30. Cara de ángel
Eylen
—Yo también extraño a mi mamá —admite retomandoel tema.
Sube un pie y apoya los brazos en el mismo viendo hacia la piscina.
—¿Qué le pasó?
—Cáncer —suspira —Desde que nos conocimos mi madre siempre estuvo batallando con el cáncer.
—No entiendo... ¿Cómo que desde que se conocieron? —tomo su mano y Harry mira mi acción con una pequeña sonrisa.
—Me adoptaron —explica —Mi papá en realidad no es mi papá biológico y mi mamá muerta en realidad no era mi mamá biológica.
—Harry-
—Me adoptaron a los diez años, así que no crecí bajo una mentira como muchos niños —sube los hombros —Además no es que eso me cause un conflicto, nunca conocí a mis padres verdaderos y la verdad tampoco me interesa saber quiénes son. Para mí, Oswald Andrews y Oderay Andrews son mis padres hasta el día que me muera.
—¿Los quieres mucho, no es así?
—Demasiado —asiente.
—Y ¿dónde estabas antes de ser adoptado? ¿Hogares temporales?
—Oh, dulce Eylen, si tan solo lo supieras de seguro volveríamos al inicio donde me tenías miedo y pensabas lo peor de mí.
—¿Quién dijo que dejé de pensar lo peor de ti? —bromeo solo para aligerar el ambiente.
—Sólo Tokio y París lo saben —continúa.
—Está bien, Harry, no tienes por qué decirme —digo porque es verdad.
—Ven aquí, acuéstate en mi regazo —pide y entonces a movimientos lentos con cuidado de no resbalar me acomodo a su lado. Harry me rodea con sus brazos y miro el cielo unos segundos —¿Qué quieres saber?
—¿Todo? —le digo conteniendo la risa.
—Bien.
—Que sepas que bromeo, no tienes por qué decirme todo —me apresuro a decir separándome de sus brazos y observándolo fijamente —Sé muy bien que no eres un santo y debes tener secretos, así como errores cometidos que solo conocen tus mejores amigos y no quiero que sientas que debes-
—Tus errores son como cicatrices y te hacen lo que eres —me interrumpe y sube los hombros de manera despreocupada —Así que yo cargo esas cicatrices con mucho orgullo —Harry sonríe, una sonrisa honesta —Pequeña, a mí no me importa compartirte mi pasado, soy y siempre seré la misma persona, no importa con quien esté o donde esté, Harry Nathaniel Andrews nunca, escúchalo bien, nunca se avergonzará de quién es.
Me le quedo viendo unos segundos sin decirle algo, Harry palmea sus piernas en clara señal de que quiere que acueste mi cabeza en ellas, así como él hizo minutos atrás cuando yo le contaba lo de mis padres.
Sin protesta lo hago y siento sus manos acariciar mi cabello.
—Empecemos por la academia —dice y frunzo el ceño al no entender eso, pero no digo nada, solo observo la piscina mientras lo escucho hablar —A unas cuadras de la estación de bomberos de la ciudad, hay un enorme edificio rodeado de árboles y cercado con muros y rejas de gran tamaño.
—Sé de cual hablas. ¿Es el museo de historia militar? ¿Verdad? Bueno, eso es lo que nos dijeron en la última gira de recorrido que tuve en el colegio y también que el acceso a ese lugar es casi imposible, si acaso permiten dos o tres visitas por año.
—El museo de historia militar es lo que la gente cree que es —responde y puedo oír la diversión en su voz —Pero en realidad es la academia de asesinos más grande de la ciudad. —el aire deja mi sistema por unos segundos. —Fire Academy —continúa —Allí fue donde crecí y me convertí en la persona que soy hoy en día.
—¿Cómo...?
—¿Cómo llegue a allí? —completa la pregunta —Simple, llegue igual a todos los demás niños, fuimos abandonados por nuestros verdaderos responsables —me sorprende en gran manera el cómo no escucho una pizca de resentimiento en su voz, ni tampoco tristeza, simplemente Harry contando una historia —Los niños y niñas que la policía encuentra en estados graves y sin pista de familia son los elegidos. Te lo pongo de esta manera, si un bebé es abandonado en un callejón, a las afueras de un orfanato, en una estación de buses, en un basurero, en una casa abandonada, en un parque... Esos son los bebés que la academia recibe.
—¿Cómo lo hacen? ¿Cómo se quedan con esos bebés?
—Los del ojo del diablo se involucran —Harry usó ese término antes, así que sé que está hablando de la policía —Son inútiles la mayoría del tiempo, pero ellos se encargan de llevar a los bebés a la academia, así que por lo menos hacen algo bien, para variar. Aún si solo lo ven para su propio beneficio en un futuro.
