Capítulo 12



Una pálida mano agarró el cabello de una pelirroja humana; la mujer cayó al suelo con un golpe seco y profirió un grito ahogado. La frialdad se instaló en su cuello cuando notó cinco dedos adherirse con fuerza a su garganta. Tembló de miedo ante lo desconocido, estaba segura de que moriría. Un aliento helado y una risa desde lo profundo de su garganta fue lo que escuchó por parte de su depredador. Sintió como la mano se retiraba ligeramente y su lugar era remplazado por dos colmillos afilados que penetraron en su yugular tan fácilmente como al romper una hoja de papel. Pudo notar como la sangre comenzaba a brotar del sitio mordido, y pronto unos labios fríos se posaron en su cuello para comenzar a succionar. Lentamente fue perdiendo el conocimiento. Lo último que vio antes de dejarse llevar por la suave y aterradora muerte fueron un par de ojos de un intenso color rojo.

El cálido líquido con sabor amargo descendía lentamente por su garganta. El olor metálico poco atrayente de éste provocaba que arrugara su nariz mientras seguía tragando sin descanso alguno hasta que pudo asegurarse de que su nueva víctima quedaba sin una mísera gota de sangre en todo su cuerpo. Separó sus labios del pálido cuello y observó el rostro sin vida de aquella mujer. Emitió un corto pequeño «tch» con su boca antes de empujar el cuerpo lejos y dejarlo allí tirado en el callejón.

Enderezó su espalda y estiró sus piernas hasta que estuvo completamente en pie. Miró a su alrededor y sólo pudo ver las solitarias calles cubiertas por la nieve. La decoración seguía siendo la misma, aunque pronto la quitarían y olvidarían aquel ambiente navideño hasta el año siguiente. Se sentía aliviado de que pronto dejaría de escuchar esa horrible melodía repetitiva que sonaba durante toda la noche en uno de los locales de música y electrónica.

—Sé que estás enfadado y no te importa —la voz de Alistair sonó detrás de él. El tono indicaba que una sonrisa se plasmaba en su rostro—, pero al menos podrías intentar ocultar los cuerpos.

Taehoon giró la cabeza y observó al desaliñado vampiro con una sonrisa cansada.

—Cierto. Culpa mía.

Alistair negó y tras hacer un gesto desinteresado con su mano, se acercó al asiático, pateando el cadaver hacia un lado.

—Es igual.

—Tendremos que movernos pronto y cazar en otro lugar.

—Creo que aguantará una semana o dos. No te preocupes —restó importancia Alistair—. ¿Has podido pensar en ello? —cuestionó el nómada.

Ocho horas habían pasado desde la charla que tuvieron sobre todo lo que había pasado, ocho horas desde que Taehoon había vuelto a Detroit sin querer mirar atrás.

—Sí.

—¿Y te has decidido?

—Aún no.

—Hey, está bien. Tómate todo el tiempo que necesites.

Taehoon asintió. Sus ojos terminaron por caer en Alistair, quien miraba a ningún punto en específico.

—¿Realmente te arriesgarías a perder todos tus recuerdos solo para que yo intente controlar mi don?

El vampiro se encogió de hombros.

—Rara vez he considerado a alguien mi amigo, por lo que son muy pocos los que tengo. Y da la casualidad que tú eres uno de ellos, así que sí, mientras no me mate sí me arriesgaría a que utilizaras tu don conmigo.

Taehoon sonrió: una sonrisa casi imperceptible pero una sonrisa al fin y al cabo. Lo embargó una sensación de calidez, se sentía bien y agradecía haber podido escuchar las palabras de Alistair. Era consciente también que si hubiera sido humano, ahora mismo se encontraría llorando emocionado.

—Sigo diciendo que eres un idiota —murmuró al aire.

—Todos hacemos idioteces en algún punto de nuestra vida, ¿no es cierto?

—¿Qué idiotez has hecho tú?

Alistair comenzó a caminar lentamente, su mirada aún estaba perdida al frente mientras un atisbo de sonrisa comenzaba a emerger. Taehoon no tuvo otra opción más que seguirlo, demasiado curioso como para dejarlo ir.

—Digamos que me enamoré de alguien que ya tenía toda su vida hecha con otra persona —contestó simple.

—Qué faena.

—Dímelo a mi —bromeó—. Pero eso ya es cosa del pasado. Lo superé hace mucho y estoy completamente bien.

