23. Precioso misterio

Harry

Contesto el celular y la voz de París es la que habla —Ya estamos aquí —me informa.

—Iré en unos segundos —respondo y cierro la llamada.

—¿El salón tiene todo lo que necesita, joven Andrews? —inquiere la secretaria del capitán.

—Todo está perfecto, gracias —asiento.

—Cualquier cosa que le haga falta o si necesita más comida no dude en pedirlo, estoy en la oficina —y dando una última mirada se retira dejándome solo.

La academia siempre está a mi disposición si yo lo requiero, no importa la hora o el momento y eso es algo que muy pocos miembros tienen como derecho.

Tomo una de las manzanas que me dejaron como bocadillo y salgo del salón para ir en busca de mis amigos. Doy un mordisco mientras recorro los pasillos viendo como algunos de los niños y niñas vienen en fila sosteniendo en sus manos animales, claramente muertos, logro ver un par de conejos, serpientes y pájaros de gran tamaño.

Colgado sobre sus hombros traen el rifle y sus uniformes se encuentran sucios. Deduzco de inmediato que están llegando de la clase de cacería.

—Buenas tardes —dicen los que pasan junto a mí y cortésmente les devuelvo el saludo.

Sigo caminado y me apresuro a las puertas principales para abrirlas. Allí están Tokio y París, esta última carga una maleta sobre sus hombros.

Tokio es el primero en entrar y mientras lo hace me quita la manzana de la mano y se la lleva a la boca dándole un gran mordisco.

—Mash te valesh que shea importante —gruñe con la boca llena pronunciando todo de mala manera —Sabesh que yo nunca falto al trashbajo.

Subo mis hombros con pereza y me acerco a París para quitarle la maleta de los hombros.

—Gracias —dice al ya no cargar más el peso.

—Vamos, ya tengo un salón —señalo con la cabeza el interior de la academia y ambos se adentran más mientras cierro las puertas detrás de mí.

Aún sigue marchando el grupo de estudiantes, varios niños que igualmente traen sus cazas en la mano. París sonríe con gracia.

—Siempre me resulta divertido ver a estos minis asesinos —dice —Son tan tiernos, no podrías imaginar que son capaces de dispararte al ojo o enterrarte un cuchillo al cuello sin remordimientos.

—Para eso los entrenan París, para matar —le recuerda Tokio.

—Ya lo sé —suspira y luego abre los ojos con sorpresa, sigo el hilo de su mirada y veo como uno de los estudiantes trae arrastrando sobre un saco lo que parece ser un siervo.

Nos detenemos a observarlo. Sé que por el tamaño del animal eso le garantiza como mínimo la mejor puntuación del día en la clase de cacería. Una vez el niño pasa de largo frente a nosotros diciendo también un «buenas tardes» reanudamos el camino.

—Contrario a ti, estar rodeado de los minis asesinos me da algo de miedo —le comenta Tokio a París y esta ríe al igual que yo.

Abro la puerta del salón y voy directo al escritorio para dejar la maleta de París y comenzar yo mismo a sacar su laptop, cargador y todo lo que ha traído.

—Si te soy sincera me sorprendió bastante el que necesites de mi apoyo el día de hoy —me dice ella mientras rodea el escritorio y se sienta en la silla —¿Quién es el futuro hombre muerto en cuestión?

—O mujer —comenta Tokio sentado desde una de las sillas de manera desgarbada, no perdió el tiempo en acomodarse ya que tiene los pies estirados sobre el respaldar de la silla de enfrente y muerde ahora lo poco que le queda de la manzana.

—No planeo matar a nadie, aún —respondo y me giro para quedar en una posición donde puedo observarlos a ambos.

—¿Entonces? —pregunta Tokio frunciendo el ceño.

Les cuento todo lo que había pasado en el transcurso de la tarde desde que Alison me envió al centro comercial hasta que salí de casa de Eylen. No omito ningún solo detalle y mientras narraba todo París ya se encontraba tecleando cosas que no podía leer en su laptop.

—Así que nuestras únicas pistas son, el nombre Ben, una vaga descripción de su apariencia y las palabras Abogado Fuentes y caso especial —comenta Tokio seriamente —No es por nada, Harry, pero ¿de verdad quieres meterte en ese asunto? Siendo honestos creo que luego de que París investigue sabremos cosas que quizás no nos correspondan saber.

—Si hubieras visto el pánico en sus ojos y como lloraba créeme que querrías saber que ocurre.

—¿Seguro que es sólo por mera curiosidad?

—¿Qué quieres decir? —me cruzo de brazos.

—No lo sé, quizás y ya estás más involucrado de lo que deberías en la vida de Eylen —responde llevándose una mano a la barbilla y mirándome de manera burlona.

—¿Te gusta? —pregunta París subiendo la mirada de la laptop.

—No, no me gusta —digo porque es verdad —Eso sería absurdo, apenas y nos conocemos.

—¿Entonces por qué te tomas tantas molestias con ella? —acusa Tokio ya que París solo está enterada de lo de hoy, pero él sabe todo desde el momento en el que Eylen apareció.

—¿La impresora? —interrumpe París y señalo en una esquina del salón mostrándosela —Perfecto —se pone de pie y al llegar junto a mí me enseña una foto de Ben en una de las páginas de word —Si este es el chico entonces creo que ya tengo lo necesario.

—Sí, es él. ¿Cómo es posible que lo hayas encontrado tan fácil? —estoy bastante sorprendido.

París sonríe de lado y se aleja de mí sin responderme.

—Lo último que diré sobre esto es que de verdad espero que sepas lo que estás haciendo al entrometerte en la vida de una chica que no te gusta y ya has involucrado en dos escenas del crimen.

