☽ Capítulo 6 ☾



Jooooder, ¿es ahí?

—Tiene que ser ahí... luce como un lugar en donde habitaría un rey tirano y empalador de culos.

—Mierda, no tengo señal aquí para comprobarlo.

—Yo tampoco, perdí señal en cuanto entramos.

—Nathan, ¡estás pisándome!

—Oh, lo siento.

—¿Están seguros de que se trata de un lycan y no de Drácula?

La pregunta de Kuro requema a ambos omegas. Los tres asoman nuevamente la cabeza por sobre el follaje de los arbustos que les proveen de un perfecto escondite, lo suficientemente cerca del castillo como para apreciarlo a detalle, pero lejos de las miradas de los transeúntes de Arvandor... y de los peligrosos guardias que parecen Terminators.

—¿Qué tal si... ese Moon en verdad es una bestia cambiaformas? —plantea Nate, agregando un granito de pólvora a la dinamita de nervios que cada uno carga.

—Si es así... le clavamos una estaca en el corazón.

—Eso solo sirve en Drácula —sisea Lyanna ante la ocurrencia de Kuro. El humano le alza una ceja y sonríe satisfecho.

—¿Entonces sí crees en Drácula?

La omega bufa por lo bajo. Si contesta que no, estaría mintiendo. Contempla la babilónica infraestructura gótica, completamente negra, y no puede evitar pensar que allí dentro viven criaturas oscuras y horripilantes... y su adorable rollito de canela Hazel se encuentra dentro con ellas, un pequeño ángel cándido rodeado de monstruos peludos con fauces asesinas.

—Centrémonos en lo importante —dispone Lyanna, obviando su respuesta—. ¿Cómo llegaremos hasta allí?

—¿Y cómo entraremos? —añade Nate.

—Como hemos venido moviéndonos hasta ahora... ocultándonos detrás de los arbustos —resuelve el beta.

—Ahora estamos alejados, pero en cuanto nos aproximemos correremos el riesgo de que nos olfateen —expone Lyanna—. Aquí hay muchos alfas dominantes.

—¿A qué te refieres con dominantes?

La omega hace orbitar sus ojos, un gesto de fastidio al que Kuro ya se ha acostumbrado.

—Alfas de buen linaje —explica—. Sus feromonas son más fuertes y sus sentidos más afilados que los de una rata. Seremos presa fácil para ellos.

—¿Y qué tal si voy yo? Los humanos no liberamos esos olores raros, por lo que tendré menos probabilidades de ser descubierto.

—¡Pero es peligroso! —se opone Nate. Le mira con sus enormes ojos café impregnados de preocupación y sus mejillas sonrosadas por las horas de intensa caminata furtiva. Kuro piensa que es tierno como un cachorrito, pero no es momento de entretenerse con monadas.

—Será más peligroso si vamos todos juntos. Ustedes quédense aquí, iré a echar un vistazo y volveré para idear un plan.

Lyanna se lo piensa por un instante para luego asentir con el entrecejo levemente tenso. A Nathan se le forma un puchero y sus ojos se enlagunan.

—No quiero que nadie más muera...

—No moriré —le contesta Kuro fehaciente—. Además, nos llevaremos a Hazel sano y salvo, ya lo verás.

Da un paso al frente y tras una escueta despedida con la promesa implícita de regresar, el beta avanza hacia lo que el destino le depare.

—¡A ver! ¡Déjame verlo!

—¡Es precioso!

—¿Una piedra lunar? Aw, ¡qué romántico!

Sonrío ufano en tanto mi mano es trasladada de aqui para allá por mis amigos, quienes inspeccionan con ojo de lince, totalmente asombrados, mi nueva adquisición: un anillo de cortejo.

—Venga, paren que me dejarán manco —me quejo, reapropiándome de mi extremidad.

—¡No puedo creer que Seth y tú finalmente hayan reaccionado! Ya estaba harta de todo su coqueteo indirecto —manifiesta Lya.

—¡Su relación es oficial, bravo! —festeja Nate. Sophie y Elena aplauden a la par—. Pero... ¿entonces eso quiere decir que... ya lo hicieron?

Me sonrojo instantáneamente. Nate es un pequeño fisgón, especialmente cuando se trata de temas sexuales. Suelto un suspiro, no puedo increpar a un crío en plena adolescencia. Además... Lya, Sophie y Elena no ocultan sus ansias por enterarse. Nate solo ha sido el vocero. Tomo aire y confieso avergonzado:

—Lo hicimos.

Todos chillan y sacuden sus manos con euforia.

—¿Cómo se sintió perder la virginidad? —farfulla Sophie.

—¿Te dolió? —quiere saber Nate algo asustado.

—¿Cómo la tiene?

—¿Anudaron?

—¿Te mordió?

—¡Quiero detalles!

