Dos
—Por Dios KiBum, al menos finge que estás feliz por el cumpleaños de tu hijo. —Regañó con suavidad y discreción TaeMin; su cuñado, tenían la misma edad y era esposo de MinHo.
Él era menor que Lee JinKi, los hermanos trabajaban en KBS siendo CEO's, por lo cual el tiempo se les iba prácticamente en el entretenimiento general para otorgar un agradable contenido a los ciudadanos de Seúl.
Al principio TaeMin se había reservado el ser amable con el diseñador, sin embargo con el tiempo aprendió a tolerarlo y a ser empático con él, aunque el ajeno fuese algo parecido a un ser sin alma por la inexpresión que siempre se hallaba en su rostro, la única vez que lo vio enteramente feliz fue cuando se enteró de su embarazo y posteriormente, cuando YooGeun nació.
—Estoy feliz —KiBum bebió de su copa de champan, observó a los invitados quienes charlaban animadamente—, mi pequeño cumple un año de vida.
—Te envidio, quisiera que MinHo y yo fuésemos padres —aquella declaración hizo que el rubio estrujara entre sus falanges el tallo de la copa— pero no se puede, creo que soy estéril.
—Lo lamento. —Se limitó a decir.
TaeMin observó el inexpresivo rostro, frunció ligeramente el ceño y observó a su esposo MinHo, alejado de todos con su sobrino en brazos, eran felices o eso parecía ya que el pequeño reía mostrando sus cuatro dientes de leche mientras se abrazaba efusivamente al moreno; suspiró cansino al ver que él aún no podía hacerlo dichoso siendo padre.
Al volver la vista, notó que KiBum traía una copa rellena entre sus dedos la cual la paseaba elegantemente entre sus dedos, la expresión seguía sin cambiar; ¿qué le había visto JinKi para que le propusiera matrimonio? ¿Dinero? No, eso no era; KiBum posiblemente hasta tenía más dinero que él pero entonces ¿por qué escogerlo a él habiendo cientos de chicos más?
—Iré a saludar a los nuevos invitados. —Declaró KiBum después de haber terminado su segunda copa de champan.
TaeMin permaneció de pie algunos segundos más antes de girarse y caminar hacia donde MinHo se encontraba; en cada paso que daba podía apreciar mejor la sonrisa de felicidad de su esposo, ver su rostro iluminado gracias a la compañía del menor solo le hacía incrementar el deseo de embarazarse para otorgarle esa dicha a quien tanto amaba.
—MinHo —se acercó deteniéndose a su lado—, luces feliz.
—Este pequeño me hace feliz —el alto no dudó en besar las mejillas del menor.
—Algún día seremos papás.
MinHo detuvo el movimiento de los juegos y permaneció estático, su rostro pasó de ser sonriente a uno similar al de KiBum, reprimió un suspiro teniendo que apretar la mandíbula.
Jamás le confesaría al adverso que cuando tenían relaciones sexuales usaba protección o que incluso deshacía en los jugos matutinos píldoras anticonceptivas, mismas que un alegre y risueño TaeMin tomaba sin saberlo. Amaba a KiBum y no se permitía traicionarlo con un embarazo ajeno y no deseado.
—Algún día. —Se limitó a decir.
MinHo siguió jugando con quien se decía su sobrino; poco tiempo después apareció JinKi con un enorme regalo para su primogénito. La radiante sonrisa y el vestir elegante le coronaban como el otro padre del festejado, él contrario a KiBum era risueño, hablador y demasiado expresivo físicamente por lo que al llegar no dudó en acudir primero a donde se encontraba su esposo para darle un amoroso beso en los labios.
KiBum correspondió a la fuerza, agradeciendo que MinHo no viese aquella ridícula escena, era lo bueno de tratarse como extraños.
—¿Dónde está mi bebé?
—Con Choi. —Gruñó su apellido.
—Cielo, ¿algún día se llevarán bien? ¿Serán más cercanos?
KiBum fijó la mirada sobre la del hombre de igual estatura, negó lentamente antes de hablar.
—No hay interés en común, nada nos une y mucho menos nada nos incita a querer acercarnos, solo lo tolero por respeto a tu hermano.
—MinHo es agradable.
El rubio rodó los ojos con fastidio, hizo una mueca y se cruzó de brazos, señal de que JinKi debía callar o lo haría enojar, ese era el temperamento de su esposo, uno muy fuerte y nada sumiso.
—Deberían intentarlo, solo digo.
—Sabes lo que opino de él, ni loco le hablaría.
El hombre se limitó a sonreír antes de asentir, comprendiendo que hacer cambiar de opinión a su esposo era prácticamente imposible, ya se le ocurriría algo para unirlos y hacerlos amigos, estaba seguro de que TaeMin apoyaría la idea.
Dejando de lado a su esposo, avanzó hacia el alto quien cargaba a su precioso hijo de cabellos negros y ondulados.
—¡Papá está aquí! —anunció completamente feliz.
MinHo se giró, sonriendo falsamente al ver a su cuñado acercándose a ellos, sabía que su momento especial con su hijo había culminado como burbuja al aire, debía cederlo a los brazos de quien legalmente era su padre y eso le supo amargo.
—¡Feliz cumpleaños! —JinKi dejó el regalo en manos de TaeMin quien se encargó de depositarlo sobre la mesa especial para los presentes. El hombre arrebató de los brazos musculosos a un sonriente niño, no dudó en darle un sonoro beso a su mejilla estrujándolo con suavidad—, mi todo.