—Relájate un poco, Tokio. Sólo tengo mucha curiosidad —sonrío tranquilo y él suspira asintiendo.

El que me conoce solo un poco sabe que soy una persona que siempre está indagando y queriendo saber más de cualquier cosa.

París termina de imprimir y se acerca con varias páginas al tablero blanco.

—Necesito cinta adhesiva —pide y tomo una de los estantes para extendérsela.

Corta con tus dientes un pedazo y pega la foto de Ben en medio de gran tablero.

—Empecemos —dice —Esto es todo lo que logré averiguar mientras hablabas. —toma un marcador rojo en sus manos.

—Esto será bueno —murmura Tokio a la vez que baja los pies del respaldar y se sienta de manera correcta en la silla. Yo me mantengo de pie observando con atención a París.

—Benjamin Dickson —escribe en el tablero y Tokio suelta una burla al oír el apellido del chico —Veinte años, vive en la zona y era estudiante de la universidad local.

—¿Era? —repito intrigado.

—¡No me interrumpas, carajo! —París me señala con el marcador, subo mis manos al aire y sonrío con gracia —Como seguía diciendo.... —se gira al tablero y comienza a escribir nuevamente —El chico es hijo de dos tipos llamados Héctor y Billy, quienes lo adoptaron, así como también a otro hermano menor llamado Paúl.

—Padres gays —suelta Tokio con sorpresa —Eso sí no lo veía venir.

—Ben comparte todo tipo de fotos familiares por su cuenta de Instagram, la cual, por cierto, no usa hace más de un año —sube los hombros —Se ve como un hijo muy orgulloso de los padres que tiene.

—Aún no lo entiendo —le digo a París con una sonrisa, ella jamás termina de sorprenderme —Solo te di su nombre y una descripción de su apariencia ¿cómo diste con sus redes sociales?

—No por gusto la llaman la hacker entrometida más grande de la ciudad —se adelanta a decir Tokio y París en un rápido movimiento le arroja la tapa del marcador a la cabeza —¡Auch! —se queja —Mierda, París, deja la agresividad.

—Deja tú de ser tan molesto, nadie me llama así —le riñe.

—No, pero deberían —le arroja la tapa, pero ella la atrapa en el aire —Eres una ciber acosadora.

París lo ignora y pega otra página al tablero, parece ser un hospital.

—El chico parece normal, familia estable y un estudiante más del montón, pero al teclear su nombre en el queridísimo Internet lo primero que te sale es un portal del tablero de periodismo de la universidad de donde fue expulsado. —frunzo el ceño y miro a Tokio, el tampoco parece entender, así que París prosigue —No es muy detallada la información, pero se rumorea que Ben había sido internado en un sanatorio mental luego de un incidente donde había puesto en peligro la vida de una chica, dicen que era su novia y casi la mata.

—¿Crees que sea posible que se trate de Eylen? —cuestiona Tokio mirándome.

—No tengo dudas —respondo.

—Al teclear los nombres, abogado Fuentes y Benjamin Dickson salió otra página de un periódico, pero esta vez local, se habla de un caso que se llevó a la corte a finales de febrero del año pasado —se acerca al tablero y pega una foto del padre de Alice sentado en un estrado junto a un abogado siendo interrogado. —No revelan muchos nombres, pero si se menciona a un tal Ryan Meyers quien parece ser el adulto responsable de la chica en cuestión.

—Es el tío de Eylen —señalo la foto ahora totalmente convencido.

—¡Caray! —exclama Tokio con cierto tono de preocupación —Harry, con más razón debes alejarte de esta chica, con lo superficial de la investigación de París se ve que Eylen ha tenido suficientes problemas como para que vengas tú y le tires más encima.

—El caso falló a favor de la chica y le pusieron una orden de restricción a Ben, más un acuerdo para que fuera internado en un sanatorio mental en vez de ir a prisión —París señala la foto del hospital —Es el mismo mencionado antes en el periódico de la universidad. El chico está medio loco.

—¿Qué tan loco? —arqueo una ceja.

París se acerca a tomar la última página que le queda y la pega en el tablero —Trastorno de personalidad —dice —No escriben cuales son por motivos de privacidad, pero según el artículo, Ben adjunta la culpa a todo lo que pasó a eso, a no poder controlar lo que hace.

—¿Algo más? —musito.

—Sus padres declararon al periódico y dijeron que Ben por lo general es un chico bueno, bastante simpático y dulce, que ha asistido a terapias desde muy pequeño y que no podían creer todo lo acontecido.

Terapias —repite Tokio poniéndose de pie —¿Ben no dijo algo sobre Eylen y tú conociéndose en terapias?

—Lo hizo —asiento —Quizás así fue como ellos dos se conocieron.

—¿Por qué Eylen asistiría a terapias? —ahora parece tener tanta curiosidad como yo.

—¿Quieres que investigue a Eylen? —Pregunta París de manera tranquila y niego.

—Por el momento creo que está bien así, gracias, París —sonrío sin mostrar mis dientes y París asiente para seguidamente comenzar a quitar las páginas del tablero.

Mi mejor amigo tiene razón, debería concentrarme en mis asuntos y dejar que Eylen siga con su vida de la manera en la que estaba antes de conocernos, pero el recuerdo de sus labios presionándose contra los míos no me deja tranquilo el resto del día.

Ya no puedo mantener distancia, sin poder evitarlo ya estoy ideando una forma para poder verla nuevamente, porque para habernos conocido hace tan poco ya hemos pasado por mucho. Llego a la conclusión de que Eylen es todo un precioso misterio ante mis ojos y para su mala suerte yo soy una persona demasiado curiosa.

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