—¿Humano o vampiro?

—¿El qué?

—Cuando te enamoraste, ¿eras humano o vampiro? —quiso indagar.

Alistair rió y negó rápidamente.

—Eso es algo que no te diré.

—¡Oh, venga ya!

—No.

—Esto abrirá una brecha en la corta línea de nuestra amistad —amenazó.

—Asumiré el riesgo y seguiré sin decírtelo.

—Eres cruel, Alistair.

El mencionado elevó los hombros.

—Nunca dije que no lo fuera.

—Agh —se quejó Taehoon mientras seguía a su amigo de vuelta al edificio. Bien sabía que Alistair era alguien que no entablaba amistad con casi nadie, y también sabía que era muy difícil hacerlo hablar pero Taehoon lo había logrado y, aún así, todavía quedaban muchas cosas de él que desconocía.

Taehoon decidió callarse y dejar que caminara tranquilamente al sitio en el que se estaban instalando. Era consciente de que presionarlo a hablar no los llevaría a ningún lado, por lo que dejó la conversación y lo siguió en silencio.

El sol había empezado a alzarse en el horizonte; la ciudad comenzaba a despertar, el sonido de algunas máquinas quitanieves se oía a lo lejos, varios gatos callejeros corrían lejos de la vista humana y el caminar de varios humanos borrachos que volvían a casa se escuchaba por los callejones. Taehoon se colocó la capucha de su chaqueta y aligeró varios pasos para colocar correctamente la de Alistair, recibiendo un asentimiento como agradecimiento. Caminaron a la par, cada uno sumido en sus propios pensamientos. El asiático volvió a reflexionar sobre qué debía hacer. Si bien quería asegurarse de que Alistair estuviera completamente seguro de querer hacerlo, ahora debía tomar una decisión sobre qué hacer. El miedo irracional a perder el único amigo que le quedaba era más fuerte que las ganas de ser capaz de controlar su don.

—Estás pensando otra vez en eso —susurró el nómada a su lado.

—¿Eres Edward Cullen y ahora puedes leer la mente? —refunfuñó él.

Alistair sonrió y negó.

—Pues daría lo que fuera por saber qué pasa por esa cabeza tuya.

—Verás —comenzó a decir—, digamos que acepto tu oferta de convertirte en mi conejillo de indias.

—Yo no dije que fuera a ser tu conejillo pero sí, continúa.

—¿Qué sucede si no puedo devolverte tus recuerdos? Alistair, eres el único amigo que me queda. No puedo perderte a ti también.

—Encontrarás amigos mucho mejores que yo, Taehoon. Encontrarás personas mil veces más agradables y con las que disfrutes su compañía mejor que con la mía. Tómame como un empujón en tu camino para lograr lo que quieres —comenzó a decir—. Además, si todo sale bien, si consigues lograr tu cometido, recuperarás a dos amigos perdidos, ¿no es eso algo bueno?

Taehoon entrecerró sus ojos y asintió con lentitud y muchas dudas en su mente.

—Sé que no he parado de preguntarlo ¿pero estás realmente seguro? ¿no dudas en absoluto?

—¡Por dios, Taehoon! —exclamó exasperado—. Ya te he dicho que estoy muy seguro.

—¿Al cien por ciento?

—Al mil por ciento.

El asiático siseó y asintió.

—De acuerdo entonces. Hagámoslo, supongo.

—¡Genial! ¡Estaba esperando a que aceptaras! —escucharon decir a una femenina, suave y fina voz a sus espaldas. Ambos se giraron para encontrarse de cara a una joven de complexión muy delgada, cabello negro y corto cuyos mechones estaba peinados hacia arriba y en punta; sus dorados ojos eran adornados por un brillo feliz y la sonrisa en sus labios mostraba unos perlados dientes cuyos colmillos estaban ocultos. Los nómadas la miraron de arriba a abajo con sorpresa. Detrás de ella se alzaba un alto —alrededor de un metro noventa— joven de ojos igual de dorados. Su cabello de color rubio miel caía hasta pasar su mentón, y en ese momento era atado por un pequeño elástico negro para el cabello. Ambos cubrían sus rostros con la capucha de sus chaquetas, algo similar a lo que estaban haciendo ellos. Ninguno de los dos nómadas los oyeron llegar, habían aparecido como dos fantasmas—. Soy Alice Cullen. Creo que no tuvimos la oportunidad de conocernos antes de que te marcharas. Él es Jasper, mi pareja.

