☽ Prólogo ☾
Nota: Wattpad me ha quitado los guiones largos en este cap y desenlazado los comentarios de los párrafos. Lamento el inconveniente 🥺 Que disfrutes la historia 💕
***
No me va bien en el amor.
-Eh... entonces... ¿me has puesto el cuerno? -le pregunto, sintiéndome confundido y ridículo una vez que la última palabra sale de mi boca.
Por supuesto que me ha puesto el cuerno. He intentado ignorar al tipo fornido y barbudo que se encuentra sentado a su lado, sobándole el hombro mientras ella llora desconsolada y se tapa la cara enrojecida con las palmas, pero no puedo pasar por alto la bomba que me acaba de lanzar.
"Estoy embarazada" me dijo. Yo soy "estéril". Bah, al menos es genéticamente imposible que ese crío sea mío.
Su llanto arrecia tras oír la cruda verdad en mi cuestionamiento y los cotillas a nuestro alrededor ensartan sus miradas juzgadoras en mí. ¡Oigan, el damnificado aquí soy yo, cabrones!
Me niego a aceptar aún esta situación del culo y miro al grandulón en busca de la respuesta que mi novia -ahora ex- no me proporciona. Él solo aparta la vista y continúa efectuando movimientos frenéticos con su mano en el hombro de Camie. Me sorprende que no la haya prendido fuego aún con tanta friega.
Camie finalmente balbucea un "lo siento" que alcanzo a captar solo gracias a mis sentidos de lobo.
La muchedumbre fisgona de la cafetería a la que he sido citado exclusivamente para recibir esta noticia de mierda se impacienta al no obtener más información del drama que presencia y que, claramente, no le incumbe.
No tengo idea de qué responderle a Camie. Ni siquiera sé si debería responder algo o simplemente levantarme de la silla y marcharme con la poca dignidad que me ha quedado. Quizás debería enojarme y gritar para darles a los demás algo de que hablar en sus aburridas e insípidas vidas. O tal vez llorar para ocupar el lugar de víctima en el que está Camie y que no le corresponde.
Intento buscar en mi interior un sentimiento del cual valerme para emitir algún tipo de conducta adecuada y razonable, pero solo puedo estar desconcertado.
Este es uno de esos instantes en el que agradezco no ser un alfa. Si así fuese, definitivamente estaría lanzándome sobre el sujeto para bajarle los dientes. En su lugar me quedo nulo, así como cuando mi laptop se cuelga y me jode los trabajos de la uni. Es el grandulón quien destraba el momento escabroso, poniéndose de pie y cogiéndole el brazo a la futura mamá de su probable futuro hijo.
-Vamos -le dice, sin más muestra de compasión por mí que su mirada evasiva y el par de billetes que arroja sobre la mesa para pagar los cafés que ninguno de los tres se bebió.
Camie se levanta y avanza tras él, al igual que los vistazos furtivos de los comensales avanzan tras ella. Mis ojos, en cambio, se mantienen fijos en una figura abstracta que encuentro en la mesa de madera, formada por las vetas oscuras de la misma. Parece un ojo.
-Hazel -la oigo nombrarme cuando ya se halla a algunos metros en dirección a la salida. Tarda lo que me parecen años en continuar hablando, y por un momento pienso que estallará en risas mientras un "feliz día de los inocentes" es articulado por sus labios carnosos. Lástima que no sea el día de los inocentes-. Lo lamento -reitera, ahora con mayor energía.
No alzo el mentón, pero sí escucho el repiqueteo de sus zapatos alejándose junto con su aroma a Carolina Herrera.
Sé que posiblemente no la vuelva a ver (y eso espero), pero no soy capaz de contemplar una última vez su esbelta silueta esfumándose al lado de la ancha del cabronazo que me ha cagado la novia.
Quince minutos transcurren, los cafés se enfrían y los curiosos al fin se hartan de bisbisear conjeturas estúpidas sobre el dramón que se acaban de ver. Ahora me muerdo los interiores blandos de mi boca con algo de coraje.
"Seguro es un violento".
"El otro tipo la estaba defendiendo, ¡qué hombre!"
"¿Has visto cómo lloraba? Pobre tía, ¿qué le habrá hecho?"
"¡Ja ja! ¡Le han puesto el cuerno al chaval!"
Este último ha acertado, pero me encojona que mi desdicha le sea risible. La estancia se atiborra de mis feromonas enardecidas, de las cuales nadie se percata porque ninguno aquí ni en cientos de metros a la redonda es como yo.
Putos humanos, putos lycans y putos todos, incluido yo, pues siento no pertenecer a ninguna de las dos categorías. Solo soy un aparte, un descaminado inserto en una sociedad en la que no cuadro. A diferencia del adolescente punk, yo no disfruto de mi rebeldía. Verdaderamente quería encajar. Quiero hacerlo, a pesar de todo. A pesar de que desde ese día todo haya sido una mierda. A pesar de la soledad que quedó arraigada en mi corazón y del tormento igualmente enraizado en cada uno de mis pensamientos.