Las preguntas y peticiones indecentes me avasallan, siento tanta pena que podría palmar aquí mismo. Me limito a contestar los atrevimientos menos atrevidos con monosílabos, jugando con mis manos con la mirada al suelo.

—Bueno, es obvio que Seth no será tan rudo contigo, mucho menos si estaba al tanto de que era tu primera vez —opina Lyanna.

—Es cierto, él jamás lastimaría a su pastelito —coincide Sophie. Sus ojos son soñadores, intuyo que estará pensando en el alfa que le gusta.

Me rasco la nuca, apenas esbozando una sonrisa. Una sensación cálida me recorre al pensar en Seth... al pensar en mi alfa.

—Berkan se pondrá como loco cuando se entere —larga Elena, barriendo la dulce calidez al mencionar a ese idiota.

—Varios se pondrán como locos. Ya no podrán cumplir sus fantasías de llevarse a Hazel a la cama.

Lyanna ríe al decir tal ridiculez, pero a mi no me provoca ni una brizna de gracia.

—Calla, nadie tiene esas intenciones...

Los cuatro me observan con las cejan en puentes.

—Yo puedo corroborar lo que dice Lya —afirma Elena—. Como alfa, debo decir que tienes unas feromonas difíciles de ignorar.

—¡Oh, no me digas que tú también...! —chilla Lya, rodeándome con sus brazos en un gesto protector.

—No pienses mal de mí. Ya sabía lo que se traían esos dos y no pienso meterme en su relación —se ataja—. Además, no pretendo ofenderte Haz, pero tu alfa da miedo. No arriesgaría mi culo por un ligue.

No me ofende, en realidad me encanta lo imponente que es Seth. Puede ser una cucharada de dulce de leche y en segundos pasar a ser un arma mortífera de músculos y dientes.

—Berkan debería aprender de tí y ser un poco más precavido —participa Sophie—. Pero dudo que la cautela sea una de sus virtudes, al menos en lo que se refiere a Hazel.

—Ya, dejen de hablar de mí y de ese alfa imbécil. ¡Quiero beber hasta olvidar su horrorosa existencia! —clamo, alzando una de las tantas botellas de vodka que hay sobre la mesa, compradas por mis amigos para mi "despedida de soltero".

Todos me secundan con gritos de conformidad. Río y aprecio mi anillo, inflado de júbilo.

Estoy muy feliz.


...


—Vaya, te ves hermoso cuando sonríes.

Me incorporo precipitadamente, tomando una buena bocanada de aire... y feromonas. ¡Este maldito alfa apesta a... a alfa maldito! ¡¿Y qué demonios hace aquí?!

—¿Dormiste bien?

—¿Q-Qué haces? —Lo fulmino con una mirada desconfiada. Moon se encuentra sentado en la cama, a mi lado, aunque está vestido con uno de sus estúpidos abrigos con capucha y yo aún tengo el oneroso pijama de seda que cogí al azar del armario anoche.

—Tranquilo, no he intentado nada. Solo vengo a traerte el desayuno y lo que me pediste ayer, pero te veías tan lindo que me quedé un rato observando la baba que caía de tu sonrisa.

—¡E-Eres un acosador! —chillo nervioso—. ¿Dónde está mi medicina?

Moon me tiende una bolsita de papel que abro de inmediato. Encuentro todo lo que le encomendé, pero...

—Esta no es la marca que te pedí. —Señalo la caja de supresores—. La dosis de progestina es más alta que la que tomo usualmente.

—Son los únicos inhibidores que se venden en Arvandor, y solo para tratar quistes o problemas hormonales graves. Aquí ningún omega se envenena deliberadamente.

—Joder, ¿es en serio? ¡Estos no me sirven! —protesto. Técnicamente sí me sirven, pero dudo que mi sistema lo tolere.

—Entonces no los tomes. —Me arrebata la caja de las manos y yo vuelvo a quitársela casi con terror.

—¡No! Déjamelas, sí me sirven —me retracto.

El alfa me mira con desaprobación, resopla y se levanta sin ánimos de discutir.

—Erice me informó que anoche cenaste. Me alegra que hayas comenzado a colaborar. Toma tu desayuno y vístete, quiero enseñarte algo.

Dicho esto me deja a solas con el suculento desayuno dispuesto sobre el buró: una bandeja llena de panqueques humeantes y esponjosos, fruta, jugo y una tasa grande de latte que huele a vainilla... mi favorito. ¿Habrá investigado esa nimiedad también? Puto stalker.

Cojo un trozo de melón y lo mastico como si fuese pasto. No tengo apetito y todo me sabe a cartón de todas maneras.

Son las diez de la mañana. A pesar de todos los pensamientos horribles que me asaltan, tanto del pasado como del porvenir, he dormido sin inconvenientes... y me hago una idea del motivo. Moon. Es jodidamente contradictorio, pero quien ha traído la desgracia a mi vida también tiene la capacidad de relajarme. Con su aroma y cercanía física controla mi cuerpo y temple a su antojo. ¡Es tan molesto!

