SEGUNDO ENCUENTRO

KAREN

Mi mano golpeaba el cuaderno al ritmo de Temple of Love mientras intentaba comprender la ecuación que tenía delante. Aunque en realidad mi cabeza estaba a kilómetros de allí, en el pueblo de al lado donde se iba a celebrar uno de los festivales góticos más importantes del país, y del cual todavía no había conseguido entradas.
Seguía ausenté con mi tamborileo y mi mente dispersa cuando una sombra cubrió mis apuntes. Parpadeé desconcertada un par de veces hasta que regresé a la biblioteca del instituto. Al levantar la cabeza con lo primero que me topé fue con el rostro de Freddie Mercury plasmado en una camiseta blanca que había vivido mejores momentos. Dejé el rostro de Freddie para mirar al chico rubio que me observaba entre divertido y curioso. «Chris» recordé. No le había vuelto a prestar atención desde el primer día.
En cuanto me quité los auriculares de los oídos me di cuenta de que mi música retumbaba en el silencio de biblioteca.
—Lo siento...  —murmuré apurada mientras rebuscaba entre los apuntes mi *ipod*. Parecía que se había escondido debajo de todo, así que para agilizar la búsqueda tiré del cable. Al hacerlo el libro de matemáticas cayó al suelo con un fuerte golpe a la par que el subrayador amarillo y el portaminas salían disparados hacia Chris que los esquivó con un movimiento ágil. Sin demorarme más cogí el escurridizo aparato y lo silencié.
—Creo que esto es tuyo. —El rotulador y el portaminas aparecieron frente a mí. El rostro de Chris era pura diversión, lo que me hizo sentir un poco incómoda. Me removí en mi sitio.
—Ehmm..., sí, gracias —dije algo cohibida por la situación mientras cogía los bolígrafos—. Lo siento, no sabía que tenía tan alta la música.
—Por mí no hay problema —dijo él sin borrar la sonrisa—. Pero creo que a tu compañero de mesa no le ha hecho mucha gracia. —Señaló al fondo de la mesa donde un muchacho nos miraba con cara de pocos amigos.
«Vaya...» pensé.
—Lo siento —dije más alto para que me escuchase el chico. El muchacho me fulminó con la mirada una última vez antes de volver a centrarse en sus apuntes. Chris se rio por lo bajo. Volví a fijarme en él. ¿Así que Chris era una de esas personas con la risa fácil? Me anoté mentalmente comentárselo a Jessy.
—Gracias por avisarme —dije en bajo para no molestar más.
—No importa —dijo alzando los hombros de forma despreocupada. Lo cierto es que parecía majo.
Nos quedamos en silencio observándonos. ¿Por qué se quedaba ahí parado mirándome?
—Gracias —repetí para que entendiese que ya había pillado que no debía tener la música tan alta y que se podía largar.
Su sonrisa titubeó ligeramente y sus ojos miraron detrás de mí. Giré la cabeza para ver qué era lo que había llamado su atención. Junto a la puerta se encontraban el resto de sus amigos observándonos y riéndose entre ellos. Una sensación de malestar se me asentó en el estómago. No sabía cómo era Chris, esta era la primera vez que interactuaba con él, pero sabía cómo era su grupo y en general les gustaba reírse de la gente. No quería ser su foco de atención. Volví a centrarme en Chris.
—Bueno... yo quería... —comenzó a decir mientras se llevaba una mano a la nuca algo apurado—. ¿Quería saber si vas a asistir a la fiesta que se va a realizar el viernes en El Polígono?
Fruncí el ceño y le miré algo confundida.
—¿Yo? —pregunté incrédula. Dudaba bastante que Chris estuviese interesado en que yo fuese a la fiesta.
—Bueno... —dijo con una sonrisa tímida—, tú y tu amiga.
¡¡Aaah!! Ya entendía lo que pasaba. Así que el risueño de Chris estaba tan interesado por Jessy como Jessy lo estaba por él, solo que no tenía el valor de decírselo a ella directamente. Bajé la vista dejando que mi pelo me cubriese el rostro mientras mordía el pendiente de mi labio para disimular la sonrisa que quería dibujarse.
—Claro —dije sin poder levantar la cabeza, temía no poder aguantar la risa si le miraba a la cara y tampoco quería hacerle pasar un mal trago—, allí estaremos.
—Genial. —Le escuché que decía de forma apresurada—. Nos vemos allí.
Cuando estuve segura de que ya se había alejado le miré a través de mi pelo. Estaba chocando las cinco con sus amigos entre risas. Jessy se iba a morir cuando se lo contase.

