68. El día que todo cambió

Eylen

Bajo el bolígrafo y miro a los pocos estudiantes que aún quedan en el gimnasio.

"Se acabó..."

—Finalmente se ha acabado —susurro y me pongo de pie para tomar mi maleta del suelo y entregar mi examen final.

Salgo de allí para buscar a mi prima y Erick quienes habían entregado minutos antes casi a la misma vez.

Los encuentro recostados de la pared cerca del salón de Historia.

—No puedo creer que este día finalmente está ocurriendo —digo haciendo notar mi presencia. —No habrá nada, pero absolutamente nada que extrañe de este lugar de mierda.

—Yo tampoco —dice Erick.

—Ojalá Max estuviera aquí —susurra Alice bajando la mirada.

Hago una mueca y asiento.

—Cada día lo extraño más que el anterior —susurra Erick de igual manera.

—¡Con permiso! —dice una chica pasando por nuestro lado y pegando una hoja en la pared a nuestro costado —¡Últimos anuncios del año escolar 2019! —exclama y se aleja para seguir pegando las hojas.

Los tres miramos la hoja y leemos lo escrito en ella:

«Torneo regional de natación mañana a las 8:00 am.

Los graduandos pueden retirar el domingo sus créditos finales y también vaciar sus casilleros hasta ese día ya que de lo contrario el colegio se queda con todo.

Aún están a tiempo de reservar sus togas y birretes con la profesora de Francés.

Ceremonia de graduación el martes 28 de mayo a las 10:00 am»

—¿Nervioso por mañana? —le pregunto a Erick y él niega con una sonrisa.

—Ni un poco —responde y toma la mano de Alice para poder salir de aquí.

—Esa es la actitud —palmeo su hombro —Max tenía toda la fe en que ibas a ganar y yo también.

—Eres el mejor, mi amor —prosigue a decir Alice y saca su celular del bolsillo.

—Déjame poner mi alarma para mañana a las 7:00 porque si no lo hago me duermo —digo y saco el celular para hacerlo. Erick se ríe y guardo el celular cuando ya está lista —¿Qué hacemos ahora? ¿Vamos un helado para celebrar nuestra salida de este lugar?

—No puedo —Alice niega rápidamente —Tengo que hacer unas-

—¿Diligencias? —la interrumpo.

—¿Qué tienes que hacer? —le pregunta Erick.

—¿Podrían parar? No tienen que rastrear cada uno de mis movimientos.

Bajamos las escaleras principales y Alice suelta a Erick cuando un carro nuevo se estaciona a nuestro costado.

—Déjame adivinar —dice él de forma molesta —¿Pediste un Uber?

—Sí, ya tengo que irme —le da un beso en los labios y a mí me abraza con fuerza.

Ninguno puede protestar ya que sube y el vehículo se aleja de forma rápida.

—Muy bien, ahora si estoy comenzando a creer que algo está ocurriendo —dice Erick aún sin dejar de ver por donde se fue el auto.

—Duh —le doy un zape en el hombro y nos giramos para ir a la parada de buses —Te estoy diciendo que este comportamiento es demasiado extraño, incluso para ella.

—Pero si no quiere decirnos nada, ¿qué podemos hacer?

—Esa es la cuestión —bufo.

Miro la hora en mi celular.

—¿Aun quieres ir por ese helado?

—Mejor mañana, cuando ganes ese torneo. Iré a casa de Harry, su mejor amiga se va hoy. Quizás aún no ha partido para Los Ángeles y me pueda despedir.

—De acuerdo, supongo que nos vemos mañana —Erick sube la mano para parar un bus que es de su ruta y se va mientras yo espero uno que me pueda dejar por la zona donde vive Harry.

❁❁❁

Alice

Bajo del auto y prácticamente corro a la puerta en casa de mi padre. Abro y antes de entrar doy una rápida mirada a la calle viendo que nadie este cerca.

El olor a desinfectante llena mis sentidos. Al parecer se han entretenido limpiando.

"Era de esperarse..."

