06. Esperanza
Eylen
—¡Por fin vacaciones! —exclama Stanley con emoción cuando cruza la puerta del restaurante. —No más levantarse temprano, no más clases aburridas, ¡No más tareas!
Kenai se ríe y sube su palma derecha al aire para que Stanley la choque.
—Felicidades. —dice el moreno —Eso significa que yo también tengo un respiro, así que estoy igual de feliz.
Dejo de lado uno de los vasos de cristal que he estado puliendo con Kenai y miro al chico de rulos.
—¿Qué harás esta tarde cuando acabe tu turno, Eylen? —indaga Stanley en mi dirección.
—Supongo que llegar a casa y tomar una ducha, ¿por qué?
—El inicio de las vacaciones de verano siempre comienza con la venta de garaje de la familia Scott —responde sonriente.
—En otras palabras, quiere que lo ayudes a bajar cosas del ático para la venta de mañana —prosigue a explicar Kenai y deja el vaso de cristal junto a los que están ya relucientes. —Yo iré en la noche ya que tengo que estar en otro lugar al salir de aquí, pero les puedo llevar pizza para la cena.
—Tentador —susurro burlonamente —Pizza luego de bajar cajas del ático. —hago como si pensara la oferta.
—¿Entonces...? ¿Qué dices Eylen? —Stanley me mira y pone sus manos en modo suplica. —¿Me ayudas?
—Supongo sí —subo los hombros. —¿Qué más podría hacer en un viernes por la tarde? —bromeo.
—¡Sí! —sonríe aliviado —No quiero que mi masculinidad baje su nivel, pero debo confesar que el ático me asusta, no soy capaz de subir solo —sacude la cabeza como si la sola idea le causara escalofríos.
—¿Tu mamá está en casa? —indago y niega de inmediato.
—No, creo que ahora mismo está en Londres, regresa quizás en dos semanas.
—¿Entonces realizas la venta solo? —abro los ojos asustada —Creí que dijiste: Venta de garaje de la familia Scott.
—Pues... sí, o sea venderé cosas que le pertenecen a los integrantes de la familia Scott y esos somos mi mamá y yo. —explica y al ver mi cara de preocupación agrega: —Eylen, llevo haciendo estas ventas solo y sin falta cada inicio de verano desde hace dos años.
Volteo para ver a Kenai y él asiente confirmando así que lo que dice el chico es verdad.
Siento un poco de lástima por Stanley e incluso me veo reflejada en su vida ya que prácticamente se está criando él solito y si no fuese por Kenai quien sabe cómo la estaría pasando por su cuenta.
—Su madre lo deja hacerlo —dice Kenai ante mi silencio —Ella dice que es bueno deshacerse de las cosas que uno no usa ya que le pueden servir a otra persona.
—Además, es bueno empezar el verano con algo dinero. Lo que recaude me sirve para entretenerme en los juegos del arcade —dice Stanley con una sonrisa.
—Eylen, si quieres mañana también puedes llevar cosas que no usas y tienen potencial para venderse, yo lo hago. Los vecinos de Stanley siempre arrasan con todo en esas ventas de garaje.
—Ustedes dos hacen parecer una venta de garaje muy divertido —les digo. —Muy bien, solo dame la dirección de tu casa y al salir de aquí voy a la mía, me cambio y salgo directo para allá.
—¡Genial! —Stanley se mete una mano al bolsillo de su pantalón y saca su celular.
Intercambiamos números y de inmediato me llega un mensaje con la ubicación de su casa, de hecho, no queda muy lejos, solo es a un par de calles de aquí. Ya tengo otras de las razones por la cuales siempre se la pasa metido aquí, puede ir y venir caminando cuantas veces quiera.
❁❁❁
Es una tarde muy fresca, son las 4:12 pm cuando bajo de mi bicicleta y quedo frente a la que creo es la casa de Stanley. Saco el celular de mi bolsillo y abro la ubicación. Sí, estoy en el lugar correcto.
La casa frente a mí no está cercada y es bastante grande. Los barrotes en las ventanas son blancos y las paredes están pintadas de un amarillo pálido. El jardín no tiene flores o árboles, pero el césped está muy bien podado.
Comienzo a guiar la bicicleta por el sendero pavimentado a la entrada del lugar. Toco el timbre y en pocos segundos escucho un estruendo impactar contra la puerta que me hace dar un brinco del susto.
—¡Auch! —escucho un quejido desde el otro lado.