Como un poco más solo para tragarme un supresor y un ansiolítico sin sufrir luego tantas consecuencias digestivas. Sintiéndome un poco más sosegado por haber consumido las píldoras, me doy un baño y me alisto con la misma ropa de ayer y anteayer, que en algún momento de la noche alguien lavó y dobló pulcramente para dejármela sobre el sofá de la esquina del cuarto. Mi ropa interior y mis Converse también están limpias. Justo cuando estoy terminando de anudármelas, Moon regresa a buscarme. Tengo curiosidad por saber qué es lo que quiere mostrarme... tal vez un vampiro que mantiene cautivo como mascota o un armario extragrande a estallar de gabardinas de todos los estilos y colores, quién sabe.

Lo sigo por los pasillos en silencio, lanzándole miraditas de tanto en tanto. Sus ojeras se ven más profundas y oscuras hoy, pero su rostro continúa siendo una pieza de museo, bello y cautivador. El tatuaje en su frente es muy extraño. Creo haber visto ese símbolo antes, pero... ¿dónde?

—Me provocarás mal de ojo si sigues así.

Me sobresalto y erupciono de verguenza. ¡Me ha pillado! ¡Pero si he sido discreto!

—¡Solo estaba viendo tus orejas! —miento—. ¿Por qué tienen esa forma?

—Los Arcanos nacemos con esa característica.

Otra vez con esos términos extraños.

—¿Arcanos? ¿Qué se supone que significa eso?

—Te lo explicaré cuando lleguemos. Será mucha información nueva para tí, así que deberé contarte desde los orígenes para que comprendas.

Cada vez que Moon abre la boca nuevas preguntas me hostigan, tantas que siento que el enorme caudal de ellas y la curiosidad que acarrean me harán naufragar hacia la desesperación.

—¿Qué sucedió con el omega? —Tal vez puedo ir desligándome de algunas no tan "complejas".

—Está a salvo, no te preocupes. Tú le ayudaste mucho.

—No creo que haya ayudado realmente... si no hubiera sido por ti estaría muerto. No tengo idea de qué fue lo que hiciste, pero me alegra que lo hayas salvado...

—¿Acaso creías que era un líder perverso como la chusma rumorea? —inquiere, izando una de sus comisuras.

—¿Lo eres?

—Bueno... a veces —responde sin inmutarse—. En determinados casos y con determinadas... criaturas.

Inevitablemente recuerdo a los vrykolakas atacando Durmista y un escalofrío recorre mi columna vertebral.

—¿Por qué fuiste al esbat de mi manada? Dime la verdad. Sabías que esas criaturas atacarían. El supuesto "trato" con Berkan jamás existió para tí.

—Por supuesto que no. No hago tratos con idiotas —dice desdeñoso—. Fui a buscarte a ti y... a buscar pistas.

—¿Pistas? ¿De qué?

—De Seth.

Un nuevo estremecimiento me recorre. Me da mala espina el haber oído su nombre de la boca de este bastardo y de la de su lacayo loco en reiteradas ocasiones.

—¿Qué tiene que ver Seth con esto?

—Es precisamente lo que estoy tratando de averiguar.

El alfa me guía hacia un salón que parece no tener confines gracias a la oscuridad que deja lugar la ausencia de ventanas y luz artificial. Por el eco envolvente confirmo que es una habitación grande y abovedada.

—¿Cómo has llegado a sospechar eso? —replico con una mueca descreída—. ¿Y cómo es que nos conocías? Él nunca te mencionó y yo nunca te había visto antes del esbat.

Algunas antorchas de llama violeta derraman su luz sobre los alrededores, pero solo veo lo justo para caminar sin tropezar. ¿Qué tipo de combustión estarán haciendo para tener ese color? O quizás... ¿No es combustión?

Moon no ha respondido a mi pregunta, empujándome al borde de la exasperación. Abro la boca para protestar, pero me silencia la puerta que vislumbro a algunos metros en la dirección a la que nos dirigimos. El resplandor trémulo del fuego danza sobre ella y sobre el símbolo inscripto en la superficie, curiosamente igual al que Moon lleva en la frente.

—¿Has oído hablar de Cerbero? —pregunta, tomándome por sorpresa.

—Algo... es el perro monstruoso de Hades que cuida las puertas del Inframundo, para que los vivos no entren y los muertos no salgan.

—Esa historia es bastante popular... —Lo veo efectuando un ademán con su diestra. La sala retumba cuando la puerta se abre, dejando a la vista un denso color negro y nada más. Al principio atribuyo ese abismo a la carencia absoluta de luz, pero hay un detalle inquietante que me hace replanteármelo: el resplandor que lanzan las antorchas acaba justo al borde del portal, ni un solo haz se proyecta más allá del mismo.

—¿Y qué hay con Cerbero?