Me incorporo, dejando la mesa tal cual como la acomodó la camarera, y abandono la cafetería, aún anonadado y sin hallar una emoción a la cual sujetarme. Sé que están allí adentro y que hay cientos de ellas, pero todas giran en una vorágine farragosa y se escapan de mis manos.
Es terrible no encajar en el mundo, pero más lo es no encajar dentro de ti, cuando tus propias piezas vuelan desorbitadas, chocando unas con otras y desmenuzándose en cada suspiro resignado.
Llego a mi apartamento a última hora, luego de lo que debería haber sido un día cotidiano y engorroso de cursado y estudios, pero que no lo fue gracias a la grandiosa noticia mañanera de la bendición que mi ya-no-novia traerá al mundo con su nueva y varonil pareja.
Me la he pasado vagando por la ciudad y lanzando guijarros a la lagunita mohosa del parque, esforzándome por volcar mi atención a cualquier gilipollez que se encuentre fuera de mi cabeza para eludir mi desgracia. Sin embargo, cuando abro la puerta y veo a Lyanna repantingada en mi sofá borgoña, mi estrategia de evasión ya va rumbo al retrete. Cuchara en ristre, mi mejor amiga se encuentra devorando el helado de frambuesa que guardé celosamente en el refrigerador mientras ríe con un capítulo de Friends. En cuanto se voltea a verme con la nariz embadurnada de crema rosa, frunce el ceño y comienza el interrogatorio.
-¿Qué te sucede? -inquiere primero, sondeando mi rostro con perspicacia detectivesca-. ¿Dónde estabas? -Los iris cetrinos descienden a mis prendas y es el turno de su nariz para arrugarse-. ¿Por qué estás embarrado?
-Nada, en muchos lados, un incidente -contesto lacónico, esperando que perciba con rapidez el mensaje implícito de "No es momento de molestar a Hazel".
-¿Un incidente? -chilla alarmada.
-Me resbalé en la laguna del parque... ¿y qué demonios haces tú aquí... comiéndote mi helado? -¡Justo cuando pensaba desquitarme con él!, agrego en mi mente.
-Me diste tu llave.
-Te di mi llave por si tenías una emergencia -le recuerdo, forzando un tono neutral para que no se me note el tedio.
-Extrañarte es una emergencia.
Da un par de golpecitos sobre el almohadón del sofá y esboza una sonrisa engatusadora. Suspiro por enésima vez en el día y me dirijo perezosamente al sofá. Estoy agotado, y recién me hago consciente de ello cuando el aroma de mi "hogar" consigue filtrarse por mi nariz, algo congestionada por el llanto de frustración que nunca salió.
Me echo a un lado de Lya sin cuidado, provocando que su cabello corto color chocolate se bata. Dejo caer la cabeza sobre el respaldar, soltando al son un leve quejido. Me duele el cerebro.
-¿Me quieres contar qué diablos pasó o tengo que adivinar?
-Lya...
-Tu novia te dejó -larga sin filtros y sin darme el lugar a bufar un "ahora no".
La mandíbula se me tensa y la sonrisa de mi amiga adquiere un cariz de triunfo. La miro de soslayo, ya sin ocultar mi hastío.
-No es gracioso.
-Oh, no. -Niega a su vez con la cabeza, pero sus ojos se clavan en sus rodillas-. Claro que no. -Es demasiado obvio que le provoca gracia-. Pero tienes que ver el lado positivo, Haz. ¡Ahora estás soltero!
Mi cara de pocos amigos continúa imperturbable y Lyanna empieza a farfullar en cuanto logra el suficiente autocontrol para atreverse a mirarme.
-¡Venga, no pongas esa cara! -prosigue-. ¡Te advertí que los humanos son gilipollas! Además, pasaría tarde o temprano.
Entiende que ha hablado de más cuando la fulmino con los ojos en rendijas.
-¿Por qué? ¿Por qué dices que pasaría? -espeto, ya muy cabreado-. ¿Porque soy un omega? ¿Porque no se me da bien ponerla?
A Lyanna se le escapa una carcajada que me encrespa el vello de la nuca.
-¡Woow! ¡Controla esas feromonas picantes, cariño! Tú has sido el culpable de hacerme reír.
-¡Te ríes porque es exactamente lo que piensas!
Ella deja el pote de helado semi-vacío sobre la mesa ratona frente al sofá.
-No, no es exactamente lo que pienso. Lo que exactamente pienso es que jamás te sentirás satisfecho con un humano, y mucho menos lejos de tu manada.
Resollo con fuerza. Una sonrisa sardónica surca incisiva mi rostro.
-Si has venido solo para terminar de joderme el día con la misma cantinela de siempre...
-Estás huyendo y lo sabes -me interrumpe.
-¡Por supuesto que estoy huyendo! No pertenezco a la manada y tampoco me importan sus asuntos políticos, ni de conservación de la especie ni toda su mierda gregaria.
-Estás huyendo de Seth.
Mi revoltijo de emociones se congela, al igual que mi expresión y la rabia que me hacía arder las venas. Mi corazón se saltea un par de latidos y el flujo de aire a mis pulmones se bloquea, como también se bloquea su imagen en mi mente.
Ya no puedo recordar su rostro sin la palidez dantesca que apagó su brillo y su alma. Lyanna posa su mano en mi rodilla y me contempla con esa lástima que detesto.
