☽ Capítulo 40 ☾

Un sudor helado cubre la nuca de Raegar. No sentía tanto terror y preocupación desde que los vampiros arrasaron con la mansión Ghenova mientras su Cadena, siendo un diminuto cachorro recién nacido, estaba dentro.

—¿Cómo es posible...?

Aunque la pregunta iba dirigida hacía sí mismo, Izuru se dispone a contestar.

—Raegar, Hazel puede ser novato usando magia, pero su alma es ancestral. Quizás no recuerde su vida pasada, pero ni la esencia ni la energía se pierden, solo se transforman. Las técnicas mágicas que Haridyen Ghenova utilizaba han quedado grabadas en su cuerpo mental y causal. Sus sentimientos, sus afectos, sus momentos felices y sus grandes angustias, están implantadas en su cuerpo astral. Hazel sabe quién eres, pero no puede traerte a la consciencia y eso lo hace sufrir.

Raegar empuña las manos y luego afloja paulatinamente la presión, tratando de alcanzar un poco de serenidad que alivie el dolor de sus heridas internas. Por supuesto que lo sabe. Hazel lo reconoce, muy en el fondo de su alma. El brillo que vivía sublime y eterno en los ojos de Haridyen también lo ha visto asomarse en los ojos de Hazel. Cuando se reencontraron después de días sin verse, cuando se besaron, cuando hicieron el amor...

Hazel lo reconoce, pero Raegar no pierde las esperanzas de que su hermoso omega pueda encontrar algo mejor. Si destraba su recuerdo por completo, destruirá esas esperanzas y el futuro de su amado, y aunque alguna vez pensó en buscarlo, reclamarlo, echar abajo todas las barreras en su alma con besos y enterrarse en él hasta que de sus esencias se forme una sola, ahora no le alcanza el corazón para atreverse ello.

Puede ser un idiota egoísta, pero no es cruel. No con Hazel.

Hazel realmente merece algo mejor.

—¿Alguna vez pudiste determinar cómo fue que Haridyen te salvó? —le pregunta Taro, consciente del dolor que opaca sus orbes carmín.

—No. Mi sobrevivencia fue absurda, inexplicable desde la biología y el ocultismo. Quien debería haber muerto esa noche soy yo. —Y rememorarla le trae tanta desolación que no es capaz de tolerarlo. Después de tantos años sigue siendo un cobarde, huyendo de los pecados que él mismo cometió, de la sangre negra y seca en sus manos y en su alma.

—Entonces... esto puede ser tanto una buena noticia, como una muy mala. Hemos descubierto la forma en que Haridyen lo hizo. —Kantaro no espera a que su invitado escape del estupor para lanzar la bomba, creyendo ilusamente que de esa manera el nuevo impacto también será "atenuado"—. Las cámaras pueden captar los entramados mágicos¹ de los hechizos que tengan lugar en el área que su foco cubre. Arrojaron un dato en el momento en que Hazel se rodeó de esa energía negra... los canales energéticos que se activaron en él y el flujo de su energía coinciden en su mayor parte con uno de los hechizos malditos recopilados en el antiguo grimorio de mi familia... —Toma un libro amarillento y desgastado que hasta entonces se encontraba apartado del desorden en una estantería. Lo abre por donde el señalador de terciopelo marca, enseñándole a Raegar un complejo entretejido de líneas rectas y curvas.

Las pupilas hondas y nigérrimas de Raegar se reducen hasta asemejarse a dos cabezas de alfiler.

—Abrakadabra. —Contempla alternativamente el entramado mágico y al Hazel de la grabación, tan perplejo como un cachorro abandonando el plácido vientre de su madre—. No puede ser... es un hechizo obsoleto...

—Es obsoleto... excepto para Hazel —dice Izuru—. Tanto nosotros como nuestros compañeros intentamos reproducirlo, aunque tampoco tuvimos éxito esta vez. Teníamos la teoría de que no fuese realmente un hechizo obsoleto, sino que hemos sido nosotros quienes lo practicamos de manera errónea. El Abrakadabra fue plasmado en el Libro del Fresno por las brujas de Tesalia. Como el Libro del Fresno no puede copiarse, las réplicas del entramado arquetipo pueden no ser totalmente fidedignas. Lo comprobamos gracias a Hazel.

—O tal vez lo que hizo Hazel no tenga ninguna relación con el Abrakadabra. ¿Cómo pueden estar tan seguros de que se trata de ese hechizo basándose en las copias inexactas de un jodido grimorio?