Taehoon estaba estático en su lugar. ¿Qué hacían ellos aquí?

—¿Cómo-

—Oh bueno, digamos que hice uso de mi don un poquito para tener algo de ventaja y encontrarte rápido —dijo la pequeña vampiro con tono alegre—. Fue más fácil encontrarte porque no cambiaste tu decisión de quedarte en Detroit, por eso estoy aquí.

—¿Me recuerdas?

La fémina abrió sus ojos en grande.

—¡Sabía que algo habías hecho con tu don!

—¡¿Sabes de mi don?!

—Taehoon, predigo el futuro.

—Cierto, error mío.

Alice se giró brevemente y tomó la mano de su pareja antes de volver a mirarlos.

—Creo que deberíamos hablar —dijo—. ¿Os parece buscar un sitio más tranquilo?

Taehoon observó como las calles comenzaban a llenarse de personas y asintió de acuerdo. Giró sobre sus talones y tiró de la chaqueta de Alistair para que éste también lo siguiera. Éste último lo miraba de reojo mientras intentaba ser disimulado y señalar con sus iris a los dos vampiros que lo seguían. Taehoon se encogió de hombros sin saber qué decir.

Ambos nómadas guiaron a los integrantes del clan Olímpico hacia el edificio que habitaban. una vez dentro y sin ojos humanos de por medio, utilizaron su velocidad vampírica para llegar más rápidamente a su destino. Alice fue la primera en entrar al lugar en obras, admirando las dimensiones e imaginando cómo decoraría el futuro apartamento. Alistair se alejó y se sentó en su usual esquina mientras observaba el amanecer que comenzaba a emerger en el horizonte. Taehoon se quedó en mitad del lugar junto a Jasper mientras ambos observaban a la pequeña vampiro que danzaba curiosa por el lugar.

Al cabo de un par de minutos, Alice se giró hacia Taehoon y sonrió.

—Antes que nada —dijo con la sonrisa aún plasmada en su rostro mientras rebuscaba en los bolsillos de su propia chaqueta—. Aquí, toma.

La Cullen le tendió las dos libretas que Taehoon había dejado atrás en el desván de su familia. El nómada se sorprendió. No había pensado que los recuperaría, y menos tan pronto.

—¿Los encontraron? —La vampiro asintió—. ¿Qué sucedió?

—Cuando volvimos al claro los Vulturis aún estaban allí. Llevamos un testigo con nosotros y gracias a él pudimos librarnos de cualquier atrocidad que estuvieran planeando —comenzó a contar—. Te estuve buscando entre nuestros testigos, pero no pude encontrarte.

—No tenía planeado participar desde el principio.

—Bueno, eso yo no lo sabía. La única visión que tuve contigo en el claro fue una en la que sí participabas, pero como mi don varía según las decisiones de alguien, no pude saberlo con exactitud —explicó—. Pregunté por ti. Le pregunté a Carlisle y Edward, pero ninguno parecía saber quién eras. Todos me miraban como si fuera una loca cuando pregunté por ti, pero como no teníamos tiempo que perder, presenté a mis testigos primero y luego ya tendríamos tiempo de hablar sobre ti. Y eso fue lo que hice cuando Aro fue el último en marcharse. Le pregunté a mi familia si realmente no te conocían, y ellos respondieron que no.

—Pero había un olor desconocido en el claro que no pertenecía ni al grupo de testigos, ni a los lobos ni a ninguno de los Vulturis —interrumpió Jasper.

Alice asintió cual niña entusiasmada y siguió relatando.

—Y supe inmediatamente que se trataba de ti porque tanto Kate como Garrett y, sorpresivamente, Carlisle lo tenían encima. Vi una visión antes de marchar, en la que Kate y Garrett terminaban juntos, y también una en la que aparecías tú como buen amigo de ambos. Reconocí que era tu olor por ese pequeño detalle. Era algo obvio que habías utilizado tu don, sino ¿cómo era que nadie te recordaba salvo nosotros? Me fui en cuanto tuve la oportunidad, y henos aquí.

—Pasamos rápidamente por nuestra casa. Tu olor se hacía mucho más fuerte allí —continuó el rubio—. Cuando entramos, el olor nos guió al desván y el lugar donde tu aroma era más fuerte fue junto a estas dos libretas tiradas en el suelo.

