34. Fuera de casa
Eylen
Es sábado por la mañana y los gritos estallan por toda la casa. Estoy sentada en las escaleras y mis manos tiemblan sujetando con fuerza el celular de mi prima.
—¡Eres un completo imbécil!
—A mí no me estés alzando la voz, jovencita, que te juro que golpearte no me dolerá en absoluto.
—Oh, genial. ¿Acaso lo que escucho es una amenaza? —mi prima se ríe con amargura y lo siguiente que se escucha es algo rompiéndose contra la pared.
Alice grita y yo cierro mis ojos. Las lágrimas se me salen y tengo miedo de que esto termine mal.
—¿¡Qué te pasa?! ¡Cinco centímetros más y ese plato pudo darme en la cara!
—Quizás así ya dejes alterarme, maldita loca. —otro plato se estrella, pero ahora contra el suelo ya que algunos pedazos llegan hasta el inicio de las escaleras. —¡ALICE! —grita Ryan.
—¿Qué crees? Yo también tengo manos y puedo lanzar las pocas vajillas que tenemos contra el piso.
—Eso es todo. ¡Largo de mi casa! Tú y tu prima, quiero a ambas afuera ahora.
Guardo el celular de Alice en el bolsillo de mi pijama y me pongo de pie, aquello es la gota que derrama el vaso.
—Y yo más que complacida —responde Alice —La verdad no sé qué seguimos haciendo aquí, bien pudimos irnos hace un muy buen tiempo.
—¡Entonces vete, Alice! ¿QUÉ ESPERAS?
Me paro bajo el umbral de la cocina viendo el desastre y Ryan está dándome la espalda mientras Alice lo mira de frente y las lágrimas empañan toda su cara.
—Esperaba que cambiaras —dice con un hilo de voz —Tenía la esperanza de que volvieras a ser el padre que siempre fuiste, pero ¿sabes? Hay momentos donde debes entender que las personas no van a cambiar y debes dar media vuelta sin mirar atrás antes de que te consuman con ellos en su fuego.
Veo la espalda de Ryan subir y bajar con fuerza. Mi prima pasa de él y me extiende la mano para poder subir juntas por nuestras cosas.
—No te quiero volver a ver, Alice —Ryan nos sigue y mi prima se gira a verlo.
—No me verás nunca más en tu miserable vida, Ryan Meyers. Ni a mi prima y mucho menos a mi bebé —Alice se toca el vientre y su padre abre los ojos con sorpresa —Mi mamá estaría muy orgullosa de mi si supiera que intenté permanecer a tu lado, que intenté comprender tu locura y al no lograrlo me retiré, porque bien una vez ella me dijo que amar no significa aguantar hasta que te maten. Eres peligroso, no solo para mí, sino para mi hijo y yo no permitiré que nada malo le pase.
Alice tira de mí para subir las escaleras y yo observo unos segundos más el rostro de Ryan. Parece que en cualquier segundo se va a desmayar, se ve muy impactado.
—Aún te queda una hija —le digo a Ryan y él me mira fijamente, sus ojos están rojos quizás por la droga que estaba fumando en la cocina antes de la gran pelea que se había hecho —No lo arruines con ella y llámala de vez en cuando, Alison no sabe que te convertiste en una horrible persona, quizás logres algo con ella porque con Alice ya perdiste cualquier posibilidad.
—Alice...
Mi prima lo ignora y subimos del todo las escaleras entrando a la habitación que ya pronto dejaría de ser nuestra y me suelta para sentarse en su cama a llorar.
—Vamos a estar bien —le digo. Me arrodillo frente a ella y pongo mis manos en su vientre —Estoy muy orgullosa de cómo te expresaste y lo que más me gustó es la manera en la que defendiste a tu bebé, eso me indica que si quieres tenerlo.
Alice me mira con una media sonrisa y pone sus manos encima de las mías.
—Estoy embarazada del amor de mi vida, tengo miedo y no lo voy a negar, pero esta pequeña criatura en mi vientre merece lo mejor de mí. Jamás estuvo en mis planes abortar, eso me asusta más que estar embarazada —niega —Le diré a Erick cuando me sienta preparada. Paciencia es todo lo que te pido.
—Está bien, sin presiones.