—Cuéntame qué más sabes sobre él.

—Bien, pero no quiero entrar allí.

El alfa me observa de soslayo y desde las alturas, cohibiéndome. 

—No me mires así.

—¿Así cómo?

—¡Como lo estás haciendo ahora!

—¿Cómo lo estoy haciendo?

—Como... ¡como si estuvieras rebajándome!

—Estás paranoico —suelta. Levanta una ceja y empeora mi percepción de su altivez.

—Cualquiera se volvería loco pasando más de dos minutos contigo.

Su sonrisa taimada acaba formando el combo perfecto de la vanidad.

—Puede que tengas algo de razón. —Su voz baja unos decibeles cuando se pone en cuclillas, alineando su rostro al mío—. ¿Qué tal así? ¿Ya me veo más confiable?

A pesar de estar agachado, no es mucha nuestra diferencia de altura. Por alguna razón su acción me enardece de dos maneras muy distintas. No sé si estoy rojo de rabia o de...

—N-No sé mucho más —farfullo—. Los nórdicos conocían a Cerbero como Garm. Hay algunas variaciones entre las versiones, pero coinciden en que se trata de una bestia que cuida las puertas del Averno. Algunos dicen que tiene tres cabezas, otros que tiene cientos de ellas, o que se trata de un licántropo que luchará contra los dioses en el fin del mundo... ¿para qué coño quieres que te cuente eso?

—Quería saber qué concepción tenías de nuestra madre.

Lo observo desconcertado.

—¿Qué diablos...? ¡O-Oye! —grito cuando me carga en brazos para en dos zancadas entrar conmigo a la oscuridad espesa tras el portal. Ni siquiera le he visto incorporándose, sólo la ráfaga que provocó su movimiento y sus brazos gruesos me informaron lo sucedido.

Al traspasar el umbral siento un leve mareo sumado a un cosquilleo en el estómago, semejante a cruzar un badén en el carro. Me asusto y me aferro patéticamente a la gabardina del alfa.

—Te creía menos cobarde, estoy decepcionado —se mofa.

—Serás ca... ¿qué es esto?

Al despegarme de él para mandarlo a la mierda, me encuentro con lo que parece el interior de una cueva de cristal. A comparación de la antesala, las estalactitas fulguran haciendo que se luzcan los alrededores espaciosos, preciosos como joyas en estado bruto. Bueno, supongo que eso es lo que son. No obstante, lo que más llama mi atención es la estatua solemne en el centro de todo ese brillo. Es la representación de un hombre, alto, esbelto y de rasgos angulosos. Orejas lobunas salen de entre el cabello largo que lo arropa como un manto y una cola de aspecto frondoso se enrosca sutilmente a su pierna derecha. Lleva grilletes robustos en el cuello y en ambas muñecas, de los cuales penden cadenas de gran envergadura, rotas después de algunos eslabones que prometían ser inquebrantables.

Quisiera preguntar o formular algún comentario al respecto, pero me late tan rápido el corazón que toda mi energía se va en ese estupor.

Veo el rostro, las garras, los ojos grandes y rasgados una vez más y mi respiración se agita. No estoy alucinando, esa efigie tiene algo que no puedo definir.

—¿Cómo te sientes? —inquiere Moon. Tiene su mano sobre mi hombro, por lo que debe notar mis temblores.

—¿Raro? No lo sé... ¿quién es?

—Cerbero, por supuesto.

Vuelvo a repasar la imagen con el rostro crispado.

—No se parece en nada a una bestia —evidencio.

—Porque no lo es. Cerbero es un dios muy poderoso, y él... fue el primer esposo de Eón.

Si estuviera bebiendo algún refresco, se lo hubiese escupido en la cara. Antes de espetar algo, mi cabeza realiza todo tipo de cálculos matemáticos a partir de las declaraciones de Moon, los cuales me llevan a abrir la boca sin exclamar nada en realidad.

1. Eón no es asexual.

2. Eón es esposo de Nyx.

3. Nyx es la madre de los vampiros.

+

4. Cerbero es nuestra madre.

5. Cerbero es un dios.

6. Cerbero fue el primer esposo de Eón.

=

¿Maldición?

—¿Nyx nos echó una maldición por... celos? —deduzco rápidamente, aunque estoy jodidamente embrollado.

—Es más complicado que eso. Es cierto que los dioses son celosos, pero más que celosos son vengativos y ambiciosos. La noción que tienes de Cerbero, y la que es de conocimiento popular, es tan cierta como errada. A pesar de que no se trate de un perro o lobo de aspecto monstruoso, es cierto que fue encadenado en el Inframundo.

—Oh... por eso las cadenas —señalo.

—Así es... es probable que el mito de las tres cabezas haya surgido como conjetura por las tres cadenas utilizadas para subyugarlo.

—Suponiendo que todo lo que me dices es cierto... ¿Cómo es que un dios poderoso terminó encadenado en el Infierno y considerado un simple perro guardián?

