☽ Capítulo 21 ☾

Solo se oyen los golpecitos de los cubiertos en la vajilla cuando llega la hora del almuerzo y todos nos sentamos a comer. Bueno, todos excepto Moon y Ouran. Moon no se encontraba durmiendo a mi lado cuando desperté —bastante tarde, por cierto—, lo que me dio un jodido susto. No fue hasta que mi mente encapotada por los restos de sopor esclareció que sentí el sabor a decepción y molestia, tanto por no tener al alfa a mi lado como por el hecho de que se fue a extorsionar vampiros sin llevarme con él. Estoy pensando en el motivo de mi exclusión cuando Kuro saca de su bolsa un chiste al azar para romper el hielo. Gil es el único que ríe. Nate, que suele ser quien festeja sus bobadas, se ha puesto rojo infierno. Lyanna arruga el morro fastidiada y la veo cruzar miradas accidentalmente con Erice. Ambas giran el rostro como si hubiesen recibido un guantazo invisible. Pf, que inmaduras.

Lo bueno es que nadie pregunta por la noche del otro, muy plausiblemente por temor a que la pregunta sea devuelta. O tal vez porque todos nos enteramos ya de los deslices ajenos. Ni siquiera Srinna se salvó del cotilleo. Los guardias del castillo hablan bastante fuerte y son malditamente cizañeros, por lo que no me perdí el chisme de su ligoteo con la concejala de los magos, Kryska, si mal no recuerdo. Me sorprendió no escuchar cotilleos sobre mí. Es decir, no es que sea tan ególatra como para esperar entrar en el Top 5 de "vidas interesantes para entrometerse", pero se me antoja extraño no haber oído siquiera mi nombre, teniendo en cuenta que era tendencia en la fiesta. ¿Moon los habrá amenazado?

—Tío Haz, ¿te metiste en una pelea anoche? —me pregunta Gil, ladeando la cabeza con preocupación.

No sé si sentirme aliviado por su ingenuidad o rodar de la vergüenza. Es asequible que un niño atribuya mis labios partidos, los moratones que dejaron los chupetones y amarres y la herida de la mordida a una simple riña. Incluso tengo rasguños en el trasero, el cual agradezco que mis joggers oculten.

—Hazel tuvo una pelea en la cama, cariño —acota Lya con un retintín insoportable.

—Al menos peleé en la cama y no detrás de los arbustos —contraataco.

Un rayo chisporrotea entre nuestras miradas ensañadamente conectadas. Gil observa curioso, seguro presiente que hay un trasfondo extraño y pendenciero en nuestras palabras, aunque es incapaz de captarlo por su inocencia.

—Oh, ya veo... asi que tuvieron sexo —comenta naturalmente.

Mi mandíbula cae y Lya gesticula de los nervios.

—¡Claro que no! —farfulla ella—. Solo Hazel.

—¡Eh!

—Ya, dejen de pasarse la papa caliente como idiotas —interviene Srinna—. No sirve de nada barrer nuestras acciones bajo la alfombra cuando todos hablan de ello. Y Gil está entrando en la adolescencia, no es tan ingenuo como creen.

—¿Qué? ¿Qué sucedió anoche? —insta el pequeño alfa. Los ojos le brillan de intriga.

—Basta de preguntas, niño, termínate el almuerzo —bufa Erice.

Él se enfurruña pero obedece, atiborrándose la boca con tortilla.

Reina el silencio una vez más. Mientras juego con las papas de mi porción, urdo una manera de descubrir dónde demonios tiene cautivos a los vampiros Moon. Erice y Srinna deben estar al tanto, solo tengo que distraerlas para que se les escape la información. Si tan solo fuese tan fácil... no sé quién de las dos es más perspicaz.

—¿Qué sucedió con el cuadro? —inquiero.

Srinna se ocupa de responder.

—¿No hablaste con Raegar?

—No... tuve tiempo.

Lya suelta algo similar a un "hum", haciéndome rodar los ojos.

