Capítulo 13



El viento soplaba, emitía un sonido tan bajo que parecía un suave silbido a lo lejos. El clima, a pesar de ser frío, era agradable en aquel instante. Las ciudad estaba completamente activa, los coches iban y venían, las personas paseaban, corrían hacia sus trabajos tras la finalización de las vacaciones de Navidad o se limitaban a adentrarse en cafeterías para desayunar y mantenerse calientes ante las heladas temperaturas. Los animales callejeros corrían entre los callejones en busca de restos de comida que podrían haber en la basura.

Detroit parecía ser la perfecta imagen de una ciudad salida de una película de bajo presupuesto la cual muchas personas terminarían viendo únicamente porque la trama era demasiado buena.

Sin embargo, dentro de un alto edificio en construcción, la imagen no podía ser más extraña y poco común. Una respiración humana y cuatro pares de ojos anormalmente extraños se acumulaban en una de las delimitadas paredes que en el futuro formarían un pequeño pero lujoso apartamento; Dos de los presentes no podrían creer lo que veían, otro de ellos sonreía orgulloso mientras que su acompañante sólo podía limitarse a observar la imagen y esperar una reacción por parte de alguien.

Taehoon se encontraba de pie junto a Alice. Miraba atónito a la figura masculina de no más de setenta años que se hallaba en el suelo sentado mientras coloreaba uno de esos libros de ejercicios para la memoria.

—No pensé que realmente secuestrarías a alguien —masculló entre dientes.

La pequeña vampiro lo miró por una fracción de segundo.

—No es un secuestro, es-

—Tomarlo prestado —respondieron los dos nómadas en la estancia.

—Ya os he dicho que podemos devolverlo luego —se quejó—. Además, soy la única que ha dado ideas. Deberías apreciarme algo más.

—Secuestro —canturreó Alistair desde su ya usual lugar.

—Si vamos a criticar, deberíamos hablar del hecho que ustedes cazáis personas —se defendió Alice—. Al menos no lo estamos matando.

Taehoon asintió, rendido ante sus palabras.

—De acuerdo. Puede que ese sea un punto a tu favor —Taehoon se sentó frente al hombre y lo miró con muchas dudas en su mente—. ¿Y qué hacemos?

La estancia quedó en silencio cuando la pregunta desapareció en el aire. Cada uno de los vampiros presentes sumidos en sus pensamientos.

Esa era la gran cuestión, ¿qué harían?

—Bien —empezó Jasper. Era la primera vez que hablaba desde que él y su esposa habían vuelto de expedición al geriátrico. Los tres pares de ojos cayeron sobre él—. Sabemos que no sabes controlar tu don, ¿no?

—Exacto.

—Y también sabemos que no sabes cuánta intensidad o de qué forma se puede utilizar —Jasper miró al asiático y éste asintió para hacerle entender que estaba en lo correcto—. Pero sabemos que puedes utilizarlo de tal forma que haga desaparecer a una persona, es decir, hacer que alguien se olvide de quién es: borrar todos sus recuerdos.

—Sí.

—Pero sabes hacerlo actuar, ¿cierto?

Taehoon hizo una pequeña mueca y asintió dudoso.

—Eso creo —admitió—. Por lo general, siempre que lo he utilizado es porque sentía que estaba ahí junto a mi. Era como si alguien me estuviera empujando desde atrás para que hiciera algo, como para avisarme que con un simple toque podía utilizarlo. En cambio ahora no siento nada. Es como si fuera un vampiro común y corriente.

—¿Será que necesite algún tipo de motivación? —preguntó Alice a su izquierda.

—Es lo más probable —contestó su esposo—. ¿Por qué utilizaste tu don en el claro?

Alistair y Taehoon se miraron por un instante.

—No quería que nadie muriera por mi.

Alice junto ambas cejas ante la elección de palabras.

—¿Quieres decir que lo utilizaste para salvar al resto y no para salvarte a ti?