—Eylen —Alice se limpia las lágrimas y palmea el lugar a su lado para que me siente junto a ella —Sé que no te gusta la manera en la que estoy ganando dinero y te juro que me he tratado de contener en cuanto al uso del mismo en tu presencia, pero ya no puedo más —pone una mano en mi mejilla y aparta unos rulos lejos de mi rostro —Necesito que aceptes que esto es lo que hago y me genera muchísimo ingreso monetario que justo ahora tengo que usar para pagar un departamento y todo lo necesario para vivir cómodas-
—Lo acepto —la interrumpo. —Lo acepto y no quiero que te sientas mal porque al final del día son tus decisiones y yo siempre te apoyaré. Perdón si te hice sentir mal durante las últimas semanas, pero necesitaba tiempo para llegar a realización de que no importa lo que hagas yo siempre estaré a tu lado.
—Gracias, gracias, gracias —Alice me abraza.
Paso mis manos por su espalda aceptando su calidez. Al separarnos la veo sonreír y se pone de pies.
—Ahora que por fin me otorgaste mi libre albedrío con los miles de dólares que tengo debajo de la cama y he querido usar... —yo abro los ojos asustada y mi prima ríe —Puedo decir que solo empaques todo lo del colegio contigo, el resto se queda aquí.
—¿En serio?
Alice asiente —No pienso llevarme nada, esto representa el pasado y justo ahora estamos dejando atrás esta horrible etapa de nuestras vidas.
—Entiendo. Empacaré todo lo del colegio.
—Yo tomaré una ducha. ¿Tienes mi celular? —asiento —Ve llamando a Wesly y dile que necesito que venga por nosotras a la casa en una hora.
—¿Por qué a Wesly?
—Es mi amigo —responde de manera obvia —Y tiene un auto muy espacioso.
Ruedo los ojos cuando se da la vuelta y cierra la puerta del baño. Puede que aceptara su trabajo y su dinero proveniente del mismo, pero hay algo en Wesly que no termina de agradarme por completo.
Trato de alejar esos prejuicios ya que, según Erick, Wesly también es un muy buen amigo suyo y si Erick que ama a Alice más que a otra cosa en el mundo dejó a este chico involucrarse en la vida de su novia entonces le debo por lo menos el beneficio de la duda.
Doy un profundo respiro cuando saco el celular de Alice de mi bolsillo. Veo unos segundos su fondo de pantalla. Una foto que yo les tomé a ella y Erick en el concierto de Coldplay. Marco su patrón de desbloqueo y me voy a los contactos.
Cuando el nombre de Wesly alumbra la pantalla ya he presionado el botón de llamada. Lo pongo el altavoz y me siento en la silla del escritorio.
Al cuarto tono responde.
—¿Sabes la hora que es? —su voz suena más ronca de lo que recuerdo, de seguro lo levanté —Te lo diré: Muy jodidamente temprano, Alice, ¿qué mierda quieres?
—Lo siento... De verdad no quise despertarte —me disculpo. La línea se silencia unos segundos, incluso creo que me ha cerrado —¿Hola?
—¿Elena? —pregunta confundido.
—Te dije que mi nombre es Eylen.
Wesly se ríe —Lo siento, encanto, creí que eras Alice. Después de todo es su nombre el que salió en mi pantalla. ¿Qué necesitas?
—Estoy llamando en nombre de mi prima porque se está bañando —agradezco que Wesly no me esté viendo porque estoy muy nerviosa —Dice que si por favor podrías venir a buscarnos en una hora a la casa.
—¿Por qué no le dices a tu prima que yo no soy un taxista y deje de joderme muy temprano un sábado? —bufa —Solo te pidió que hablaras conmigo porque sabe que no te mandaré al demonio.
—Perdón por despertarte —suspiro.
Cuando voy a cerrar la llamada Wesly vuelve hablar —No, perdóname tu a mí. Cuando me levantan no soy precisamente la persona más amable del mundo.
—Está bien, Wesly.
—Mejor dime que ocurre —pide. Le cuento brevemente la pelea entre Alice y su padre, evitando mencionar lo del embarazo de mi prima y también le digo como Ryan nos corrió de la casa y ahora necesitamos que alguien nos ayude con las cosas que nos llevaremos de aquí. —Qué imbécil, yo siendo Alice en vez de tirarle platos le doy una patada en los huevos, aunque por como las trata parece que no tiene. —dice y creo que es la primera vez que sonrío ante algo que dice este chico —No se preocupen, yo iré por ustedes en una hora. ¿Se quedarán con Erick?
