CAPÍTULO II: IMAGINACIONES.


Lena no podía creer lo que Kara le decía, ¿en serio no había escuchado el color que le indicó? Tocándose el puente de la nariz, Lena trató de mantener la compostura, no dejarse llevar por lo que ocurría y encontrar la solución, porque definitivamente tenía que buscar una salida, no podían andar así, con un pene mágico de la noche a la mañana y mucho menos Kara, quien era Supergirl. Sin poder evitarlo, sus ojos traicioneros volvieron a observar el bulto pronunciado de los pantalones del traje de Kara, sus mejillas enrojecieron ante la imaginación de cómo sería una Supergirl con pene...

—Lena, mi rostro está arriba —carraspeó Kara para llamar su atención, por lo que Lena estaba más que avergonzada.

—Lo siento, Kara... pero, ¿cómo no oíste que dije rojo y no verde?

Kara enrojeció y apartó la mirada, por lo que Lena lo dejó pasar, porque el error fue cometido, y les tocaba arreglar esto lo antes posible. Tampoco se sentía cómoda al tener una manguera —por así decirlo—, entre sus piernas.

—Y-yo... yo —tartamudeó Kara, jugando con sus manos—, ¿sabes cómo solucionarlo?

Inclinándose hacia el libro de su madre, Lena hojeó cada hoja, recordando si había algún hechizo de anulación o de corrección, pero hasta donde había podido descifrar cada cosa, en ninguno estaba. Por más científica y tecnológica que fuese, Lena no había querido correr el riesgo de introducir el libro en alguna nube, pero ahora se arrepentía, porque sería más fácil indagar en el hechizo que necesitaban.

—Sí y no, Kara —dijo, mirando a su amiga hacer una mueca—. Puedo intentar buscar un hechizo para anular o corregir esto, pero se tardará, debo primero descifrar cada texto y anotaciones de mi madre.

—¡Rao, Lena! Mañana tengo que cubrir una exclusiva y de verdad que no puedo faltar y ahora con esto —contó Kara, señalando hacia su parte íntima, la cual Lena evitó mirar esta vez—, ¿cómo me coloco un vestido?

La imaginación de Lena se fue muy lejos, al visualizar a una Kara con un vestido azul ceñido a su cuerpo, con sus fuertes y musculosos brazos desnudos, y con su dotado pene marcándose en la tela del vestido. Mordió su labio sin poder contenerse, así como sentir como su nuevo amigo se despertaba... y sacándola de sus perversiones, por lo que agradecía los pantalones que se había puesto, para no evidenciar su problema. Aunque era muy doloroso e incómodo esa tortura.

—Lo mejor sería que usarás un traje, Kara, que vayas elegante y formal por así decirlo —sugirió Lena.

Notó la indecisión por parte de su amiga, quien comenzó a comerse las cutículas de sus uñas.

»—¿No tienes nada a parte del vestido, cierto? —adivinó Lena.

—Exacto.

Entrecerrando sus ojos y rindiéndose en buscar la solución inmediata para hacer desaparecer sus penes, Lena le pidió a Kara que la siguiera hacia su dormitorio. Entre las dos, encontraron un traje azul marino, que con ayuda del blazer, taparía la protuberancia y así Kara no estaría perturbada durante su jornada laboral. La camisa podría ser blanca o azul cielo, cualquiera de las dos sería útil, Lena prefirió que su amiga escogiera a su gusto, pero se veía recelosa.

—Kara, ¿ahora qué pasa? ¿Quieres otro color de camisa?

Lena conocía esa sonrisa temblorosa de Kara, de no querer contar algo que la avergonzaba o que incomodara a la otra persona, por lo que, se sentó en su cama y palmeó a un lado de ella, invitando a la rubia a obedecerla. Estando cerca, cara a cara, notó lo nerviosa que se encontraba Kara.

»—Sabes que puedes decirme lo que quieras, estamos juntas en estos, Kara —le recordó.

—Tus camisas son grandes para mí, Lena. No creo que me queden bien en ciertas zonas...

—Lo sé, pero tú tienes brazos musculosos, Kara. Al menos de brazos te quedarían bien, y sin olvidar que tu espalda es más ancha que la mía —explicó Lena.

—Pero t-tú, tú tienes más... —Kara se quedó en silencio, pero apuntó al pecho de Lena.

La pelinegra tardíamente, miró hacia su pecho, no comprendiendo si se refería a su corazón o... el cuerpo de Lena respondió, sus pezones se erizaron y cuando miró a Kara, notó que estaba fijamente mirando sus senos. Además, que inevitablemente, su pene estaba cobrando vida, porque la hizo gemir y hacer que pusiera sus manos sobre el.

—¿Estás teniendo una erección, Kara?

En un abrir y cerrar de ojos, Kara desapareció de la vista de Lena, oyendo solo la puerta de su habitación cerrarse con fuerza. No sabía si reír o sentir pena por la situación en la que ambas se encontraban, sin saber cómo comportarse ante el nuevo amigo que les había salido con magia. Era consciente que Kara regresaría, porque dejó la ropa que urgentemente necesitaría, lo que ayudó a Lena a pensar en hacerle una ropa interior que también sirviera para ocultar un poco el bulto de ambas, para no pasar por momentos bochornosos mientras solucionan todo ello. La puerta de su habitación volvió abrirse, mostrando a una Kara con el rostro rojo, y las manos ocultando su pene.

—¿Lena, podrías dejar de mirar allá abajo? —suplicó Kara.

Lena asintió, cruzándose de brazos para también no perjudicar a Kara al seguir mirando sus senos.

—Creo que por ahora, puedo diseñar con buenos materiales, ropa interior para que ocultemos... tú sabes —dijo Lena, cortando la palabra para bienestar de ambas—. Por lo demás, voy a necesitar tu ayuda para encontrar un hechizo... asumiendo que es mejor que esto quede entre nosotras.

—Por supuesto, Lena. No quiero a Alex ni a Nia burlándose de nosotras a cada cinco segundos —susurró Kara, pareciendo aterrorizada.

—Lo sé... —concordó Lena, mejor que nadie había conocido el humor de Alex Danvers—. Entonces... ven mañana temprano, tendré listo la ropa interior.

—Está bien —accedió la rubia, sonriéndole de medio lado y levantando una sola mano para despedirse, lo que Lena devolvió el gesto—, ¿y Lena?

—¿Sí, Kara?

—También noté que habías tenido una erección...

La sonrisa de Lena desapareció, así como Kara por segunda vez, por lo que maldijo en silencio los superpoderes de su mejor amiga, por no pasarle desapercibida esas cosas.

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