45. Crisis emocionales

Eylen

Son las seis de la tarde. No fui al trabajo, Harry no me dejó hacerlo y lo impuso en forma de «jefe». Dijo que así no puedo laborar de forma eficiente, que lo que necesito es reposo. Me informó que en la mañana pasó por la clínica, pagó mis gastos y recogió mis pertenencias, que eran únicamente mi uniforme del supermercado. También me dijo que fue a la oficina de su padre y llevó mi constancia médica del Red Maison a Nadine así que entro el lunes a trabajar.

París tenía mi celular y cuando Harry me lo entregó la pantalla estaba totalmente rota y me sonrió con inocencia diciendo: «Por accidente rompí tu celular, así que aquí tienes uno nuevo, también el número es nuevo. En los contactos ya agregué a París, a Tokio y a mí». Abrí la caja con el nuevo aparato y agradecí por el detalle. Yo sabía que no rompió el anterior por accidente, él no quiere que Ben me localice. Cuando tomé el celular vi que tenía en el fondo de pantalla y de bloqueo una foto de él, con el semblante muy serio donde parece un modelo sin siquiera esforzarse. Me reí por ello y entonces dijo: «Cuándo compré el celular París me acompañó. Una vez con el aparato a su merced se puso a descargar aplicaciones y a probar todo lo que trae. Subió el celular en mi dirección con intenciones de captarme desprevenido mientras estábamos saliendo de la plaza, pero logré mirar a la cámara y esa foto fue el resultado. No me gustan las fotos, pero esa me gustó y decidí ponerla cómo tu fondo de pantalla»        

Ahora solo estamos sentados en el sofá de mi departamento viendo o más bien intentamos ver una película de acción que encontró cuando cambiaba los canales, pero es difícil ya que Alice parece Taz el demonio de Tasmania dando vueltas por toda la estancia, arrojando papeles y hablando sola sobre las decisiones del baile de graduación.

Harry me da un beso en la frente y yo me acurruco sobre su pecho. Mis pies están encogidos sobre el sofá y una sabanilla delgada me cubre de la cintura para abajo.

—¿Qué te gustaría cenar? —pregunta sin apartar la mirada del televisor.

—Comida china estaría bien —comento y miro a mi prima quien está sentada en una de las sillas del comedor escribiendo cosas en su agenda —¡Niña naranja! ¿Algún antojo para la cena que tengas tú o mis sobrinos?

Alice sube la mirada en mi dirección, deja de escribir y me mira con el ceño fruncido.

—Te he dicho que pares con eso. Todavía no sabemos sin son niños —se queja —No los llames por un género.

—Serán niños, estoy segura —le digo con emoción.

—Yo digo que van a ser niñas —se une Harry.

—¡No! —me alejo de su pecho y me siento de manera más erguida en el sofá —Nuestras mamás eran gemelas y luego mi tía tuvo a-

—¡Pizza hawaiana! —exclama Alice interrumpiendo —Tengo antojo de pizza hawaiana y de que paren con esta conversación.

Nos señala con el lápiz y baja la mirada para seguir escribiendo.

—¿Lo ves? —le susurro a Harry —Son niños.

—¿Por qué estás tan segura? —pregunta con una sonrisa burlona.

—La pizza hawaiana es la cosa más horrible que le pudo pasar a las pizzas y a los hombres les gusta la comida asquerosa.

—Tu lógica está algo extraña.

—Mira esto —señalo a Alice —Oye, Alice, ¿qué piensas de la pizza hawaiana?

—Es la cosa más horrible del mundo —murmura en respuesta sin levantar la mirada.

Harry arquea una ceja. Me mira y suelta una pequeña risa.

—Está bien, ya no argumento nada —dice y se pone de pie.

—Pide su pizza. Cuando llames al restaurante chino, yo quiero chow mein, y para Alice pide una orden de sopa wantán, estoy segura de que no querrá pizza hawaiana cuando la tenga en el plato.

