70. Miles de trizas

Eylen

Cuando Harry se estaciona frente a mi edificio no tengo idea de cómo mierda soy capaz de salir del auto y caminar sin tropezar.

Veo todo borroso y la cabeza me da vueltas. Intenta ayudarme, pero cada que pone su mano en mi espalda lo empujo lejos de mí. No puedo decirle que deje de seguirme ya que no me hará caso así que en total silencio vamos subiendo en el elevador.

Noto que en una de sus manos trae mi maleta del colegio.

—¿De dónde has sacado eso? —pregunto confundida. —¡¿Acaso irrumpiste en la casa de Denis?!

—¿Qué parte de que he barrido las calles de Chicago buscándote no te quedó claro? —responde secamente.

El elevador se abre y salgo de allí siendo seguida por Harry. Mis llaves están en la maleta así que lo miro. Deja salir un suspiro y mete su mano en uno de los bolsillos para sacar las llaves y abrir la puerta.

—Vamos a tener una seria conversación —dice. Yo bufo y me quito las sandalias yendo al sofá.

—No hay nada que decir.

—Pero que carajos está pasando, ¿¡por qué actúas de esta manera?!

—Soy producto de lo que haces, me has convertido en esto.

—¿Qué? —pregunta incrédulo y arroja mi maleta al suelo.

—Me rompiste, Harry. Incluso decirlo me duele, pero has roto cada parte de mi corazón en miles de trizas y lo que más odio en de eso es que fui yo la que te dio el derecho de poder hacerlo —suspiro —Ya no quiero verte más.

—¿Estás terminando conmigo?

Subo la mirada para verlo ya que está parado frente a mí.

—Y tienes el descaro de preguntarlo —chasqueo la lengua —Eres de lo peor.

—¿¡Pero que mierda hice?! Amor, estábamos bien, por una sola vez en todo este tiempo, ¡estábamos bien! —dice enojado —¡¿Qué hice para que llegues a casa así luego de perderte todo un día y decidas terminar conmigo?!

—El hecho de que no lo sepas dice todo por sí solo.

—¡Muy bien! —sube las manos exasperado —Esto no va a llegar a nada justo ahora, así que volveré por la mañana cuando estés sobria y puedas explicar mejor tus estúpidas ideas sin sentido y puedas razonar como una adulta.

—¡No! No vas a volver —me levanto del sofá y lo empujo con ambas manos por el pecho —Te vas y no quiero saber nada de ti, ¡nada, nunca más!

Logro sacarlo del departamento, no sé de dónde saqué fuerzas, puede que el mismo esté decidiendo, pero no me importa porque ante su mirada furiosa le estrello la puerta y corro al sillón para acostarme a llorar.

Ebria, sola y asustada, lo único que puedo pensar es que quiero irme de esta ciudad.

❁❁❁

El sonido de mi alarma es como un martilleo constante en mi cabeza.

Abro los ojos e intento despegar mi cabeza del sofá, pero termino es mareada y con ganas de vomitar.

Me pongo de pie para correr al baño de invitados y vomitar todo el alcohol de mi sistema.

La alarma sigue resonando por todas las paredes como si fuera un eco y gruño molesta poniéndome de pie. Bajo la cadena y observo mi reflejo en el espejo.

—¿Qué mierda he hecho? —me miro y no me puedo distinguir mi propia imagen.

Llena de rímel corrido, ojos hinchados, el cabello hecho un desastre, la ropa mal puesta y lo peor de todo, oliendo a tequila completamente.

Llevo mis manos a mi cabeza y salgo del baño para buscar mi celular y apagar la alarma.

«Torneo de Erick, hoy a las 8:00 am»

Leo la nota adjunta con la alarma y maldigo entre dientes ese hecho ya que lo había olvidado totalmente.

Bloqueo el celular ignorando por completo que tengo muchas llamadas perdidas y mensajes de varias personas.

Me siento en el piso de la sala y veo todo a mi alrededor tratando de no hacer movimientos bruscos ya que la cabeza me duele mucho.

"¿Dónde diablos está Alice?"

Muerdo mi labio inferior y luego de unos minutos, cuando siento ya que me puedo mover, me levanto para entrar a mi cuarto y tomar una ducha.

