Once

Dolía. Su cabeza dolía horrible, sumándose a ello, TaeMin podía sentir el cuerpo frío causándole más molestia porque él amaba despertar tibio gracias a las mantas.

—¡Buen día!

La cantarina voz masculina hizo al menor de los Lee girar el rostro mientras abría los ojos buscando al dueño de la voz; giró su cuerpo enredándose con las sábanas revueltas, sorprendiéndose de golpe al encontrarse desnudo y a consecuencia de ello una reacción de shock se hizo evidente.

—¿Qué haces aquí Kai? —arrastrando las manos, intentó cubrir su cuerpo expuesto.

—¿Qué? ¿Aquello es una excusa para repetir lo de anoche? —TaeMin observó el rostro ajeno, esperaba encontrar una sonrisa ladeada cargada de burla y seducción, más no fue así, ver a JongIn con pantalón de mezclilla y sin camisa mientras se apoyaba en el marco y le dedicaba una sonrisa, era completamente diferente. Ante el silencio de Lee, el famoso bailarín volvió a hablar— ¿Siempre eres así de bromista?

—JongIn, lo siento, yo... —soltó un suspiro, aun en shock logró masajear sus sienes— soy casado.

—¿Ya no soy más Kai para ti? ¿Ya no soy más el bailarín favorito?

TaeMin rodó la mirada, giró apenas el cuerpo arrastrando consigo la sábana para poder salir de la cama, sabía que no debía beber tanto, pero había sido imposible.

—Esto...

—Fue un error, lo sé —completó JongIn— pero fue algo que sin duda disfruté cometer.

JongIn era el nombre real del bailarín que había deslumbrado a TaeMin no solo con su actuación en baile, también lo había cautivado con su forma de ser, pese a ser en el escenario alguien sensual, fiero y de poses de hombre seductor, en realidad era un joven dulce, cariñoso y fiel compañero del buen humor, eso lo sabía el menor de los Lee que mediante charlas y juegos, había terminado invitándolo a beber cerveza y comer pizza, no tenía otras intensiones puesto que amaba a MinHo pero ver ahora la realidad de la noche anterior causó en su corazón un desgarrador sentimiento de culpa.

—Yo no quiero que creas que jugué contigo —empezó caminando lentamente debido a la resaca que causaba estragos en su sistema visual— pero pasó por error, estoy casado con MinHo, lo amo y esto que sucedió fue imperdonable, he traicionado mi matrimonio. ¡Le fui infiel!

—Solo podrías no decirlo. —Sinceró encogiéndose de hombros, la expresión de tristeza fue obvia.

—¡Claro que no diré nada!

—Nosotros...

—No hay ningún nosotros —cortó antes de que el moreno hablara—, solo somos conocidos, después de esto no puedo verte como un amigo.

Las facciones de JongIn se mantuvieron sombrías, fijó la mirada en el más bajo y asintió, creer que alguien como Lee TaeMin dejaría a su esposo solo por una insípida noche de pasión era volar alto. Aun cuando el más bajo se había mostrado tan entregado y apasionado.

Por un segundo en aquella pasional noche, JongIn creyó que las sonrisas que TaeMin le dedicaba eran para él, creyó que los besos, las caricias y aquellas palabras y gemidos de deseo eran enteramente para él, incluso se olvidó de que existía una tercera persona: Choi MinHo.

Saber que existía remordimiento, culpa y hasta rechazo por lo sucedido, causó en el bailarín que algo dentro de él colapsara de golpe, porque aunque había conocido a Lee, la atracción que sintió fue casi instantánea que se sentía evidente frente a él, ahora sabía que sus esfuerzos por alegrarle el día, por intentar ser su amigo o por ser algo más, eran nulos y eso acabó con la ilusión de un amor nacido de un matrimonio fallido.

—Por favor, vete.

Aquellas palabras nacidas en voz baja fue el último causante de que todo se viniera abajo para JongIn, suspiró evitando mirar al más bajo, que fácil era echarlo de su vida como si fuese una persona sin importancia, aunque quizá si era alguien sin importancia.

Con el ánimo muerto, tomó su camisa que se encontraba tirada en las escaleras, al colocársela consiguió bajar a la primera planta sin hacer ruido alguno, se colocó los zapatos y se marchó dejando solamente su corazón roto a un CEO demasiado enamorado de su esposo.

Y lo que comenzó como algo fugaz, terminó volviéndolos extraños.

Por otro lado, TaeMin escuchó la puerta ser cerrada, segundos después se aferró a la sábana que lo envolvía y dejó salir el aire retenido en sus pulmones aunque lo que empezó como una exhalación se volvió llanto.

—MinHo. —Pronunció su nombre entre lágrimas, se acercó a la cama y tomó asiento, lo que tanto había cuidado por años ahora se había venido abajo, todo por su culpa.