—¿Qué otro hechizo es tan potente como para hacer colapsar los chakras? 

—Hazel puede haber realizado un hechizo que no conocemos —insiste Raegar.

—Solo los hechizos creados por las brujas de Tesalia funcionan con magia del Infierno —argumenta el omega, sintiéndose algo compungido al notar el desasosiego y la culpa en el alfa—. Y a pesar de que los entramados no son exactos, son lo suficientemente similares como para que sea solo una simple casualidad. Tenemos tres datos contundentes, Raegar. Además, una de las especulaciones más populares sobre el hechizo es que se trata de una maldición que toma la vida del ejecutor a cambio de algo que desee con vehemencia. No sabemos de qué manera exactamente mata, pero destruyendo los chakras puede ser un método totalmente admisible.

Ya que Izuru no está siendo blando al abrirle los ojos al pobre alfa, Taro decide apoyarlo para acelerar el trámite y acortar en la mayor medida la dolorosa incertidumbre de su amigo.

—Hazel viajó a un lugar extraño cuando intentó buscarte a través del Amarrador de Almas, ¿verdad? ¿Recuerdas lo que vio allí?

¿Cómo olvidaría algo relacionado a Hazel? Aquel día solo había apartado la mirada de su pequeño y osado omega por un momento y, cuando volvió la vista, su pequeño y osado omega ya había tenido una divertida excursión a un lugar prohibido y extremadamente peligroso con una "momia" sonriente, un Elven averiado, una horda de vrykolakas y una losa con el jodido Abrakadabra grabado.

En la grabación que se reproduce en el monitor Seth ya escapó, Hazel y él ya colapsaron y, después de una escueta escena en la que todos corren de un lado al otro en una caótica danza, víctimas de la conmoción del momento, finalmente todos se esfumaron. En el video solo quedó la capilla desierta y descalabrada luciendo algo lamentable, así como Raegar con su amasijo emocional.

Como el video ya acabó y Raegar se considera incapaz de soportar más información y golpes a su psiquis, da media vuelta y deja la Cámara de Estrategias. Sin embargo, Izuru no ha acabado y corre tras él, escabulléndose de la mano de su alfa que intenta atraparlo para boicotear sus intenciones.

Raegar percibe que el omega lo sigue pero no se detiene ni voltea, sus pasos firmes y denodados marchan hacia la habitación de su Cadena.

—Hazel y yo tuvimos una larga charla esa noche, poco antes de que Seth apareciera. Él estaba ansioso por hablar contigo y arreglar las cosas. —Izuru atornilla su mirada flamígera en la espalda ancha que avanza por delante—. A pesar de que le mientes y le ocultas cosas, él aún estaba dispuesto a dar el primer paso para pedirte perdón por equivocarse —dice con ironía—. Tú, alfa, eres tan rastrero, dejando que tu pareja, tu omega, sufra y se arrastre en tu lugar. ¿Por qué lo engatusas, si piensas abandonarlo? Dime, ¿para qué exactamente quieres el Libro del Fresno?

El alfa se mantiene en el más frío silencio, pero Izuru puede olfatear la intensa amargura de sus feromonas. Taro le sigue de cerca, rogándole que deje al otro Arcano en paz.

¿Paz?, grita Izuru en su mente, echando humo. ¿Cómo puede "estar en paz" alguien que siembra el caos con su mera presencia?

—¿Crees que somos imbéciles? —sigue, envalentonado—. Nadie se traga tu cuento de liberar a Cerbero. Bueno, sí, Hazel cree en ti y en toda la mierda que le dices. Pobre omega, que ha caído por un alfa que tiene los cojones de adorno...

Izuru lanza una exclamación ahogada cuando una mano formidable y helada cual tenaza de hierro lo agarra del cuello. El ahorque afloja pronto, pues Kantaro arremete con ferocidad contra el alfa, logrando que lo suelte.

—Hijo de puta... —gruñe Izuru. La opresión en su cuello fue corta pero lo suficientemente fuerte como para dejarle la garganta ardiendo—. Sabes que digo la verdad, por eso reaccionas como un perro con rabia...

—¡Cállate! —le advierte Kantaro. De pie frente a su omega y su amigo, se halla entre medio de una batalla de miradas encendidas y feromonas revueltas.