-No se puede huir de los muertos -murmuro minutos después. La acidez de la última palabra me quema la garganta.
La palma de mi amiga no se aparta de mi pierna, sino que la aprieta un poco más, como si temiera que al quitarla el pobre Hazel se desmoronara al perder su único puntal.
-Eres un miembro muy importante de la manada. Siempre lo has sido y lo serás. Todos te extrañamos y deseamos que vuelvas con nosotros. Sabes que nunca se te fue negada la libertad que amas, pero entiende que lo que sucedió con Seth... fue un duro golpe para nuestra pequeña comunidad. Perderte a ti también...
-No jodas -gruño, sacudiendo la pierna para liberarme de su mano compasiva-. Si necesitan omegas para parir cachorros vayan a buscarlos a otras manadas o recojan renegados.
Mi reacción disgusta a Lyanna, que mueve la cabeza de un lado a otro.
-No digas cosas que no piensas. Ninguno de nuestros alfas se ha portado mal con nosotros. Siempre hemos podido decidir sobre nuestras vidas y con quien compartirlas.
-Oh, ¿en serio? -exclamo con retintín sarcástico-. Vale, decido vivir junto a los humanos. Fin del asunto.
-Hazel, puedes vivir con los humanos, casarte con un humano y formar una familia con un humano si así lo deseas. Pero no tienes que abandonar a la manada para hacerlo.
Me froto el rostro. Si no estaba dispuesto a hablar del desengaño de mi novia, mucho menos lo estoy para hablar de la manada. Lo peor es que Camie me importa un carajo. Su traición me importa un carajo al cuadrado. Lo que verdaderamente apesta es comprobar una y otra vez que Lyanna tiene razón. Jamás me sentí satisfecho con Camie ni con esta sociedad egoísta, en donde el individualismo se practica incluso entre las parejas, como si la soledad de la que todos se quejan fuera, al final, aquello a lo que se aspira con mayor devoción. Y yo he caído dentro de la misma bolsa.
Siento a Lyanna levantarse del sofá y encaminarse presta hacia mi cuarto. Cuando regresa mis ojos zumban al objeto que trae en las manos: una caja mediana, negra, que no supera el ancho de sus hombros. Reconozco de qué se trata de inmediato y ruedo los ojos antes de siquiera comprobar lo que trae dentro. Deduzco que mi amiga ha interpretado mi anterior silencio como una respuesta positiva, el momento oportuno para develar sus verdaderas intenciones detrás de su visita. Ella retoma asiento a mi lado y no puedo creer la liviandad con la que me ofrece la maldita caja.
-A eso has venido, entonces. Sigues siendo la palomita mensajera de Berkan.
-Él no puede venir hasta aquí, ahora tiene bastantes responsabilidades -alega en defensa del aludido-. Es el nuevo líder de la manada.
La sorpresa crispa mi rostro antes de que pueda disimularla.
-¿Qué? ¿Desde cuándo?
-Desde hace un mes. Es el alfa más fuerte y tiene un gran sentido altruista... aunque es algo inmaduro -agrega con una mueca.
-Pero... ¿y Jack?
Jack fue el alfa líder durante años, hasta que Seth ocupó su lugar tras demostrar ser el joven más poderoso. Su liderazgo, sin embargo, duró poco. Se suicidó a los pocos días de haber asumido el mando.
O eso es lo que todos creen.
Jack continuó siendo el líder por decisión colectiva.
-Ya no está en condiciones de ser cabecilla -dice Lyanna.
Observo la caja que ahora se halla entre mis manos con desdén. La tapa lleva un sello rojo en el centro. La A y la Ω yuxtapuestas, el símbolo de Eón. Abro el paquete sin mayor preámbulo y dentro encuentro lo esperado: un sobre y una delicada cajita dorada. Saco del sobre la invitación firmada por Berkan y la arrugo en las narices de Lyanna.
-¡Hazel! -protesta al tiempo que le arrojo el bollo a la frente.
-No iré al esbat -declaro tajante. Cierro la caja ignorando la otra más pequeña y vuelvo a tendérsela a mi amiga.
-Venga, Haz, al menos dale un vistazo.
-No estoy interesado.
Mi intransigencia le roba un bufido. Deja la caja sobre la mesa al lado del pote de helado -ya derretido- y gira su cabeza nuevamente. El cabello le revolotea por el movimiento brusco pero vuelve a enmarcarle la cara al segundo, sin un pelo fuera de lugar.
-¿Por qué estás tan negado? -Por su tono elevado infiero que la he sacado de quicio.
-¡Solo quiero que me dejen en paz!
-¡Llevas desaparecido tres años! ¡Ni una sola visita! ¿No quieres saber cómo está Anne? ¿O Sophie? Nathan pregunta por ti a cada rato. ¿No te importan ni un poco?
Me duele el corazón, profundamente, pero eso solo hace que entre a la defensiva con mayor saña.
-No tengo nada que ver con ellos. Con ninguno... ya no.
La boca de Lyanna se contrae en un pequeño puchero y sus orbes verdosos se humedecen. Aparta el rostro otra vez, enfocándose en el capítulo de Friends que en realidad no ve.
