Siete

—Gracias por no hacer sentir mal a mi hermano —JinKi esbozó una sonrisa a un muy tranquilo rubio.

KiBum se había colocado ya su ropa de dormir, estaba demasiado cansado incluso como para hablarle a Choi, su único pensamiento ahora era poder dormir tranquilamente; así que se limitó a asentir ante las palabras de su esposo antes de internarse entre las refrescantes mantas.

JinKi relajó el cuerpo y se cambió de ropa, lo hizo con algo de prisa pues deseaba hacer el amor con su esposo pero dada su timidez en el acto, consideraba algo atrevido el meterse a la cama solo en ropa interior por lo que tras haberse cubierto con la pijama, se internó a la cama y acercó al rubio.

Sus movimientos fueron lentos, rayando lo tímido puesto que sus dedos avanzaron trémulos hacia la curva de la cintura ajena donde una vez posados se dedicó a acariciar con suavidad.

—Cariño —musitó en el oído ajeno buscando una respuesta—, mi amor.

Intentó una vez más al mover sus manos, esta vez descendiendo una de estas desde la cintura pasando por la cadera para finalizar en el muslo, mismo que presionó lo suficiente para así deleitarse con la carne ajena.

KiBum ante aquel movimiento, abrió los ojos y se levantó de inmediato; había comenzado a soñar con MinHo y ante las caricias ajenas imaginó que era él, por suerte sus labios permanecieron sellados y su rostro solo se mostró confuso.

—¡Dios, JinKi! —pasó una mano por su cabello soltando el aire retenido— me has dado un susto.

—¿Susto? ¿Por qué?

—Porque estaba dormido y sentir tus manos fue extraño, lo siento.

—¿Extraño? —JinKi se incorporó de la cama un poco confuso por el actuar ajeno— somos esposos, ¿por qué habría de ser extraño el tocarte?

—Hoy no cariño, estoy cansado. —Retomó su lugar en la cama.

—Pero —el mayor hizo casi un puchero—, hace mucho que no lo hacemos, la última vez ocurrió antes de que te fueras a Milán y hasta me dejaste con una resaca digna de no hacerme salir de la cama.

KiBum se limitó a acomodarse de nueva cuenta, cerró los ojos recordando que había sido un tormento tener que emborracharlo y después llevarlo a su habitación para desnudarlo y dejarlo encerrado en la habitación, solo así se había librado de un meloso JinKi para poder irse con un candente moreno que le esperaba afuera de su casa para poder irse al hotel que desde hace años les unía.

—Mañana, hoy me duele la cabeza —se forzó a hablar antes de volver a quedarse dormido dejando a un muy frustrado JinKi.

El mayor observó como su amado rubio se quedaba dormido casi de manera inmediata, frunció el ceño y giró el rostro para contemplar el techo; KiBum no actuaba extraño ni tampoco era distante con él, se mantenía igual solo que había algo que aún no tenía claro y que por supuesto seguía calando muy en el fondo de su corazón.

Aquel «te amo más» seguía doliendo, algo en él intuía que no era una frase dicha hacia sus padres, había sido el susurro de alguien que teme ser descubierto cargando en ello todo el amor posible y eso a JinKi lo destrozaba porque aunque era normal que le negara el tener sexo, ahora pensaba que lo hacía solo porque pensaba en su amante y eso solo lo hizo sentir de nuevo miserable.

Cerró los ojos e intentó dormir, necesitaba hacerlo puesto que sería él quien vigilaría a su amado durante los dos últimos días antes de que este emprendiese vuelo directo hacia Londres.

Fue así como al día siguiente fue el primero en levantarse para empezar su plan; se retiró primero de casa, aludiendo que tenía mucho trabajo y que los directivos le esperaban para una junta, con ello dejó a un confuso KiBum quien yacía aún entre las sábanas demasiado adormilado como para procesar algo.

En la privacidad de su auto, sacó su móvil y marcó el número de su posible salvador.

—¿Hola? —La voz adormilada respondió al tercer tono.

—¡MinHo, buenos días! —Saludó entusiasta.

—Buenos días JinKi, ¿sucede algo?

—¿Estarás libre este día?

—Sí, ¿qué pasa?

—KiBum.

Bastó decir ese nombre para que del otro lado de la línea el moreno se levantara de inmediato, totalmente alarmado y a la espera de saber algo más pero nada, su cuñado no dijo nada más.

—¿Qué pasa con él? —trató de que su voz fuese lo más neutra posible.

—Sé que ayer ocurrieron un par de cosas pero eres mi única salvación, solo quiero que me acompañes a investigar algo.

—Pero JinKi ¿qué sucede?

—Te contaré en persona, ¿puedo pasar por ti en media hora?

—Claro cuñado, sabes que lo que desees lo haré.