—El contenido de las libretas nos confirmó que realmente eras tú quien estuvo en el claro.

Taehoon pestañeó varias veces y se giró con expresión sorprendida hacia su amigo.

—Los jóvenes de hoy en día son muy inteligentes —susurró.

—Suenas como si fuéramos mil años más viejos que ellos —soltó Alistair.

—En comparación con su edad vampira, sí.

—¿Entonces qué pasaría con Kate? Es más vieja que mucha de las momias que encuentran los humanos en sus expediciones.

Alice rió levemente ante el comentario de Alistair.

—Será mejor que no te escuche decir eso o te electrocutará hasta que colapses —dijo divertida.

—¿Por qué habéis venido? —volvió Taehoon al tema principal.

—Pues tiene cierta gracia —dijo Alice con tono culpable, aquel mismo tono culpable que utilizan los infantes cuando hacen algo malo y deben decir la verdad pero intentan amortiguar el golpe de ella—, digamos que a veces me gusta guiarme por las visiones que tengo aunque no sean acertadas al completo.

—¿Y qué significa eso?

—Puede —dijo elevando su tono de voz a uno mucho más agudo—, puedequetehayavistocontrolandotudonysientacuriosidadytequieraayudarporquefuilaúnicaalaqueCarlislelehablódetiynoquierosentirmemalporquetequeríamuchoyquierounfinalfelizparatodosporqueasíterminanloscuentosbonitos.

Taehoon y Alistair se miraron confundidos.

—Chica futuro, cálmate y dilo más despacio —demandó Alistair.

—Está bien —respiró profundo y volvió a hablar—. Puede que te haya visto controlando tu don y sienta curiosidad y te quiera ayudar porque fui la única a la que Carlisle le habló de ti y no quiero sentirme mal porque te quería mucho y quiero un final feliz para todos porque así terminan los cuentos bonitos.

Taehoon la miró extrañado.

—¿Carlisle te habló de mi?

—Por supuesto que lo hizo —contestó—. Todos siempre se piensan que es de Edward de quién no pueden ocultar nada pero se olvidan de mi. Te vi junto a él en una visión hace muchos años y le pregunté por ti. Era la primera vez en mucho tiempo que hablaba de ti con alguien más y soltó todo. Ocultarlo de Edward fue sencillo, siempre recito libros en otros idiomas cuando quiero ocultar algo y siempre ha funcionado.

—¿Todo? —preguntó el asiático.

—Todo.

—¿Todo, todo?

—Sí, todo. Absolutamente todo. Incluso el beso.

—¡Oh, dios mío! —exclamó Alistair como vieja dramática—. ¡No me contaste nada de un beso!

—¡Era irrelevante, no me acuerdo de haberlo besado! ¡Estaba borracho!

—¡No es irrelevante! —chilló de vuelta—, ¡Carlisle fue tu primer beso!

—¡¿PUEDES CALLARTE POR UN INSTANTE?! —gritó al borde de perder la poca cordura que parecía quedarle.

—¿Crees que le habrá gustado? —preguntó en un susurró Alistair hacia Jasper.

—¡No me gustó! —exclamó un furioso Taehoon.

—¿Cómo lo sabes si estabas borracho y no lo recuerdas?

Taehoon se giró de golpe y puso ambas manos en sus caderas.

—No te puedes imaginar cuánto te estoy odiando ahora mismo —Alistair se encogió de hombros y volvió a acomodarse en su esquina. Taehoon se enfrentó nuevamente a Alice y suspiró cansado—. ¿Quieres un final feliz?

—Sí.

—¿Eres consciente que en el hipotético caso de que mi don pueda servir para devolver los recuerdos, eso hará que tu familia se desmorone tal y como quería provocar Aro?

—Lo sé —confesó—, pero también sé cuánto cariño y aprecio te tenía Carlisle. Y también sé que Esme priorizó la felicidad de Carlisle por encima de la suya. Y también sé que encontraste buenos amigos en Kate y Garrett y que los quieres recuperar. Puede que no sea sencillo y que probablemente nos tome algo de tiempo perfeccionar todo, pero valdrá la pena si recuperas lo que forma parte de tu vida.

—No quiero hacerle daño a Esme —dijo Taehoon—. No se lo merece.