-Sophie perdió a su cachorro -anuncia.
La noticia me cae como un balde de agua gélida. Mi boca queda floja, mis ojos redondos y mi alma se retuerce y acaba igual que la invitación que acabo de arrugar. La pérdida de un miembro es uno de los peores sufrimientos de una manada, pero que se trate de un cachorro lo hace casi insostenible.
-Nació muerto -continúa Lya ante mi estupefacción-. Nadie sabe por qué. En las ecografías se veía completamente sano y Sophie tuvo un parto fácil.
Me he quedado aterido. Restriego mis manos entre ellas para generar el calor que me ha vuelto a abandonar.
-Es... es terrible... lo siento, no tenía idea...
-Por supuesto que no, si te has olvidado de nosotros.
Me siento extremadamente culpable. Si eso era lo que ella buscaba, tengo que decir que lo ha conseguido a la perfección. La habitación se sume en un silencio luctuoso por varios minutos.
-Si no fuera porque vengo a verte cada tanto, ni recordarías mi nombre -dice más calmada, pero su rencor continúa firme.
Suelto el aire sonoramente y me aprieto el puente de la nariz. Pareciera que las malas noticias se llevan genial entre ellas, porque se han juntado para arrollarme todas de golpe y ahora van de aquí para allá en mi cabeza como si estuviesen bailando en el antro.
-Lo siento -repito-, Lya, yo solo...
-No tienes que disculparte. Solo una visita, Haz. Ellos necesitan una alegría... con una sonrisa y un abrazo de tu parte será suficiente.
Miro la caja frente a mí y me trago un nuevo suspiro.
-No creo que eso sea suficiente para Berkan -evidencio.
Cojo entonces la caja una vez más para extraer la dorada del interior y cuando la abro un anillo robusto y portentoso destella al descubierto. La piedra engarzada entre la plata luce un profundo color azul oscuro.
Extraigo el anillo de cortejo de su empaque para admirarlo con mayor detalle. La plata está tallada con ribetes escrupulosos, pero el zafiro sin duda es lo más llamativo, esencialmente por lo que representa su color: lealtad, confianza, fuerza, compromiso, estabilidad. Eso es lo que recibiré de Berkan si lo acepto como pareja, o al menos es lo que promete al ofrecerme tal obsequio.
A Lyanna le gana el entusiasmo y se pega a mi hombro, acercando maravillada su nariz al anillo.
-¡Un zafiro! Vaya, Berk va en serio...
-No te hagas la sorprendida, seguro ya estuviste husmeando la caja -la acuso, enarcando ambas cejas.
-¡Claro que no! -refunfuña-. Sabía que se trataba de un anillo de cortejo porque me lo dijo Berkan, pero no había visto la gema.
Hago girar el anillo entre el pulgar y el índice antes de guardarlo. Tuerzo los labios en una mueca, no quiero menoscabar el obsequio, es bastante bonito, pero no puedo aceptarlo.
-Al menos esta vez no fue un ámbar como en los últimos dos años -reflexiono en voz alta.
-Eso es porque Berk está obsesionado con tus ojos. Creo que debe masturbarse con cualquier cosa que se les parezca -ríe Lyanna.
La miro con una expresión perturbada que potencia su risa.
-Tendré que devolvérselo.
-¿Entonces vendrás? -chilla con emoción renovada-. ¿Vendrás al esbat?
-Emmm... supongo que no me queda otra que ir.
Las propuestas de cortejo se rechazan de frente. De otra forma, si el anillo no es devuelto a su remitente conforme a la tradición, se interpreta que la propuesta ha sido aceptada por el futuro cortejado.
He rechazado cada propuesta de Berkan desde que comenzó a insinuárseme hace tiempo -recibí anillos de su parte incluso cuando ya había aceptado emparejarme con Seth-. No obstante, siempre lo he citado a mi apartamento para hacerlo, absteniéndome de pisar el suelo de lo que fue mi manada.
Ahora Lyanna se ve tan esperanzada que me sentiría un capullo si con un "no" la hago llorar de nuevo. Además, tengo que ver a Sophie. No hace falta que le pregunte a Lya cómo se encuentra. Estoy convencido de que está destrozada. Crecí con Sophie, y a pesar de que el tiempo y las circunstancias nos alejaron, siempre nos guardamos el mismo cariño del principio. Tener un cachorro era su sueño -y el de gran parte de los omegas jóvenes-, y hablaba de cómo sería su primera cría cada vez que el alfa que la cortejaba se cruzaba frente a sus ojos.
Inclino la cabeza hacia el suelo, angustiado, pero Lya se me lanza encima con los brazos abiertos y me apretuja entre ellos.
-Me alegra oír eso, cariño -dice, apartándose un poco para observarme con seriedad-. Pero... ¿en serio lo rechazarás de nuevo? Berkan es un buen alfa... tendrían unos cachorros fuertes y enérgicos y nunca te faltaría nada, además...
-Ya, para -suelto algo horrorizado, tapándole la boca para que se ahorre el resto-. Berkan no está en mis planes de vida y tener hijos tampoco. Solo quiero graduarme con las menores secuelas psicológicas posibles.