—El único dios que lo equiparaba en fuerza es Eón, por lo que solamente él puede haber sido capaz de someterlo. A no ser que Cerbero haya sido engañado y llevado al Inframundo como parte de una treta.

—¿Una traición?

—De una forma u otra fue una traición —gruñe. Su semblante se ve tenso y severo, lo que me hace pensar que es la primera vez que lo veo verdaderamente enojado.

—¿Y cómo lo sabes? ¿De dónde has sacado toda esta historia?

—¿De dónde sacaste tú la tuya?

—D-De... —Vale, me tomó desprevenido—. Es lo que todos dicen.

—Este es un lugar sagrado, uno de los pocos santuarios ocultos de Cerbero en el planeta Tierra. Solo los Arcanos y sus Cadenas pueden entrar aquí. ¿Alguna vez has estado en un sitio sagrado con un alfa de orejas puntiagudas antes?

—Pues... ¿no?

—¿Y por qué crees lo que la muchedumbre ignorante dice y no lo que estás experimentando con tus propios sentidos? —me interpela. Una vez más, me deja sin palabras—. Cuando Cerbero fue encadenado —continúa—, sus hijos, Anubis, Fenrir, Skoll y Hati, perseguidos por Nyx y por su propio padre, decidieron descender a la Tierra con la ayuda de Gea y continuaron su linaje aquí. Sin embargo, conscientes de la amenaza que suponían los dioses que traicionaron a su madre, prepararon a ramas selectas de la descendencia para luchar si fuese necesario y así poder preservar la especie, otorgándoles para tal fin La Llave. —Lo miro concentrado y curioso, pidiéndole con ojos ansiosos que siga con el relato—. La Llave permite el acceso al plano astral y la utilización de magia blanca y negra, dependiendo del entrenamiento y estado espiritual del Arcano y la Cadena.

—Entonces... ¿"Arcanos" y "Cadenas" son los nombres que reciben quienes poseen La Llave?

—Exacto —afirma.

—¿Y cuál es la diferencia entre ellos?

—Los Arcanos somos quienes tenemos acceso directo al astral. Podemos hacer uso de la magia prácticamente en cualquier situación y para el fin que deseemos. Sin embargo, el influjo energético suele ser excesivo para alguien que no es un dios. Eso hace que nuestro poder sea inmenso, pero muchas veces incontrolable y peligroso, tanto para nosotros como para nuestro entorno. Poniéndolo en un ejemplo, es algo similar a cuando conectas un aparato que funciona con una potencia de 110 voltios a un tomacorriente que recibe un voltaje de 220. La potencia supera lo que el aparato soporta ocasionando que el mismo se queme. Por ello es normal que los Arcanos mueran jóvenes, debido al desgaste que ocasiona el influjo de la magia. —A medida que habla, varios asuntos se van cerrando en mi mente. El hecho de haber salvado al omega de la muerte, su nariz sangrando y sus manos amoratadas, al igual que los círculos negruzcos bajo sus ojos—. Para prevenir que eso suceda están las Cadenas —prosigue—. Una Cadena es algo así como un "cable a tierra" y un canalizador de poder. Si seguimos con el ejemplo, vendrían a cumplir la función de un fusible, es decir, regulan el flujo energético del astral para que el Arcano sea capaz de utilizar magia de manera efectiva, segura y sin sufrir daños. Cada Arcano tiene su Cadena.

—Pero estás diciendo que las Cadenas son como fusibles... o sea que protegen al Arcano a condición de "quemarse" ellas.

—Es una buena deducción. La Cadena peligra cuando no se halla correctamente preparada para ejercer su función, cuando canaliza energía para un Arcano debilitado o cuando recibe más energía de lo que es capaz. En cambio, si es fuerte en mente y espíritu, no solo será capaz de regular y manipular la magia, sino que también podrá acceder a los niveles altos del plano astral donde predomina la magia blanca y los seres de luz... ¿Hazel?

Imagino que debo estar pálido como luz de luna y duro como la estatua de Cerbero por la preocupación que tiñe su voz.

Ya entiendo todo.

Ya entiendo por qué Moon fue a buscarme a Durmista. Entiendo por qué se mostró tan persistente en mantenerme aquí a pesar de que nunca antes nos habíamos visto. Entiendo por qué me preguntó sobre mis ataques de pánico.

"¡Ouran! ¡Protege a mi Cadena!"

"Solo los Arcanos y sus Cadenas pueden entrar aquí."

Diablos.

—Oye...

Aparto la mano que tiene sobre mi hombro y me alejo un paso, negando tenazmente con la cabeza.

—No puedo ser tu Cadena.

Me contempla casi con compasión. Jamás hubiera imaginado que existiera algo más detestable que sus expresiones pedantes.

—Cálmate, sé que son muchas cosas que asimilar...

