CAPÍTULO VI: REÍRNOS PARA NO LLORAR.
La mente de Alex giraba y giraba, creando teorías y comprendiendo la locura que envolvía a Kara, porque era inevitable no reírse por lo que su hermana pasaba, sabiendo que todo fue por un descuido llamado «pechos de Lena». Es que con solo imaginárselo, Alex se reía como lunática al ver la expresión de Kara cuando se dio cuenta de su error y como resultado, se había ganado un pene a su anatomía Kriptoniana; aunque, era todo chistoso, Alex también se ponía en los zapatos de su hermana, porque si ella estuviera en su situación, estaría histérica, deprimida por no saber cómo lidiar con ella, y además cachonda, porque no lo negaría. Después de todo, si le hubiese pasado eso a ella, no perdería la oportunidad de disfrutar su nuevo juguete junto a su esposa, tenía que sacarle provecho.
Lena aún no dejaba de darse sus lujos, al vivir en los lugares más prestigiados, en el último piso para estar fuera de la vista y la sociedad, así como en el ojo del huracán. Entró al estacionamiento al cual tenía acceso, estacionó su motocicleta, dejando el casco allí y trotó hacia el ascensor, para presionar el botón que indicaba el piso de Lena, ventajas de ser su amiga y bienvenida a su entorno. Volvió a pensar en Kara, quizás aún estuviera caminando de un lado a otro en el apartamento para hacer que su erección por pensar en Lena se fuese, haciéndola reír a carcajadas en el ascensor por solo desear tener un vídeo de la fuerte Supergirl frustrada por algo como eso.
Llegó al piso correspondiente, tocando fuertemente la puerta metálica de la pelinegra, para después suspirar irritada y tocar el timbre, porque conociendo a la Luthor, quizás estaría muy ocupada en alguna cosa científica que no escucharía los golpes en su puerta. Mirando su reloj con impaciencia, Alex contó dos minutos hasta que la puerta fue abierta, mostrando a una Lena Luthor vestida hogareña, lo que pocas veces se veía; el atuendo consistía en jeans holgados y un suéter manga larga color negro, que hacían resaltar su palidez y sus ojos verdes.
—Alex, ¿qué haces aquí? —inquirió Lena sorprendida.
—¿No puedo visitarte? —replicó Alex, viendo como la pelinegra rodaba los ojos y como señal se abrió pasó por el pent-house.
Para ser sincera, tenía bastante tiempo sin pisarlo, pero las cosas no habían cambiado, lo que era normal si venía de Lena-calculadora-Luthor. Se giró hacia la pelinegra, siendo recibida por esa expresión de ceja levantada que idiotizaba bastante a Kara, y no podía culparla, porque Lena se veía sexy haciéndolo y había que reconocerlo.
—Entonces...
—Sabes perfectamente a qué vine, Lena, no me hagas mencionarlo —advirtió Alex, pero Lena parecía desconcertada—. Tiene que ver con cierto hechizo que te salió mal y el cual involucra a mi pequeña e inocente hermana.
Lena abrió la boca para responder, pero después se quedó meditando con los ojos calculadores y su mandíbula apretada; Alex sospesó que estaba indagando más en el asunto, por lo que prosiguió:
»—Vine a echarte una mano porque no creo que Kara sobreviva más con... —se calló antes de terminar la frase, notando como el cuerpo de Lena se tensaba y un rubor cubría sus mejillas que antes estaban pálidas—. Sé que me entiendes, así que...
—Está bien —aceptó Lena, desviando la vista hacia los muebles en su sala—, solo debe advertirte que hago lo que puedo. El libro de mi madre no es fácil de descifrar y voy por más de la mitad, pero aún no encuentro algo que nos pueda ayudar.
—Bien, ¿pero no hay otra manera de quitarle eso a Kara? —exigió Alex, pero Lena negó con la cabeza y volvió a observarla—. Tocará enviarle vídeos pornográficos para su liberación.
Alex rió por su chiste, pero no oyó a Lena acompañarla. Se dio cuenta que la pelinegra estaba cruzada de brazos, con el entrecejo fruncido y una mirada mortal.
—¿Te das cuenta que esto es serio y lo que haces es reírte por lo que Kara está pasando? —sermoneó Lena.
La seriedad con la que Lena expulsó esas palabras, hicieron a Alex tragar saliva, no porque le temiera a la pelinegra sino porque en el fondo tenía razón, Kara estaba más que sensible —su nueva anatomía igual— y necesitaba toda la ayuda posible.
—Hay que reírnos también de las desgracias, Lena. Además, Kara se lo buscó por estar distraída por ciertos... —Alex enfocó sus ojos hacia los pechos de Lena, dándole crédito a su hermana.
—Mi rostro está aquí arriba, Alex —siseó Lena, para hacer comprender a Alex que no estaba de buen humor.
—Deberías decírselo a Kara —susurró con diversión la pelirroja, pero Lena seguía mirándola con mortalidad—; en fin, dime en qué puedo ayudarte para que podamos hacer que el nuevo amigo de mi hermana se vaya.
Lena le hizo gesto para que la siguiera hacia un pasillo, Alex se quedó distraída observando los cuadros en las paredes mientras caminaban lentamente.
—Quizás podríamos castrarla —dijo Lena de la nada.
Bruscamente Alex se detuvo, haciendo sonar sus zapatos en el suelo linóleo y brillante de Lena, llamando su atención; vio la sonrisa presumida y diabólica de la menor de los Luthor, demostrándole que también podía jugar con chiste.
—Eso no es gracioso, Lena —regañó Alex a la pelinegra, señalándola con un dedo—. ¿No piensas en el dolor de mi pequeña hermana?
—Dolor es el que sufrirá cada día sino se masturba —comentó desinteresada Lena.
Alex tosió en seco, ampliando los ojos impresionada de que la gran Lena Luthor hubiera mencionado la masturbación, sus oídos no lo podían creer.
—¿En serio acabas de decir eso, Lena? Vaya, si Kara te escuchara la harías huir hacia la fortaleza de la soledad... —La sonrisa de Alex se esfumó con solo ver de nuevo a Lena sonrojada, rascando lentamente su cuello como señal de nerviosismo—. Lena... ¿acaso le sugeriste a Kara hacerlo?
Cuando Lena no le contestó de inmediato, Alex comprendió el comportamiento de Kara, no porque le avergonzaba que Lena viera su erección —cosa que sí era cierto— sino también porque la pelinegra le había propuesto aquello. Pobre de su hermana, quien batallaba por una erección por su mejor amiga, que además no la ayudaba con sugerirle esas cosas.
—Sí, si lo hice —contestó Lena a los minutos—. ¿Qué más quería que le dijera? Mientras no encuentre la manera de anular o corregir el hechizo, es la única opción que le queda.
Esta vez Alex le dio la razón, pero conociendo a Kara no lo haría si cada vez que pensaba en Lena la erección aparecía, lo que significaba que la única persona que satisfará esa imaginación era la pelinegra frente a ella; cosa que complicaba más el enredo, al Kara jamás atreverse a traspasar esa línea si su vida dependiera de ello.
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