Lyanna exhala un soplido.
-Vale, chico humano estándar. Pero entonces deberías dejarle en claro que no lo quieres para ahora, ni para jamás. El pobre tiene la esperanza de que algún día le dirás que sí y es muy perseverante. Ahora que es líder, supongo que está preocupándose por formar una familia y sentar cabeza. Hay muchos omegas que matarían por estar en tu lugar... y él no deja de rechazarlos.
-Pues son idiotas si piensan que ser yo es sinónimo de éxito y buena suerte -replico-. Esta vez me encargaré de que desista definitivamente.
-Bien -asiente y me besa la frente. Vuelve a arrellanarse en el sofá con una sonrisa rozagante-. Oye, ¿y por qué te dejó tu novia?
-Oh, ¡joder!
Me pongo de pie furioso y dispuesto a darme un baño para luego zambullirme en mi cama.
-Perdón, perdón. Suficiente por hoy. -Me guiña el ojo y sin más regresa su atención a la televisión.
-¿Te quedarás esta noche, verdad?
-Yep.
-Vale, te dejaré algo para que uses de pijama sobre la cama.
Alza el pulgar y me apresuro a ir a por mi ducha para quitarme el sudor que apesta a enfado. Mientras el agua tibia cae sobre mi piel pálida y arrastra los restos de feromonas, mi mente discurre sobre el esbat.
En los esbats, o fiestas lunares, los lycans celebramos la luna llena o nueva, según toca esa noche, y rendimos culto a la diosa. La invitación que me envió Berkan tiene la fecha del 30 de abril, es decir, el viernes de la próxima semana, lo que significa a su vez que esa noche habrá luna nueva, puesto que en el esbat anterior se celebró la fase llena, pero... 30 de abril... ¿no es acaso también el Beltane? Es una curiosa casualidad que justo el astro se halle en su fase nueva durante el festival de la fertilidad. Será un buen momento para aparearse, incluso para aquellos que no estén en celo.
Me entran los escalofríos cuando surge en mi mente la imagen de Berkan depositando sus genes de idiota en mi interior, y luego la consecuente imagen de yo con un camisón de embarazado que reza por el frente "En la dulce espera" en una cursiva empalagosa.
-¡Ugh! ¡Coño! -exclamo sin poder evitarlo, dando saltitos de temor como si se me estuviese aproximando peligrosamente una cucaracha. ¡Puta mente bizarra!
-¡¿Sucede algo?! -escucho gritar a Lyanna desde la cocina.
-¡N-No! ¡Estoy bien!
Mi vientre sigue plano y mi trasero lejos de la polla de un alfa. ¡Estoy perfectamente!
Ya casi no recuerdo lo que es tener sexo con un alfa. Casi no recuerdo lo delicioso que se siente tener unas manos grandes amasándote las nalgas y un pene enorme anudándose en tu interior para llenarte las entrañas. Casi no recuerdo lo estupendo que se siente hacerlo en pleno estro.
Casi... y ese es el problema. En el fondo, una parte de mí tiene desmesuradas ganas de que un alfa me tome.
Pero ese alfa murió, y consigo todo a lo que alguna vez aspiré.
Seth se llevó mi futuro al Otro mundo.
Me digno a salir del baño cuando el agua ya sale demasiado fría. Tras una secada fugaz me deslizo entre mis sábanas, no sin antes dejarle preparado a Lyanna un pijama decente, conformado por una camiseta vieja y unas bermudas de algodón mías.
La oigo entrar a mi habitación y vestirse rápidamente cuando estoy a punto de quedarme dormido, por lo que aguardo a que ella termine de acostarse para sumirme en mi sueño. No obstante, una amalgama siniestra de garras y risas desquiciadas me acompañan durante el mismo y me aguijonean desde adentro, impidiéndome el descanso que tanto anhelaba.
Mi sueño infructífero termina de trastocarse gracias a unos golpes fuertes que provenien de la puerta de entrada. Farfullo por lo bajo un par de insultos destinados al gilipollas que viene a tocarme los cojones a las tres de la mañana, esperando no haber despertado a Lyanna con el salto alarmado que acabo de dar. Sin embargo, la veo incorporándose en la cama de al lado, con los pelos desgreñados y un hilillo de saliva brotando de la comisura de su boca.
-¿Qué demonios? -balbucea somnolienta.
-Hay algui...
TOC TOC TOC
Los nuevos golpes me enmudecen pero responden por mí. Lyanna arrastra su mano por el buró en busca de su móvil para comprobar la hora.
-¿Esperas a alguien? -inquiere, ya más avispada-. Son las tres.
-No. Debe ser un idiota que está aburrido.
TOC TOC TOC
Intercambiamos una mirada extrañada.
-¿Tal vez es Kuro?
-No lo creo -contesto, aunque con un haz de duda.
Kuro es mi compañero de la uni y podría decir que mi primer y único amigo humano. A veces es algo pesado, pero no al nivel de molestar en plena madrugada.
En mi teléfono no encuentro ningún mensaje ni llamada.
