curiosidades de Egipto
Egipto es uno de los lugares más buscados en internet, cuando se trata de historia, e incluso una portada de revista con una buena foto de las pirámides, o de la máscara de Tutankhamon, es un reclamo perfecto para asegurar la venta de ese ejemplar.
Seguramente muchas de las cosas que vamos a relatar ahora ya las sabéis, pero no está de más que los que -como muchos de nosotros en aquellos tiempos- empiezan en esto de la curiosidad histórica tengan unas referencias básicas sobre lo que «es» y lo que «no es» cierto en la tierra de los faraones.
1) Egipto no se llamaba Egipto
Los antiguos egipcios llamaban a su tierra Khemet, traducido como «la tierra negra». Ese nombre hace referencia a las zonas fértiles -zonas de los limos- del país, en oposición a los colores rojizos del desierto. Los jeroglíficos que formaban la palabra eran:
El nombre Khemet grabado en el obelisco de Ramsés II, actualmente en la Plaza de la Concordia de París
Durante la etapa copta de la lengua egipcia el nombre fue evolucionando hacia khimi o khime, recogido por los griegos primitivos como Χημεία (/Jemía/). La palabra Egipto proviene del latín Aegyptus, derivado del griego Αίγυπτος (Aigyptos).). Según Estrabón, el término griego Aigyptos significaba 'más allá del egeo Aἰγαίου ὑπτίως, Aegaeon uptiōs). Por lo que se puede afirmar que la palabra Egipto es cosa de los griegos.Por cierto, el nombre oficial del país es» جمهوريّة مصرالعربيّة » o lo que es lo mismo: Gumhūriyyat Maṣr al-ʿArabiyyah; en donde Maṣr equivaldría a Egipto. Maṣr significa algo así como civilización o ciudad.
2) Faraón no era el nombre del soberano
Como el nombre de Egipto, la designación para el rey de los habitantes de esas tierras del Nilo se conocía con otro nombre.
Faraón significa, algo así, como «casa grande». Sus súbditos le llamaban nesu (rey), neb (señor) o hemef (majestad). La palabra faraón proviene del latín pharăo, del griego Φαραω (pharao) así como del hebreo פרעה (par'oh).
3) El camello no se usaba -tanto como se cree
El camello no fue utilizado con regularidad hasta después de las invasiones persas (año 525 a.C.). Para el transporte se utilizaban más bien las embarcaciones, que circulaban genial por la autopista natural del Nilo, aunque por tierra se solían usar los asnos y a veces -especialmente para el ejército- también los caballos.
El camello no fue utilizado con regularidad hasta después de las invasiones (año 525 a.C.). Para el transporte se utilizaban más bien las embarcaciones, que circulaban genial por la autopista natural del Nilo, aunque por tierra se solían usar los asnos y a veces -especialmente para el ejército- también los caballos. ptolemaicos (después de Alejandro Magno).
4) No todo el mundo se momificaba
La momia siempre se ha identificado con los egipcios, hasta tal punto que se ha llegado a creer que todos los muertos egipcios se momificaban, como hoy se inhuman o incineran en nuestra sociedad.
Pues bien, el proceso de momificación -destripar, secar y vendar... básicamente- era muy costoso y solamente estaba al alcance de las clases más altas de la sociedad. La gran parte de los fallecidos en Egipto eran enterrados en simples agujeros en el lado oeste del Nilo, hacia las zonas desérticas.
5) Cleopatra no era tan guapa...
Esa nariz que llamaba la atención de nuestros amigos galos, en Astérix y Cleopatra, y esa belleza de la última reina de Egipto es más bien una idealización romántica que real.
Cleopatra VII, la que conquisto a Julio Cesar y Marco Antonio dos de los hombres más poderosos de su tiempo, bien tuviera que haber tenido otras armas femeninas mucho más poderosas que su belleza. Plutarco, que no había visto ni conocido a Cleopatra, decía que su encanto estaba en su saber estar y en su hermosa voz.
Sus monedas sugieren un perfil con una nariz prominente, un mentón pronunciado y unos ojos hundidos... Hay una hipótesis que añade -en defensa del mito- que los artesanos que hicieron los moldes para las monedas resaltaron atributos casi masculinos para no parecer demasiado femenina.
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