—Sí que no quería estar envuelto en el drama con los Vulturis —comenzó a decir—, pero tenían la intención de llevarme con ellos y morir era una solución mejor que acabar encerrado y a manos de ese clan. Pero Edward, Carlisle y Kate querían salvarme y no podía dejar que murieran por mi culpa. No quería utilizar mi don porque temía que me olvidaran.

—Es muy probable que tu don haya funcionado por la motivación de querer salvar a alguien más —habló Jasper—. No puedes controlarlo porque el don se dirige hacia el resto. Tu subconsciente sabía que no te importaba morir, por lo que se centró en proteger al resto. Es por eso mismo que no sabes controlarlo. Tienes que auto-convencerte de que te quieres salvar a ti también, que quieres que sobrevivan tanto tú como el resto.  Piensa como si te enfrentaras a una pelea cuerpo a cuerpo: debes visualizar al enemigo frente a ti; también debes tener en cuenta a los objetivos que quieres proteger, y por último debes visualizarte a ti. Separa a quien quieras proteger y a quien debes atacar y manifiéstalo.

Taehoon se quejó. Sus ojos cayeron en el humano que se había detenido a observarlo.

—Lo haces sonar demasiado sencillo.

—Todo en esta vida es a base de práctica. Por más que suene sencillo, si no practicas no llegarás muy lejos.

—Si soy capaz de controlar mi don —comenzó a decir en un susurro—, y soy capaz de devolver los recuerdos... ¿significa que éste hombre recordará su vida también?

Alice sonrió.

—Muy probable.

—Tengo una duda, Taehoon —saltó Jasper de repente.

—¿Cuál es?

—Cuando borras los recuerdos de alguien, ¿puedes verlos?

Taehoon quedó inmóvil durante un instante, sus ojos adoptando una tristeza tan desgarradora que hizo pensar a Jasper que debería haberse quedado callado.

—Sí. Puedo verlos. Se reproducen en mi mente cuando no tengo nada en lo que pensar. Esa es una de las otras razones por las cuales comencé a escribir en mis libretas, intentar recordar el pasado y entretenerme dibujando hace que pueda disipar esos recuerdos ajenos. También me ayudaba a recordar mi vida humana tras tres siglos. Así que era una situación beneficiosa para mi. Estoy seguro que esa es la razón de que a Edward le costara algo más entender cómo funcionaba mi mente. No sólo estaban mis pensamientos y recuerdos, sino el de otras cientos de personas.

—¡Debe haber alguna forma de detenerlos para que no interfieran en tu día a día! —exclamó Alice.

—La única forma que he encontrado ha sido distraerme. Y funciona bastante bien la mayoría de las veces.

—Puede ser que puedas bloquearlos temporalmente cuando controles tu don —dijo Jasper.

—Si... puede ser.

Alice dio un pequeño saltito y aplaudió.

—Pero no aprenderás a controlar tu don ahí sentado como una estatua —dijo—. Así que, venga, empecemos antes de que la noche se nos eche encima y éste anciano se nos duerma.

Taehoon inhaló profundamente. Todos los distintos aromas concentrándose en lo profundo de sus sentidos. Cerró los ojos durante un instante, intentando mentalizarse sobre lo que iba a hacer. Podía notar la expectación de los tres vampiros a su alrededor, todos esperando a que utilizara su habilidad. Se sentía presionado. ¿Y si lo estropeaba?, ¿y si ellos también lo olvidaban? Aquello lo obligaría a dejar atrás la última etapa existente de su vida humana definitivamente, y lo obligaría también a comenzar una nueva como un vampiro desconocido para todos.

Taehoon abrió los ojos de golpe.

—¿Qué sucede si mi don os afecta a ustedes esta vez?

—No lo hará. Confiamos en ti. Visualiza tu objetivo —recordó Alice, alzando sus dedos pulgares en señal de apoyo.