-Me hubiera avisado si tuviese algún problema... -continúo-. Además no podría entrar sin más al edificio, a no ser que alguien de aquí le haya abierto.
Tampoco tengo familiares vivos. Los miembros de la manada eran los únicos lycans con los que mantenía relación, y de eso ya hace años.
Me apeo de la cama y me calzo las chanclas para dirigirme a la puerta. Lyanna viene detrás y me toma del brazo a mitad del pasillo.
-No deberías abrir -susurra inquietada-. ¿Acaso no has aprendido nada de las películas de terror?
-Lya, no hace falta ver películas de terror para ser cauteloso. La realidad es mucho peor. Veré por la mirilla.
Ella asiente y camina detrás de mí sin soltarme. Parece una niña asustada. La entiendo. Estuve hecho un manojo de nervios y paranoia durante los primeros meses de estadía en la ciudad, pues en lo referido a seguridad y confort, estas zonas se alejan mucho del resguardo que supone la manada, donde todos se cuidan unos a otros y donde es prácticamente imposible que un forastero entre sin el consentimiento del líder (a no ser que no le importe perder las bolas y la cabeza).
Llegamos frente a la entrada y el corazón de mi amiga martillea tan fuerte que lo oigo retumbar en mis tímpanos.
-Calma -murmuro. Pero lo cierto es que también estoy inquieto. Hay algo en el aire desconcertante, extraño, como si la atmósfera se hubiese atestado de feromonas exóticas.
Los deditos de Lya se clavan en mi carne cuando aproximo el ojo a la mirilla.
Frunzo el ceño. Nadie... ni nada. Decido entonces encender la luz.
-¿Quién es? -sisea Lyanna.
-Nadie... quien haya sido se debe haber cansado de molestar.
Mi amiga afloja su agarre y deja caer su mano al costado de su cadera.
-Joder, ¿pero hueles eso? ¿Son feromonas? -intuye al igual que yo.
-No lo sé, jamás he olido algo similar. Tal vez sea uno de esos perfumes costosos de humanos que traen hasta hormonas.
Tomo la llave que siempre dejo colgada en el portallaves adosado a la pared y abro la puerta para inspeccionar el pasillo. Lyanna se sobresalta y vuelve a pegarse a mí.
-¡O-Oye! ¿Y si es un asesino que espera escondido a que salgas para apuñalarte?
-Tú si que has visto muchas películas -replico.
El corredor está vacío y las puertas del resto de los apartamentos cerradas. Tampoco hay señales de vecinos despiertos. Me giro para volver a entrar, pero Lya se ha quedado tiesa y no me lo permite.
-Hey... -comienzo a decir, cuando veo que ella observa hacia abajo con una expresión perpleja.
Sigo el curso de su mirada para acabar igualmente sorprendido.
Sobre el suelo hay una caja negra con el símbolo de Eón en la tapa. Tres rasguños irregulares cruzan por encima, como si le hubieran dado un zarpazo.
Compartimos otro vistazo, aunque la mirada de Lyanna es inquisitiva y la mía acusadora.
-Yo no tengo nada que ver esta vez -se ataja.
Y no miente. La conozco lo suficiente como para leer sus expresiones con facilidad. Vuelvo a examinar el pasillo, incluso camino hacia el extremo para revisar el corredor perpendicular. Vuelvo a paso veloz y antes de entrar a mi apartamento tomo la caja y a mi amiga que sigue pasmada para arrastrarla al interior del vestíbulo.
Deposito el paquete sobre la mesa y ambos nos quedamos contemplándolo con recelo e intriga.
-¿Quién de la manada podría atreverse a hincarte el diente cuando estás en la mira del líder? -pregunta Lyanna.
-Eso sería ridículo, y no por Berkan, sino porque no he mantenido relación con ningún alfa desde que me marché.
-Venga, ábrela que me muero de curiosidad -insta, dándome un empujoncito.
El aroma peculiar que inundaba el pasillo está concentrado en la caja. ¿Entonces si se trata de feromonas?
Estoy nervioso, pero lo disimulo y aúno coraje para quitar la tapa. Lya chilla en cuanto ve el sobre y otra caja más pequeña en su contenido.
-¡Oh. No. Jodas! No puedo creer que Berk tenga competencia.
Berkan no tiene competencia porque no tiene nada por lo que competir, al menos en lo que respecta al omega Hazel Lothen.
Primero voy por el sobre. Despego con cuidado la solapa y lentamente extraigo lo que reconozco como otra invitación al esbat. Leo y releo la única línea escrita a mano con una bella caligrafía gótica.
-¿Qué dice? ¿Quién es? -acucia ansiosa mi amiga, esmerándose por descifrar desde su lugar la suntuosa cursiva.
-Los lobos no caminan solos... y los demonios tampoco -recito, más perturbado si cabe.
También tiene la fecha del 30 de abril. Desciendo hasta la firma para identificar al remitente, pero solo hay un nombre.
"Moon"
Busco exhaustivamente un "Moon" entre mis recuerdos, pero no me suena de ningún lado.
-¿Moon? -Lyanna atisba la firma y llega a la misma conclusión que yo-. Nadie se llama así en la manada, que yo sepa.