Me guiña el ojo —Pediré la comida —saca el celular de su bolsillo y me da un beso en la frente.

—Gracias —susurro y me regala una hermosa sonrisa antes de alejarse del todo a la cocina para poder realizar las llamadas a los restaurantes sin tanto ruido proveniente de la sala.

Cuando Harry me pasó a buscar en la tarde noté un humor muy alegre, no sé qué es lo que le sucede, pero me agrada.

Desde que lo conozco he sabido que es una persona muy seria. Siento que tiene una muralla contra el mundo y contra las personas y es muy probable que se deba a la forma en la que fue educado y por el estilo de vida que tiene. Cuando estamos solos o en compañía de Tokio, París y Alice es más tranquilo y relajado, no parece alerta a todo y sonríe más. Hace bromas y me da muestras de afecto que me hacen sentir especial. Debe ser difícil acceder a la muralla que da acceso al mundo interno de Harry Andrews, pero de alguna forma yo logré entrar y se siente bien.

Lo veo desde donde me encuentro, me gusta admirarlo cuando no se da cuenta, justo ahora está hablando de forma muy seria por el teléfono, su ceño está fruncido mientras pide la comida. Harry puede asustar a cualquiera con esa actitud y seriedad de asesino, -literalmente-, pero así mismo puede enamorar con esas facciones de ángel.

Dejo de verlo cuando baja el celular y empieza a teclear algo en la pantalla. Comienza otra llamada.

Fijo mi atención en Alice y me pongo de pie para ir hasta ella. Me paro detrás y me inclino para abrazarla por los hombros y mirar que tanto escribe.

—Deberías descansar —pido —Estar estresada no es bueno para los bebés.

—Debo organizar mis ideas y presentar todo el lunes ante el club de drama, no tengo tiempo para descansar. Lo que necesito es terminar esto de una buena vez por todas.

—Alice, apenas y es jueves —le recuerdo —Tienes aún todo el fin de semana.

—Eso no es verdad —se defiende y deja de escribir para mirarme. Lleva sus manos a mis brazos y me regala una sonrisa pequeña —Este fin de semana debo terminar de entregar mis últimos paquetes de esta semana. Wesly me informó que Miguel Dallas está tan contento con mi desempeño que el domingo me darán un cargamento nuevo y muy grande.

Al oír aquel nombre solo puedo pensar en Alison Dallas. Mi estómago se revuelve ya que, por andar con la cabeza por las nubes, no sé si Harry sigue siendo novio de ella. Sé que solo lo hace por llegar a Miguel, pero aun así no gusta la idea de que volveremos a lo mismo de que por las noches este conmigo y por el día con ella. Simplemente no lo tolero.

Me aparto de Alice y decido tomar asiento a su lado y cambiar de tema.

—¿Cuándo le dirás a Erick de los bebés?

—No estoy lista —confiesa. —Ahora está tan concentrado en el torneo de natación y en los exámenes finales que meterle una preocupación más no está bien.

—Tienes una excusa para todo —me quejo y veo como sus mejillas se sonrojan.

Apenas y ha ganado peso, su estómago aún no crece y ayer cumplió ocho semanas.

—Le diré —susurra.

—No te entiendo, Alice. Te ves tranquila con el hecho de que Max lo sepa, de que yo lo sepa... ¡Dios! Hasta que de que Harry lo sepa.

—¡Con ustedes es diferente! —sus ojos se cristalizan —Ustedes no son el padre de mis bebés, no son a los que les voy a joder un prometedor futuro porque olvidé tener más cuidado con las pastillas del día después. ¡A ustedes no los voy a llenar de gritos por las madrugadas pidiendo apoyo por pañales y biberones cuándo estén llorando por atención, no sólo uno, sino dos criaturas!

Alice suelta a llorar, pero ahora por lo menos sé porque tiene tanto miedo. Se está culpando por este embarazo y cree que le ha arruinado el futuro a su novio.