—¡No puedo ser tu Cadena! —repito anonadado—. ¿Por qué yo? No tengo poderes ni nada especial. Dijiste que esas habilidades venían de familia, ¡y yo nisiquiera tengo una!

—Hazel... hay muchas cosas que tengo que contarte —insiste, poniéndome aún más nervioso—. Por favor, sé paciente y tranquilízate.

—¡¿Cómo puedes pedirme eso?! ¡No puedes simplemente arrastrarme a esta mierda! ¡Tengo una vida, una carrera y un futuro planeado y me ha costado mucho llegar a donde estoy!

—Lo siento por eso...

Mis lágrimas caen en cataratas, porque realmente siento que su lástima es sincera, pero eso no quiere decir que vaya a dejarme en libertad.

—¿Entonces por eso querías cortejarme? ¿Para buscar una manera de retenerme aquí que no sonara tan espantosa? —Mi pregunta sale con más resentimiento del que esperaba.

—Bueno, esa es otra de las cosas de las que quería hablarte... —Lo observo furioso, indignado e inquisitivo a la vez—. Ese anillo que te ofrecí... no es un anillo de cortejo.

¿Eh? Contemplo el rubí en mi anular, que destella tan fuerte como las estalactitas de cristal. Si no es un anillo de cortejo, ¿qué demonios es?

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —musito. En verdad tengo ganas de golpearlo.

Advierto que se mueve inquieto y aparta la mirada por un segundo.

—No jodas... ¿me estabas tomando el pelo? ¿me lo ocultaste para reírte de mí?

—No, espera, no saques conclusiones apresuradas...

—¡Eres un hijo de puta! —bramo.

—No difames aquí.

—¡No difames aquí mis cojones! ¡Cabrón!

—¡Silencio!

Mi cuerpo se sacude de terror cuando su orden reverbera por la cueva, haciendo temblar hasta a la misma efigie de Cerbero. Inclino la cabeza hacia un lado en una reacción puramente instintiva, ofreciéndole mi cuello al alfa como muestra de sumisión. Aprieto los dientes y sollozo, claramente la justicia no existe para los omegas. 

—Entiendo que te sientas sobrepasado por las circunstancias, pero que creas que todo lo que hago es para tocarte los cojones suena jodidamente egocéntrico, más aún cuando has visto a un omega de mi manada parir a un cachorro muerto gracias a la maldición. ¿Tienes idea de cuántos omegas han muerto esta semana por la misma razón? —Sus iris incandescen con rabia y su timbre denota un odio profundo, y aunque sé que esos terribles sentimientos no van dirigidos a mí, no puedo dejar de exponer mi cuello y de temblar como una gelatina.

Moon suspira, noto que se destensa y que el ambiente a nuestro alrededor se aliviana. Se acerca redomado. Cierro con fuerza los ojos y me encojo, pero todo el miedo se disipa cuando posa sus labios en el sector de piel que le muestro en ofrenda.

—Disculpa... —murmura. Su aliento me hace cosquillas. Con un par de hipeos enderezo mi cabeza, mirándolo con reproche, mi boca cerrada en un mohín y mi entrecejo plegado—. No tienes que asustarte, jamás te haría daño. No te dije lo del anillo porque tenía que encontrar el momento oportuno para explicártelo todo... mientras tanto, era mejor si creías que se trataba de una propuesta de cortejo.

—Como sea —espeto, dándole un empujón con ambas manos—. ¿De qué se trata, entonces?

—Es un Amarrador de Almas. Como ya habrás advertido, yo también tengo uno. Cada una de las ocho ramas existentes de Arcanos y Cadenas fueron provistas con uno de estos anillos, siendo distinto el color de la gema dependiendo el dueto Arcano-Cadena.

—¿Entonces hay otros siete Arcanos además de ti?

—No. Son cuatro Arcanos en total, junto a sus respectivas Cadenas. Cada dueto es sucesor de una determinada estirpe. Nuestro antepasado, por ejemplo, es Fenrir.

—¡Agh! ¡Esto es muy complicado! —rezongo—. Entonces digamos que en la descendencia de Fenrir, hijo de Cerbero y Eón, hubo específicamente dos ramas de la familia que fueron provistas de La Llave, y estas ramas corresponden a la de un Arcano y una Cadena. Y con los otros hijos de Cerbero sería la misma situación...

—Estás entendiendo bien... —Me gano una palmadita en la cabeza que me hace gruñirle con tedio—. Cada par Arcano-Cadena tiene un punto fuerte, correspondiente a una habilidad, y un punto débil, lo cual se representa en el color del Amarrador de Almas.

—El nuestro es rojo... ¿cuál es nuestra habilidad? —inquiero, un poquitito intrigado, analizando mi anillo con nuevos ojos.

—Luchar, desempeñarnos en batalla. Básicamente, aplastar al enemigo.

