14.- Reliquias

Jiang Cheng caminaba de manera molesta mientras Wei Ying lo seguía a paso apresurado.

—Jiang Cheng estás comportándote como una dama —bufó Wei Ying

—¡Vete al demonio! —gruñó molesto —además ¿Que carajos haces siguiéndome?

—¡Demonios sí que eres cruel!, ¿Pensabas dejarme aquí? —pronunció dramáticamente

—Que te lleve tu jefe —le respondió

—Amo —interrumpió el chófer del auto de Jiang Cheng abriendo la puerta de este

—Gracias —dijo Wei Ying subiendo primero

—Carajo —pronunció molesto Jiang Cheng para subirse después

—¿A dónde nos dirigimos? —preguntó el chófer

—Al centro, al bar "La Sonrisa del Emperador" —respondió Wei Ying mientras tecleaba en su celular

—¿Qué carajos planeas? —preguntó molesto WanYin

—Tranquilo, ¿recuerdas Nie Huai Sang? ─cuestionó Wei Ying

—¿A-Sang? El que estudió con nosotros la preparatoria —respondió WanYin

—Si, si él, pues me digo quería verlos a los dos, no sé para qué, pero le dije que si —respondió Wei Ying

—Oh demonios siempre me arrastras en tus locuras —pronunció Jiang Cheng

Wei Ying le sonrió mientras seguía viendo su celular, por su parte Jiang Cheng miraba por la ventana de manera nostálgica.

—¿De verdad te molestaras por qué tiene un hijo? —Preguntó Wei Ying

—No es eso, es el engaño —respondió WanYin

—No me comentaste que no se habían visto solo un par de veces —indicó Wei Ying

—Sí, pero en esos días nos la pasamos mandándonos mensajes

—Pero Jiang Cheng el hecho es que, eso no se pueda decir en un texto, no es algo como decir: "Hola, se me volvió comentarte que tengo un hijo" —lo miró —quizá hoy sería el día que lo diría pero yo me interpuse

—Tienes razón, pero el caso es que desde lo que conozco ni siquiera yo puedo entender lo que siento —suspira.

Carro se estacionó.

—Amo llegamos —pronunció el Chófer.

El lugar era un bar muy clásico, aunque la música no era tan ruidosa seguía siendo un bar con muchas personas en él.

Fuera de esté estaba A-Sang quien movía la mano diciendo el nombre de los chicos pues ya los estaba esperando.

—Vengan ya tengo reservada la mesa —pronunció después de saludarlos.

Los 3 entraron y sentaron en una mesa dentro de un cubículo.

—Mesero, ¡Mesero! —dijo Wei Ying con alegría

—Bienvenidos, ¿Que les sirvo? —preguntó el mesero con una sonrisa

—Traiga su mejor botella de La Sonrisa del Emperador y un plato de maní —ordenó con una sonrisa Wei Ying, sabiendo bien que no pagaría nada, pues para eso estaba Jiang Cheng o Huai Sang

—Muy bien ahora regreso con su pedido. —finalizó

Jiang Cheng miro a Wei Ying para girar después los ojos en modo de negación propia, no podía nunca contra el descaro de aquel chico. Pocos minutos después el mesero trajo lo que se le habían pedido y Wei Ying les sirvió a todos.

—Antes que todo, salud por este recuentro —Wei Ying alzando su vaso

—¡Salud! ─pronunciaron en unisonó.

Los tres tomaron unos cuantos vasos más.

—Ahora si A-Sang dinos por qué la prisa en vernos —preguntó Jiang Cheng

—Oh si, si ─pronunció Huai Sang —no sé si ustedes sepan, pero yo estudié artes, especifique en arte antiguo, mi hermano que es el jefe de la policía aquí, siempre se enojó por aquella carrera, pero al final supo que no importa cuánto quisiera algo más para mí, yo solo podría hacer eso, —tomo un poco de su bebida para continuar —al graduarme no tenía trabajo, pero un caso se presentó en la comisaría, un robo.

—¿Un robo? ─preguntó Wei Ying

—Si —respondió, —se robaron unas reliquias que apenas se habían encontrado, el museo no las había expuesto, aún tampoco sabían mucho sobre ellas, así que el público no podría saber que estaban ahí

—¿Y eso que tiene que ver con nosotros? —cuestionó Jiang Cheng

—Bueno, yo fui como apoyo de mi hermano, pues se trataba de arte antiguo, el caso es, que esas reliquias tenían los nombres de nuestros apellidos, eran de unos clanes antiguos, por ejemplo —saco una carpeta con fotos —esté se llama Qinghe Nie, entre las cosas de este clan, encontraron un abanico —indico mirándolos —recuerdan ¿Por qué me molestaban en la escuela?

—Por llevar siempre un abanico —respondió Wei Ying y Jiang Cheng para después mirarse entre en si

—Bien, aquí hay otro llamado Yunmeng Jiang, entre sus cosas había un anillo muy raro, así como él que se hereda a los varones de tu familia —pronunció para mirar a Jiang Cheng —además de varios más ─coloco varias fotos más.

Wei Ying tomo una y se la enseñó a Jiang Cheng.

—Lan —pronunciaron

—Sí, Gusu Lan, además había una flauta negra, con un grabado que decía Wei —le señaló a Wei Ying

Wei Ying miro aquella foto y sintió que algo recorría por su cuerpo.

—¿De cuánto tiempo estás cosas? —preguntó Jiang Cheng

—Por lo poco que pude saber, fueron de hace cientos de años, creo que son de nuestros antes pasados, una historia que fue borrada en el tiempo —finalizó Huai Sang

—Vaya —musito Jiang Cheng

—Pero lo extraño del caso, es que ni las cámaras, ni huellas, ni rastro de quién se llevó y no es que tengan un costo en el mercado pues, aún no se sabía mucho sobre ellas, por no decir que casi nada, entre las cosas, había sables, espadas y arcos

Wei Ying se quedó en silencio mirando la foto de aquella flauta.

—¿Estás bien? —preguntó Jiang Cheng

—Sí, si lo estoy, es que creo que es fascinante, pero no podemos hacer mucho, por lo cual mejor bebamos —respondió en tono sínico

—No tienes remedio —una leve sonrisa se posó en su rostro.

—Bebemos por los años de no vernos —pronunció Huai Sang con una sonrisa.

Los tres tomaron unas 3 botellas de la sonrisa del Emperador, al salir Huai Sang vomitada por todos lados, Jiang Cheng quien parecía que no estaba ebrio, o quería aparentarlo, el tono rojo de sus orejas y de sus mejillas lo delataba, mientras que Wei Ying, parecía que no había bebido absolutamente nada.

Jiang Cheng y Wei Ying subieron en un taxi a Huai Sang quien movía sus manos agradeciendo a verlos visto.

—Bien, vámonos te llevo —indicó Jiang Cheng

—Tranquilo, ve tú, yo caminaré un rato antes de subir a un taxi —sonrió

—¿Estás seguro? —cuestiono algo preocupado.

—Lo estoy —respondió con una sonrisa calmada en su rostro.

—Bien —resignado

—Adiós —se despidió.

—Wei Ying —musitó Jiang Cheng

—¿Sí? —alzo las cejas

—Dile lo que sientes, porqué quizá cuando quieras hacerlo, sea tarde —finalizó

—Lo mismo para ti

—Bien, adiós.

Los dos se despidieron, para irse por un rumbo diferente cada uno. 

Con la mente en caos y el corazón confundido.  

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¡Gracias por leer!

Makishi Konue

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