La casa no está ni parecida al desastre que era ayer.

Escucho sus risas desde la cocina y voy hasta allá solo para verlos a los dos cocinando lo que parece ser el desayuno.

—¿Se acaban de levantar? —indago haciendo notar así mi presencia.

—¡Alice! —ella sonríe y yo también solo que no tan animada como ella. —Sí, ¿te unirás? Anoche se nos fueron las horas entre limpiar la casa y conversar. Miro a mi padre, me pregunto qué mentira le habrá dicho para que ella siga creyendo que es la misma persona. —Esa fiesta de cumpleaños se salió de control —dice ella riendo. —Lástima, me hubiera estado aquí para celebrar también.

Mi padre me mira con súplica, como si el hecho de que yo lo delate signifique su perdición total.

—Sí, lástima —digo.

—Entonces, ¿vas a querer desayunar con nosotros?

—Desayuné en casa, pero gracias —respondo y saco el celular de mi bolsillo para leer los nuevos mensajes llenos de amenazas.

—Oh, ¿segura? Mira que la abuela me ha enseñado unas recetas que-

—Alison —la interrumpo y se queda callada viéndome con temor de que estalle contra ella como solía hacer —Estoy bien —susurro. —Solo necesito recostarme un poco, ¿puedo subir? —pregunto a mi padre.

Él asiente sin decir nada. Yo les doy una última mirada y me giro para subir las escaleras.

Mi hermana se está quedando en la habitación de invitados así que entro allí cerrando con seguro y voy a su maleta para revisar que todo lo que necesito esté allí.

Reviso su pasaporte y dentro de él veo que su vuelo de regreso a Madrid sale el domingo a las 11:00 pm, así que me siento en la cama y marco al hotel más cercano del aeropuerto para hacer una reservación.

Dejo salir un suspiro cuándo todo está hecho y guardo el pasaporte y tiquete de vuelo de mi hermana en mi bolso. Abro la ventana y veo la escalera llena de matorral debajo de ella.

No recuerdo la última vez que subí o bajé por aquí, pero eso ya no importa, con sumo cuidado bajo aferrándome a las barras y cuando estoy de pie viendo la parte trasera de la casa escribo un mensaje a ese número desconocido.

Volví a casa de mi padre, ¿por qué no acabas con todo de una buena vez?
10:51 am⤺

Las lágrimas se me resbalan y prosigo a caminar lejos de allí.

Hoy he apartado un lugar en el infierno exclusivamente para mí.

❁❁❁

Eylen

Al estar a una casa de distancia decido sacar mi celular para marcarle a Harry y decirle que me deje pasar al lugar, pero al ver un par de hombres con herramientas de jardinería salir por la puerta en la cerca decido no hacerlo.

—Hola —saludo y señalo la casa —No se preocupen no vengo a saquear, soy la novia del chico que vive aquí.

Uno de ellos asiente sin hacerme mucho caso y me adentro al lugar mientras otro par de hombres me pasan de largo para también salir junto a los demás.

Llego a la puerta principal viendo que aun el auto de Megan está estacionado.

Giro el pomo y para mi sorpresa no tiene seguro. Al ver las maletas de Megan en un costado de las escaleras concluyo que es por eso. De seguro ya está por irse.

No veo, ni escucho a ninguno de los dos cerca, así que decido subir a buscarlos en el segundo piso.

La habitación de Harry está vacía.

Un par de murmullos me guían entonces al final del pasillo, después de la biblioteca.

Son ellos, diciendo cosas que no puedo entender. La puerta está abierta.

Harry se encuentra de espalda y Megan de frente. Ella nota mi presencia, pero me da una mirada extraña, es como si de repente la chica que ayer aseguró querer llevar el juego en paz hoy no existe.

Abro la boca para hacer notar mi presencia, pero ella es más rápida y toma a Harry de las mejillas mientras lo besa.

Veo sus ojos cerrarse y el roce de sus labios moverse.