—Oh, pues —sigue Srinna—, esta mañana, antes de marcharse, me dijo que lo llevaría al gremio para que lo examinaran. También revisaron tu cuarto mientras entrenabas.

—Disculpen que me entrometa, pero... ¿de qué hablan? —pregunta Kuro.

Entonces aún no se enteran de lo que ocurrió...

—Cuando regresé a mi habitación anoche, el cuadro de Cerbero que se encontraba sobre mi cama se descolgó —le explico. Obviamente pasaré por alto el detalle de que estaba follando con Moon en ese momento—. Y en la pared, detrás del cuadro, alguien había escrito "Dios ha muerto". Luego un vrykolaka saltó del cuadro.

Mis amigos, Gil y Erice quedan ojipláticos. Lya es la primera en chillar.

—¡¿Qué?! ¡¿Estás bien?!

—Sí... Moon lo finiquitó de inmediato.

—¡Qué miedo! —lloriquea Nate. Gil está a punto de seguir sus pasos. Me siento un poco culpable por asustarlo.

—Fue algo chocante, pero Moon se está encargando de todo. Minó el castillo con sellos y se aseguró de que no quedara ni una pizca de energía oscura.

—Oh, hermano, este castillo es la hostia —dice Kuro a contracorriente—. Estoy seguro de que en la noche deambulan espíritus de novias por los pasillos y que hay demonios atrapados en los espejos.

Lya y Erice se exasperan por igual. Parecen gemelas.

—Esto no es una broma —espeta la segunda—. A ti te da igual porque no es tu raza la que está a punto de desaparecer.

Kuro ríe, enfurruñándola más.

—Si fuese mi raza la perjudicada, estaría saltando jodidamente feliz sobre la mesa. Los humanos son escoria.

—Te recuerdo que tú eres humano.

—Oh, casi lo olvido.

—Tú no eres escoria —murmura tímidamente Nate. Sus cachetes colorados resplandecen al percatarse que se oyó demasiado claro.

Kuro le palmea la cabeza como a un cachorrito y le sonríe afectuosamente. Mierda, tendré que hablar seriamente con él de este asunto "amoroso" con Nathan. Sí solo lo quiere para pasar el rato, indudablemente lo lastimará. Es la primera vez que veo a Nate tan afectado por alguien.

—Ya. Entonces Moon llevó el cuadro al gremio —retomo el tema—. Luego iba a ir a interrogar a los vampiros, ¿verdad?

—Sí... —corrobora Srinna—. Aunque dudo que esas arpías suelten algo.

—¿Ouran fue con él? Quizás alguien más debería ayudarlo, Ouran no está en condiciones de investigar.

—Ouran acompaña a Moon a todos lados desde siempre. Es como un perro guardián —dice Erice—. Incluso desde su cambio, no lo ha dejado ni por un segundo. Estoy segura de que está enamorado de él.

Levanto las cejas por la sorpresa.

—¿Enamorado?

Srinna suspira.

—Erice, no hables de los que no están. Te convertirás en una cotilla más.

—Es solo un comentario —se ataja—. De todas maneras, pienso igual que Hazel. Raegar no puede con todo solo y Ouran sigue siendo fuerte, pero mentalmente inútil. Además, estamos hablando de vampiros... me preocupa...

—Lo sé... Kryska me dijo que lo ayudaría con ellos. Probablemente esté con él ahora, así que tranquilícense.

Anoto "Kryska" en mi mente. Ya tengo un dato relevante.

—Quisiera poder ayudar... tal vez pueda llevarles comida, o algo que necesiten... —Intento sonar casual, pero los ojos de Srinna se vuelven de inmediato agudos.

—No hace falta, el cuartel siempre está abastecido.

Sumo "cuartel" a la sucinta lista.

—Ah, vale. —Diablos.

Ni modo, descubriré su paradero de alguna otra manera. No es que tenga pensado ir en este momento, pero siento las entrañas enmarañadas de preocupación y realmente me está poniendo de los nervios todo el asunto del secretismo.