El agua fría cayendo contra mi cabeza y todo mi cuerpo me regresa algo de serenidad, pero no del todo ya que mi mente empieza a reproducir de forma lenta y borrosa todo el desastre que se formó en el bar.

Me acaricio los brazos sintiéndome avergonzada y sucia al verme a mí misma trepada en un escenario bailando pole dance en brasier a completos extraños.

Mi garganta arde, mi pecho se siente pesado y mi corazón igual de roto.

Lloro un poco más mientras me lavo el cabello y me enjabono el cuerpo, porque al parecer, lágrimas son las que no me faltan.

Salgo de la ducha y en total silencio abro mi pequeño armario y saco lo primero que veo. Unos jeans azules y un abrigo de algodón color blanco con capucha. Mi apariencia no puede ser más desastrosa así que lo que use no importa mucho.

Una vez lista, me pongo unas zapatillas blancas y salgo de mi habitación para entrar a la de Alice y buscar entre sus cosas unos lentes de sol. No es muy difícil encontrar su colección de lentes y tomar uno.

Lo cuelgo sobre el cuello de mi abrigo y salgo. Tomo mi billetera de la maleta y la meto en el bolsillo delantero del abrigo. Busco mis llaves y veo que están en la mesita de la sala así que también las tomo y salgo del departamento.

Estando en el elevador me coloco los lentes y recuesto mi cabeza al metal mientras voy bajando.

Paso por recepción y salgo a la calle. El viento mañanero me recibe y el sonido de los autos me provocan más dolor de cabeza. Estiro mi mano a un taxi y para rápidamente.

—Chicago High School, por favor —doy la dirección y el hombre asiente mientras conduce a donde he dicho.

Me recuesto de la ventana sintiendo mi estómago gruñir por comida.

"Cuando este allá compraré algo a los vendedores ambulantes..."

Un par de minutos después pago el viaje y bajo del taxi viendo el gran recinto frente a mí. Hay un par de personas caminando en dirección a la entrada principal y otras optando por la parte trasera.

Da igual por donde se accede, la cosa es poder llegar a la piscina.

Por obra divina veo que hay un carrito de hamburguesas cerca de la entrada y hay un par de personas tomando café ya que lo están vendiendo también.

Pido una hamburguesa de queso y también un café con leche, pago y cuando me entregan la orden me dirijo al gimnasio.

Hay bastantes personas, no lo esperaba ya que es sábado y apenas van a ser las ocho de la mañana, pero aun así logro conseguir un asiento en la parte baja de las gradas y me siento a esperar que inicie el evento mientras como lo que he comprado.

El evento empieza y la gente grita con emoción cuando los nadadores comienzan a salir uno a uno.

Me llevo las manos a la cabeza hasta que paran y solo se escuchan aplausos.

Erick me mira, ya que no está tan lejos y con sus manos me hace un par de gestos extraños. Veo que su boca se mueve, pero no distingo lo que dice, así que bajo un poco las gafas y agudizo la mirada.

Creo que está preguntando, «¿dónde está Alice?» yo subo los hombros y niego. Frunce el ceño y suelta un par de bocanadas de aire ya que han comenzado el conteo para iniciar la primera ronda del torneo.

Con mucho dolor de cabeza gracias a los gritos de las personas, pasa una hora y Erick es de los tres finalistas.

Mi celular no ha dejado vibrar en mi bolsillo, de seguro es Harry quien debió haber llegado al departamento y no me ha encontrado.

No estoy ni de humor, ni con ánimos para discutir mi comportamiento de anoche. Hoy se trata de Erick.

Me pongo de pie junto a todos los demás ya que ha empezado la ronda final.

Puedo sentir la tensión en el ambiente, los entrenadores de los tres chicos están nerviosos, los buscadores de talentos de distintas universidades también están bien enfocados en cómo terminará esto.

Erick me mira, subo mis pulgares en su dirección, veo que sonríe de lado, pero con la mirada recorre las gradas buscándola a ella sin éxito ya que nunca apareció.

El silbato marca la salida y los tres finalistas se lanzan al agua.