El problema no fueron las malas intenciones con las que aun viéndome allí de pie prosiguió a besarlo, el problema fue que pasaron más de diez segundos y en ningún momento Harry la apartó.

Me giro prácticamente temblando y en total silencio dirijo mis pasos a la salida sintiendo que el aire le falta a mis pulmones y el balance se me va del cuerpo.

Salgo de la casa y cuando estoy en la carretera corro fuera del vecindario, corro tan rápido que cuando estoy en la parada de buses tomo el primero que veo allí sin ver exactamente a donde se dirige.

Encuentro un lugar vacío y me siento allí aún sin dejar de sentir el ardor en mi pecho.

Lo siguiente que siento sin mis lágrimas calientes resbalar por mis mejillas y caer en mis manos temblorosas.

"No puede ser posible..."

Niego tratando de borrar la imagen de mi novio besando a otra.

Llevo mis manos a mis ojos y me limpio las lágrimas casi sin fuerza. Por primera vez en lo que me pareció un buen rato me permito mirar por la ventana y noto que el centro comercial se encuentra a una parada de distancia.

Saco el celular de mi bolsillo y me pongo de pie para bajar en cuanto el bus se detenga.

Alice es la única a la cual puedo acudir, así que le marco mientras bajo y comienzo a caminar al lugar. No me contesta y me envía al buzón.

Lloro un poco más al irme adentrando al lugar siendo observada con disimulo por las personas a mi alrededor.

Subo el celular y veo mi lista de contactos. Mi cerebro me hace recordar de inmediato que hay una persona en este lugar que puede socorrerme en mi angustia.

Así que le marco a Denis y al segundo timbrazo contesta.

—Hola, Eylen.

—Por favor, dime que aun estás trabajando en el restaurante de tus tíos.

—Tengo deudas que pagar, así que sí —se ríe —Sigo trabajando aquí, ¿por qué?

—¿Puedo verte unos momentos? —pido y vuelvo a llorar.

—¿Estás bien? —pregunta preocupada —¿Estás en el centro comercial? Claro que puedes venir, solo entra al restaurante Robinson's. Eylen, ¿qué ha pasado?

—Voy para allá —le aviso y cierro la llamada.

Al ver el letrero de Robinson's entro al local y busco con la mirada a mi amiga.

La veo de pie junto a la mesa de un chico que sostiene en una de sus manos un batido y se está riendo por lo bajo de algo que Denis le ha dicho.

Limpio mis lágrimas y me acerco un poco para poder hablar.

—Denis —la llamo.

Ella deja de sonreírle al extraño para mirarme y cuando lo hace la preocupación llena sus facciones.

—Eylen —dice y me abraza.

Es inevitable no llorar cuando mi cabeza queda en su hombro y mis brazos la rodean en busca de afecto.

—Siento tanto esto, pero no sabía a quién más acudir —le digo aun sin alejarme de su hombro.

—Tranquila, —una de sus manos acaricia mis rulos —Tranquila, sabes que estoy aquí para ti.

Denis me separa de su cuerpo para verme.

—¿Es común que hermosas chicas vengan a ti llorando? —comenta el chico —Necesitas enseñarme tus técnicas, Denis.

Mi amiga rueda los ojos y nos apartamos del todo.

El desconocido se pone de pie y me extiende un par de servilletas con una sonrisa.

—Gracias —susurro avergonzada.

—Eylen, te quiero presentar a mi primo Kenai.

Denis señala al moreno de cabellos duros rulos y sonrisa radiante. Asiento y estiro mi mano en su dirección.

—Hola —digo y estrechamos nuestras manos en un saludo.

—Nuestras mamás son hermanas. Quizás el parecido entre nosotros no es mucho, pero te lo juro, somos familia. —explica ella.

—Mi padre es de ascendencia africana —prosigue a decir Kenai.

—Sí, mi tía es una rubia americana de personalidad chispeante y su esposo en un guapo moreno de alta estatura y de amable corazón —explica Denis y luego hace una cara de asco señalando a su primo —La verdad no entiendo cómo es que de la mezcla de dos personas tan hermosas y amigables salió esta cosa, pero bueno, familia es familia.

