CAPÍTULO IV: EL PODER DE LOS PECHOS DE LENA.
Caminar de un lado a otro en su pequeño apartamento, tenía a Kara estresada y nerviosa, huir de Lena ahora era como su deporte favorito; la vergüenza estaba siendo persistente, y lo único que debía hacer ahora mismo, era ayudarla a encontrar el hechizo para deshacer todo el enredo que por su culpa ocasionó. Porque sí, era su culpa, si no fuese tan obvia mirando los pechos de Lena, no se hubiera perdido en sus divagaciones de pensamientos mal intencionados, no oyendo el color de la etiqueta del frasco que debía tomar... y por si fuera poco, Lena era su mejor amiga, no tendría que estar observando esa parte de su cuerpo y además, Kara creía que era heterosexual. Se había quedado encerrada en apartamento hoy que era sábado, sin estar disponible para nadie, sin escribirle a Lena de cómo estaban las cosas con localizar el hechizo; la ropa interior que Lena había diseñado no la usó de nuevo, su pene necesitaba respirar por así decirlo, se sentía más incómoda que ser vista con ello, que él mismo aprisionado con ropa muy apretada, pero no ayudaba la necesidad que crecía en ella de liberar tensión y las palabras de Lena al sugerirlo.
Kara no había dejado de pensar si Lena lo había efectuado y por eso mismo se lo sugirió, si era el caso, ¿cómo la había hecho sentir y en quien pensaría para acabar con su tensión? Lo que complicaba más su situación, y hacer que su erección volviera con esas inquietudes, haciéndola caminar por todo su hogar para tratar de desaparecer la cadena de pensamientos que desató todo ello.
El sonido de la llave entrando a la cerradura de su puerta y luego la puerta siendo abierta, sorprendió a Kara de sobremanera, que la hizo revelar su secreto en milésimas de segundos, al Alex apenas colocar un pie y ver su acción de tapar su entrepierna, quedándose con la boca ligeramente abierta y la expresión incrédula.
—¿Por qué te estás tapando tus partes, Kara? —requirió Alex, alzando una ceja interrogante. Cerró la puerta con una patada, sin despegar la vista de Kara y guindando su chaqueta en el perchero al mismo tiempo—. ¿Y bien?
La boca de Kara de abrió y cerró, sintió su sangre subir a su rostro, y su respiración se agitó, mordiéndose la mejilla, habló como pudo.
—T-Tengo... tengo ganas de ir al baño —balbuceó y se esfumó hacia el cuarto de baño.
Su primera opción era salir por la ventana del baño, pero no tenía poderes de elasticidad y por ende, no cabía por esa abertura aunque quisiera con todas sus fuerzas. Analizó la situación, usar su supervelocidad para salir de su apartamento era lo más viable, pero no racional porque Alex utilizaría todo lo que estuviera en su alcance para encontrarla y averiguar lo que le había sucedido, lo que conllevaría ir en busca de Lena como primera opción, para preguntarle por ella y allí, descubriría a su amiga, y quería evitar eso precisamente. Dos golpes en la puerta la asustaron, conociendo a Alex no entraría para invadir su privacidad, pero querría respuesta por su actitud, y no sabía cuánto tiempo había pasado desde que entró a orinar —supuestamente—, lo que explicaba la presencia de su hermana.
—¿Kara, todo bien? —susurró Alex, con un deje de preocupación.
Había dos opciones para Kara ahora mismo, y en ninguna terminaría bien. Reunió valor, respirando profundamente y dándose un rápido vistazo a su entrepierna, agradeció que la situación con Alex su libido desapareció. Detrás de la puerta, estaba Alex con los brazos cruzados y sus ojos marrones evaluaron su rostro por completo, buscando rastro de algo, como un sabueso.
—Alex... —inició Kara, alertando a su hermana, quien descruzó sus brazos y esta vez, la inspeccionó por completo, poniéndola nerviosa cuando sus ojos se posaron en su entrepierna que por instinto volvió a tapar. Alex frunció su entrecejo y abrió los ojos consternada, para fijar su vista de nuevo en sus ojos—. Puedo explicarlo, Alex.
—¿Qué mierda te pasó, Kara? ¿Cómo...? —Alex se calló, volviendo dar su vistazo hacia su entrepierna y mover la cabeza hacia los lados—. ¿Cómo... cómo es que tienes un pene?
