LXV
Acércate, las desoladas notas de mi piano necesitan compañía
Ven y toca junto a mí, dejemos que suene la más gloriosa sinfonía
Hagamos florecer el jardín que llevamos dentro, ese el marchito
Ven y unamos nuestras vidas para hacer de un segundo el infinito
De los cimientos de estos dos mundos pronto surgirá un tercero
Donde cada beso será vino y nuestra casa un castillo en el cielo
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