CHRIS

Maldito el momento que se me ocurrió decirle a Peter que Jessy estaba buena, desde entonces no había dejado de insistirme para que la entrase. Y aunque era cierto que la chica me parecía guapa ahí terminaba todo. No estaba interesado en meterme en una relación con nadie. Si la chica quería un rollo por mí genial, pero una novia suponía un trabajo que ahora no quería y menos con el panorama que tenía en casa. Pero había escuchado, y ya no solo por Peter, que Jessy no era la típica tía de un solo rollo, ella era más de relaciones y eso no me interesaba. Sin embargo Peter había hecho de un comentario tonto una competición.
—Lo que pasa es que no te atreves.
—Sí que lo voy a hacer, Peter, solo estoy buscando el momento.
—No hay que buscar ningún momento, es simplemente ir y hacerlo. —¡Madre mía, cuando quería podía ser muy pesado! Le ignoré y seguí buscando el libro por el que me encontraba en la biblioteca—. ¿A qué tengo razón, Oliver?
¡No, por Dios! Ahora tendría a los dos dándome la lata.
—Sí, tío. No es tan complicado. Creo que he visto a su amiga estudiando en las mesas.
Dejé mi actividad un momento y cerré los ojos al escucharle. Yo también había visto a la amiga de Jessy estudiando en las mesas de la entrada, si bien tenía la esperanza de que ellos no lo hubieran hecho.
—Ya está, colega —dijo Peter dándome una palmada en la espalda—, esta es tu oportunidad, pregúntala si irán a la fiesta del viernes.
No me apetecía ir a la amiga de Jessy y preguntarla sobre la fiesta. Primero, porque me daba lo mismo si iba a ir; segundo, porque la amiga de Jessy me imponía. No había tenido mucho contacto con ella... bueno, en realidad no había tenido ningún contacto con ella, solo cuando nos vimos el primer día de clase. Sin embargo su estilo tan agresivo y que no le daba miedo mirar a los ojos hacía que fuera intimidante.
—Se lo diré hoy en clase.
—Esta es una oportunidad única, no me digas que eres un rajado.
Suspiré cansado, cogí el libro y me di la vuelta.
—Vale, iré a hablar con ella.
—¡¡Genial!! —Seguía sin entender por qué a Peter le hacía tanta ilusión esto.
Dejé mis cosas a mis colegas y me acerqué a la chica. Hoy llevaba un vestido que parecía de la edad media de color negro decorado con cremalleras y cadenas; unas medias de rayas blancas y negras; y sus zapatos ortopédicos.
Golpeaba de forma distraída el cuaderno a la vez que movía de forma casi imperceptible la cabeza. De los auriculares sonaba una música demasiado alta, eso y el golpeteo del boli hacía que en el silencio de la biblioteca resonase. El chico del fondo con el que compartía mesa la miraba a punto de asesinarla, pero ella, ajena a todo, seguía con su gesto. No sé por qué me hizo gracia. Me puse delante de ella. ¿Qué estaría escuchando para tenerla tan abstraída? Parecía rock. Quizá uno de esos grupos de hardcore o metal duro, le pegaba bastante. Se dio cuenta de que estaba allí y alzó la vista. Ahí estaban esos dos ojos oscuros. Hoy además estaban perfilados de negro, lo que hacía su mirada más penetrante. Se quitó los auriculares y la música sonó por la sala. Vaya... no era hardcore ni metal, conocía al grupo, era The Sister of Mercy.