—Estoy tan confundida —suspiro —¿Me estás diciendo que esta academia de asesinos y la policía trabajan en conjunto?
—Eylen, no confundas la velocidad con el atropello.
Una sonrisa burlona se me escapa al oír la indignación en sus palabras.
—Mejor continúa, ya no te interrumpo.
—Según me contaron, mi llegada a la academia fue luego de que me encontraron en una caja de cartón envuelto en unas sábanas blancas en el callejón trasero de un restaurante de comida panameña. Dicen que las sábanas tenían el nombre Harry bordado en hilos rojos, que yo estaba sucio, lastimado y me calculaban unos cuatro o cinco meses de nacido. —mi corazón late a una velocidad impresionante, quiero sentarme y abrazarlo, pero me contengo porque al parecer a la única que le está afectando esta historia es a mí. Lo repito, a él parece no importarle mucho. —Luego de una semana en que la policía no logró hacer nada, para variar, no dieron con mis supuestos responsables y fui dejado en la academia. Allí crecí bajo normas y pautas muy militaristas. Enseñanzas de estudios básicos como cualquier niño, solo que con un toque de diferencia y es que desde que tengo uso de razón siempre me estuvieron enseñado defensas personales. Al ir creciendo como todo un soldado fui descubriendo el verdadero propósito de la academia —Harry acaricia mi cabello unos segundos antes de seguir hablando —Me demostraron que mi existencia no era una mala jugada, que yo había nacido con un propósito y que debía ser un buen hombre para hacer de este país algo mejor.
—Asi que... ¿Te criaron para ser un asesino de personas que lo merecen? —pregunto al entender un poco lo que me está contado.
—Si lo quieres llamar de esa manera, entonces sí. El lema central de Fire Academy es: No matamos por placer, lo hacemos por ayudar a mejorar el sistema. Tenemos muchos lemas y normas, pero esa es la que rige el resto de nuestras vidas.
—Entonces, creciste allí y te convirtieron en lo que eres, pero ¿cómo fuiste adoptado?
—La academia no es para siempre, a medida que vas creciendo sabes que al cumplir los diez años serás adoptado y vivirás con una buena familia.
—¿Cómo sabes que será con una buena familia?
—Porque somos los hijos de la academia, nos cuidan donde estemos y se encargan de darnos lo mejor todo el tiempo. Ellos buscan personas que quieran hijos grandes, no bebés. Normalmente estas personas son gente mayor y de buena posición económica.
—Que consentidos los crían a todos ustedes en esa academia —me burlo y escucho su risa por lo bajo.
—Te lo dije, allí nos enseñan que somos importantes, que merecemos lo mejor, pero aún con todo eso somos humildes y aprendemos a valorar lo que nos dan. Puede que te parezca muy contradictorio, que nos eduquen para ser asesinos y aun así nos enseñen a ser buenas personas, pero esa es la realidad.
—Quizás por eso Tokio te defiende tanto, porque sabe que no eres una mala persona.
—Quizás —repite —Eylen, estoy lo bastante grande como para saber que lo que hago no es bueno, pero si nosotros, los nacidos en esa academia, no hacemos algo por castigar a los que se salen con la suya y viven libres esparciendo más daño y dolor, ¿entonces quién lo hará?
Abandono la comodidad de estar acostada en sus piernas y me siento a su lado para mirarlo. Llevo mis manos a su rostro y veo la confusión en su mirada.
—¿Como le haces para que aún después de todo lo que has dicho yo solo quiera abrazarte?
—Eso es porque ya estás enamorada de mí —responde con sarcasmo y sube los hombros con pereza.
—Ya —golpeo levemente su brazo y niego riendo. Harry sonríe y pasa uno de sus brazos por mi cintura para atraerme a él dejando también un beso en mi hombro.
—Cuando fui adoptado, fue uno de los días más felices de mi vida, quizás porque al fin podría hacer cosas normales de niño, como ir a una escuela y hacer amigos que no fueran solo los de la academia. Tendría mi propio cuarto, ya que toda la vida lo compartí con Megan, también tendría una mamá y un papá que me esperaban con ansias-
—¿Quién es Megan? —interrumpo sonriendo de lado.
—En la academia compartes habitación con una persona, niña o niño, al final no importa con quién ya que todos crecemos como hermanos. Megan Black es la mejor tiradora de cuchillos de mi generación, yo soy bueno, pero ella... —Harry sube las manos como si hicieran una explosión —Megan es mil veces mejor.
—¿Y dónde está?
—Vive en Los Angeles.
—Bueno —bufo y decido cambiar de tema —Cuéntame de tus padres y de cómo te hiciste amigo de Tokio.
