51. Mis ojos en ti

"Estar alerta, he ahí la vida; yacer en la tranquilidad, he ahí la muerte.

Oscar Wilde

Eylen

Llevo el tenedor a mi boca y en seguida el dulce sabor de la piña explota en mi paladar.

No sé dónde están mis amigos, me encuentro sentada sola en una mesa ubicada en el centro de la cafetería. Estar aquí en medio de una marea de estudiantes que conversan y ríen sumergidos en sus burbujas sociales me hace sentir incomoda.

—Estoy aquí —mi prima anuncia al llegar y sentarse frente a mi —La reunión sobre el baile de graduación que solo iba a durar quince minutos se tomó casi toda la hora.

—Lo sé —susurro —Comí sola y ya voy por el postre, ¿quieres? —señalo el tazón plástico con frutas. —Alice suspira y estira su mano para tomar el tazón. Le doy el tenedor y se pone a comer en silencio ante mi atenta mirada. —¿Estás bien?

—Eso creo —responde.

—¿Qué ocurre?

—No sé, tengo esta opresión en mi pecho que no se va desde ayer.

—Supongo que estar en el lugar donde Miguel fue asesinado te puso nerviosa y ahora estás así.

—¿Recuerdas la tarea de Filosofía del año pasado? Esa de las frases que teníamos que explicar.

—Sí —subo los hombros —No me acuerdo muy bien de la mía, pero sé que era de Oscar Wilde. ¿Por qué?

—Ayer me acorde de la mía, así de repente —dice y se lleva un trozo de piña a la boca.

—La mente es selectiva y almacena información que brinca de forma espontánea. De seguro alguien dijo algo ayer que te hizo recordar a la frase.

—Quizás —responde cuando ya ha masticado.

—¿Segura de que te encuentras bien?

—Estaré bien cuando ya no tenga venir más a este lugar —murmura.

—Ya falta poco, lo que hacemos en clase es prácticamente nada y los exámenes empiezan el jueves. —la campana hace que suelte un bufido y me ponga de pie. Faltan dos clases y lastimosamente al ser lunes la última es con el profesor Reynolds. —Nos vemos a la salida, niña naranja —le regalo una sonrisa y tomo mi maleta del suelo para salir de la cafetería junto a la corriente de estudiantes.

❁❁❁

—Profesor Reynolds ¿Todo viene para el examen final? —pregunta uno de mis compañeros a lo lejos.

—Señor Naville, muy fui claro cuando dije que todo viene —responde el profesor de forma seria —Ya les dije que no les voy a dar material de guía, van a estudiar los parciales, los trabajos escritos, los talleres, el libro, todo.

—Que pesado es este hombre, como jode —susurra Nina a mi lado.

Rayo la esquina de mi cuaderno de forma aburrida, no quiero imaginar la gran cantidad de páginas que son las que debo estudiar para este examen.

—Los que están bien en mi materia no deben preocuparse, estudiar será solo un repaso y desfilarán directo a recibir su diploma en dos semanas. Los que van regular, estudien demasiado para que tengan un chance y los que ya perdieron la materia les sugiero que ni vengan al examen y pasen directo a la escuela de verano para que me eviten la fatiga de revisar exámenes mal desarrollados.

Subo la vista y veo al profesor mirarme con seriedad. Bajo la mirada a mi cuaderno nuevamente y cuento los minutos en mi cabeza para salir de aquí.

❁❁❁

—¡Stone!

Cierro el casillero y busco a Max con la mirada.

—¿Dónde rayos estabas metido? Creí que te vería en el almuerzo y nunca apareciste.

—Lo siento —me abraza por los hombros —¡Lo siento! salí de gimnasia con Erick y me quedé a verlo entrenar en la piscina. Debes verlo, Stone, parece un pez. Estoy seguro de que ganará ese torneo.

Me cruzo de brazos y arqueo una ceja.

—Bien... —me suelta —Te diré la verdad. No tienes que mirarme así. Estaba viendo a Gabi entrenar con las porristas, pero ¡hey! Erick si estaba entrenando también en la piscina y lo vi, no miento cuando digo que es muy bueno y puede ganar.

—Bueno qué más da —me rio y niego con una sonrisa.

—¿Nos vamos? Necesito ir a tu casa, Alice me dijo que me prestará sus apuntes de Historia para el examen.

Antes de responderle mi celular empieza a vibrar, lo saco del bolsillo y lo contesto de inmediato al notar que es Harry.

—Ya estoy afuera —me avisa.

—Bien, ¿no te molestará que Max venga? Debe ir al departamento por tareas.

