09. Cristal roto
Eylen
—He llegado, ¿cuáles son los planes para hoy?
—¿De que estás hablando, Stanley? —pregunto con una sonrisa.
—Ahora que eres parte de nuestro exclusivo y selecto grupo, puedes decidir las cosas que haremos todos los días del verano.
—¿De que estás hablando, Stanley? —repito la pregunta.
—Creo que nuestro querido amigo olvida que el único que está de vacaciones es él y nosotros tenemos un empleo al cual asistir seis días a la semana —dice Kenai.
—Oh, vamos chicos, mi madre aun no regresa y no hay gente interesante en este lugar.
—Bueno, no te he contado, pero hace unos días me regalaron un perrito —comento.
—¿Ah si?
—Sí, su nombre es Canela y si quieres hacer algo este verano, te puedo pagar para que lo entrenes y lo cuides mientras yo trabajo. El pobre se queda solito en casa ya que Erick también está trabajando.
—¿¡Bromeas!? Me encantan los perros —dice el chico.
—¿En serio?
—Sí, pero su madre no le deja tener mascotas —prosigue a explicar Kenai.
—Pero si solo es por un empleo de verano puedo aceptarlo —se apresura a decir Stanley —¿Cuánto me pagarás?
—Bueno, el salario está comprometido a los gastos de la casa, pero no las propinas, así que te puedo pagar la mitad de lo que gane en las propinas por día. ¿Te parece?
—Lo acepto, harás demasiado dinero, ahora que las escuelas están cerradas este lugar se llenará de gente por las promociones de verano.
—¿Qué promociones de verano? —pregunto en dirección a Kenai.
—Vendemos helados, batidos y hamburguesas a mitad de precio, el cargamento llegó anoche, así que a partir de mañana este lugar estará repleto.
—Oh, Dios mío —susurro con falsa alarma y miro a Stanley —Al salir de aquí me puedes acompañar a la casa para que conozcas a Canela y se familiaricen.
—Podré enseñarle trucos, Canela será mi proyecto de verano. Tu perro estará en buenas manos, Eylen. —asiente y señala detrás de él —En seguida vuelvo, debo ir al baño.
Stanley se aleja y Kenai voltea a verme.
—Con que tienes un perro, ¿eh?
—Sí, también fue una sorpresa para mi.
—¿Cómo sucedió? ¿Lo dejaron abandonado en la puerta de tu casa?
Dejo de picar la fruta para los batidos y lo miro.
—Sabes que soy de aquí, ¿cierto?
—Si, lo sé.
—Eso significa que he conocido a mucha gente mientras vivía aquí... Y hay un muchacho, bueno... no somos amigos, pero su mascota tuvo cachorritos y me regaló uno.
—¿Lo conozco?
—Es Nick Joseph.
Kenai rueda los ojos. —Sí, por supuesto que sé quién es. Él y su grupo de zopencos amigos siempre vienen por aquí.
—Veo que no te cae bien.
—Eylen, son pocas las personas en este lugar que me caen bien, recuerda que en los pueblos pequeños el infierno es grande.
—Sí, aquí todo el mundo se conoce.
—Exacto, y en este restaurante las paredes tienen eco así que todo lo que se dice rebota.
—¿Ah si? ¿Hablas de un eco literal?
—No, hablo de los chismes. —chasquea la lengua —Mira, no soy nadie para decirte con quien juntarte, de por si yo soy una mala influencia a veces, así que imagínate —se ríe y yo niego con una sonrisa —Pero no deberías juntarte con Nick Joseph, su novia es bastante problemática y sus amigos son de lo peor, así que no me sorprendería que bajo su fachada de inocente fuera de la misma manera que ellos.
—Lo sé —suspiro —Cuando me dejó al perrito también me dejó su número de celular, pero no le he escrito y no pienso hacerlo. Usualmente trato de ver lo bueno en las personas y quiero creer que alguien que se junta con gente así puede ser diferente, pero al final del día están hechos de lo mismo. Créeme, lo sé mejor que nadie.
—¿Lo dices por tu ex novio? —indaga con cautela.