Corto un trozo de tortilla y mi anillo refleja un rayo de sol sobre la mesa con un tinte rojizo. Me paralizo cuando la solución cae como un gran cascote de obviedad y una sonrisa triunfal me tensa la cara.

Bingo.

Tengo el "haz bajo la manga" justamente en mi dedo. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

—Esto apesta a pésima idea.

—No llevará mucho tiempo —digo determinado, aunque no tengo idea de qué saldrá de mis intentos de rastreo. Explotar el castillo es una de las posibilidades—. Moon me ha enseñado a utilizar algunos tipos de magia...

Excepto esta. La única vez que rastreé a alguien fue a él, y por accidente. Para rematarla, utilicé magia negra.

Kuro niega con la cabeza, sentándose a mi lado en la cama.

—Sabes que siempre te apoyaré, hermano. Me refiero a que si el alfa se entera de que estuve en su cuarto, me pateará el trasero.

—No se enterará, coño, haz silencio que no puedo concentrarme.

—Mi trasero es valioso, no descalifiques mi preocupación —se queja—. Además, ¿por qué tienes tanto apuro en encontrarlo? ¿No te dijo que volvería mañana?

Mordisqueo mis labios mutilados.

—No lo sé. Moon es fuerte, pero siento que algo lo está... absorbiendo. —Una fuerte punzada rasga mi pecho al plasmar mi miedo en palabras—. Es difícil de explicar... pero lo sé.

—Él mismo confesó que su magia lo ha desgastado, y que por ello te necesita a ti, su Cadena. No creo que debas darle tantas vueltas al asunto... apuesto a que todo cambiará una vez que comiencen a trabajar juntos, como dueto.

Mis uñas pasan a ser las víctimas de mi ansiedad.

—Aun así... creo que se me está pasando algo importante. Es decir, es natural que me surjan dudas, Moon definitivamente me oculta algo. Pero...

Resoplo y me froto las sienes. Ni siquiera yo logro comprender lo que me sucede. Es una sensación de angustia y desespero, como si dentro mío guardase un baúl con todas las respuestas, pero cerrado con una llave perdida para siempre.

Kuro me palmea el hombro, dándome ánimos.

—Si te oculta algo, estoy seguro de que lo hace por tu bien. Puede notarse a años luz lo mucho que te quiere.

Arrugo el ceño, volviendo sobre las palabras de mi amigo.

—Eso... ¿no te parece extraño?

—¿Que te quiera?

Asiento.

—Y la forma en que lo hace. —Jamás se me ha pasado el deje melancólico en sus orbes rojos cuando me mira. Incluso he llegado a pensar que esa llave perdida para siempre se encuentra dentro de ellos, tan solitaria, tan abandonada como mi baúl.

Mi corazón se contrae. Moon me ama, pero como a un objeto perdido e irrecuperable. Un amor muerto.

Algo en mi mente se sacude provocándome una migraña insoportable. Lo peor es que el dolor no se limita a mi cabeza, sino que también llega a mi alma como una desolación arrasadora.

—¿Te encuentras bien? —cuestiona Kuro. Me tallo los ojos antes de que alguna lágrima ose derramarse y muevo la cabeza en afirmación—. Tal vez deberíamos ir de compras terapéuticas y luego lo rastreas. ¿Qué dices? Deberíamos vaciarle la cuenta bancaria antes de que se arrepienta de darnos una Mastercard negra a cada uno.

—No quieres que Moon te patee el trasero, pero te lo estás buscando —le aviso. Aunque salir a tomar aire me parece una tentadora idea. Un debate se abre en mi interior. Podría aprovechar mi "día libre" y despejarme, pero a su vez sé que no podré mantener mi cabeza alejada de Moon y de los vampiros.

—Pues, entonces haremos compras justificadas. Iremos a visitar al resto de los Arcanos y Cadenas, ¿verdad? ¡Necesitamos ropa decente!

—¿Iremos?

—Ni siquiera pienses que nos quedaremos aquí mientras tú te vas a broncear las nalgas a la playa.

—Kuro, ¿qué cojones estás diciendo?