—No me molesta, ya me he acostumbrado a que me tengas de Uber.

—Uy si, que gracioso.

—Señorita Stone, los celulares están prohibidos en esta institución.

Cierro los ojos al escuchar a mi espalda la voz del profesor Reynolds.

—Harry, debo colgar —aviso rápidamente y cierro la llamada.

—Profesor, no estamos en clase —se apresura a decir Max en mi defensa.

—¿No escuchó lo que dije, Maximiliano? Los celulares están prohibidos en la institución —me señala —Castigada, tres horas.

—¿¡Qué?! —digo molesta —Profesor, pero las clases ya acabaron, no estaba usando el celular en el aula. Además, debo ir a trabajar, no puede hacerme esto.

—Reglas son reglas. Yo no las pongo, pero me encargo de que se cumplan.

—Con todo respeto, profesor Reynolds, pero esto es muy injusto —le dice Max.

—¿Sí? Dígame que más cree hago injustamente —el hombre arquea una ceja en dirección a mi amigo.

—Bueno, para ser honesto creo que debe superar esta mierda de castigar a Eylen por cualquier estupidez.

—Usted también va castigado, dos horas. Por irrespetar la autoridad y por hablar con groserías en los pasillos.

—¿¡Qué!? —mi amigo abre los ojos.

—Pero... —intento hablar, el profesor no me deja, solo sube su mano en mi dirección.

—Sé quedan los dos aquí, iré por las boletas de castigo.

Frunzo los labios tragándome las de las insultar a este hombre cuando se gira para ir a su salón. Max patea uno de los casilleros de forma molesta.

—Sé ganó una hora más, Maximiliano, por maltrato a las instalaciones de la institución —dice a lo lejos el hombre.

❁❁❁

Harry

Eylen llega corriendo y me abraza fuerte. No soy consciente de que está llorando sino hasta cuando Max llega y me indica por señas que se encuentra en ese estado.

—Nena, ¿qué ocurre?

Se aparta de mí y me mira con los ojos cristalizados y las mejillas rojas.

—No puedo, Harry, no soporto estar más en el colegio. Reynolds me hace esto imposible, ya no tiene caso que venga, igual no me voy a graduar, me tiene sentenciada.

Tomo una profunda respiración tratando de calmar cada fibra de mi cuerpo para no entrar a ese colegio y matar a golpes al imbécil que tiene a mi novia hecha un mar de lágrimas y al borde de renunciar todo. Lo haré pagar, pero no hoy, no soy así de impulsivo, será de la forma correcta.

La abrazo fuerte contra mi cuerpo y veo como Max hace una mueca, de seguro está igual o más enojado que yo ante esta situación.

—Tenemos que quedarnos por tres horas más, a ella la castigó por usar el celular en los pasillos —me informa y veo que en sus manos trae dos pedazos de papel.

—Y ¿tú? —pregunto.

—Castigado por irrespetar la autoridad escolar y por maltrato a las instalaciones —rueda los ojos —Lo único que hice fue decirle que estaba siendo injusto con Eylen y debía parar y me castigó por eso —bufa. —De la impotencia golpee levemente los casilleros y me agregó eso al reporte.

Alice y Erick llegan hasta nosotros, ambos con caras preocupadas al notar que Eylen esta aferrada a mí.

—Reynolds —es todo lo que dice Max y le extiende las boletas a Alice y Erick para que las lean.

—Lo odio tanto —Alice gruñe.

Eylen se separa de mí y limpio sus mejillas. —No debería estar aquí, mientras más demoro afuera del castigo, más tardo el salir —dice y asiento en compresión.

—Vendré por ti —le aseguro —Por ambos —miro a Max.

—Gracias —susurran los dos a la misma vez.

Me inclino para dejar un beso en la frente de Eylen y la veo girarse cabizbaja.

Max y Erick se chocan los puños como despedida antes de que Max vaya detrás de Eylen para regresar al colegio.

—Quiero partirle la cara a Reynolds —susurra Erick apretando los puños.

Alice rápidamente rodea uno de los brazos de Erick, de seguro para no dejarlo ir.

—No —le digo —Evita problemas innecesarios en tus últimas semanas de colegio. Déjamelo a mí.

❁❁❁

Ben

Estoy sentado en una banqueta en el área verde del colegio de Eylen.

Mis ojos pican, mis manos tiemblan mientras sostengo con fuerza el arma dentro del bolsillo delantero de mi abrigo. Llevo la capucha puesta y muerdo mis labios a tal punto de poder sentir el sabor a óxido de mi sangre cubrirme el labio inferior.