—No, por otra persona —hago una mueca y pienso en Alice.
No ha dado señales de vida desde su desaparición. Erick se hace el fuerte y no quiere sacar el tema a relucir, pero sé que le duele. No llora todas las noches, pero cuando lo hace puedo oírlo ya que nuestras habitaciones están pegadas. Intento comprender su dolor, pero me cuesta porque el único sentimiento que tengo ahora hacía mi prima es enojo y creo que eso es lo que hace que no extrañe su presencia en mi vida.
Podría entenderla si vuelve y me explica las cosas, pero dudo que tenga intenciones prontas de regresar. Por el momento es mejor que se mantenga escondida donde sea que se encuentre porque sé muy bien que no está en España como nos dio a entender en ese mensaje que envío el día de la muerte de su gemela y su padre.
He hablado con la abuela y muy preocupada me ha preguntado porque Alison aun no vuelve, me he quedado sin palabras para confesarle la verdad. No tengo las agallas de admitirle que Alice dejó a su hermana como carnada y Alison está muerta. Lo único que he podido decirle a medias es que me he independizado y ya no vivo en la misma casa que ellas y de seguro Alison no regresa a España porque ella y Alice están intentado sanar la relación con Ryan, ante esas mentiras mi abuela solo se ríe con nostalgia y dice que espera que eso llegue a pasar.
Aun puedo revivir los recuerdos de aquel doble funeral, mientras bajaban simultáneamente los ataúdes de Ryan y Alison a sus respectivas tumbas, en el mismo cementerio donde se encuentran mis padres y mi tía, no... definitivamente no podré decirle la verdad a mi abuela.
—Eylen, ¿estás bien? —la mano de Kenai en mi hombro hace que reaccione.
—Si, estoy bien.
—Pero estás llorando.
—¿Lo estoy? —me sorbo la nariz y me quito los guantes para seguidamente limpiar mis mejillas —Diablos —susurro —Sí, estoy bien, solo-
—¿Qué sucede? —pregunta en tono preocupado.
—Nada, nada —tomo una servilleta y me limpio las lágrimas al notar que Stanley viene de regreso en nuestra dirección.
Se nota que no está convencido con mi respuesta, pero no dice nada más mientras el chico de rulos se sienta en el taburete frente a mi.
—Ahora que estoy de vacaciones y he conseguido un empleo de verano... ¿se puede decir que estoy creciendo y transformándome en un adulto?
—Llámalo como quieras, tienes dieciséis años. —le responde Kenai con una sonrisa, quizás para no mostrar que está preocupado por mi.
—Lo hago —asiente con una sonrisa y me mira —Eylen, te tengo una propuesta.
—¿Qué clase de propuesta?
—Hay un concurso de fotografía y quiero inscribirnos.
—¿A los dos? —lo miro confundida —¿Por qué?
—El primer premio se lleva dos mil dólares y se supone que el tema del concurso es: espíritu libre.
—¡Vaya! —exclama Kenai —Dos mil dólares no le caen mal a nadie.
—Tengo una cámara profesional, mi padre me la regaló hace un par de años, no la he usado mucho, pero aún sirve. —me señala. —Al verte, veo un cristal roto, pero con un gran espíritu libre, así que creo que si te fotografío podré capturar la esencia que busca el concurso.
—Es la primera vez que alguien me dice que parezco un cristal roto —bromeo. —¿Debería sentirme mal?
Stanley se escandaliza y dice: —No, claro que no, por favor no. De hecho, me agrada mucho porque ese podría ser nuestro tema en la foto, usaríamos la famosa reparación con oro como inspiración. —sonríe —Oh, ya puedo verlo, tu llena de oro líquido mirando fijamente a la cámara. No hay manera de que no quede bien representada la tristeza que puede traer consigo un espíritu libre.
—Me perdí totalmente en la reparación con oro —le digo a punto de reír.
—"Reparar con oro" —hace comillas —Es un método de reparación que celebra la historia de cada artefacto que se ha roto al enfatizar sus grietas en lugar de esconderlas o disfrazarlas. —explica —Lo recuerdo porque lo vi en una película y me llamó mucho la atención.