—Cuando me encontraba en la academia solo tenía de nombre, Harry, ya que ese fue el que estaba escrito en las sábanas. Debo recalcar que es muy raro que ya tengas un nombre al momento de llegar, ya que normalmente te asignan uno porque todos somos abandonados, pero bueno... Cuando conocí a mi madre el día que la adopción se hizo oficial ella de inmediato me abrazó llorando y susurró en mi oído: Nathaniel. Como si aquel nombre me perteneciera. Yo le dije que si así lo deseaba podía cambiarme el nombre, que yo no tenía ningún problema, pero ella se negó —lo escucho reír levemente como si aquel recuerdo le gustara demasiado —Me dijo que Harry estaba bien y no sería capaz de cambiarlo de aquella manera, que el otro podía ser el segundo nombre, pero desde aquel momento siempre fui su pequeño Nathaniel.
—¿Te gusta ese nombre? —pregunto.
—Claro que no, es horrible —admite —Pero mi madre lo amaba. Yo solo permitía que ella me llamara así. —me quedo en silencio viendo las estrellas nuevamente —Me hice amigo de Tokio cuando inicié en la nueva escuela, al principio recuerdo que no me agradaba mucho ya que él era un chico muy desordenado y demasiado problemático, no de mala manera sino en cuanto a comportamiento.
—¿Demasiado inquieto? —me burlo.
—Puede decirse que sí.
—Imagino que tú siendo criado como un soldado eras todo lo contrario a él.
—Sigo siendo todo lo contrario a Tokio, quizás por eso al final terminamos siendo mejores amigos, él es el pequeño caos que le da un toque divertido a mi vida —suspira —Aunque siempre dice que soy yo el que le da un toque de caos a su vida.
—Le creo —sonrío de lado y él se ríe.
—Por otro lado, debes saber que, aunque Megan es mi mejor amiga, París también lo es, quizás hasta en un grado más elevado —prosigue —Desde pequeños Tokio y yo la defendemos de cualquier cosa y de cualquier persona. Si ella me pide que mate a alguien te juro que lo hago sin demorar o preguntar y no estoy bromeando —la seriedad en su voz me hace creerle —Le tengo mucho cariño, siempre la he visto como mi hermana menor. Quizás no tenga algún lazo sanguíneo conmigo, pero por ella o su hermano yo daría la vida.
—Harry, eres todo un hombre de familia.
—Soy un hombre que creen en la lealtad de las personas —dice —Ellos han estado en mis altas y bajas. Recuerdo que cuando a los trece años los senté a ambos en la cama de mi habitación y les conté de pie frente ellos quién soy en realidad simplemente se alzaron de hombros. Les dio tan igual como si lo que yo les había contado hubiera sido que mi color favorito era el azul. Luego me preguntaron que había cocinado mi madre para cenar.
Sin poder evitarlo suelto una risa y Harry también.
—No les importó saber que eras un niño que fue criado para ser un asesino.
—No, y su amistad me demostró que un amigo nunca te juzga por quién eres o las cosas que haces, que un amigo se queda y te apoya aun si les dices, voy a matar a alguien, no me esperen despiertos.
Inmediatamente pienso en Alice, Max y Erick. En lo mucho que los aprecio y que al igual que Tokio y París hicieron con Harry, yo jamás abandonaría a mis amigos y mi prima, aun si hicieran las cosas más despreciables del mundo. Quizás me enoje por cosas que no puedo evitar como justo ahora con Alice y su nuevo trabajo de dealer, pero al final del día la quiero demasiado como para odiarla y sé que las acciones sobre su vida y su futuro son cosas que solo ella debe decidir.
Y así es como realmente llego a una conclusión de toda esta charla.
Decido quedarme, decido dar un salto ciego hacia alguien que me ha demostrado que se puede ser criado para matar y a la vez una gran persona.
—Te has quedado callada. ¿En qué piensas Eylen? —escucho la voz de Harry en mi oído y sus manos rodean mi cintura pegándome a su pecho. Cierro mis ojos ante los destellos violetas y naranjas que comienzan a salir en el cielo.
—Pienso en tu cara de ángel y tu actitud asesina —confieso medio dormida —Y me gusta lo que eres.
—Simplemente yo —dice tranquilo.
—Simplemente tú —repito y me separo de él para mirarlo a los ojos aún con la poca iluminación que nos está brindando el amanecer.
Harry lame sus labios antes de poner una mano en mi mejilla y besarme lentamente.
Al separarnos me acurruco en su pecho y me dejo ganar por el sueño.
¡Basta! Este es mi capítulo favorito hasta el momento 🖤 Gracias por leer y comentar, son lo máximo.
-Cute
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