No logro pensar con claridad, solo sé que mis pasos me guiaron al único lugar donde sabía que la podía encontrar.

No sé qué ha pasado, vi todos sus movimientos desde que salió seguida por Max y corrió a los brazos del imbécil.

Después todo fue borroso porqué comencé a llorar cabizbajo. Desde el sábado no he podido dormir, las voces en mi cabeza gritan y me tienen vuelto mierda.

Al subir la mirada veo como Eylen rehace su camino al colegio junto con Max. Alice y Erick se suben al auto del imbécil nuevo novio de Eylen y se van.

Saco las manos de mi bolsillo y bajo la capucha de mi cabeza acomodando mi cabello en el proceso.

Debería irme, buscar ayuda y decirles a mis padres que no estoy tan bien como juré estarlo, pero soy débil. El peso de mi dolor me obliga a permanecer sentado en aquella banca hasta que el último auto se va y el lugar queda vacío.

Lo curioso es que en ningún momento vi a Eylen o Max salir y ahora me encuentro deambulando por los pasillos vacíos del colegio.

Llego hasta el gimnasio, me sorprende que no haya un solo seguridad o profesor, porque de ser así ya me habrían largado.

Siento que la mente me está jugando algún truco cuando a lo lejos, justo al final de un pasillo veo a Eylen de espalda tocando los botones de una máquina expendedora. Al obtener lo que quiere entra al salón que se encuentra a la izquierda y cierra la puerta.

Saco el arma de mi bolsillo y con la mano temblorosa comienzo a recorrer el pasillo.

❁❁❁

https://youtu.be/N-e9qs-Z5L4

Eylen

Me siento en la silla junto a Max y le extiendo el paquete de maní que acabo de comprar.

La profesora que nos cuida el castigo es la de Música, estaba muy molesta cuando entró al salón y se dio cuenta que iba a estar aquí tres horas por causa de Reynolds y sus arrebatos, ya que solo Max y yo somos los castigados.

Sus palabras antes de dejarnos solos hace ya dos horas y media fueron: «usen sus celulares, lean un libro, besuquéense, no me importa. Solo no salgan de aquí hasta las cinco o tendrán problemas. Estaré en el salón de profesores»

—Gracias por defenderme. Estamos castigados, pero al menos estamos juntos —le digo cuando se lleva el maní a la boca.

Max sube los hombros de forma despreocupada, sacude sus manos y dice —Siempre lo haré y siempre estaremos juntos.

Me inclino sobre la silla para abrazarlo y cuando nos separamos Max revuelve mi cabello.

—Por cierto, ayer noté que estabas texteando con Harry —me rio —¿Eso cuando pasó? —lo miro de forma acusadora.

—Las cosas que uno hace por amor a su mejor amiga —es lo que dice.

—¿¡Por mí?! Eso es una vil mentira —me pongo de pie y le comienzo a tirar maní —¡Harry te agrada! Los vi en el parque de diversiones secreteando. Admite que te llevas bien con él.

Max se pone de pie y los maníes caen al suelo, los recoge y dice: —¡No admito nada! No seas chismosa —dice de forma burlona y me tira los maní de regreso.

Corro por todo el salón esquivando y lanzándole tantos manís como puedo en medio de la risa, pero entonces la puerta se abre y el pánico es todo lo que mi sistema puede registrar al ver a Ben entrando con lágrimas en los ojos y una pistola en su mano con la cual se está apuntado en la cabeza.

—Eylen —Max me llama, pero mi atención está en Ben.

—¿¡Esto es lo que quieres?! —me grita el ojiazul y da cuatro pasos al frente.

—No —susurro —Benjamin, ¿qué estás haciendo?

—Lo que las voces me dicen, Eylen. Ellas dicen que todo será mejor si lo hago.

Mis ojos se cristalizan, me giro a ver Max y noto que esta con el celular al oído.

—Harry —susurra mi amigo —Ben está aquí, pide ayuda, tiene un arma.

—¡MÍRAME! —Ben ordena y lo hago.

—Por favor —le digo y estiro mis manos en su dirección —No hagas esto, piensa en tus padres, en tu hermano, no seas egoísta. ¿Qué pasará cuando se enteren de esto?

—Las voces dicen que... —Ben me mira con cansancio y en ningún momento aparta el arma de su frente.

—Sabes muy bien que esas voces no son buenas, ¡lo sabes!

Ben desactiva el seguro.

—¡Eylen, retrocede! —Max me llama.

—Ben, no lo hagas —pido —Aún hay luz, no dejes que la oscuridad venga tan pronto.