Erick gana.

El estudiando de Chicago High School quiere tumbar las gradas ante la emoción. El entrenador celebra, las porristas brincan de alegría y yo sonrió feliz cuando mi amigo sale del agua con una sonrisa de alivio en su rostro casi sin poder creerlo.

Saco mi celular del bolsillo para capturar este momento, pero un nuevo mensaje aparece en mi pantalla.

Mi corazón se acelera cuando puedo leer un pedazo de lo que hay escrito antes de que se pierda junto a las demás notificaciones.

Con manos temblorosas me voy a los mensajes y entro al número desconocido.

Llevo una mano a mi boca al ver una foto de Alice tirada en el suelo, llena de sangre con una soga en el cuello y los ojos perdidos a la nada.

Nadie se mete con un Dallas y vive para contarlo. ¿Quedó claro?
⤻9:05 am

Es lo que decía el mensaje.

Me quito los lentes y los arrojo al suelo sintiendo que me quedo sin aire.

Pego un grito desgarrador que hace que todos en el lugar queden en total silencio viéndome de forma asustada.

—¡¿Eylen?! —Erick llama por mí a lo lejos y lo miro.

La preocupación lo invade y toma una toalla enrollándola en su cintura mientras camina en mi dirección.

Niego frenéticamente y voy a su encuentro ante la atenta mirada de todos en el gimnasio.

—Erick, ¡la han asesinado! —digo temblando. —¡Han asesinado a Alice!

Ante lo que he dicho las personas a sueltan un grito ahogado colectivo.

Me amigo frena en seco y me mira aún más asustado que yo. Le enseño el celular y sus ojos se cristalizan de inmediato.

—¡NO! —grita mientras su pecho sube y baja en forma veloz.

Miro la foto nuevamente, reconozco ese piso, está en casa de Ryan.

—¡ESTÁ DÓNDE RYAN! —grito y salgo de los mensajes para llamar al 9 1 1.

De repente todo síntoma de resaca o cansancio ha dejado mi cuerpo y corro veloz fuera del recinto dejando atrás los murmullos desconcertados.

—Novecientos once, ¿cuál es su emergencia?

No entiendo cómo me las ingenio para decir entre medio del llanto y corriendo como loca lo que ha pasado y la dirección de la casa de Ryan.

Jamás había corrido tanto como lo he hecho hoy. Llego a la casa de Ryan y cruzo el jardín entrando al lugar casi sin poder respirar.

—¡NO! —grito al ver no solo el cuerpo de Alice en el suelo, Ryan también está a su lado.

Ambos con sogas en sus cuellos y acostados en un charco de sangre.

Me arrodillo llevando mis manos al rostro de mi prima. Temblando de miedo con muchas lágrimas descendiendo. Miro su rostro y me quedo estática por unos segundos.

—No puede ser... —susurro asustada y caigo sentada mientras retrocedo sin poder creer lo que estoy viendo.

Me he llenado de sangre, está por todas mis manos y ropa.

—¡Eylen! —Erick entra al lugar vistiendo únicamente unos shorts negros y descalzo. Al parecer tomó lo primero que encontró y corrió desde el colegio. —¡NO! —Erick se arrodilla en el suelo y lleva sus manos al rostro de mi prima —¡NO!

Llora y deja caer su cabeza sobre el pecho de ella.

—Erick —lo llamo entre jadeos y gateo hasta él —Erick —tomo uno de sus brazos y lo aparto —¡Mírala bien!

—¿Ah? —susurra.

El sonido de la ambulancia y también de patrullas policiales se escuchan cada vez más cerca, así como el murmullo de personas en el jardín.

Erick se aleja un poco y juntos miramos detenidamente el rostro de la chica frente a nosotros.

—Espera... ¿Es Alison? —susurra sin poder creerlo y aleja sus manos del cadáver de su cuñada.

Nos miramos de la misma forma asustada y asiento sin poder creerlo tampoco.

—Erick, esta no es Alice, es su gemela.

—¿Qué carajos?... —dice casi sin poder respirar.

Creo que si mi corazón estaba hecho trizas ahora sus piezas restantes están siendo masacradas de la forma más brutal posible.

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