MinHo optó por evitar ver aquella escena, fingió que tenía una llamada para abandonar el salón principal donde se desarrollaba el evento de su hijo, agradeció que la fiesta era en casa de JinKi por lo que fácilmente se deslizó lejos del ambiente festivo para encaminarse hacia uno de los tantos cuartos de servicio que había; tras marcar el número, esperó solo un tono para recibir una frívola respuesta.
—¿Diga?
—Ven al cuarto de lavandería.
—Un momento.
Y colgó.
Por otro lado, KiBum avanzó con el celular pegado a la oreja, se acercó a su esposo para susurrar un simple «tengo trabajo, no me molesten, vuelvo enseguida» haciendo al mayor asentir comprensivo; admiraba el profesionalismo de su esposo para no dejarse vencer por el cansancio.
A pasos rápidos, se alejó del ambiente para ir directo hacia donde su amado le había indicado; apenas hubo entrado al lugar, sintió la presión del cuerpo fortachón contra el suyo; MinHo besó sus labios descargando en ellos la rabia de saber que no podía tener el privilegio de hacer con su hijo lo que JinKi sí, mordió y lamió sintiendo el cuerpo ajeno volverse sumiso ante su toque, pronto sintió las manos delgadas acunar sus mejillas con un mimo consolador que al moreno derritió.
—Lo siento. —KiBum se disculpó apoyando la frente en el hombro contrario, sabía el porqué de aquellos besos salvajes.
—¿Cuándo podremos ser libres? Porque me estoy muriendo, mi lugar lo está ocupando JinKi —escupió sin tener la intención de ocultar su enojo—, mi hijo debería jugar conmigo, estar a mi lado, crecer bajo mi supervisión, no junto a la de un hombre que no es su padre.
—Pronto amor —el rubio se separó escasos centímetros del alto para explicarle—, estamos tan cerca, cuando te promuevan a director técnico de Corea del Sur y a mí me den luz verde para hacer mundial mi marca, entonces podremos decirle adiós a los hermanos Lee.
El consuelo no sirvió para MinHo, cada vez era más complicado permanecer separado de su hijo y por supuesto de KiBum, los necesitaba a su lado como la familia que eran y sentir que eso no se estaba cumpliendo simplemente lo estaba matando por dentro.
—Te amo y me mata verlos cerca de él —expresó el moreno posando las manos en las caderas ajenas.
—El pensamiento es mutuo, no me agrada verte cerca de TaeMin —tras confesarlo se dieron un efusivo beso, uno que acabó en una sonrisa.
—Quiero hacerle un hermano a YooGeun aquí —pegó la nariz al cuello blanquecino sintiendo como la vibración de la risa hacía eco en su garganta— ¿podemos?
—¿Ahora?
—Sí, ahora.
Pero incluso antes de que pudiesen comenzar, la puerta se vibró amenazante, señal de que alguien quería abrirla; rápidamente KiBum corrió hasta esconderse detrás de una de las lavadoras, pegándose lo más posible a la pared; MinHo por su parte sacó su celular y fingió hablar.
—¡MinHo, aquí estás! —la puerta se abrió revelando a un curioso TaeMin— te he estado buscando.
El moreno colgó el móvil, lo guardó en su pantalón y sonrió hacia su esposo.
—Necesitaba privacidad para atender una llamada, ¿qué ocurre?
El más bajo miró cuidadosamente el interior antes de cerrar la puerta y lanzarse a los brazos de su esposo, uno que le sujetó con asombro por el movimiento, segundos después logró sentir las manos ajenas apoyarse en su cintura.
—Aquí se está muy solo, ¿qué tal algo rápido aquí?
—Estamos en la lavandería, alguien del servicio puede vernos.
—Ponemos seguro.
—No.
—Pero...
—He dicho no —la decisión fue firme, MinHo alejó el cuerpo delgado para abrir la puerta, al ver que el menor aún observaba el interior, lo tomó de la mano y sacó de ahí—, hacerlo en un lugar así solo denotaría lo corrientes que somos.
TaeMin hizo un puchero de decepción, volteó una vez más antes de caminar a lado de su esposo, desde el día anterior se había negado a tocarlo con la excusa de que estaba demasiado cansado por lo que suplicar y bailarle seductoramente había sido un esfuerzo en vano.
Con el ánimo sexual por el suelo, volvió la vista hacia el frente, los invitados seguían disfrutando de la fiesta, JinKi seguía paseándose con su hijo en brazos y KiBum como siempre, desaparecido a causa del trabajo, tras dirigirle una mirada fugaz a MinHo supo que el hombre definitivamente no sostendría relaciones sexuales en lugares públicos o en casas ajenas y eso lo decepcionó porque él no era así.
Su amado MinHo se estaba volviendo tan similar a KiBum a causa del trabajo que eso lo detestó, si se volvían igual al menos tendrían algo de qué hablar o por el contrario seguirían de indiferentes el uno del otro, solo que esa actitud a TaeMin no agradaba porque él amaba al moreno feliz, atento y cariñoso, como al principio del matrimonio, no al distante, cortante y hasta desconocido hombre en el que se estaba convirtiendo.
¿Acaso se había casado con un extraño?
Tal parecía que sí.
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