Aun cuando sabía que el moreno ya no le amaba, él se sentía responsable de aquello, no le había dado la dicha de ser padre, no sabía cocinar, era ante los ojos del moreno un niño hasta cierto punto irresponsable puesto que desconocía las labores domésticas, estar pensando en su trabajo era su motivación personal, pero sabía que aquello había resultado caro y sobretodo, se comenzaba a idealizar el que si seguía así, pronto el moreno le pediría el divorcio para crear una familia con alguien que sí pudiese tener hijos.

Y eso dolía.

Dolía porque desconocía a MinHo, el hombre con el que ahora vivía era diferente al que había conocido en aquel parque, todo había resultado tan natural y predestinado aquella mañana de martes.

TaeMin nunca había sido alguien tímido por lo que había sido él quien se había acercado a un concentrado moreno, quien de buena gana le respondió el saludo y a consecuencia de ello, iniciaron una charla normal y sin pausas.

MinHo era alguien carismático, le dedicaba sonrisas en cada pausa y también se había mostrado interesado en él; lo que comenzó como caminatas y ejercicio en el parque se fue prolongando a salidas a comer e incluso a cenas poco lujosas pero eso a TaeMin no le importaba porque prefería comer sentado en las escaleras frente al río Han a estar en un lujoso restaurante entre copas de vino lujoso y platillos difíciles de pronunciar.

Comparar a ese hombre, el cual le sonreía, lo abrazaba y besaba con mimo era como ver a alguien más, porque en la soledad de su habitación el joven Lee se dio cuenta de que poco duró su felicidad, comenzando por su comportamiento tan distante con su hermano y principalmente con KiBum, la idea de ser una familia unida se había desvanecido con el paso de los años y ahora comprobaba que jamás llegarían a ser así, entre más se acercaba a este nuevo MinHo, más rechazo había.

Ya no existían besos, ni caricias al despertar, ya no había halagos hacia su cuerpo delgado ni tomadas de mano en el trabajo, no existía armonía en la casa, todo era silencio asfixiante, se estaba volviendo una pesadilla que él ciegamente había aceptado soportar.

Entre más se acercaba, más se alejaba el moreno, las palabras bonitas ahora eran sustituidas por armas punzocortantes que se clavaban en lo profundo de su corazón haciendo que comenzara a comprender que sí, su matrimonio se había venido abajo quizá por la premura de unir su vida a la de alguien que poco conocía.

Necesitaba gritar, necesitaba llorar, necesitaba explotar y que alguien lo escuchara, sabía que su hermano no le diría nada porque se encontraba sumido en su trabajo, pero entonces ¿quién?

Arrojando la sábana al suelo, tomó su bata de dormir cubriendo con esta la desnudez, corrió sin dudar directo hacia la planta baja, abrió la puerta y miró hacia ambos lados, sabía que había cometido un error con JongIn pero quizá existía una razón, no quería romperle el corazón ni tampoco deseaba hacerlo sentir como un objeto, por ende necesitaba hablar con él, contarle todo sobre su matrimonio, quizá así descubriría por qué decidió emborracharse y posteriormente, acostarse con él.

—¡Kai! —gritó con fuerza, sus pies desnudos chocando contra el pavimento causaban un sonido casi mudo. Encontró al hombre caminando a paso lento por lo que apresuró el paso— ¡Kai!

El nombrado giró el rostro, sus facciones se relajaron un segundo antes de que sus ojos se abrieran en sorpresa al ver correr hacia él a la persona más hermosa del mundo, en albornoz y con los ojos acuosos.

—¡Kai!

El nombrado detuvo sus pasos y se giró de inmediato, justo a tiempo para abrazarlo con suavidad, reteniendo así el cuerpo que tanto le fascinaba. TaeMin alzó el rostro y esbozó una sonrisa, en sus ojos era notoria la desesperación por hablar con alguien.

—Por favor, solo escúchame.

Y JongIn como un idiota fascinado por el contrario, relajó los hombros y le dedicó una sonrisa sincera al más bajo, apenas asintió, lo necesario para ser visto. Hablarían, era un avance, puede que no todo estuviese perdido.

—Vamos a casa, hablemos ahí.

Los jóvenes caminaron, Kai abrazando y protegiendo el cuerpo ajeno a cada paso, causando en TaeMin esa extraña sensación de seguridad y felicidad, algo que hace mucho tiempo no sentía.


▒•••▒


—Así que, ¿está es tu familia?

—Lo es.

JinKi sonrió mostrando todos los dientes, orgulloso de la foto. Un reservado JongHyun analizaba la foto que el CEO le había mostrado, en ella se mostraba al matrimonio Lee Kim puesto que JinKi y KiBum permanecían en el centro, con trajes de gala, argollas de matrimonio a la par y una sonrisa de recién casados, a los costados se apreciaban un radiante TaeMin junto al diseñador y del otro lado a un carismático MinHo, los cuatro juntos como lo que se suponía eran dos matrimonios felices.