—Es lo más probable mientras buscamos un lugar para alquilar.
—Bueno, iré a bañarme. Nos vemos ahora, encanto —dice y cierra la llamada.
Sonrío de lado y dejo el celular en el escritorio para comenzar a empacar.
❁❁❁
—¿Por qué no me sorprende? —dice Wesly cuando estaciona el auto y observa el lugar que Alice le dijo sería donde nos quedaríamos.
—Honestamente me esperaba algo así —le digo —Cuándo salí de bañarme Alice estaba muy sonriente y no quería decirme la razón.
—¿Qué haces cuando tu padre te larga de la casa? —pregunta mi prima asomándose entre medio de los dos asientos.
—¿Lloras? —responde Wesly con burla.
—No, llamas al hotel cinco estrellas de la ciudad y haces una reservación de siete días en la suite presidencial solo para ti y tu prima.
—Ay, estas muy loca, Alice —le digo con una sonrisa.
—Y la gente dice que el dinero no puede comprar la felicidad —Wesly revuelve el cabello de mi prima y seguidamente abre la puerta para bajar.
Alice se acomoda el cabello y le saca la lengua cuando el cierra la puerta.
—No compra la felicidad —susurra —Pero creo que no me molestará tener mis crisis de embarazo en una suite con servicio a la habitación 24 horas.
—Podrás llorar en una cama enorme comiendo helado fino y frutas exóticas —le sigo la corriente.
—¡Exacto!
Alice baja del auto y yo me quito el cinturón de seguridad para poder ayudarlos con las maletas.
En total son cuatro cosas: dos maletas de viaje que Wesly arrastra detrás de él hasta la entrada del hotel y dos cajas de tamaño mediano, una que lleva Alice y otra que llevo yo.
—Pero dejando el relajo de lado —prosigue a decir Alice en mi dirección —Solo tenemos siete días para comenzar a buscar un departamento.
—Veremos las opciones en internet, de seguro hay algo disponible por el área —respondo.
Al entrar al hotel unos chicos que lucen demasiado jóvenes corren hasta mi prima y yo.
—Buenos días —dice el primero —¿Nos dejan ayudarlas?
Alice les sonríe y yo también. Les damos las cajas agradeciendo la ayuda.
—Iré a ver lo de la reservación en la recepción, no demoro —anuncia mi prima girándose y dejándome en medio de los dos jóvenes y Wesly a unos cuantos centímetros.
—Se ven muy pequeños para trabajar aquí —les digo intentando sacar tema de conversación —¿Cuantos años tienen?
—Tenemos quince —responde el que no había hablado.
—Nuestro colegio ofrece prácticas supervisadas de dos semanas en hoteles ya que estamos estudiando turismo y es como un empleo de verdad, nos pagarán —continúa el primero.
—Aparte de que es una nota de examen en ciertas materias —dice el otro.
—Tonterías —Wesly deja las maletas y se mete una mano al bolsillo de su chaqueta —¿Quieren un empleo de verdad? Llámenme y les aseguro que el dinero jamás será un problema.
Llevo una mano a mi rostro viendo como Wesly deja en los bolsillos de los chicos dos tarjetas blancas.
—Gracias, señor —responde uno de manera amable.
Wesly me guiña el ojo y pasa una mano por mis hombros —Cálmate, encanto, estos son los gajes del oficio. Debo buscar reclutas todo el tiempo.
—Wesly, son unos niños —lo miro seriamente.
—Yo los veo bastante grandecitos, pueden tomar sus propias decisiones.
—Por Dios —sonrío de lado porque de verdad no tiene caso pelear por esto.
—Fue el trámite más rápido que he visto en un hotel, me aseguraré de dejarles un buen comentario en su página de internet —Alice vuelve a nosotros cerrando su bolso y me extiende una tarjeta de habitación —Tu llave.
—Gracias —susurro.
—Vamos, chicos, es el último piso —Alice sonríe y Wesly me suelta para ir por las maletas y seguir a los jóvenes practicantes hasta el elevador.
—No me dijeron el nombre del colegio —les pregunto a los chicos.
—Instituto Turístico Chicago —responden a la misma vez.