—Sé muy bien de alguien que está dispuesto a reparar su muerto corazón si éste se rompe —contestó con una sonrisa que para nada mostraba inocentes intenciones—. Así que, ¿qué me dices?

Taehoon miró hacia su amigo y éste miraba a su alrededor, ignorándolo.

—Ya había aceptado a intentar controlarlo con la ayuda de Alistair; supongo que ayuda extra nunca está de más.

—¡Eso es genial! —exclamó Alice, aplaudiendo y dando saltitos—. Proyecto Taelisle en marcha.

—¿Me acabas de insultar? —preguntó confuso el asiático ante la extraña palabra.

—Por supuesto que no. Es el nombre de la pareja que formáis Carlisle y tú.

—Él y yo no seremos pareja, Alice.

—Ya... ¿habéis probado cazar venado?

La risa de Jasper se escuchó ante el intento repentino de cambio de tema por parte de su esposa.

—Cazan humanos, Ali —recordó el ex-soldado.

—Es verdad. Qué despistada soy.

Aunque el actuar de la vampiro era totalmente sospechoso pero Taehoon no dijo nada.

—¿Y cuál es tu plan, entonces? —preguntó el nómada en la esquina.

Alice se acomodó su chaqueta y se sentó en el suelo en forma de loto. Sus piernas cruzadas, sus manos sobre sus muslos, la espalda recta y una sonrisa que inspiraba cero confianza en ella.

—Como no sabemos cómo hacerlo controlar su don, empezaremos con algo sencillo por lo que, de momento, no arriesgaremos tus recuerdos y nos ceñiremos a algo más sencillo.

—¿Y eso es? —preguntó Taehoon.

—Tomaremos prestada a una persona con alzheimer.

Tanto su esposo como los dos nómadas presentes abrieron sus ojos como platos ante la idea de Alice. ¿Acaso se había vuelto loca?

—No voy a secuestrar a nadie —se negó Taehoon.

—Estas tergiversando mis palabras, yo nunca dije secuestrar, dije tomar prestada. Luego la devolvemos.

—Alice, una persona no es una prenda de ropa en el armario de tu amiga —intentó hacer entender Taehoon a la vampiro.

—¿Acaso tienes una idea mejor?

—No, pero-

—Entonces está todo dicho —cortó al asiático antes de ponerse en pie—. Iremos a por el humano con alzheimer, ustedes... quédense aquí. Jasper, vamos.

La vampiro tiró del brazo de su pareja para llevarlo hacia el exterior. Cuando las voces de ambos se disiparon a lo lejos, Taehoon se dejó caer en el suelo como si fuera una muñeca de trapo. Giró la cabeza y miró a Alistair.

—¿Estoy haciendo lo correcto?

—No lo sé. Eso solo puedes saberlo tú porque es tu decisión. Aparte no soy yo quien predice el futuro. Además, si lo estropeas, siempre puedes tomar prestado otra persona.

—Te odio —murmuró.

—¿Me odias? —preguntó con tono burlón —. ¿Sabes? El otro día vi a un grupo de niños que molestaban a una parejita. Estaban cantando una canción para que se besaran, creo que cuando le devuelvas los recuerdos a Carlisle, la cantaré para ustedes dos.

Taehoon lo miró mal y Alistair no pudo hacer nada más que seguir burlándose de él. Oh, cuánto amaba Alistair molestar a su tonto amigo.

—¿Me puedes recordar por qué seguimos siendo amigos?

—Porque le borraste la memoria a los otros y sólo te quedo yo.

Taehoon abrió la boca indignado mientras se incorporaba. La forma en la que Alistair podía pasar de ser alguien desinteresado frente a otros, y actuar como un muchacho normal frente a él le sorprendía. Lo que no sabía era que su amigo lo estuvo haciendo en las últimas horas para ayudarlo a relajarse, a no pensar de más y estresarse. Lo hacía como una forma de distracción para él, porque Taehoon era su amigo y quería ayudarlo como fuera posible, y si eso significaba actuar de esa forma, lo haría.

—¿Realmente tenías que decirlo de esa forma tan brusca?

—Tú preguntaste. Yo respondí. No me eches la culpa a mi ahora.

El asiático le dio la espalda, decidido a ignorarlo mientras farfullaba molesto.

—Lo de dejarte como un libro en blanco sin recuerdos cada vez suena mejor para mi.

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