-No parece un nombre... da la impresión de ser un pseudónimo. ¿Hay algún recién llegado?
-No... hace años que no recibimos forasteros.
Esto es extraño. Tal vez se trata de algún alfa que no quiere exponerse ante Berkan y por ello se resguarda detrás de un apodo. Pero... ¿quién? ¿y cómo demonios ha entrado al edificio a esta hora?
Me lleno los pulmones de aire y del perfume que impregna la caja. Es delicioso, hasta podría decir adictivo. Arrobado, extiendo la mano y cojo la cajita cuadrada. Al igual que la caja más grande, es completamente negra. Mis dedos se encaminan a destaparla con un suave temblor.
Esta vez Lyanna no emite comentario alguno. Se ha quedado impresionada ante el inmenso rubí engastado al anillo plateado.
Se me seca la garganta. Es poco frecuente que los alfas opten por un anillo de cortejo rojo porque tal color suele espantar a los omegas.
Sangre, sexo, poder.
Una propuesta de tal calibre resulta agresiva, particularmente para los omegas que disfrutan de la serenidad, los cariños y la estabilidad. Aunque hay excepciones... por ejemplo, cuando el omega es dominado por el fuerte instinto de procreación durante el celo. Por ejemplo, yo, que me encuentro embobado con el anillo acomodado en mi anular, pues me lo he probado automáticamente.
Lyanna hace un festejo a mi lado que consiste en saltar y batir las manos de manera histérica.
-¡Oh por Dios! -clama, y entonces caigo en la cuenta de lo que he hecho.
Ponerse un anillo de cortejo es equivalente a aceptarlo. Me lo arranco del dedo en tanto siento la sangre abandonarme el rostro y guardo todo dentro de la caja con rapidez.
-No tengo idea de quién será, pero la respuesta será igual para todos -declaro, pero se me nota la ofuscación en la voz.
-¡Pero si te ha quedado fantástico! ¿Seguro que no tienes un romance encubierto con alguno de nuestros alfas?
-¡Que no! -gruño-. He estado rodeado de betas desde que me mudé, ya te lo he dicho.
-Tal vez hay un alfa entre los humanos de tu universidad... aunque la invitación es para el esbat de nuestra manada... ¡Agh, no se me viene nadie a la mente!
-Debe tratarse de una broma -desestimo, anulando en mis palabras el presentimiento que me hace hormiguear el cuerpo.
-Esto no es una broma, Haz. Ese anillo debe valer una fortuna. Por la blancura, estoy casi segura de que es oro blanco... eso, sumado al rubí...
-¡Da igual! Es un dolor en el culo porque será otra cosa que devolver. Y ni siquiera sé a quién.
-¿Qué dices de Elena? -considera Lya-. Ella te coqueteaba mucho cuando teníamos quince.
-Estás hablando de una obsesión adolescente seis años atrás. Además, dudo que pueda permitirse comprar algo así.
-Mmmm, puede que tengas razón... y ahora ella tiene una nueva obsesión con Nathan.
Lanzo una carcajada.
-¿Con Nate? Pero si es un crío, recién le deben estar creciendo pelos en los cojones.
-Ya tiene diecisiete y lleva una vida sexual bastante activa... si supieras, lo envidiarías.
-Mi vida sexual está bien -miento.
Mi vida sexual apesta. De hecho ahora es nula porque ni novia tengo.
Lyanna sabe que ni yo me la creo, pero lo deja pasar para evitar una posible disputa generada por mis inseguridades.
-Haz... -dice. Suena preocupada y se me constriñe el estómago de inmediato-. ¿Sigues tomando inhibidores?
Asiento, adivinando el próximo escarmiento.
-¿Hace cuánto que no entras en celo?
-Ya van cerca de dos años y medio -respondo.
A Lya parece darle algo.
-¡¿Dos años y medio?! ¡¿Estás loco?!
-Estoy bien -repito en automático-. No he tenido ningún problema y no quiero tener un accidente como aquella vez.
Con "aquella vez" me refiero al día en que Kuro creyó que me había dado hemorroides. Íbamos caminando y vio que llevaba el pantalón manchado con sangre en el trasero. Lo que sucedía era simplemente que estaba llegando mi estro. Los omegas macho eliminamos el sangrado por las heces los primeros días del celo, a diferencia de las omegas hembras que lo hacen por la vagina. Sin embargo, no estamos eximidos de alguna que otra pérdida de sangre ocasional, y esa tarde me había olvidado por completo que me encontraba peligrosamente cerca de mi periodo estral, pues los exámenes me tenían en vilo y no había ningún alfa cerca que reaccionara a mi aroma como para advertirme.
Me dio tanto pudor que terminé contándole a Kuro que, en realidad, soy un lycan omega. Le pedí que lo mantuviera en secreto para guardar mi perfil bajo en la universidad. Hace tiempo que los betas, o humanos corrientes, se separaron de los alfas y omegas, debido a que la pérdida progresiva de sus instintos les llevó a fundar sus propias sociedades en donde la hegemonía de la razón, la ciencia y el comercio dominan las relaciones humanas de cualquier índole. Olvidaron sus raíces, pero crearon unas nuevas y totalmente desconectadas del animal interno, creyéndolo totalmente inoportuno y antagonista a la "diosa razón".
