TERCER ENCUENTRO

KAREN

—Dale una última oportunidad, mujer —la insistí mientras colocaba el teléfono entre mi oreja y mi hombro para poder pintarme las uñas con el nuevo esmalte color noche que me había comprado.

—Karen, si estuviese interesado hubiese movido ficha hace tiempo. Ni siquiera apareció por esa fiesta a la que, supuestamente, me invitó. Creo que es un claro síntoma de que no quiere nada.

Cierto. Habían pasado dos meses de curso y Chris no había vuelto a hacer ningún gesto para acercarse a Jessy. Pero aquello no significaba que no estuviese interesado. Desde que se acercó en la biblioteca para preguntarme si iríamos a la fiesta había comenzado a fijarme en él. De eso hacía ya un mes, así que se podía decir que llevaba un mes espiándolo... Vale, aquello no sonaba nada bien, sin embargo tenía un buen motivo para hacerlo, el bienestar de mi amiga dependía de ello. Así que si tenía que investigar un poco por mi cuenta lo haría, por supuesto todo esto lo hacía por la causa, claro.

 Así fue cómo me di cuenta de que Chris no era tan malo como sus compañeros. A pesar de su mirada rebelde y su sonrisa traviesa no participaba en las burlas de Peter, es más, le había visto pararle en varias ocasiones. Encima era un chico alegre, siempre tenía una sonrisa para todo el mundo, algo que me parecía bonito. A ver no penséis mal, no para mí, a mí me gustan otro tipo de chicos más... oscuros, ya sabéis, chaqueta de cuero llena de cremalleras, pelo largo negro y que le guste el rock. Chris no entraba en ese canon con su melena rubia y sus ojos azules de chico malo, pero no era ciega y tenía que admitir que era guapo y perfecto para Jessy. Además, Chris no era tan indiferente a Jessy como ella pensaba. Le había visto mirarla varias veces sin ningún tipo de vergüenza.

—Te digo que le gustas —volví a insistir—. A lo mejor le pasó algo y por eso no pudo ir a la fiesta. Le he estado observando y cuando puede te mira.

Se formó un silencio al otro lado de la linea. 

—¿Karen?

—Sí —dije distraída mientras me soplaba los dedos.

—¿No te gustará Chris?

—¿¡Qué!? —Ante la sorpresa el teléfono se me resbaló del hombro. Intentando que no se estropearan mis uñas cogí cómo pude el aparato—. ¡Nooo! ¿Cómo me va a gustar? No... no es mi tipo.

—Mmmmm —escuché al otro lado del teléfono. Puse los ojos en blanco cuando la escuché.

—No me gusta, pero es perfecto para ti. Creo que haríais una buena pareja.

—Ya, ya —contestó sin mucho interés—. Bueno, ¿entonces te voy a ver hoy sí o no?

—Hoy no creo. Tengo que hacer un recado para mi abuela. —Noté como mi voz se ensombreció al decirlo. 

No me apetecía nada hacer este encargo. El perro de mi abuela había muerto la semana pasada y mi abuela se había quedado hecha polvo. Yo también me había puesto muy triste con la muerte de Fifi pero aun así no me sentía cómoda con la decisión que había tomado de embalsamarla. Era... raro. Sin embargo la había animado tanto que no me había podido negar. Adoro a mi abuela y últimamente estaba más olvidadiza que nunca. A veces me asustaba un poco. 

—¿Lo de Fifi?

—Sí —murmuré algo abatida. 

—No te preocupes, Karen, las abuelas son de otra generación y a veces no las entendemos. Eso no quiere decir nada.

—Ya, pero... no sé, últimamente se desorienta muy a menudo. Ya me ha llamado por el nombre de mi madre en varias ocasiones. Mis padres también empiezan a estar preocupados. 

—Ya verás como no es nada —dijo intentando animarme.

—Eso espero.

Una hora me había tenido el dependiente explicándome lo que le había hecho a la pobre Fifi. En más de una ocasión se me había revuelto el estómago. No me gusta la taxidermia, ni el vudú, ni las artes oscuras, ni ninguna cosa rara que cree la gente que me gusta por mi forma de vestir. Me gusta la música gótica, vestir de negro y los chicos de pelo largo, pero eso no quiere decir que me haga cortes en los brazos ni que rece a Satán todas las noches antes de irme a dormir. Sin embargo, el dependiente al verme entrar no ha dudado que me encantaría que me hiciera un informe detallado de su trabajo con Fifi. ¡¡Si ni siquiera se parecía a ella!! Para mí Fifi estaba en otro lugar mucho mejor que en ese cuerpo extraño que le habían puesto.

Cuando por fin conseguí salir de la tienda con Fifi en brazos en lo único que pensaba era en llegar cuanto antes a casa de mi abuela. El dependiente no me había dejado que la cubriese con una bolsa porque todavía seguía algo húmedo el pegamento. Me había intentado oponer si bien en cuanto vi que iba a comenzar de nuevo con su perorata de taxidermia para explicarme porque no podía hacerlo le había cortado y había accedido a llevármela tal cual. Ahora que estaba en la calle con el animal en las manos ya no me sentía tan segura. Quizá no habría estado de más saber si podía cubrirla con la chaqueta, la gente me empezaba a mirar con reticencia. Dejé que mi pelo cubriera mi rostro y aceleré el paso sin prestar atención a la gente con la que me cruzaba. 