—Ya... —Nunca he estado en un "campo de batalla", pero admito que soy ágil y perspicaz encontrando puntos ciegos, o al menos de eso me enteré después de algunas riñas que tuve con omegas que se le insinuaban a Seth luego de que comenzó a cortejarme—. ¿Y el punto débil...?

Moon me aprecia con un visaje extraño.

—¿Qué? —pregunto ansioso.

—El temperamento... y el amor.

No podría estar más de acuerdo con eso. No obstante, me deja un sabor amargo en la boca.

—Vale... ¿entonces este anillo es simplemente un "cartel" que informa tales cosas?

—No. Tiene una función y es bastante útil para luchar y para... conservar la especie.

—Joder...

—El Amarrador de Almas instaura un lazo alternativo. Naturalmente, el vínculo entre un Arcano y su Cadena es estrecho y excepcional, espiritualmente hablando. Sin embargo, estos anillos son un plus. Crean un segundo puente entre nuestras almas, permitiendo un nivel de conexión incluso superior al de los enlazados. De esta manera, es posible la transmisión de pensamientos y energía entre nosotros, no importa la distancia que nos separe. Además, y como lo indica su nombre, si alguno de los dos muere, el anillo retendrá el alma en el mundo físico por un lapso de tiempo que le dará la oportunidad al otro de ir a socorrer el cuerpo.

Vaya... habría sido genial si en lugar de este idiota mi Arcano hubiese sido Seth. Tal vez hubiese podido salvarlo, o quizás nunca habría intentado suicidarse o lo que sea que le sucedió y apartó de mí.

Moon está asesinándome con los ojos en rendijas. Acabo de hacerlo enojar por segunda vez, pero en esta ocasión no he abierto la boca. A no ser que...

—¿Estás metiéndote en mi cabeza? —chillo a la defensiva.

—Lamento no ser tan genial como tu ex.

—¡Oh, por Eón! ¡En verdad eres un acosador! ¿Así que de esa manera me espiabas cuando me encontraba en mi apartamento?

—¿Qué te dije de blasfemar en este lugar? Joder...

—¡Tú también estás blasfemando! —protesto.

—No empecemos de nuevo...

Resoplo y él suspira a la par.

—Vale, ahora te repetiré lo siguiente. ¿Por qué tengo que ser yo? Según lo que me dices, vengo de una familia de magos la cual en ningún momento de mi vida hizo acto de presencia. Cuando era niño me dijeron que mis padres habían muerto. Eso fue todo. Fui criado por múltiples tutores en un pequeño albergue de Durmista junto con mis amigos, que ahora ni siquiera sé si viven o no. Digo, tal vez tengo algún hermano perdido o alguien que pueda ser tu Cadena, y así ambos nos ahorramos toda esta jodida situación.

—Lo que te dijeron es cierto. Toda tu familia fue aniquilada. Y de haber existido alguien más aparte de ti, tampoco habría podido reemplazarte, pues La Llave se te fue concedida en el momento en que tus padres te concibieron y tampoco es algo transferible.

¿Cómo es que sabe tantas cosas sobre mí? Estoy molesto. ¿Si tanto me conoce y me necesita, porque ha aparecido en estas instancias de mi vida y no antes?

—Dime, ¿cómo sabes tantas cosas? ¿por qué debería creerte?

—Hazel. Tu naciste aquí, en Arvandor, justo en este lugar.

Otra vez estoy llorando. Ya es suficiente.

—Quiero irme. Ya he oído suficiente.

—No has oído ni la mitad.

—¡Sácame de aquí! —grito—. ¡No quiero escuchar más! Si tan importante soy para ti, ¿por qué no me buscaste antes? ¿Por qué me ocultaron todo esto?

—Para protegerte. Ya fue un milagro que hayas sobrevivido cuando atacaron a tu familia. Durmista era un lugar de bajo perfil donde difícilmente te encontrarían...

—¿Encontrarme quiénes? ¿Quiénes atacaron a mi supuesta familia?

Y una vez más esa cara de consternación.

—Vampiros.

Agacho la cabeza, como si el ancla que siento enganchada a mi corazón, hundiéndolo en las profundidades, también se hallara sobre mi cabeza. La presión caliente en mi mano helada me dice que Moon me la ha tomado, a pesar de que me encuentro demasiado adormecido como para percibir la textura de su piel.

—Vámonos —dispone—. Seguro que a Erice le vendría bien que alguien la ayude con el almuerzo y a ti te hace falta despejarte, ¿qué te parece?

En silencio me dejo llevar por su mano a una nebulosa negra que acaba de formarse frente a nosotros, sin importarme mucho ya lo que hay —o no hay— del otro lado. Ni siquiera me molesto en despedirme de la majestuosa estatua de Cerbero. No me interesa ser cortés.

El salón penumbroso nos recibe de vuelta cuando la niebla se desvanece. Las llamas violeta continúan lanzando chispas iridiscentes dando la impresión de ser un maravilloso polvo de hada. No obstante, incluso si viera a un unicornio alado en este instante, solo me parecería insulso y apagado como todo lo que ahora me circunda.