—Mira, sé que es algo extraño y todo —explicó Kara, no diciendo mucho para calmar la incredulidad de su hermana—. Pero fue un accidente y...
—Vamos a buscar a Lena, ella nos ayudara a encontrar una solución a ello, Kara —interrumpió Alex.
—¡No! —chilló Kara, alzando la voz más de lo normal.
—Vamos, Kara. Lena es tu mejor amiga, no tienes nada que avergonzarte y sabes que es el único genio —aparte de Brainy— que conocemos y que estará dispuesta a ayudar.
—Debe tener cosas qué hacer, y quizás esto solo sea por horas, es mejor esperar que desaparezca por sí solo —se excusó Kara, oyendo su propio corazón latiendo por la adrenalina de que Alex se entere de la verdad.
Alex volvió a cruzarse de brazos, frunciendo sus cejas y Kara comprendió que se había expuesto.
—Sé cuándo mientes, Kara Zor-El —acusó la pelirroja, logrando que la confianza de Kara flaqueara—. Dime ahora mismo que fue lo que pasó o iré en busca de Lena.
Suspirando y dejando caer sus hombros, Kara destapó su entrepierna, cerrando la puerta del baño, para caminar hacia su sala, oyendo los pasos de Alex siguiéndola. Sí quería guardar al menos el secreto de Lena, tenía que contarle en parte de lo que pasó a Alex, para quitarle la idea de ir hacia Lena y descubrirla, porque una cosa era soportar las burlas de su hermana y otra ver a Alex incomodar a Lena. Se detuvo para girarse hacia su hermana, quien esperaba por la historia.
—Esto sucedió anoche... —contó Kara, relatando que visitó a la pelinegra para desearle buenas noches y que interrumpió su experimento—, me pidió que le pasara cierto frasco pero no oí qué color me había dicho, por lo que me equivoqué y terminé con esto...
—Espera, ¿no oíste el color pese a tener superaudición? ¿Estás de broma, verdad? —exhortó Alex.
—¡Eh... me distraje, con sonidos de afuera y no la oí!
La mirada que Alex le estaba dando en ese momento le erizó la piel, y Kara le rezó a Rao para que su hermana por una vez, no viera que le mentía.
—¿No será que te distrajiste viéndole los pechos a Lena, cierto? —insinuó Alex.
Kara se puso rígida, sonrojada y su pene, decidió que era momento de hacer presencia, porque con solo imaginarse ese instante en que sus ojos descubrieron que Lena no traía sujetador, se animó en evidenciar su tensión sexual. Y con eso, le dio la razón a Alex que miró a su nuevo amigo e hizo que se lo cubriera de nuevo con sus manos con velocidad, gimiendo por el roce.
»—Por amor a Dios, Kara. ¿En serio por estar viéndole los pechos a Lena hiciste que ese hechizo saliera mal y ahora tienes un pene?
—¡No, no es cierto!
—Sabes qué, conociéndote entiendo porque no quieres ir con Lena, porque te avergüenza que tu pene se emocione con solo verla —expuso Alex, sonriéndole de medio lado con malicia—. Así, que yo te haré un favor y la ayudaré a arreglar esto.
Las palabras de su hermana la desestabilizaron, más que todo porque se había dado cuenta que siempre cuando estaba cerca de Lena le miraba los senos. Kara, tardó en darse cuenta que Alex se había marchado, y eso la golpeó de sobremanera, porque sabía que se dirigía a Lena. No podía ir hacia allí, menos con una erección y estando cerca de Alex, quien la podría incomodar con sus comentarios fuera de lugar frente a Lena; sin omitir, que tampoco era justo para Lena tener a Alex burlándose también de su condición. Hizo algo más cobarde, enviarle un mensaje de texto a Lena, dónde le advertía que Alex iría hacia ella, que era mejor que no le abriera o se fuera a otro lugar, porque sabía lo que le había pasado, pero no que también a ella.
A Kara solo le quedó rezarle a Rao, para que Alex no pudiera ver a Lena y así como también, no ponerla en evidencia delante de su mejor amiga, porque una cosa era que Lena estaba consciente de su equivocación, pero no por estar distraída con la imagen de sus senos. Su pene volvió a dolerle, así que corrió hacia el refrigerador a buscar una bolsa de hielo y esperar que con eso, bajara la erección, porque no estaba dispuesta a masturbarse si sus pensamientos se dirigían siempre a la pelinegra de ojos verdes.
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