—Y dices que el niño es tu hijo —alzó la vista para posarla en la foto individual de YooGeun— muy lindo por cierto.

—Es mi vida entera.

JongHyun tomó la foto y la observó, su mirada se paseó del menor hacia KiBum, seguido a JinKi y finalizó en MinHo. Bastó un parpadeo para que sobrepusiera la foto individual en la familiar dejando solamente a YooGeun y MinHo juntos. ¿Acaso...?

—Me sorprendes JinKi, tienes una gran familia.

—Un poco separada pero la tengo.

—¿Por qué? ¿Qué ha sucedido en estos años de mi ausencia? —JongHyun se acomodó mejor en la silla acolchada observando a quien antaño había sido su compañero de secundaria.

—Mi esposo y mi cuñado se odian, al menos eso lo ha dejado claro KiBum quien en una comida expresó su total rechazo contra MinHo —suspiró chasqueando la lengua después—, pobre de mi cuñado, las palabras de mi amado fueron duras y le tocó recibirlas, todo por nuestra culpa.

—¿Por qué la culpa?

—TaeMin y yo insistimos en juntarlos.

Jong arqueó ambas cejas posando la mirada sobre los retratos.

—Creo que su insistencia si los llegó a juntar un poco...

—¿Cómo dices?

—Nada, que hay veces en las que las personas no se agradan y tienen conflictos.

—Suele pasar pero al menos tanto TaeMin como yo amamos a nuestros esposos, no todo se puede en esta vida.

—Tienes razón, no todo se puede.

JongHyun colocó los retratos de nueva cuenta sobre el escritorio del CEO, después de tantos años, había regresado, siendo un compositor y cantante entrenado y aplaudido en Estados Unidos, haber buscado a JinKi no era su plan inicial, sin embargo cuando su consciencia regresó ya se encontraba en las oficinas de KBS pidiendo una cita para poder conversar con el CEO Lee.

Aquel amor que había sentido por el de mirada lunar permanecía intacto, recordar sus años de secundaria juntos solo era un incentivo para crear bellas canciones de amor, algunas más profundas que otras pero todas con el mismo propósito, el de conquistar mediante letras a quien tanto amaba.

Triste fue su sorpresa de saber que JinKi ya se encontraba casado y con un hijo, sus esperanzas de conquista se vieron truncadas momentáneamente, sin embargo y por lo que había visto en los retratos, había algo que no estaba bien y era precisamente el hijo de la pareja; el pequeño YooGeun era muy lindo, no lo negaba, solo que no se parecía en absoluto a quien se autoproclamaba padre y eso no solo supuso una gran sospecha, no, también era una oportunidad nueva para colarse en el matrimonio y así ganar el corazón del CEO, la gran ventaja que tenía era que el famoso Kim KiBum no se encontraba cerca por lo que sus movimientos serían de total entrega sin tener que esconderse.

—Te invito a cenar, podemos hablar mejor y así te distraes después del trabajo.

JinKi meditó las palabras ajenas, frunció apenas los labios y negó.

—No puedo, debo cuidar a YooGeun.

—¿Por qué no se lo dejas un rato a TaeMin?

—Puede ser —el CEO pensó unos segundos, la opción era buena ya que así su hermano podía convivir más tiempo con YooGeun sin sentirse intimidado por la mirada de KiBum, así que terminó convenciéndose de ir a cenar con JongHyun, sería una cena amistosa y que serviría para ponerse al corriente en sus vidas—, le hablaré en un momento, estará encantado de pasar un rato con mi hijo.

—Perfecto, nos vemos más tarde.

JongHyun se levantó, acomodó su saco azul eléctrico y con una suave sonrisa en sus labios, se despidió de JinKi quien le devolvió el gesto. Apenas se desapareció de la oficina, el CEO aprovechó en hablarle a su esposo, siempre era primero él, después hablaría a TaeMin para comentarse sobre cuidar a su hijo y por último, se permitió un momento de reflexión para pensar en que saldría a cenar con alguien que en el pasado había generado tanto en él, sentimientos que nunca dijo y que ahora creía muertos.

Una cena no significaba nada, hablarían de sus vidas, se volverían amigos y continuarían siéndolo aún con el regreso de KiBum a Corea, su vida seguiría tan normal como antes, aun sabiendo que existía la posibilidad de un tercero en su matrimonio, no importaba, él lucharía por salvar su matrimonio y recuperar a quien tanto amaba.

Por otro lado, JongHyun abandonó el edificio con total confianza, decidido a dejar de ser un extraño en la vida de Lee JinKi, así tuviese que enfrentarse a su esposo, lo haría con tal de recuperar ese amor que nunca confesó pero siempre guardó.



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