Los ojos escarlata se clavaron como dagas en el arrugado rostro del anciano humano, éstos recorrieron cada facción de su cara; piel dorada, rostro alargado, ojos pequeños y azules, cabello extremadamente canoso y seco, cejas grises pobladas, labios delgados rodeados por una corta barba, nariz prominente y pómulos ligeramente marcados por las arrugas. Por su cuerpo podías identificar que era alguien alto y robusto, quizá alrededor del metro ochenta pero gracias a la joroba provocada por la vejez y su mala postura, lucía más bajo. Vestía un jersey de lana azul marino, unos pantalones de pana marrones y unos mocasines del mismo color.

Aquellos ojos azules miraron por primera vez al viejo vampiro. Taehoon pudo notar como los orbes del humano frente a él mostraban algo vacío. Una cáscara vacía. Aquella persona no recordaba la mayor parte de su vida, había olvidado quién era en realidad.

Taehoon lo visualizó, tal y como había dicho Jasper Hale.

Visualizó a aquel hombre, ignorando a las otras tres personas que se encontraban en la estancia y sólo centrándose en él. De repente, todo a su alrededor se había vuelto negro salvo ellos dos. El hombre no quitaba la mirada de Taehoon y Taehoon no se molestó en retirarla. Sólo eran ellos dos en aquella especie de limbo que se había formado a su alrededor.

Nuevamente sintió aquel empujón en su espalda. Sin embargo cuando miró hacia atrás, no pudo observar nada. Giró su cabeza y centró su atención otra vez en el anciano. Su mano derecha se elevó hasta la mitad de su pecho. Taehoon intentó concentrarse lo más que pudo, centrando toda su energía en aquella extremidad de su cuerpo. Con lentitud y cuidado, bajo su mano hasta el suelo. De ella emergieron pequeñas ondas circulares, del mismo color verde agua que en el claro, y Taehoon pudo sentir como su mano temblaba ligeramente.

A él llegaron tres recuerdos específicos.

El primero, era un joven atlético que corría libre por una pradera junto a una hermosa joven de largos cabellos anaranjados. Ambos escapaban de una pareja de adultos que les gritaban incoherencias. La imagen podía mostrar la felicidad, el sentimiento de travesura tras escapar de aquellos dos adultos y la libertad.

El segundo, era ese mismo joven junto a una cama de hospital. En ella, la mujer del recuerdo anterior sonreía mientras en sus brazos descansaba una pequeña bebé recién nacida. Ambos sonreían. En esta imagen podías notar el miedo ante lo desconocido, pero también un amor tan intenso y grande que llegaba a ser abrumador.

Y el tercero, aquel joven se había convertido en un adulto. La bebé que había visto se convirtió en una bella joven con un parecido idéntico al de su madre. Ambos se hallaban de pie junto a la tumba de alguien. En esta última imagen se palpaba la tristeza, el claro sentimiento de desolación y una asfixiante sensación de pérdida.

Taehoon alejó su mano de golpe y la oscuridad que los rodeaba desapareció. El humano frente a él pestañeó varias veces antes de girarse y comenzar a colorear el libro nuevamente.

Alistair fue el primero en acercarse a él, pasando su brazo por sus hombros y acercándolo a él. Alice y Jasper se colocaron a ambos lados de Taehoon mientras lo miraban con ojos expectantes. Pudo notar como el cielo comenzaba a oscurecer, se notaba también que habían pasado muchas horas pero para él sólo habían sido unos míseros segundos. Al parecer, Taehoon había pasado dentro de aquellos recuerdos mucho más de lo que quería.

—Mierda, Taehoon, pensábamos que te habías roto —bramó Alistair.

—Me seguís recordando —murmuró Taehoon sin poder creérselo.

—¿Funcionó? —preguntó Alice.

—Seguí los pasos de Jasper —siguió hablando en murmullos.

—¿Y funcionó?

Taehoon elevó su vista hacia ella y asintió.

—Obtuve tres recuerdos...