—¿Estás bien? —pregunto preocupada y la puerta de madera color blanca se abre. Stanley está sosteniéndose el brazo y tiene una mueca de dolor.
—Sí, estoy bien —responde —He tropezado con estás estúpidas cajas —explica. —Adelante, bienvenida a mi humilde morada. Entra con la bicicleta, la puedes acomodar en una esquina de la sala, no tengo problema.
—Gracias —susurro entrando con cuidado de no tropezar también con las cajas de cartón llena de cosas —Veo que ya has sacado mucho para la venta de mañana.
—Sí, no entiendo como a lo largo del año soy capaz de recolectar tanta basura, supongo que inconscientemente comienzo a acumular cosas para vender —se ríe.
Yo dejo la bicicleta tal y como él me dijo, en una esquina de la sala y me quito del cuello el pequeño bolso que traigo.
Comienzo a ver el lugar, Stanley es un chico muy alegre, pero su hogar no tiene un ambiente cálido, es bastante frío y carece de adornos decorativos. Tiene los muebles necesarios para hacer del lugar lucir como una casa, pero las pequeñas habitaciones falsas que colocan en Stuffs 24/7 que adornan con muebles haciéndolas parecer parte de una casa lucen más como un hogar que esto.
Noto un par de cuadros pequeños arriba de la chimenea y con mucha curiosidad me acerco para observar las fotos. En todas salen Stanley y una señora de piel blanca, cabello negro lacio y hoyuelos en las mejillas junto a él.
—¿Tu madre? —sonrío cuando se encuentra a mi lado y me ha atrapado viendo las fotos que tiene con su madre.
—Así es —asiente —Esa es Eloise Scott en todo su esplendor.
—Stan... aquí no hay ninguna foto con tu papá —comento, aunque estoy segura de que eso ya lo sabe.
—Mi padre no era una buena persona, Eylen. Siempre lastimaba a mi mamá.
—¿La golpeaba? —pregunto asustada.
—No, pero para lastimar no son necesarios los golpes, a veces solo basta con acciones.
Hago una mueca al ver como la tristeza comienza a aparecer en sus facciones.
—No tienes buenos recuerdos de él, ¿verdad?
—Siempre fue un padre ausente, tengo suerte si apenas y recuerdo su rostro. —sube los hombros —Pero estoy bien, te lo juro, no quiero que sientas lástima por mí.
—No siento lástima por ti. —aclaro de inmediato y decido dejar de hablar de eso —Mejor vamos por las cosas que tienes en el ático.
—Claro, sígueme hay que subir —asiente y se gira conmigo detrás de él —Creo que hay un par de cosas que pueden servir, la verdad no recuerdo que tanto hay allí arriba, lo repito, ese lugar me asusta, no he subido en meses.
—Oh Dios, ojalá no salgan bichos —digo con falso miedo.
—¡Basta!
Suelto a reír al ver su cara de preocupación y con cuidado comenzamos a subir la escalera que lleva al lugar. Stanley enciende las luces y muchísimas cajas, así como bolsas llenas de adornos navideños brincan a mi vista.
No entiendo cuál es el miedo, este lugar no es tan aterrador como imaginé que seria, solo está lleno de polvo.
Comienzo a recorrer el espacio, es muy grande para ser un ático y tiene demasiadas cosas como para que todo esto le pertenezca solo a Stanley y su madre.
—¿Qué es exactamente lo que quieres sacar para la venta?
—No sé, creo que un par de adornos viejos —responde y se inclina para rebuscar en la caja que tiene a sus pies —Todo lo que está aquí es porque mi mamá dejó de usarlo o porque ya no le gustó, así que se puede vender lo que sea.
—Muy bien —asiento y camino en dirección opuesta a la suya viendo que puede ser bueno para la venta.
Me arrodillo frente a una caja de revistas de modas y detrás del polvo veo que son del año 1999. ¿Quizás a alguien que le guste leer o quiera buscar inspiración de moda pueda quererlas? Supongo que sí. Pongo la caja a un costado y prosigo a rebuscar. Encuentro una bolsa negra llena de flores plásticas blancas, de hecho, abro las dos bolsas negras a los costados de esta y noto que también tienen lo mismo.
—Stanley, ¿Por qué hay tantas flores plásticas blancas?
—Creo que son de las coronas de flores que enviaron los amigos de mi papá cuando murió. Mi mamá las sacó del aro y las metió en bolsas, las iba a quemar, pero se le olvidó y yo las subí al ático. Supongo que ambos olvidamos que estaban aquí.