—Parece que cualquiera que me ve puede notar que estoy rota, ¿no es así? —los miro a ambos.
—Un billete no pierde su valor al arrugarse o romperse. —dice Stanley con una media sonrisa —Esa es una frase que mi madre suele decir, nunca he entendido porqué, pero tiene razón, por más golpes que la vida te de, tu seguirás siendo la fabulosa Eylen Stone que conocí hace poco y tiene un gran espacio en mi vida ahora.
—Oh, Stanley, eso es... Es demasiado tierno, gracias. —le digo y siento mis ojos llenarse de lágrimas.
—No sé lo que has pasado, Eylen, y quizás nunca me lo llegues a contar, pero estaremos aquí para ti. —responde.
Puedo sentir la mirada de Kenai en mi y al verlo está asintiendo a lo que Stanley dice.
—Las personas no deberían juzgar lo que no conocen, cada quien batalla con sus demonios internos —prosigue a decir Stanley —Pero... Te veo y siento que estás rota, amiga, pero con un poco de oro reparador, podemos hacer que esa tristeza se vea hermosa en una manera artística.
Volteo a ver al moreno de nuevo. —¿Qué dices Kenai?
—Es tu decisión, pero Stanley tiene varios pro a su favor, no hay manera en la que una fotografía tuya no gane ese concurso, eres muy bonita, Eylen. —sonríe y puedo sentir mis mejillas arder.
—¿Cuánto gano yo? —pregunto al chico de rulos ahora emocionándome por el concurso.
—Si ganamos te doy la mitad del dinero. —sonríe.
—Mmm, no sé —niego. —Lo pensaré, te daré una respuesta al final del turno.
—De acuerdo. —asiente y nos mira a Kenai y a mi.
—¿Esos serian los planes para el resto de tu verano? —pregunto.
—Sí, sin querer la agenda se llenó, tengo un perrito que cuidar, un concurso de fotografía que ganar —hace una pausa y me señala —Cuando aceptes, obviamente, y si todo sale bien podré comenzar a ahorrar en el banco, como el adulto que soy.
—Adulto —Kenai se burla y le tira una trozo de piña de los que está cortando. —Un adulto sabe estudiar por si solo.
—Es un proceso, viejo —responde de forma arrogante —No seas un grosero. —le tira la piña de regreso.
—Ustedes dos si que parecen hermanos —los miro con una sonrisa.
—De seguro tú también debes parecer hermana de tu mejor amigo. —responde Stanley.
La sonrisa desaparece de mi rostro y bajo la mirada mientras asiento.
—Puede que si, pasábamos tanto tiempo juntos que probablemente parecíamos hermanos.
—De seguro lo extrañas mucho.
—Sí.
—¿Vendrá a visitarte ahora que vives aquí?
Subo la mirada a Stanley y digo: —No, no creo que sea posible.
—¿En serio?
—Mi mejor amigo murió el mes pasado.
—Oh —Stanley abre los ojos asustado —Eylen, no tenia idea, lo siento mucho, no quise-
—Tranquilo —niego interrumpiéndolo y miro a Kenai —¿Te importa si voy a la cocina y ayudo un poco allá?
—No te preocupes, ve —dice asintiendo —Yo me quedo aquí.
—Gracias... —le digo y lentamente comienzo a caminar para salir de detrás de la barra y hacer mi camino a la cocina.
Me parece tonto querer ocultar mis heridas cuando claramente son visibles para todos, quizás debería ponerme a llorar, sé que no es la mejor opción, pero me gustaría hacerlo.
Supongo que el estar en el trabajo y mantenerme ocupada en casa han impedido que no ande lamentándome por cada rincón en todo momento, porque Stanley tiene razón, soy un cristal roto.
Al pasar frente al tablero de anuncios de la semana, noto que está pegado el volante del concurso de fotografía que Stanley mencionó. Me detengo a verlo unos segundos y una parte de mi pide a gritos hacer algo diferente y tomar la oportunidad, así que eso hago, decido empezar a disfrutar los días en vez de quebrarme más.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top