su escondite y comenzó a caminar hacia el sitio. El de cabello negro se llevó las manos al rostro, desesperado. Optó por cargar su metralleta y salir rápidamente detrás, con siete ojos, atento a cualquier movimiento a su alrededor.

-¿Hola?- Lance torció sus labios al abrir las puertas, notando toda la oscuridad en el lugar, exceptuando por la claridad que se colaba por los cristales de las ventanas.  Keith entró justo detrás, chasqueando la lengua y haciéndole a un lado.

-Si hay alguien aquí es el momento para salir porque llevo un arma cargada y no pienso dudar en cargarme a quien sea.- Alzó la voz de forma rasposa, arrugando el ceño y manteniéndose firme a la vez que se dejaba llevar por su carácter impulsivo. El contrario sólo se frotó el hombro y rodó los ojos.

-Qué sutil...- su comentario se vio interrumpido por una descarga a su espalda que le derrumbó, haciéndole soltar un grito ahogado, tratando de llamar la atención de su compañero. Pero este se había derrumbado también frente a sus ojos y ahora todo parecía volverse negro. No sabía cómo habían sido derribados ni por quién,pero si este era el fin de su existencia  se sentía demasiado pronto para Lance. Todo había sido por su culpa. Si hubiese pensado un poco más antes de actuar, si se hubiese quedado con Keith para idear un plan. En lugar de eso, sólo se había dejado llevar por su orgullo, y ahora los dos estaban acabados.



                                                                                       *  *  * 

Un golpe en su mejilla le aclaró un poco la visión, despertándole. Sentía sus manos inmovilizadas tras su espalda, sentado en lo que supuso que sería una silla. Sus párpados pesaban y no quería abrir los ojos, pero otra bofetada le terminó de espabilar, haciendo que sus orbes azules se alzasen.

-¿Qué?- Sin ni siquiera llegar a la mitad de la palabra, recibió otra bofetada del sujeto frente a él. 

-Cállate.- era una voz femenina, venía de una muchacha de estilo de ropas bastante masculinos, repletos de rasguños y vendas, así como las suyas. Sus orbes castaños se ocultaban tras unas gafas redondas y su cabello despeinado y corto se recogía en dos pequeñas coletas a la altura de su nuca, similares a dos brochas de un pincel.- Aquí yo pregunto ¿Quienes sois?

Lance parpadeó varias veces ante aquella figura frente a él ¿Otro superviviente? ¿Les mataría? Tragó saliva, mirando de reojo al azabache aún inconsciente a su derecha.

-Tranquila, tranquila- el de orbes azules se tensó por el tono demandante de la de pantalón verde militar; sin embargo, algo en él le decía que no era peligrosa. -Yo soy Lance y él es Keith.

Le dedicó una sonrisa de lado, ciertamente nerviosa, mientras daba un codazo al último mencionado, que comenzó a despertar haciendo una mueca.

-Wo, wo ¿qué es esto? - el azabache se removió en busca de sus armas, torciendo los labios. La otra sacó su pistola, girándola alrededor de su dedo, mientras alzaba una ceja con un aire tranquilo.

-¿Buscas esto?- rió levemente, causando que el otro arrugase el ceño.- Tranquilos, no soy enemigo.- Se giró en aquella silla para encarar la pantalla del ordenador a sus espaldas, tecleando de forma despreocupada.

-¿Y las bofetadas gratuitas?- Lance saltó, apretando los dientes con un aire ofendido. El de orbes grises sólo bajó sus pestañas, más tranquilo.

-Pensaba que seríais algo de lo que debiese asustarme, pero después de la poca coordinación que tenéis y las pocas armas...- se ajustó las gafas, señalando el monitor que mostraba grabaciones de cómo habían entrado.-Creo que haremos buen equipo. Soy Pidge Gunderson.

El moreno alzó una ceja, intercalando una mirada con su compañero, que hacía lo mismo. A pesar de que no se llevaban demasiado bien, comenzaban a compenetrarse, entendiendo el mensaje sólo por sus miradas. Keith le sonrió de lado.

-Te va la maquinaria ¿no,Pidge?










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1.200 palabras ;U; espero que os guste~Siento que aún no haya mucha salsa klance,pero ya llegará ewe


-Givin-

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