—La oscuridad me cubrió desde que estabas casi muerta en mis brazos. No merezco vivir: tú eres feliz, tú lo tienes a él, tú me dejaste, tú me olvidaste, tú juraste amarme hasta el final y tú... Tú... —algo parece cambiar, Ben abre los ojos y baja el arma. Ladea cabeza y me mira detenidamente. —TÚ. ¡TÚ NOS HICISTE ESTO! TÚ FUISTE LA QUE NOS ARRASTRÓ A ESTA MIERDA —me apunta con el arma.

—¡Oye! Oye, tranquilo. ¿Qué es lo que te ocurre? —Max corre y se para en medio de Ben y mío.

—Max —lloro negando.

—Vamos, Ben, eres mejor que esto, —Max da unos pasos a él y yo lloro como una completa inútil porque no sé qué otra cosa hacer. El miedo me tiene paralizada ya que él me apunta directamente a la cabeza —No hagas algo de lo que te arrepentirás el resto de tu vida. ¿No recuerdas como te sentiste la última vez? ¿Esa en la que casi la matas?

—Me sentí muy mal —susurra y me mira con lágrimas en los ojos, pero en ningún momento deja de apuntar en mi dirección.

—Baja el arma, Ben. —le pide Max —Baja el arma.

Ben niega y es entonces cuando todo pasa demasiado rápido, Max llega hasta él y le sube la mano al techo, un disparo queda directo en la lámpara, los pedazos de vidrios caen y chispas eléctricas también.

—¡BASTA, DETÉNGANSE! —grito con dolor al ver que están forcejeando por el arma y esta se encuentra aún activada. —¡MAX!

Un segundo disparo. Esta vez dejan de pelear y miro asustada como sangre empieza a descender entre medio de ambos y corre veloz por el suelo.

Ben queda de pie con el arma en la mano y el abrigo lleno de sangre, pero no es suya.

Max cae de espaldas sobre el piso con sangre espesa empañando su estómago. La boca también se le llena de sangre y comienza a escupir con dificultad.

—NO, NO, NO, ¡NO! —grito y corro hasta arrodillarme en el piso junto a Max —¿¡QUÉ FUE LO QUE HICISTE?! —le grito a Ben.

—Fue un accidente, no puede ser... ¡no puede ser! —Ben tira el arma al suelo y se lleva las manos al rostro.

El sonido de patrullas policiales y lo que parece ser una ambulancia se escuchan a lo lejos. A eso se le unen los gritos de Harry llamando mi nombre por los pasillos.

—Max... Por favor, no cierres los ojos —mis manos llenas de su sangre tiemblan sobre su cuerpo y mis lágrimas salen veloces como una lluvia torrencial —Max, aguanta un poquito, la ayuda viene en camino.

Mi mejor amigo traga duro y asiente a lo que digo, pone una de sus manos sobre las mías y débilmente susurra —Está bien, Stone. Todo está bien...

Está dejando de respirar, puedo ver lo mucho que le cuesta.

—No me dejes —le pido entre lágrimas.

—Stone —dice en un débil susurro —Prometí tener mis ojos en ti, ¿lo olvidaste? —tose hacia un lado y sostiene mi mano casi sin fuerzas.

Lo miro de forma triste y asiento recordando su promesa. Max suelta un suspiro y sus ojos se cierran.

—No... ¡NO! —toco su rostro —¡MAX!

Siento que me ahogo con mi propia respiración. Me acurruco sobre su pecho, pero no escucho nada.

"Esto no es real, esto es un sueño..."

El sonido de las sirenas es más audible lo cual me hace llorar con aun más agonía. Es inútil, mi mejor amigo está muerto. Me pongo de pie y observo a Ben, está sentado en un rincón, se abraza las piernas y me mira asustado.

—No quise —dice —Eylen, no quise que esto pasara.

Tomo el arma del suelo y lo apunto. El enojo corre mi sistema como si fuera mi propia sangre.

—¡EYLEN! ¿¡QUÉ ESTAS HACIENDO?! —Harry entra y de forma rápida me arrebata el arma de la mano y le coloca el seguro.

—Este idiota —mi voz se quiebra —Asesinó a Max... —susurro y con el dorso de mi mano llena de sangre limpio mis lágrimas.

Siento desfallecer, me voy a desmayar. Harry me abraza justo cuando lentamente comienzo a caer y mis lágrimas salen en gran cantidad que no puedo siquiera ver algo más, solo escucho a lo lejos el sonido de personas entrando al salón y los gritos de Ben diciendo que no quiso hacerlo.

Amar, en su tiempo, a la persona equivocada me acaba de costar hoy, 13 de mayo de 2019, la vida de mi mejor amigo.

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