—¿Por qué los amigos de tu padre no las llevaron al cementerio directamente? ¿No era mejor hacer eso que traerlas aquí?
—Es que está enterrado en Chicago y no muchos pudieron ir hasta allá.
—¿Cómo murió? —indago y cierro la bolsa.
—Murió... —comienza a decir y a la misma vez intenta sacar un pedazo de tela que está atrapado debajo de una caja —Murió por...
La pila de cajas está tambaleándose, si saca el pedazo de tela todo se le va a caer encima.
—¡Stanley, no!
—¿Qué? —se gira a verme con la tela en mano que resultó ser una camiseta vieja y en menos de lo que puedo reaccionar un estruendo llena el ático y Stanley queda prácticamente aplastado bajo la pila de cajas. —¡AUXILO! —chilla —¡EYLEN!
Comienzo a toser ya que se ha levantado una enorme capa de polvo. Como puedo intento llegar hasta el chico y me arrodillo para quitarle de encima un par de cajas.
—Espera —digo tratando de calmarlo ya que no deja de gritar.
—¡Voy a morir! ¡Ha llegado mi día!
—No morirás, espera un poco —susurro, pero no puedo quitar la caja enorme que lo tiene preso de la cintura para abajo. —¿Qué hay aquí? Pesa demasiado. —gruño rendida y me levanto para ver que hay dentro de la caja. Son muchos libros de texto de primaria.
—¡Aplastado por libros, sabía que esos malditos iban a acabar con mi vida un día! —chilla cuando me ve sacando los libros y arrojándolos al suelo. Si saco un par quizás pueda liberarlo.
—No morirás, espera... recuerda que no tengo mucha fuerza, tengo que aligerar el peso de la caja, Stanley —le digo tratando de no reír ante su histeria.
—Mamá, si estás viendo este video quiero que sepas que te amo...
Frunzo el ceño —¿Qué? —susurro y al girar veo que Stanley está grabándose con su celular.
—Ay, Stanley, ya te dije no vas a morir.
—No lo sé, Eylen, no me veo saliendo de aquí —dice de forma dramática y mira a la cámara nuevamente —Mamá... He estado aquí por —suspira y me mira —¿Cuánto tiempo?
—Dos minutos —respondo seriamente.
—Ay no —mira a la cámara —Lamento que esta sea mi última despedida, pero-
—¡Listo! —lo interrumpo ya que pude mover la caja y lo he liberado —Muy bien, drama king, levántate.
—Oh —susurra con una sonrisa y mira a la cámara —Olvídalo, mamá, ya no importa —dice y bloquea el celular. Yo le extiendo una mano y lo ayudo a levantarse.
—¿Estas bien? —pregunto conteniendo la risa y comienzo a sacudir su camiseta.
Stanley no dice nada, solo asiente y me abraza. Eso me toma por sorpresa, pero paso mi mano por su espalda y le doy palmaditas. El chico solo tiene 16 años, pero es muchísimo más alto que yo.
—Gracias, Eylen, si hubiera estado solo habría sido mi fin —dice contra mi cabello y esta vez sí suelto a reír.
Es un dramático, tiene su celular, si hubiera estado solo pudo haber llamado al 911 o Kenai.
—No te preocupes, para eso están los amigos. —respondo.
Stanley se aparta de mí y mira el desastre. Seguido me mira a mí.
—¿Sabes? Creo que con lo que tengo en las cajas de abajo será suficiente.
—¿Seguro? —pregunto con cautela.
—Sí, no quiero estar aquí, mujer. ¡Casi pierdo la vida! —se gira muy digno saliendo así del ático.
Ante su drama mi mente lo compara con Alice, ella de seguro le da la talla en cuanto a reacciones exageradas. Aunque no lo culpo, si antes tenía miedo, ahora menos querrá subir a este lugar.
—De acuerdo —susurro, pero antes de seguirlo tomo conmigo la caja de revistas y apago la luz del ático.
Paso las siguientes horas con Stanley en su espaciosa sala sacudiendo el polvo de los productos que venderá mañana y poniéndoles precio. Descubrí que el chico tiene un gusto musical bastante peculiar, escucha muchas canciones de los años 60, 70, 80 y 90. Nada nuevo, ni siquiera de los 2000 está en su playlist.
Dejo de lado un conejito de cerámica ya que comienzo a reír de sus torpes pasos de baile ante la canción I Want You Back de The Jackson 5.