En esas me encontraba cuando mi cuerpo chocó contra algo haciendo que casi me cayese de culo. No había alzado todavía la vista para poder ver qué estaba pasando cuando oí la exclamación asustada.

—¡¡Joder!! ¿¡Qué mierda es eso!? —Mis ojos se posaron en los ojos horrorizados de Chris que me observaban como si hubiese visto a un fantasma. 

Sentí en un segundo cómo mi rostro perdía todo el color. Abrí la boca. La cerré. La volví abrir. Hasta que por fin conseguí que saliese un murmullo que no entendí ni yo y me fui corriendo. ¿Cómo podía haber tenido tan mala suerte de encontrarme con alguien conocido? Y encima con alguien del instituto.

CHRIS

Salí de casa de forma precipitada deseando alejarme lo máximo posible de allí. La llamada de Peter para invitarme a jugar con el nuevo videojuego de la Play que se había comprado me había salvado de tener que participar en la discusión de mis padres. 

Últimamente ya no solo discutían entre ellos sino que me hacían participe a mí también. Por suerte parecía que dentro de la locura que les había envuelto existía todavía un poco de sensatez y a mi hermana no la involucraban, si bien yo no me libraba y siempre me obligaban a ponerme en el lado de uno u otro. Esto hacía que después me tocase soportar las miradas de decepción de la parte que había "perdido". Lo peor de todo es que en la mayoría de las discusiones no estaba de acuerdo con ninguno de los dos, porque simplemente me parecía que discutían por tonterías. Odiaba en el compromiso en el que me ponían y odiaba la situación que estaba viviendo. Hundí mis manos en los vaqueros mientras pegaba una patada de forma distraída a una piedra que había en el suelo. 

Seguía abstraído en mi situación familiar cuando una sombra oscura chocó contra mí. Reaccioné rápido y pude sostener a la otra persona antes de que cayese. Al alzar la vista encontré a pocos centímetros de mi cara el rostro de una rata con ojos saltones y un gesto grotesco en la boca sujetado por la niña The Ring. 

—¡¡Joder!! ¿¡Qué mierda es eso!? —Salté hacía atrás impresionado por la imagen. 

Cuando el pelo que cubría el rostro de la persona que sujetaba aquella monstruosidad se apartó pude ver dos ojos negros muy abiertos. Tardé varios segundo en reconocer a la amiga de Jessy, los justos para que ella tuviera tiempo de murmurar algo y desaparecer a paso rápido. 

Seguía todavía con el corazón acelerado del susto cuando comencé a reaccionar. ¿Qué había pasado? Y sobre todo ¿qué mierda era lo que acababa de ver? La imagen de la amiga de Jessie con el animal me había acojonado de verdad. ¡Joder! ¡Si parecía que había salido de la casa del terror de la feria! Una risa nerviosa comenzó a nacer en mi pecho. Continué mi camino a casa de Peter sin poder quitarme la imagen de la cabeza mientras mi risa aumentaba. La verdad es que la situación había sido muy cómica, casi me había matado de un infarto pero no podía negar que había sido gracioso. Desde luego esa chica no dejaba de sorprenderme.

Al alcanzar la puerta de la casa de Peter el ataque de risa estaba totalmente descontrolado. 

—¿Qué te pasa, tronco? —preguntó este con una sonrisa de medio lado al verme.

—Joder... tío... —comencé a trompicones intentando controlar la risa—. No sabes lo que me acaba de pasar —conseguí decir mientras me limpiaba una lágrima que se había escapado en mi ataque.

—¿Qué ha pasado? —preguntó cada vez más intrigado.

—Me he encontrado con esta chica... ¿Cómo se llama? —Me estrujé el cerebro intentando recordar su nombre. Iba conmigo a varias clases pero lo cierto es que nunca había prestado atención a su nombre—. La que es amiga de Jessy. La que viste como Morticia.

—¿Morticia? —preguntó Peter dibujándosele una sonrisa cada vez más grande en el rostro.

—Sí, la que va siempre toda de negro. ¿Cómo se llama?

Peter comenzó a reírse.

—¡Yo que sé cómo se llama! —dijo entre risas—. Pero Morticia le pega.

—Sí —afirmé uniéndome a sus carcajadas—. Lo cierto es que la tía acojona con los ojos pintados de negro y el pelo cubriéndole el rostro. 

—¿Y has visto cómo viste? Hasta el cuatro ojos de Kelvin viste mejor que ella —siguió. El ataque de risa se me estaba pasando, así que solo afirmé ante la broma de Peter sin comentar nada al respecto. Peter tendía a molestar a Kelvin, yo prefería mantenerme al margen porque el chico me daba pena, era un poco pedante y no encajaba con el resto de la clase pero no justificaba los ataques del grupo—. Te imaginas a Cuatrojos y a Morticia juntos —continuó este entre risas que yo ya no compartía—. Serían una combinación de la hostia. El nerd y la rarita.

Me empecé a sentir incómodo.

—Bueno, tío —dije cortándole—. ¿Me enseñas el juego tan maravilloso que te has pillado o no?

Peter dijo un par de chorradas más al respecto mientras jugábamos pero pronto se olvidó y se sumergió en la partida.

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