—Lo siento... —se disculpa Moon por enésima vez—. Fueron muchas cosas en poco tiempo—Su mano sigue fielmente aferrada a la mía—. No quiero que pienses que te quedarás encerrado aquí por siempre. No es mi intención retenerte si no tienes la voluntad de involucrarte en esto. Eso sí, debes saber que estar fuera de Arvandor ahora es muy peligroso para tí, sin importar que vivas entre los betas. Lo mejor será que te quedes por unos días aquí y te tomes tu tiempo para pensar y decidir que harás. Si después de pensarlo aún quieres irte, buscaré otro lugar para tí en la ciudad. Tu actual apartamento ya debe estar en la mira de los vampiros. Es lo único que podré hacer por ti...

Debería sentirme aliviado al oír que me dejará ir, que no me quedaré esclavizado aquí por siempre... pero ya no sé qué pensar. Mi cabeza está más liada que de costumbre. Siento como... como si hubiera vivido en una mentira, que ahora se desmorona rápidamente y por completo. Probablemente ese es el caso, aunque, a decir verdad, mi mundo comenzó a desmoronarse después de Seth. 

—Dijiste que podías usar magia para lo que quisieras.

—Sí... —responde, contemplándome por el rabillo del ojo. Ya no creo que sea un gesto de fatuidad.

Atravesamos el salón y salimos nuevamente a los pasillos del castillo mientras decido si soltar o no lo que estoy pensando.

—Tú... ¿puedes devolver la vida? Puedes... ¿revivir a alguien?

El alfa se incomoda, suelta mi mano y la pasa por su cabello negro.

—Mira... Hazel, es posible que Seth...

—¡Señor!

Ambos nos sobresaltamos cuando escuchamos el grito del sujeto que viene hacia nosotros a toda velocidad. Por el uniforme que lleva, no me cabe duda de que se trata de un guardia o algo por el estilo. Está sudoroso y agitado, adivino que no trae buenas noticias.

—¿Qué sucede?

—¡Un intruso! 

—¿Qué? ¿Cómo atravesó las barreras? —exige saber Moon, que ahora se ve tan desconcertado como el guardia.

—E-Ese es el problema señor... no hay barreras.

Los ojos del alfa a mi lado se desorbitan.

—¡¿Cómo que no hay barreras?! Maldición... ¿dónde tienen al intruso?

—Apareció en el jardín, lo encontramos oculto tras un rosal... Ouran está con él ahora, aguardando sus órdenes, señor... aunque el sujeto no parece peligroso, es solo un beta.

—Jodida mierda, ¿aún no aprenden a no fiarse de las apariencias? —El guardia se encoge y susurra una disculpa, amedrentado—. Hazel, acompáñame.

Troto tras él, asaltado por una mezcla de curiosidad y cierto entusiasmo. Será la primera vez que estaré en el exterior. Aunque ya no planeo escapar, la idea de ver el cielo en lugar de estos techos dantescos me hace ganar un poco de vigor. Las puertas están abiertas, por lo que soy capaz de admirar el exuberante jardín desde dentro. Al salir, aromas de todo tipo llegan a mis fosas nasales, entre ellos el dulce y agradable de la primavera y el fresco de la lluvia que todavía no decanta, acumulada en las pomposas nubes grisáceas que cubren el firmamento. Aprovecho a llenarme los pulmones del oxígeno sazonado de esencias, agradeciendo el pequeño descanso de feromonas de alfa que atiborran los interiores del castillo.

Mis ojos no dan abasto intentando acaparar de manera fugaz el escenario cinematográfico de fuentes de agua, esculturas y arbustos recortados de variadas formas. Estoy tan entretenido que hasta me he olvidado del "intruso". Moon avanza veloz y tengo que seguirle el paso, pero de un momento a otro frena y me estampo contra su espalda.

Me aparto, frotándome la nariz mientras una mueca de protesta se asoma en mi adolorido rostro. Primero veo a Ouran, con su habitual cara manchada de sangre direccionada hacia el sujeto que se encuentra arrodillado en el suelo. Luego me fijo en el "intruso" y mi corazón da un vuelco.

El miedo en el semblante de mi amigo da lugar a una expresión de exultante sorpresa, presumiblemente idéntica a la mía.

—¡¿Kuro?!















Se empiezan a desenterrar secretos y problemas...

¿Qué piensan que sucedió a Seth?

¿Qué creen que le depare al pobre Hazel? xd

Al menos nuestro bebé beta, el pequeño Nate y Lya están vivitos y coleando uwu


Muchas gracias por leer y por darle una oportunidad a esta historia ♥ Si te está gustando, podés dejar tu estrellita y comentario para mantener mi motivación a flote (últimamente esta más hundida que el Titanic)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top