Tras colgar la llamada, MinHo salió de la habitación de huéspedes para ir a su armario personal donde extrajo ropa muy casual, la llamada pese a sonar relativamente tranquila, le dejó pensante por lo que sin dudar marcó a su amado.

—¿Mh?

—Amor, JinKi va a pasar en un rato por mí, es respecto a ti.

—¿A mí? —la voz salió confusa.

—Creo que sospecha.

—Demonios —tras un momento de silencio chasqueó los dedos—, ya sé que hacer, tengo dos opciones o me sigue en cada movimiento que hago o solo te mandará a ti encubierto para que me andes vigilando, qué se yo.

—Bien, en cualquiera de los casos actuaremos como siempre.

—Gracias por avisarme, te amo y ten buen día.

—Te amo más.

Tras colgar, apenas logró beber su taza de café, no tenía nada en mente salvo el hecho de que JinKi sospechaba que algo no iba bien, por lo que tuvo que tomar un par de respiraciones para poder entrar en su papel de cuñado indiferente ante un rubio amargado. Justo al tiempo indicado, llegó JinKi en su auto, el moreno solo salió de casa sin despedirse de su esposo puesto que aún seguía falsamente molesto, aunque agradecía eso ya que se ahorraba melosidad forzada.

—Y bien ¿qué pasa con tu esposo? —preguntó directamente intentando no sonar muy curioso, así que la pregunta fue envuelta en un tono un tanto indiferente.

—Lo lamento mucho MinHo, sé que KiBum no te agrada pero eres mi cuñado y mi amigo, no tengo en quien confiar salvo en ti —sinceró el mayor tras dar un suspiro—, hace unos días lo escuché hablar por teléfono —guardó silencio unos segundos haciendo que el moreno solo esperara paciente—, creo que tiene un amante.

—¡Imposible! ¿Qué te hace pensar eso? —si el rubio viese al moreno también se sorprendería por su actuación de cuñado asombrado.

—Lo sé, puede que esté equivocado y aquella llamada haya sido hacia sus padres o su primo pero una parte de mí me dice que no es así —soltó ingenuamente siendo observado por un reservado MinHo—, sé que es posible que me digas que por su carácter y trabajo es imposible pero precisamente por eso te hablé a ti, porque quiero que me acompañes y veas lo que hace por si yo no me puedo acercar demasiado, lamento usarte como carnada pero sé que con lo mal que se llevan es posible que él pase de ti sin sospechar nada.

—Entonces ¿lo seguiremos?

—Sí, quiero y necesito saber cada uno de sus movimientos, solo confío en ti y por eso cuando se vayan a Londres desearía que hicieras lo mismo.

—¿Qué lo vigile? —Choi fingió una mueca de total desagrado.

—Soy consciente de que es un acto egoísta de mi parte al pedirte eso, pero no tengo otra alternativa, tengo tanto pavor el descubrir que mi esposo me está engañando que se me rompe el corazón de solo imaginarlo.

—Tranquilo, puedes confiar en mí.

MinHo posó una mano sobre el hombro ajeno en un intento de transmitirle confianza, aunque su mirada fija y su ceño fruncido se mantenía, en sus pensamientos solo podía sentir un poco de culpa puesto que a su regreso de Londres se descubriría la verdad.

El auto aparcó a pocos metros de la casa Lee, media hora después salió un despreocupado KiBum quien fingía no ver nada sospechoso, por lo que se internó en su auto y arrancó incluso a una velocidad media para poder ser vigilado; apenas llegaron a las vías principales, tomó un desvío para internarse en un estacionamiento mismo que pertenecía a Starbucks.

—¿Se encontrará con su amante?

MinHo estuvo a nada de rodar los ojos con fastidio, ¿acaso no sabía que del diario pasaba a la cafetería por su café favorito seguido de una ensalada? No, al parecer no lo sabía.

—Tranquilo, quizá solo compra algo y se va.

JinKi se acomodó mejor en el asiento, observando a través de las ventanas y puertas de cristal los movimientos de su esposo, bueno no era nada sospechoso puesto que a los pocos minutos salió con un café en mano y una ensalada en la otra, hecho esto subió a su auto y arrancó de nuevo.

—¿Qué haremos mientras él está trabajando?

—No sé, podríamos solo conversar.

MinHo se mantuvo callado un rato, la idea de pasar demasiado tiempo con su cuñado le aburría, bastante tenía con soportar a TaeMin como para ahora tener que lidiar con su cuñado.

Tras haber observado al rubio ingresar al edificio, el mayor soltó un suspiro de alivio, al menos su día había empezado tranquilo respecto a KiBum.

—Te invito a desayunar a mi casa, dudo que tu esposo salga ahora, así que vamos que me muero de hambre.