Raegar siente que un demonio sanguinario e incontrolable se le ha metido dentro. Su alfa ha sido particularmente agraviado y el vello de la nuca se le eriza por el instinto de desgarrar y degustar sangre.

—Tendrás que aprender a manejar a tu golfa, Kantaro. No llegará muy lejos con su boca de puta y su lengua filosa. Es una pésima combinación...

La ojeriza estalla tanto en Izuru como en Kantaro, cuyo lobo alfa responde a la afrenta contra su omega mostrando los colmillos.

—Cuida tus palabras... —masculla este último, recibiendo sorpresivamente un empellón desde sus espaldas. Es Izuru, que lo aparta del medio explícitamente sulfurado.

—¡No necesito que me defiendas! ¡Vete a exhibir tus plumas a otro lado!

Para Kantaro aquellas palabras son como un balde de agua gélida. Se encuentra tan furioso como confundido y herido. Como alfa, ser rechazado por tu pareja frente a otro alfa es una humillación difícil de vadear.

En condiciones normales, Raegar se hubiera regodeado por semejante escena, burlándose de la pareja en discordia a sus anchas. Lamentablemente, los exabruptos del omega han apretado todos sus botones rojos y la ira lo tiene ofuscado. Dreaghan ya está vibrando dentro de su vaina, receptiva al odio en su espíritu. La pareja se ve obligada desviar su atención de sus propias diferencias, alertados por el aura cáustica del Arcano de Fuego y su espada.

—No te metas en lo que no te conviene, Rhoslyn, o Kantaro enviudará muy pronto.

Una gruesa capa de sombras recae sobre el semblante de Taro, aunque Izuru está lejos de sentirse intimidado.

—¿Me amenazas en mi propia casa? —inquiere con una media sonrisa mordaz. Aún así, no es tan idiota como para seguir metiéndole el dedo en la llaga a Raegar, que evidentemente ya ha llegado a su límite de paciencia.

—Sigue entrometiéndote y no me quedaré en las amenazas.

Taro gruñe ante la osadía de su invitado. Aunque su omega le ordenó —burdamente— que se mantuviera al margen, ¿cómo podría tolerar que alguien lo intimide?

Justo cuando la discusión va a evolucionar a un encontronazo con puños y sangre, un grito proveniente del fondo del pasillo afloja todos los hilos tensos. Es Kuro, cuyas piernas esbeltas tropiezan unas cuantas veces por el apuro al correr hacia ellos.

—¡Moon! ¡Moon, es Hazel!

Raegar se olvida de todo el asunto anterior en el instante que el nombre de su Cadena fue pronunciado, como si fuese la cura de todos los males, un cántico divino para sanar el alma. Sin embargo, el rostro pálido del beta hace que su corazón se paralice de miedo.

—¡Tienes que venir, rápido! ¡A-Acaba de despertar, p-pero...! ¡N-No sabemos qué le sucede! —chilla Kuro, el pánico florece en sus ojos azules.

El alfa pasa a su lado como un huracán, revoloteándole el cabello y desapareciendo a una velocidad vertiginosa.

Sus pies son tan ligeros que, cuando llega al corredor donde se halla la habitación de Hazel, aún no ha soltado la bocanada de oxígeno que tomó antes de salir pitando. Los gritos de su Cadena resuenan en sus oídos como los truenos de Zeus y la temperatura de su cuerpo cae en picada.

—Hazel... —exhala. La puerta del cuarto se encuentra a pocos pies pero la distancia parece ser infinita.

Cuando abre bruscamente la puerta ya se siente mareado por los bombeos meteóricos de su corazón.

—¡MOON!

—¡Hazel, cálmate! ¡Ya viene, ya viene!

—¡MOON! ¡MOON! —El omega se sacude con fiereza, tratando se liberarse de las manos que lo tienen apresado a la cama. Lyanna y Nathan lo agarran de un lado y Crowser del otro. Incluso el enorme alfa está teniendo problemas para manejarlo—. ¡RAEGAR!

Lianas de lágrimas empapan su cara enrojecida y perturbada. En tal estado exaltado ni siquiera advierte que a quien llama con tanto ímpetu se encuentra a su lado. Raegar aparta a Crowser para tomar su lugar, sujetando a su Cadena de ambos brazos para girarlo hacia él.

—¡Hazel! ¡Estoy aquí!

Los ojos ambarinos se demoran en enfocarse en su rostro, conservando un rastro de turbia desesperación incluso cuando ya ha dejado de gritar y removerse.