Él me mira como si no pudiese creer que yo le preguntara eso, lo que hace que le frunza más el entrecejo y le arrugue más la nariz.

—¡Valantra! ¡La tierra del Sol Eterno! —chilla, enfatizando el dato con ademanes desquiciados—. Hasta yo, un simple humano, he oído hablar de ese lugar paradisíaco... aguas cristalinas... cielos turquesas... playas de arena pálida e inmaculada... ¡chicas en bikini!

—Oh, santo cielo...

—Mira, amigo, si me compro un traje de baño en Gucci seguro conseguiré novia.

—Joder, eres un cerdo capitalista —bufo con algo de tedio por la distracción. Decido aplazar el rastreo y encarar el tema de su presunto amorío en su lugar—. Hey, tú... ¿de qué vas con Nate?

Kuro inclina la cabeza hacia un lado. Luce sorprendido.

—¿Con Nate?

—No te hagas el tonto. Anoche los vi besándose... varias veces. Y tú no estabas muy dispuesto a soltarlo.

—Oh... bueno, la verdad es que no recuerdo mucho. Ya sabes como me pongo cuando estoy ebrio. —Sonríe ampliamente y se frota la nuca—. ¿Y por qué estabas tan pendiente de lo que hacíamos nosotros?

—¡Porque estoy preocupado por Nathan! Él aún es joven y se ilusiona rápido... y tú eres un desastre, sin ofender.

—¡Oye! Bien, tienes un punto, pero me siento un poco decepcionado...

—¿Y eso por qué? —inquiero desconcertado.

—Porque... pensé que estabas celoso.

No sé en qué instante fugaz se acercó a mí al punto de casi rozar nuestras narices. Me encuentro sus ojos helados a escasos centímetros de los míos, bien abiertos y achispados por su peculiar locura. No me queda un solo vello recostado. Todos se me han puesto de punta.

—Definitivamente me pateará el trasero —musita una vez se aparta. A pesar de que ha evidenciado un hecho para él desafortunado, ríe como si le entusiasmara la idea.

Tardo más de lo que me hubiese gustado en reaccionar. Cuando lo hago, el corazón aún me azota las costillas.

—¿Qué he hecho en mi vida para rodearme de dementes? —me lamento.

—Deberías estar agradecido por la bendición de mi grandiosa compañía.

—Ya para, por Eón. Y déjame decirte que el que te pateará el trasero seré yo si te atreves a lastimar a Nathan. Lo digo en serio. No me importa que seas mi amigo.

Kuro se echa sobre sus codos y sesga su sonrisa.

—Jamás lastimaré a Nate. Le he tomado cariño. Te doy mi palabra.

Suspiro, no muy convencido de la fiabilidad de "su palabra".

—Y más te vale que uses condón.

—¡Oh! ¿Crees que llegaremos a eso?

—¡No luzcas tan emocionado! Y, conociendo a Nate, sí, lo creo. Cuando se obsesiona con alguien no desiste hasta consumirlo... es como una viuda negra.

—¡Me he ganado la lotería! —Empuña una mano victorioso. Su optimismo es tan grande que hasta logra bajar mis estratosféricos niveles de ansiedad.

Tal vez no es tan mala idea que estos dos flirteen, en especial porque Kuro es un beta y, como beta, sus instintos más primitivos están dormidos. Nathan podrá pasar el rato y aplacar sus hormonas sin mucho peligro, al menos en lo que a salud física se refiere.

—Bien, ya lo decidí. Iremos de compras, pero luego de que rastree a Moon.

—Hermano, nunca te había visto tan interesado en alguien. ¿Para cuándo la boda? Necesito alcoholizarme.

Me pongo bordó del bochorno.

—Joder, no te traje conmigo para que ventilaras tantas estupideses. Cállate y déjame hacer mi trabajo.