Alice me mira atenta, esperando alguna reacción por mi parte al oír el nombre del colegio donde Ben estudiaba cuando nos conocimos. Fuerzo una sonrisa y decido no preguntar más.
Eventualmente llegamos al último piso y al bajar del elevador Alice corre emocionada a la puerta pasando su llave en el magneto de esta. Al abrirla doy un brinco ante la sorpresa de ver a tres personas allí: Una ama de llave con dos jovencitas, vestidas iguales a los que vienen ayudándonos.
—Bienvenidos a la suite presidencial —dicen a la misma vez.
—¡Qué bonito! —Alice sonríe y se adentra a la estancia mirando todo.
—Nuestro compañero está terminando de preparar la tina de baño en caso de que alguno desee relajarse un poco —comenta una de las niñas.
—Ya me duché en casa, pero igual lo tomaré —Alice se aleja y cruza un espacio en medio de la sala para ir seguramente a la recamara principal.
—Dejaremos esto por aquí —anuncia uno de los chicos refiriéndose a las cajas y seguidamente salen por otro espacio vacío en la pared opuesta de la sala y veo que es una cocina.
—Alice sí que no escatima en cuanto a comodidad, mira este palacio —Wesly me sonríe y yo subo mis hombros con pereza.
Las jovencitas reciben órdenes de llevar las maletas que Wesly trae a la habitación y eso hacen dejándonos solo con la que parece ser la supervisora.
—¿Tienen hambre? Preparamos una bandeja de libre selección para ustedes.
La mujer señala la mesa de centro en la sala de estar y Wesly no pierde el tiempo ya que es el primero en ir y ojear la comida.
—¡Mierda! ¿De dónde sacan tantas uvas? Mira esto, encanto. Las acomodaron en copas.
Mi cabeza comienza a recordar a Harry y su habitual olor a cigarrillo de uvas, sonrío sin poder evitarlo y cuando doy un par de pasos en el gran recinto el grito de Alice hace que todos miremos en dirección a la habitación y corramos hasta ella.
—Alice, ¿qué ocurre? —pregunto entrando al baño. Mi prima tiene una mirada de miedo en los ojos y niega frenéticamente.
—Nada, nada —está cubriendo a alguien.
—Alice, muévete —Wesly le ordena. Ella niega asustada —Bien, entonces te muevo —se acerca a ella y la toma de los hombros apartándola y mi corazón se quiere salir.
Un jovencito que conozco a la perfección me mira con una sonrisa a medias y un rostro preocupado.
Paúl Dickson. El hermano menor de Ben.
—No tenía idea, te juro que jamás creí que algo así podría pasar —Alice se zafa del agarre de Wesly y llega hasta mí.
—No entiendo que está ocurriendo —Wesly mira al chico y le da un zape en la cabeza —Di algo mocoso. ¿Qué le hiciste a Alice?
Paúl frunce el ceño y dándose un masaje en el área del golpe camina hasta nosotras.
—Eylen, me alegra tanto-
—¿Verme viva? —lo interrumpo y retrocedo con Alice siguiéndome.
—No seas así, sabes que yo te aprecio demasiado. Fuiste como una hermana para mí. Independientemente de lo que Ben te hizo yo jamás dejé de-
—¡BASTA! —grito llevando ambas manos a mis oídos —¡BASTA!
—Creo que ya te vas, mocoso y si me entero de que volviste a poner un pie en esta habitación no oirás a los pájaros cantar en tu ventana —Wesly se cruza de brazos mirando a Paúl y este asiente bajando la cabeza.
—¡Se acabó el espectáculo! —dice Alice a los jóvenes que se encuentran bajo el umbral de la puerta junto con la supervisora —Por favor, salgan todos de aquí.
Wesly se encarga de escoltarlos a la puerta y Alice va directo a Paúl murmurándole cosas que no puedo oír.
Yo me quito las zapatillas y me acuesto en la enorme cama dejando caer lágrimas de miedo. No pasa mucho cuando Alice llega hasta mí acostando su cabeza en mi estómago y me abraza.
—Prometió no decirle nada a su hermano —me asegura.
Pero no digo nada, solo sé que lloré hasta quedarme dormida.
Ya que después de todo sigue siendo sábado en la mañana y tengo permitido llorar si así lo quería.
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