La pequeña vampiro chilló festejando, se giró dando una vuelta sobre su propio eje y abrazó a su esposo, totalmente feliz.

—¡Eso es genial! ¡Significa que es más sencillo controlarlo de lo que creemos! ¡Taehoon esto podría funcionar! —exclamó con claro entusiasmo.

Taehoon se dejó caer contra el pecho de Alistair y rió.

—Y yo pensaba que lo volvería a estropear —dijo entre risas.

Taehoon se dejó caer contra el pecho de Alistair y siguió riendo. Era una risa de alivio; alivio porque no había estropeado nada, porque había conseguido que tanto Alistair como Alice y Jasper aún lo recordará, y porque había conseguido controlar un poco —aunque hubiera sido en un dos por ciento— su don.

—Si practicamos lo suficiente y los avances diarios son tan buenos, podrás controlarlo en un par de semanas. Y si lo controlas para ese entonces, podremos intentar averiguar si tu don funciona a la inversa también —habló Jasper.

Taehoon lo miró con una ceja alzada.

—¿Un par de semanas? —preguntó—. ¿No deberíais volver a Forks? Estarán preocupados por vosotros.

Alice se inclinó ligeramente y sonrió.

—Para nada. Tengo a Edward como confidente, así que él me cubrirá si alguien comienza a preocuparse.

—Aún no comprendo del todo por qué pones tanto empeño en mi, Alice.

—No es necesario que lo comprendas —dijo restándole importancia—, sólo necesitas comprender que quiero ayudarte y confío en que puedas controlar tu don fácilmente si te lo propones.

—Quitando ese hecho entonces, realmente te lo agradezco.

—No hay nada que agradecer —siguió diciendo ella con una sonrisa—. Para eso estamos.

—Los recuerdos —dijo el asiático—, ¿por qué pasaron tantas horas si para mi fue tan poco tiempo?

—Tendrá algo que ver con tu nivel de control —sugirió Alistair.

—Estoy de acuerdo con él —asintió Jasper—. Anteriormente habías utilizado tu don de golpe, sin controlarlo y los recuerdos llegaban a ti como balas. Ahora tienes la capacidad de controlarlos aunque sea muy ligeramente, por eso se te mostrarán con mayor especificación. A medida que avancemos en el control, esos lapsos de recuerdos se harán más cortos y pasará el mismo tiempo en los recuerdos que en la realidad.

—¿Por qué sabes tanto? —cuestionó Alistair.

Jasper se encogió de hombros.

—Es solo una suposición en base a lo que sabemos o se ha visto de tu don.

—¿Eres alguna especie de vampiro súper inteligente o algo así?

—No. Simplemente se me da bien deducir.

Alistair le envió una rápida mirada a Taehoon y éste sonrió en respuesta.

—Está oscureciendo —dijo Taehoon para evitar que Alistair siguiera cuestionando al rubio vampiro—. Creo que va siendo hora de que devolváis a éste humano a su hogar.

—¡Es verdad! —exclamó la vampiro—. Casi me olvido de él —Alice se giró hacia el anciano y con delicadeza lo ayudó a ponerse de pie—. Señor Thomas, es hora de regresar, mañana podremos vernos de nuevo.

—¡Un duende! —escucharon la voz del hombre por primera vez, ronca y con toques de no haberse utilizado en varios años—. ¿Es real la historia sobre que ocultáis oro al final de arcoíris?

—Lo es. Muy real.

La voz de Alice se fue alejando mientras salía del edificio en construcción junto al hombre. Jasper la miraba marchar mientras se cuestionaba qué era lo que pasaba por la cabeza de su querida Alice a veces.

—Creo que deberías ir tras ella —sugirió Alistair, quien poco se fiaba de la fémina.

—Tienes razón.