Ignoro su parloteo y me focalizo en el Amarrador de Almas. El anillo de cortejo de Seth, el cual guardé en mi cajonera anoche para no provocar aún más rumoreo de la chusma, nuevamente pesa en mi mano opuesta. Entonces, la ocurrencia de rastrear a Seth empleando el mismo medio ilumina mi mente. ¿Será posible? No lo creo. Incluso Moon está teniendo problemas para dar con su ubicación. Eso sumado a que no se trata de un Amarrador de Almas, por lo que no existiría ningún tipo de conexión mágica que me facilite un rumbo... y que Seth está muerto.

Me tiemblan los labios y mi pecho oprimido me veda el aire cuando desisto. Cierro los ojos rogando que la culpa se ciegue junto con mi visión. Culpa por no haberlo salvado antes y por no saber salvarlo ahora.

La magia no tarda en chisporrotear bajo mi piel cuando me dispongo a encontrar a Moon, enviando una orden-plegaria hacia el astral para que sea mi brújula. Mi anular comienza a sentirse caliente y adormecido, así como si me lo hubiese golpeado, pero sin dolor. Una línea roja brillante toma forma en el abismo negro que veo bajo mis párpados. Se extiende hacia el infinito, puesto que el espacio a simple vista "vacío" en el que me encuentro no sugiere tener confines. Es una nada eterna, con la mera irregularidad de ese fino hilo serpenteante.

Lo sigo. Envío mi propio espíritu en esa dirección y experimento un enorme vértigo, como si en lugar de avanzar hacia adelante estuviese en plena caída libre. Luego de unos segundos supersónicos, el entorno se materializa en una escena farragosa por la velocidad; deja de ser nada para convertirse en ciudad, en bosque, en planicie y en más bosque. Voy tan jodidamente rápido como el avión de Moon, pero nada me roza y nada me advierte. Gano seguridad una vez que la dirección se estabiliza, junto a cierto orgullo por mi habilidad e intriga por estar a punto de conocer a los vampiros.

Hasta que el hilo cambia de dirección abruptamente.

Mi espíritu se sacude y pierdo toda la confianza con la misma efimeridad. ¿Qué está sucediendo? Algo va mal. Ya no puedo sentir el prana de Moon al otro extremo. En su lugar, me abraza un presentimiento tétrico.

El calibre del espanto es tal que intento cortar el hilo conductor y regresar a mi cuerpo, pero no existe ningún hilo frente a mí, todo ha desaparecido. Me noto suspendido nuevamente en un abismo, tanto el tiempo como el espacio no tienen cabida aquí, y casi me hundo en la desesperación de no ser porque un suelo milagrosamente sólido me recibe en su superficie terrosa. Soy puro espíritu, pero puedo percibir mi alrededor como si fuese también cuerpo. Poco a poco, un escenario cavernoso y en penumbra se figura en la periferia junto con una cacofonía de ruidos que me espeluznan. No soy capaz de identificarlos por separado. Se siente como si las paredes gruñeran y se lamentaran con múltiples voces, un zumbido constante y grave semejante a un coro de almas en pena. Si le están implorando a alguien, o a algo, realmente no quiero saberlo. Solo necesito salir de esta catacumba horripilante.

Me giro en busca de alguna brecha de retorno, solo para hallar a mis espaldas una... ¿momia?

Algo con forma humana envuelto en montones de retazos de papel garabateado y raído como viejos pergaminos está levitando siniestramente a solo unos metros de mí, rodeado de cinco velas negras llameantes. El fulgor que arrojan es entre azul y violeta y hace que la "momia" flotante brille con un color quimérico. Atisbo una sexta y una séptima vela completando el círculo, que a simple vista parece abierto precisamente porque dichas velas no tienen llama y apenas se advierten en la oscuridad.

Por encima del sujeto envuelto, un entramado de líneas violetas forma en el aire una estrella que, asumo, está incompleta. Tiene cinco puntas, pero hay espacio para dos puntas más y esos mismos espacios vacíos se corresponden a los que ocupan las velas apagadas más abajo. Todas las pequeñas incógnitas que deambulan por mi cabeza se juntan en un enorme signo de interrogación.