Los alfas y los omegas, quienes todavía mantenemos estrecha relación con nuestros instintos primitivos y más elementales, poco a poco fuimos siendo apartados y considerados bestias brutas y sexuales a medida que la población de betas aumentaba a pasos agigantados.
Tenía miedo de que Kuro reaccionara mal ante mi verdadera identidad y se arrepintiera de continuar siendo mi compañero de estudios, pero al contrario de lo que yo creía, su respuesta fue... positiva, creo. No ha dejado de avasallarme con preguntas sobre los lycans en general y sobre la manada en particular. Lo peor, es que está muerto por Lyanna. La ha visto un par de veces, cuando ella me ha visitado justo en nuestras horas de estudio, y en cada ocasión he tenido que soportar luego su verborragia melosa sobre lo linda y agradable que ella es.
Es una pena que Kuro sea un beta, porque Lyanna está totalmente en contra de las relaciones con humanos. Si él hubiera sido un alfa, no imagino la cantidad de cachorros que tendría dando vueltas a mi alrededor ahora mismo, llamándome "tío Haz".
-Tienes que dejar esas pastillas de mierda -escupe mi amiga, soplando con su bufido mi tierna imagen mental de los cachorros que jamás existirán.
-No creo que tenga que recordarte que soy mayor e independiente y que hago lo que se me antoje con mi cuerpo y con mi vida, Lya.
-Ya entiendo por qué siempre estás de mal humor.
Su comentario me pone de los pelos. Aprieto los dientes y me esfuerzo por ignorarla.
Mi celo es inútil e incómodo, si fuese posible erradicarlo por completo con esas pastillas, me tomaría veinte ahora mismo. Pero solo pueden mantenerlo a raya, así como cualquier anticonceptivo funciona inhibiendo la ovulación de la mujer beta.
-Me voy a dormir. -O al menos lo intentaré-. No hagas ruido.
-¿Eh? ¿Cómo puedes dormir ahora, después de haber recibido este propuestón?
-Lyanna, ya déjalo. Tal vez se ha equivocado de puerta.
-Ningún omega vive aquí además de ti -evidencia.
-Bueno, entonces se han equivocado de edificio.
Parto a mi habitación con las protestas de mi amiga haciendo eco a las protestas de mi instinto.
Joder, cuánto desearía ser un beta y no tener que lidiar con dos alfas y conmigo mismo. No puedo quitarme de la cabeza el rojo saturado del rubí ni dejar de hipotetizar sobre cómo han sido las manos del alfa que lo ha elegido.
Entonces hago algo execrable: pienso en Seth. Mi mente evoca su post-mortem y un segundo después no queda más en mí que un dolor agudo en el pecho y ganas de vomitar.
Oh, mi amor, lo siento tanto... Si hubiera estado contigo esa noche...
No solo me detesto por mis errores del pasado, sino por ser tan abyecto como para recordar a conciencia su cadáver a fin de arrancar al tal "Moon" de mis pensamientos, lo cual solo logro durante algunos minutos. El aroma rocambolesco persiste, inunda cada rincón del apartamento y se acuesta conmigo en la cama, abrazándome cual amante de una sola noche: pasional y frío al mismo tiempo. Y como amante, espero que al llegar la mañana ya no se encuentre conmigo. Que se haya ido, sigiloso y por completo.
Lo más extraño, en realidad, es que consigo dormirme, porque después de mucho tiempo, siento que no estoy solo.
☽ ✧ ☾
Bienvenidos a mi primera historia original ✨💕 qué les ha parecido el inicio? Espero que les haya dado ganas de seguir leyendo 🥺 y si no bueno rip hanabi ahre.
Recuerden que toda nota de autor, aclaración, créditos, etc etc van a ir acá abajo, así que no se lo salteen 👽
Si les ha gustado, agradecería que dejaran su estrellita y comentario 🙏🏻. De esta manera me ayudarán a difundir la historia, recuerden que es un granito de arena entre millones.
• Esbat: se trata de una celebración que se realiza en las noches de luna llena o nueva, siendo estos 12 o 13 anualmente. La palabra esbat viene del francés s'ebattre, que significa "divertirse". Los esbats son los momentos en que lxs brujxs (y lycans) realizan sus ritos mágicos y comparten noticias y opiniones, o en caso de ser practicantes solitarios/as para agasajar y agradecer a los dioses. Estas reuniones rituales son también ocasión de importantes celebraciones como el compromiso matrimonial y la presentación de los recién nacidos a los dioses.
• Beltane: es el festival de la fertilidad, de la unión, en este caso entre los alfas y omegas.
• Estro: se trata de la época de celo de los omegas, es el período en el que son especialmente receptivos sexualmente. Durante esta etapa ocurre la ovulación y las probabilidades de embarazo son muy altas. Se da periódicamente cada tres meses en omegas sanos y suele durar alrededor de una semana, siendo los primeros días exclusivos al sangrado y los posteriores a la disposición al apareamiento. El omega suele mostrar una excitación inusual durante su celo que afectar el comportamiento de los alfas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top