—Estoy aquí, cariño, estoy aquí... —Raegar suelta feromonas que relajan instantáneamente al omega. Expande además su energía espiritual para que el alma de Hazel lo perciba cerca. Poco después, advierte que su aura oscura comienza a apaciguarse.

—Moon... —solloza. De sus pestañas rizadas cuelgan perlas de lágrimas. Su naricita brilla congestionada y enrojecida, dos manchas de arrebol cubren sus mejillas y los labios pálidos se quejan con un puchero tembloroso.

Esa imagen es el epítome de todas las debilidades de Raegar. En cuanto se imprime en su retina, todo su mundo y su ser se tambalean, sintiéndose la criatura más indefensa y frágil de la Tierra. Hazel se lanza a sus brazos gimoteando con desespero y avidez, clamando por su alfa, restregando su nariz mojada y todo su rostro en el hueco de su cuello.

Lyanna gesticula al presenciar la situación, atascada en la impotencia. Por mucho rencor y recelo que le tenga a Raegar, no puede negar lo que sus ojos ven, lo que su nariz olfatea y lo que su corazón percibe. Hazel está llorando por su alfa. Está pidiendo auxilio a su alfa, buscando su calor y su aroma para refugiarse en él. El instinto no engaña ni se deja engañar, por lo que a la omega no le queda más que apretar los labios y resignarse.

Si Hazel se siente mejor con ese monstruo que con sus amigos de toda la vida, bien. Agarra a Nathan, que se había encargado de aferrar con torpeza los pies de Hazel, y se lo lleva del cuarto irradiando despecho y amargo alivio. Crowser los sigue en silencio, lanzándole una mirada desdeñosa y evaluadora a Raegar antes de cerrar la puerta detrás de sí. Kuro, Izuru y Taro, que estaban a punto de entrar en ese instante, se detienen al oír de Crowser que el par Arcano-Cadena necesita privacidad y que todo se halla bajo control.

Hazel, por suerte, solo había sido víctima de un susto descomunal al despertarse y notar la ausencia de Raegar.

Dentro de la habitación, el omega continúa obstinadamente aferrado al alfa.

Raegar se sienta en la cama y acomoda a su Cadena sobre su regazo para que pueda acurrucarse y olfatear libremente. El catéter del suero se desprendió de su muñeca por el jaleo, y ahora un moretón violáceo toma forma bajo la piel blanquecina. En el centro del magullón, una gota de sangre rezuma del puntito que dejó la aguja. Raegar ase su brazo con extremo cuidado para cepillar la piel lastimada con los labios. Pronto, la mancha violeta y el puntito sangrante se desvanecen.

—Lo siento... lo siento mucho... —susurra Hazel. Su aliento cálido acaricia la piel de su cuello, arrullándolo.

—No, no tienes que disculparte por nada... pero eres tan intrépido... ¿qué haré contigo?

Hazel niega obstinadamente.

—Fui malo... lo lamento... y-yo... quiero escucharte. Te escucharé. Confío en ti... e-esperaré a que tú también... confíes en mí...

—Lo hago, amor, por supuesto que confío en ti... —Los brazos de Raegar se ajustan sobre el cuerpo menudo. No puede evitar hundir su nariz en el cabello rojo y aspirar ese aroma avainillado que revitaliza su alma. Besa su coronilla y vuelve a enterrarse en la dulce esencia con los ojos ardiendo—. Todo está bien...

Hazel comienza a sentirse adormilado, pero se rehúsa a quedarse dormido temiendo que esos brazos añorados lo suelten de nuevo.

El tiempo transcurre y sus respiraciones se amansan, acompasadas como sus corazones y la vibración de sus pranas. La armonía llega naturalmente a esa burbuja de completud. Complementados y satisfechos, como dos instrumentos en sintonía creando una melodía de amor y melancolía, no hay nada más que importe en ese momento que el calor que se prodigan.

—Moon... ¿por qué dueles tanto?





(1) Entramados mágicos: cada hechizo o conjuro se activa con ciertos comandos que movilizan y guían el flujo de la energía espiritual a través de los canales energéticos del cuerpo. Dichos canales activados, así como la dirección del flujo de energía, pueden graficarse en un mapa, patrón o entramado mágico, que sirve como esquema del proceso de activación y funcionamiento del hechizo.


¡Felices fiestas! 🎄

Nos leemos el próximo viernes en el epílogo. Extinction se va junto al 2021 ♥

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