Kenai rueda los ojos y le da un empujón a Denis haciendo que ella se tropiece con una de las sillas, pero no se cae. Solo comienza a reír y se incorpora nuevamente.

—Es una idiota —murmura Kenai y señala a su prima —No le hagas caso a lo que dice, le gusta joderme ya que no me ve seguido.

—Tranquilo —sonrío —Mucho gusto —le digo.

—Igualmente. Por fin te conozco, Eylen. Denis siempre te menciona en sus historias de supermercado —sonrío levemente en dirección a mi amiga.

—No me avergüences —le susurra Denis a Kenai.

—Yo no te avergüenzo, tu sólita lo haces —responde y no puedo evitar reír —Es una lástima que las circunstancias te hayan traído llorando, pero igual es un gusto poder conocerte en persona.

—No empieces con tus coqueteos —Denis lo empuja haciendo que su primo también se tropiece con una silla —Déjala tranquila, que ella vino a verme a mí —me toma de la mano y lo señala —Ocupa mi cargo unos minutos, ya regreso.

—¿Así es como me recibes en Chicago? ¿¡Con más trabajo?! Eres una bruja —sube las manos al aire de forma dramática, pero luego empieza a reír.

Kenai tiene una risa muy contagiosa.

—Denis, no quiero causarte un problema aquí —le digo mientras la sigo a lo que parece ser la cocina del lugar.

El restaurante no se encuentra muy lleno, lo cual hace que no me preocupe mucho.

—Eylen, ¿olvidas que este es el restaurante de mis tíos? Y si lo dices por Kenai, tú quédate tranquila, él prácticamente es el dueño y sabe perfectamente como atender mesas. Lo hace todos los días en Springfield.

—Espera... ¿Él es hijo de-

—Ajá, Kheytan Robinson, el dueño. Mi tío.

—Oh —asiento y cruzamos por otra puerta que nos termina dejando en el vestidor de damas.

Denis me suelta para poder sentarnos y conversar.

No quería hacerlo, pero en medio de más lágrimas le cuento lo que presencié hace unos minutos y el hecho de que mi corazón se siente triturado y hecho polvo.

Mi amiga se enoja mucho, tanto que sus puños se cierran del coraje y rompe su delantal.

Al final, sólo sonríe de lado y dice de forma segura: —Nos vamos de fiesta esta noche. Ninguna amiga mía se queda llorando, comiendo helado y viendo películas tristes mientras su imbécil novio la engaña con otra. ¡Hoy nos emborrachamos!

Saca su celular y ante mi mirada confusa veo como textea algo rápido.

Lo siguiente que escucho es un grito eufórico y en pocos segundos su primo aparece en el vestidor con una sonrisa radiante.

—¿¡Alguien ha dicho fiesta?! Porque yo estoy a bordo y totalmente listo para beber hasta que mi hígado diga "¡Ya no más, Kenai! ¡Ten piedad!" —dice riendo y se coloca unas gafas de sol negras que no tengo idea de dónde sacó.

Supongo que ahogar el dolor en un bar es algo a lo que le puedo dar una oportunidad, de por sí ya estoy demasiado triste como para pensar con claridad.

—Un corazón roto tarda en sanar, amiga —me dice Denis y pone una mano en mi hombro —Pero si la vida te da limones-

—¡Sacas el tequila! —exclama Kenai y levanta una pequeña botella de vidrio con liquido extraño en ella que tampoco tengo idea de dónde sacó.

Denis se ríe y yo también lo hago.

—Si la vida te da limones, sacas el tequila —repito y asiento con una sonrisa.

—Puede que estés triste, pequeña Eylen, pero caíste en las mejores manos —dice él y destapa la botella para beber de su contenido y salir del vestidor dejándonos solas nuevamente.

—Te lo dije —dice ella con una sonrisa —Nadie sabe festejar como Kenai Robinson.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top