Suelto un suspiro y me levanto de la silla. Con mucho dolor me arrodillo aun lado de mi prima y acuesto mi cabeza en sus piernas.

No estoy de acuerdo con la manera en la que hace o reacciona a ciertas cosas, pero mi deber como prima y mejor amiga es estar allí para ella sin importar que tan equivocada esté.

—Odio estas hormonas revueltas —susurra y se ríe por lo bajo —Parezco estúpida llorando por todo. Esta mañana en clase de Historia lloré cuando estaban dando un resumen de lo que viene para el examen final y tocaron el tema de la segunda guerra mundial. Soy un desastre —vuelve a reír y yo la imito.

—Sí, eres un desastre —le digo con sarcasmo.

—La comida viene en camino, señoritas —anuncia Harry saliendo de la cocina. Subo la mirada para verlo y me mira confundido —¿Qué ocurre?

—Nada. —le responde Alice —Solo otra de mis crisis emocionales de embarazo, si de ahora en adelante estás cerca, entonces te advierto que tengo unas tres crisis por día. Ya acostumbrarás.

Harry niega con una sonrisa y me extiende las manos para poder levantarme del suelo.

❁❁❁

Alice se durmió en la mesa. Luego de un par de horas el cansancio pudo más que ella. Harry la tuvo que cargar hasta su habitación.

Ahora ya es momento de que él se vaya porque debo madrugar para ir mañana a clases. Estoy parada bajo el umbral de la puerta y nos estamos besando como despedida.

Cuando nos separamos me dice: —Mañana no podré pasarte a buscar y honestamente no creo que nos podamos ver, tendré una mañana muy ajetreada porque en la noche tengo un compromiso muy importante.

Hago un puchero y Harry ríe.

—Está bien —es todo lo que digo.

—Te juro que luego de que esto se resuelva, soy todo tuyo. Estaremos tanto tiempo juntos que te vas a cansar de mí —me asegura —Por favor, mañana de la casa al colegio y del colegio a la casa, —ruedo los ojos. A veces se me olvida que él ya es un hombre de veintidós años y yo apenas y estoy en el proceso de sobrevivir a mi último año de colegio —No irás al trabajo, ¿entendido? De igual manera, Ben no pude poner un pie en el supermercado. Sabes muy bien que ya sus fotos están por todos lados y los de seguridad están alertas, pero, de todas formas, necesito que te cuides cuando yo no estoy. Mantente cerca de Alice, Erick e incluso del fastidioso de Max, pero no salgas sola y tampoco-

—Ya —lo silencio con un beso.

—Eylen... —niega al separarse.

—¡Detente! —me rio en su cara —Pareces mi papá. Sé lo que debo hacer. Incluso creo que mañana después del colegio voy a ir con mis amigos nuevamente a las oficinas de mi abogado para que esté anuente a todo esto —paso una mano por su barbilla acariciando los vellos faciales que ya están afuera —Estaré bien. Resuelve tus asuntos y aféitate, no me gusta esta barba que está creciendo —bromeo.

Harry hace una mueca de fingido dolor —¡Me veo sexy!

—Te ves de treinta años —sonrío.

—Bien, me la quitaré —accede rendido —Te veo el sábado —me da un beso corto en los labios —Igual puedes llamarme o escribirme —me guiña el ojo.

Harry le puso un plan de pago a mi celular, él piensa en todo. Ya no debo preocuparme por nunca poder tener saldo o escasos datos móviles para llamar o enviar mensajes.

Siento que es demasiado, que todo lo que hace por mí es mucho, pero él me aseguró que no es nada, que el dinero no es un problema para él y que debo acostumbrarme porque siempre que yo necesite algo será el primero en ayudarme y me aseguró que eso también incluía a Alice.

—Nos vemos —le digo y lo veo alejarse para ir al ascensor y abandonar el edificio.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top