—Lo siento... —comentó apurada mientras comenzaba a buscar el dispositivo. La mesa estaba llena de papeles, libros y rotuladores. En un momento dado, sin previo aviso, tiró del cable que unía sus auriculares al aparato haciendo que un libro se cayese al suelo y dos bolis salieran volando hacía mí. Los esquivé por los pelos.
Me dio la sensación de que estaba nerviosa, eso me divirtió.
—Creo que esto es tuyo —dije devolviéndole sus bolígrafos.
—Ehmm..., sí, gracias —dijo de forma seria—. Lo siento, no sabía que tenía tan alta la música.
—Por mí no hay problema, pero creo que a tu compañero de mesa no le ha hecho mucha gracia.
Giró la cabeza hacia el chico del fondo que nos miraba con cara de enfado.
—Lo siento —dijo ella algo más alto. Se me escapó la risa al ver la mirada del chico, a saber cuánto rato llevaba así sin atreverse a decirle nada.
—Gracias por avisarme —murmuró la chica. Volvía a tener la vista fija en mí y, a pesar de que era yo el que estaba de pie y ella la que estaba sentada, me sentí muy pequeño frente su escrutinio.
—No importa —contesté apiadándome del chico del fondo. Podía entenderle, yo tampoco me quedaba indiferente ante ella y menos cuando te miraba fijamente, como para acercarse y pedirla que apagase la música o, en mi caso, que si iba a ir a la fiesta del viernes. Sentí cómo los nervios serpenteaban en mi interior y me quedé de piedra observándola. El gesto de la chica empezó a cambiar, desapareció la gratitud de su rostro para ser sustituida por el de desafío.
—Gracias —repitió molesta.
Vale, tenía que hacer algo si no quería quedar como un imbécil. Mis ojos se fueron al grupo de mis amigos, se estaban riendo de mí. ¿Por qué a veces tenían que ser tan gilipollas? Pero me obligué a recordarme que lo último que quería era tener problemas con ellos, sobre todo porque, aunque a veces no compartía sus tonterías, era mejor estar con ellos que en casa.
—Bueno... yo quería... quería saber si vas a asistir a la fiesta del viernes —conseguí decir de la forma más patética que se puede. Joder, ¿qué me pasaba? Tampoco era tan difícil ¿no? Estaba claro, aquellos ojos me intimidaban y su cara de sorpresa al escuchar mi pregunta tampoco ayudaba.
—¿Yo? —preguntó la chica sin dar crédito.
«Chris arregla esto como sea». Sonreí algo acongojado.
—Bueno..., tú y tu amiga.
Los ojos de la chica brillaron divertidos y, no llegué a verlo bien porque agachó la cabeza, pero me dio la impresión que mordía el piercing del labio para disimular una sonrisa. ¡Genial! Ya no solo se reían mis amigos de mí, ahora también sería motivo de burla para Jessy y su amiga. Aunque tenía que reconocer que en esta ocasión estaba dando las gracias en silencio a esa muchacha de pelo negro por su discreción, porque si mis amigos la hubiesen visto reír me habrían estado atormentando durante días.
—Claro, allí estaremos —dijo ella.
Y aquello también se lo agradecía en alma porque podría callar la boca del idiota de Peter.
—Genial —dije con rapidez, deseoso de finalizar aquel mal trago—, entonces nos vemos allí.
La chica seguía con el rostro oculto tras su pelo, no esperé a que alzara la cabeza, me había ayudado con su discreción y no quería estropearlo ahora. La observé una última vez antes de irme con mis amigos. Me parecía que la chica de negro con la mirada profunda, no era tan terrorífica como aparentaba. Tenía la sensación que nos íbamos a llevar bien.

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