Taehoon se enderezó y se alejó del brazo de su nómada amigo cuando el rubio corrió como alma que lleva el diablo tras su esposa y el humano. Su cabeza era un lío, los recuerdos parecían estar en su máximo apogeo y danzaban sin parar en su mente de un lado a otro. Se llevó una mano a su frente y la masajeó ligeramente.

—¿Estás bien? —le preguntó Alistair.

—Sí, sí. Es solo que los recuerdos están dando vueltas aquí —señaló su sien con su dedo índice—. Creo que es por lo que hice hoy, no se detienen ni aunque piense en otra cosa.

—Ojalá pudiera hacer algo pero dudo que sea de gran ayuda.

—No te preocupes. Estoy bien. Solo debo acostumbrarme y esperar a que se estabilicen.

—¿Crees las palabras de Jasper?

Taehoon se encogió de hombros.

—¿Tenemos alguna otra teoría que creer?

—No. No la tenemos.

—Lo único que tenemos son las suposiciones de Jasper y, para bien o para mal, es lo único en lo que podemos aferrarnos ahora.

—Y si las cosas no salen como quieres y no puedes devolver los recuerdos, ¿qué haremos?

El pelinegro cruzó los brazos sobre su pecho divertido mientras lo miraba.

—¿Haremos?

—Oh, venga ya, Tae, ¿crees que te dejaré solo cuando ya estamos tan lejos?

Taehoon rió.

—No he dicho nada —soltó burlón—. Pues no lo sé. Uhm, ¿no habías dicho que estarías conmigo incluso si quiero marcharme lejos?

—Hm-mhm —asintió.

—¿Sigue en pie la oferta?

—En pie y sin atisbo de moverse.

—Entonces —comenzó a decir—, si esto no funciona y no puedo devolver los recuerdos, marchémonos lejos.

Alistair palmeó su hombro y asintió.

—Dalo por hecho, amigo mío. Pero, mientras tanto, confiemos en que sí lo lograras. Tengo fe en ti.

Ambos nómadas se miraron con una sonrisa en el rostro. Era sorprendente cómo en tan poco tiempo habían pasado de ser casi unos completos extraños a tener una amistad envidiable. Taehoon agradecía el haber formado una amistad tan única, siendo que cuando había tenido una hacía tres siglos atrás, ésta se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos. Pero ahora tenía a Alistair, y gracias a Alice y Jasper —incluso cuando no le agradaba la forma que habían elegido de hacerlo— se aseguraba de que no hacía que su amigo lo olvidara. Pero de igual forma, Alistair se había asegurado de hacerle saber que no duraría en ofrecerse como experimento si era la única opción factible que le quedaba.

Alistair era una de las personas que valían la pena mantener, y eso Taehoon lo sabía.

—¿Y qué haremos ahora? —preguntó de golpe su desaliñado amigo, sacándolo de sus pensamientos y haciendo que volviera a la realidad.

—¿Sobre qué? —cuestionó Taehoon algo perdido.

—Sobre Alice —obvió—, ¿o es que vas a dejar que siga "tomando prestados" a esos humanos arrugados?

—Tiene gracia que me digas eso.

—¿Por qué?

—Porque una vez escuché a Edward Cullen decir que es casi imposible detener a Alice.

La voz de Alice se escuchó al final del pasillo, indicando que habían regresado, y la rapidez de vampiro provocó que estuviera frente a ellos en tan sólo un instante. La sonrisa en su rostro no era augurio de nada bueno.

—¿Qué sucede ahora? —preguntó Taehoon con un tono de voz que recordaba a un padre cansado de lidiar las distintas travesuras de su hijo.

—Hemos encontrado otro geriátrico cuando veníamos de vuelta aquí —sonrió—. Cuando terminemos con el señor Thomas, podremos traer a alguien de allí.

Alistair entrecerró sus ojos y su rostro adoptó una expresión que mostraba la rendición. Taehoon lo miró y no pudo evitar reír.

—Taehoon.

—¿Qué? —preguntó el asiático.

—Creo que le tomaré la palabra a Edward Cullen.

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