—¡Oh baby, give me one more chance! —canturrea a la misma vez que baila de un lado a otro usando como micrófono la escoba con la que ha estado barriendo el polvo hemos sacudido —Won't you please let me back in your heart...
El timbre me hace ponerme de pie ya que Stanley no se ve con intenciones de parar su concierto imaginario, así que corro a la puerta y al abrir veo a Kenai con tres cajas de pizza en manos y una sonrisa radiante.
—¿Alguien ordenó pizzas calientes con mucho queso? —pregunta.
—Nosotros —respondo de forma aliviada ya que son más de las ocho de la noche y ya me estaba comenzado a dar hambre. Me hago a un lado para dejarlo pasar.
—Lo sospechaba —se ríe y cierro la puerta detrás de mí para seguirlo a la cocina. Bueno puede que sea que siga el olor de la pizza, pero igual.
Kenai comienza a mover su cabeza de un lado a otro ante la nueva canción que suena por las bocinas en la sala, por increíble que me resulte, la conozco, es Waterfalls de TLC.
—Veo que a ti también te gusta esa música —comento.
—¿Bromeas? —se gira a verme cuando ha dejado las cajas de pizzas sobre la mesa —¿Quién crees que ha inducido a Stanley en ese excelente camino del gusto musical?
—Oh, wow —asiento al comprender —¿Cuántos años tienes Kenai? —indago con curiosidad ya que no se ve tan mayor y esas canciones son... bueno, son viejas.
—24 —responde rápidamente y comienza a chasquear sus dedos y tararear la canción con quizás mucho sentimiento —Don't go chasing waterfalls... Please stick to the rivers and the lakes that you're used to... —estira su mano en mi dirección con una sonrisa gigantesca.
—No, amigo, yo no bailo —niego de inmediato y retrocedo al ver sus intenciones.
—¿Necesitas una canción más movida? —arquea una ceja de forma burlona.
—No —me rio nerviosa —Yo no bailo, Kenai.
El moreno niega sin borrar su sonrisa y se me acerca, quedando solo a centímetros de mi rostro.
—Lo dice la chica que estaba dispuesta a bailar toda la noche pole dance en un bar, es inútil que lo niegues, bailas excelente —susurra y sé que me he sonrojado —Tranquila, este es un lugar seguro. —finaliza y me toma de la mano jalándome de allí para llevarme a la sala.
—¡Hermano! —lo saluda Stanley cuando lo ve.
Kenai me suelta para hacer el saludo de manos usual que hace con Stanley y seguido camina hasta el celular del chico, ya que de allí es de donde sale la música porque se encuentra conectado a las bocinas por bluetooth.
—Stan, mostrémosle a Eylen que en esta casa bailamos como si nadie nos viera —sonríe y el chico a mi lado me mira sonriente y asiente.
—Chicos, por favor no... —niego con esperanza de que no me obliguen, aunque la sonrisa no deja mis labios, seguramente como el color rojo en mis mejillas.
—Lo sentimos, amiga, no sé cómo eran las cosas en Chicago, pero estás en Springfield ahora y si quieres ser parte de nuestro exclusivo y selecto grupo debes bailar al compás de nuestras canciones. —Kenai sonríe y parece que bromea, pero claramente está hablando en serio.
—¿De verdad? —los miro de hito a hito.
—De verdad —responden ambos a la misma vez y Kenai pone una nueva canción.
''Vaya, esa también la he oído antes, solo que no sé cómo se llama...''
—Uh... ¡Wake Me Up Before You Go-Go! —exclama Stanley como si hubiese leído mis pensamientos —Vamos Eylen, es imposible no bailar —el chico sube con todo y escoba al sofá de dos personas y comienza a bailar. Cuando volteo a ver a Kenai, se encuentra bailando con los ojos cerrados en el centro de la sala.
Comienzo a reírme de ambos al ver sus nada coordinados pasos, pero Stanley tiene razón, me está costando resistirme a la melodía pegajosa.
—¡De acuerdo! —sonrío y le quito la escoba a Stanley para bailar y usarla como una guitarra imaginaria.
Kenai abre los ojos y toma una almohada de los cojines para usarla como pandereta falsa y Stanley baja de un brinco del sofá chasqueando sus dedos y uniéndose a nosotros en el centro de la sala.
Stanley y Kenai junto a momentos como estos me dan esperanza, puede que no todo en Springfield termine en desastre.
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