A JinKi no le quedó opción, retornó hacia la casa del mayor quien solo había invitado a su cuñado a casa para que se relajara y quitara de ideas tontas como lo era seguir a KiBum.

Fue así como pasó la mañana, entre conversaciones desde lo más básico hasta sus empleos, todo absolutamente todo tenía que girar sobre aquellos temas pues de manera subconsciente hablar de sus esposos encadenaba al tema tabú que era KiBum y su arisca forma de ser. Al medio día JinKi decidió volver a la empresa para inclusive ir a ver a la oficina a su amado.

—¿A dónde va? —cuestionó sin perder detalle de la figura de su esposo saliendo de la empresa.

—¿Por otro café?

—Vamos a seguirlo.

—Por Dios, JinKi, deja ya de atormentarte y hacerte ideas erróneas sobre que te engaña, quizá solo salió a caminar, a tomar el fresco, alguna cosa así —dijo con cierto reproche pues para ser sinceros, ya se había aburrido, conocía la rutina de su amado y sabía a los lugares que iba por lo que no le sorprendió verlo caminar directo hacia el centro comercial cercano a su empresa—, ¿ves? solo camina.

—Bájate. —Ordenó.

—¿Qué?

—Bájate y síguelo.

Choi soltó un gruñido, bajó del auto y se quedó de pie esperando a que su rubio se alejara más, sin embargo aquella acción fue tomada como torpeza por parte de JinKi, quien estacionó el auto y bajó de inmediato.

—¿Qué haces? ¡Te dije que lo siguieras!

—Si lo hago nos puede descubrir, mejor dejemos que avance.

Minutos después, el dúo observaba como un muy tranquilo KiBum se paseaba entre algunas tiendas, algunas eran destinadas hacia su hijo puesto que salía con bolsas de compra, posiblemente ropa o juguetes, ya se sabía que al ser su único hijo era un consentido de primera.

—¿Qué hace entrando en esa tienda?

—JinKi, respira, es una tienda cualquiera.

—¡Carajo no! ¿Por qué revisa camisas que no son para él?

A lo lejos, se apreciaba al rubio sosteniendo un par de camisas, las analizaba con sumo cuidado, haciendo con esto que su esposo imaginara distintos escenarios con su amante secreto. Justo cuando pensaba en ir directamente a reclamar, su celular sonó, sonriendo maravillado por ver quien era.

—¿Sí?

—Hola cariño —KiBum a lo lejos seguía viendo camisas, entre estas sostuvo una color negra y otra color blanco—, dime ¿qué color prefieres, negro o blanco?

JinKi posó la mirada en su esposo, comprobó que eran las camisas y sonrió emocionado puesto que su amado rubio pensaba en él, siendo totalmente ajeno a que KiBum lograba observarles desde su lugar gracias a un espejo de pared.

—Negro, me gusta el negro.

—Perfecto, ¿almorzamos juntos?

—¿Juntos? —miró a Choi quien desinteresadamente sorbió su bebida fría mientras se encogía de hombros dando a entender que no suponía problema dejarlo a solas con su esposo— ¡Claro!

—Está bien, te veo entonces. —Y colgó.

JinKi suspiró relajado, se acomodó mejor en la banca donde yacían ocultos y solo así se permitió sonreír.

—¿Se han calmado tus ideas de que te engaña?

—Supongo que sí.

—Entonces te dejaré, iré a casa a empacar mis cosas, decidí irme mañana para tener tiempo y organizar bien la junta en el comité inglés.

—De acuerdo, muchas gracias por tu ayuda MinHo, no sabes lo bien que me siento de que me hayas acompañado en esto, creo que mis suposiciones de un engaño fueron ideas mías.

—Deja de pensar en ello, mejor concéntrate en pasar tiempo con KiBum antes de que se vaya. —Aquellas palabras las dijo más como consuelo que ánimo pues los amantes ya tenían establecido el plan de dejarlos después.

—Gracias MinHo, eres el mejor.

Choi se limitó a sonreír antes de marcharse del lugar, debido a que no traía auto decidió tomar taxi, solo así y en la tranquilidad del lugar, marcó a su amado, una llamada corta que bastaría para informarle.

—¿Diga?

—Amor, dejé solo a JinKi logré quitarle un poco el pensamiento del engaño, estaré en mi casa, decidí irme mañana para poder mandar a hacer limpieza en Londres y poder recibirte correctamente.

—Está bien mi amor, nos veremos dentro de tres días, te amo.

—Te amo, nos vemos.

Cada uno tomó rumbos separados, MinHo hacia su hogar y KiBum hacia su esposo, solo deseaban que aquellos tres días pasaran pronto para volver a encontrarse, después de todo, no estaban acostumbrados a estar lejos el uno del otro.

Aunque siguieran siendo extraños ante sus respectivos esposos pero eso pronto cambiaría.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top