Capítulo Diecisiete.

Lo último que me hubiese imaginado cuando me dijo “vamos” era que él mismo se encargaría de traerme hasta mi apartamento y que mientras yo estaba caminando de un lado a otro acomodando todo, él estaría escudriñando las cosas que no me había llevado a la casa.

Sentir su mirada sobre mí me hacía sentir torpe a causa de los nervios que me generaba su sola presencia, pero mi actuación era digna de obtener un premio por tener la capacidad de ignorarlo y centrar mi atención en otra parte, en cualquier cosa, menos en él. O al menos eso es lo que estaba tratando de hacer. Quiero creer que lo estaba logrando.

En mis labios aún estaba latente la sensación de sus besos de esta tarde, pero estaba molesta con él por su actitud durante los últimos días, especialmente cuando le comenté sobre la visita de mi madre, y todo eso junto con la acumulación de la adrenalina e incertidumbre por esta repentina visita me hacía trabajar el doble, pasando de él por completo.

Él podría castigarme, claro, pero a mi manera, yo también podría hacerlo. A este juego podríamos jugar entre dos.

En un punto los recuerdos sobre los motivos por los cuales estuve aquí la última vez me embargaron, pero traté de no enfrascarme en aquellos pensamientos dolorosos y me enfoqué en mi tarea de ignorarlo y seguir limpiando.

Para distraerme un poco, mantenerme con buen ánimo y, por sobre todo, no caer ante la tentación de mirarlo, decidí poner algo de música en modo aleatorio en los altavoces. Casualmente sonaba una muy sensual: Do i wanna know? De Arctic Monkeys, por lo que no perdí la oportunidad de disfrutarla contoneando un poco las caderas al ritmo mientras continuaba haciendo mis tareas.

Para cuando me acerqué a la ventana me di cuenta que en realidad había pasado mucho desde que llegamos aquí, ya era de noche, así que me apresuré a terminar de colocar las sábanas limpias a la cama de la habitación de huéspedes que sería ocupada por mi madre durante su estancia aquí.

Cuando hube terminado, finalmente estaba en la que era mi habitación o la que pronto lo será de nuevo.

Sintiéndome totalmente ajena a estas cuatro paredes empecé a ordenar.

Mi madre tal vez presentiría los cambios que hubo en mi vida en estos meses. Ella solía ser lo suficientemente perceptiva y me conoce muy bien, y por detalles como mis pocas pertenencias aquí, mis libros favoritos fuera de los estantes, notaría que algo había cambiado, sabe lo importantes que son para mí y que siempre me traigo el trabajo a casa; eso sumado a mi actitud algo lejana durante mi visita y que en algún momento inevitablemente sabría de mi Señor, siendo como es, sabía lo mucho que insistiría en querer conocerlo. Hasta ahora no había tenido pensado en qué podría hacer para disuadirla de aquello, tal vez tendría que recurrir a Arabelle, aunque el hecho de que ella lo conociera no ayudaría… esto sería una tarea difícil.

Suspiré y seguí con mis tareas.

—¿Siempre has vivido aquí?— pegué un brinco cuando escuché su voz.

Me giré para encontrarlo apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados a la altura de su pecho y el ceño ligeramente fruncido.

Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no me había percatado de su presencia ni cuánto tiempo llevaba ahí.

—Eh… desde que terminé la universidad —respondí simplemente.

Me volví para terminar de colocar las sábanas limpias a mi cama.

—¿Siempre has vivido sola aquí? —empezó a hacer preguntas.

—Pues si… siempre he estado sola aquí. Solo Arabelle o Blaz me han hecho compañía algunas veces —respondí.

—Así que, Blaz… ¿se ha quedado a dormir aquí, contigo?

Su curiosidad causaba curiosidad en mí.

Sonreí y asentí.

Mis ojos se desviaron nuevamente hacia él para ver en su rostro una expresión de completo desinterés. Tal vez solo estaba aburrido y por eso vino a preguntar cosas banales, o tal vez no. Cierta emoción se instaló en mí haciéndome sentir un agradable cosquilleo en el estómago, por lo que intenté ocultar mi risa en una falsa tos.

—Así es, ya le he explicado que él es como un hermano para mí. 

Sonreí nuevamente, volví a mirarlo de reojo esta vez y no tenía ninguna emoción aparente expresada en sus facciones, solo estaba… pensando.

—¿Y algún otro amigo?

Escuché sus pasos y lo sentí más cerca de mí, pero seguí tendiendo la cama, tardándome un poco más de la cuenta e inclinándome para alcanzar una de las almohadas.

—Alguno — respondí a la pregunta que había hecho.

—¿Nunca estuvo alguien aquí contigo? — cuestionó de pie tras de mí.

Empecé a agitarme, entendía su pregunta pero no el porqué de su curiosidad.

—Pues sí— esperé su reacción. Nada. —, algún fin de semana para recogerme y salir por ahí  —terminé de decir.

Sentí sus dedos en mi espalda y una mano sujetar mi cintura. Me tensé.

—¿Debería creerte?

Pegó pecho a mi espalda. Ahogué lo que se iba a convertir en un suspiro de puro deseo.

—No tengo porqué mentirle —dije mientras él se empujaba contra mí —por favor, Señor… —dije apartándome de su agarre con un poco de consciencia entrando en mi cabeza.

Pero para él solo estaba su deseo, y yo, que aunque estaba muy dispuesta a satisfacerlo, esta vez no cedería.

Así que, cuando sin ningún tipo de sutileza me giró y empujó contra la cama, con esfuerzo, a pesar de mi propia excitación, traté de controlarme y ralentizar mi respiración.

—Desnúdate, ahora —exigió enfatizando cada palabra.

Quería negarme, por supuesto que quería. No solo estaba el hecho de que mi madre llegaría aquí mañana, sería la habitación en la que pasaría los próximos días, estaba muy consciente de todo aquello, pero sobre todo, la verdadera razón por la que deseaba negarme es que no quería de ninguna manera guardar algún tipo de recuerdo con él en esta habitación que se volvería de nuevo mi refugio una vez acabado lo nuestro. Pero si le decía eso, entonces él sabría cuán afectada estaba a nivel emocional sobre nosotros y no tenía idea de qué manera pudiera él tomarse aquello, ni tampoco tenía intenciones de averiguarlo.

Aunque, por otro lado, estaba la evidente excitación que surcaba mi cuerpo ante su tono viril y su deseo por mí. Si recorría su cuerpo con mi mirada, cierta parte de su anatomía hacía evidente lo que quería.

Un momento de debilidad se apoderó de mí.

¿Y qué si tenía un recuerdo con él en mi habitación?

Sería solo algo más para recordar. Un momento más para aspirar su aroma en mis recuerdos. Unos minutos más para desbordarme en él. Pero…

—No estamos en la mazmorra, Señor —dije con fingido desinterés, juntando toda mi fuerza de voluntad —estamos en mi casa.

El prolongado silencio que se instaló en la habitación luego de mis palabras evidenciaba su desconcierto ante mi negativa.

—Pero sabes lo que sucederá una vez estemos allí —dijo con la voz enronquecida por el deseo y con un ligero tinte molesto.

Terminando de colocar la última almohada en su sitio correspondiente, me giré para fijar mis ojos en su mirada gris.

—Por supuesto que lo sé, Amo.










Y aquí vamos de nuevo. Muero por leer sus opiniones 👀
¿Qué tan ansiosas están por leer el siguiente capítulo?

Recuerden que me encuentran en Instagram como @xdayah_books donde alguna que otra cosilla les iré contando.
Nos leemos prontito ❤️

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