¿Dónde demonios he llegado? ¿Moon estará por aquí? No, no lo siento cerca. ¿Pero por qué el Amarrador de Almas me ha traído hasta aquí? ¿Quién es esa momia? ¿Es un lycan? ¿Un humano? ¿Ninguno de los dos? ¿Está vivo? No es que tenga algo personal contra esa cosa, pero en verdad espero que esté muerta... ningún lycan o humano podría respirar con ese montón de papel encima, por lo que si realmente está viva... me entra el terror. ¿Y si es un vampiro?

Me alejo en el instante en que mi gran desconcierto adquiere un matiz vampiresco. Y por si mis cojones no estaban aún lo suficiente empequeñecidos por la cobardía, un par de diminutos círculos aparecen brillantes hacia mi derecha en las tinieblas. Luego otro par, y otro, y otro, hasta que al menos una centena de pequeños orbes salpican los alrededores como estrellas en el cielo nocturno. Solo que en lugar de blanquecinos, son todos naranja chillón.

Oh. Estoy frito.

Los cientos de ojos comienzan a acercarse hasta que sus desagradables cuerpos flacuchos alcanzan la luz temblorosa de las velas.

Estoy... rodeado de vrykolakas.

No sé si esos colmillos podridos pueden devorar espíritus además de carne, pero supongo que estoy a punto de averiguarlo.

Alfa, ¿qué hago? ¿cómo te pido ayuda si no tengo voz?

No debería haber usado magia sin su supervisión, y menos teniendo la experiencia de arruinar la mayor parte de mis emprendimientos. ¡No! Joder, tengo que pensar en una forma de escapar, luego habrá tiempo para lamentarme. Inspecciono el lugar una vez más, evitando mirar a los ojos a los vrykolakas, que más que agresivos se muestran curiosos por mi presencia. ¿Podrán verme?

Si tan solo supiera dónde carajos me encuentro, sería más fácil elevar una súplica al astral o pedirle a algún ser mágico que me saque de aquí. Necesito una indicación, una pista, algo que me ayude a orientarme, pero todo se halla sumido en una espesa negrura y los vrykolakas me han asediado. El único camino libre es el que lleva a la momia. Pero no quiero acercarme a ella... joder, ¡en serio que no quiero hacerlo!

Avanzo de igual manera, sintiéndome más descompuesto con cada centímetro que hago desaparecer entre la momia y yo. Entro en la amplia superficie que la estrella incompleta cubre desde arriba y la veo resplandecer sobre mi cabeza. Da la impresión de estar hecha de rayos láser. Reprimo la curiosidad por tocar una de sus franjas y continúo avanzando hasta quedar frente a la momia. Sus proporciones están dentro de lo que podría considerarse lycan, o humano. Compruebo que verdaderamente está flotando al no detectar ningún tipo de cuerda o asidero que lo sostenga, aunque en el proceso algo capta mi atención. Una lápida, justo por debajo del cuerpo empapelado. Es pequeña y la maleza ha trepado por ella hasta casi engullirla por completo, pero lo que lleva grabado quedó expuesto de una manera tan clara que cualquiera pensaría que la planta ha evitado ocultarlo a propósito. Mi desconcierto arrecia cuando leo la singular inscripción.

A B R A K A D A B R A

A B R A K A D A B R

A B R A K A D A B

A B R A K A D A

A B R A K A D

A B R A K A

A B R A K

A B R A

A B R

A B

A

¿Abrakadabra?

Oigo un leve chasquido y cuando alzo la vista, la momia tiene la cabeza ladeada. Una sonrisa alba inmaculada asoma entre los retazos de pergamino, indiscutiblemente orientada hacia mi posición.

¡Hostia pu...!

—¡Hazel!

—¡Joder! ¡Qué puto susto! —chillo ante el rostro demudado de Kuro.

Volteo la cabeza de izquierda a derecha visualizando nada más que el cuarto de Moon mientras palpo insistentemente el edredón sobre el cual me hallo sentado.

He vuelto a mi cuerpo.

Kuro tiene mis brazos sujetados, debe de haber estado zamarreándome.

—¿Qué coño estabas haciendo? ¡Tu mano se ha puesto negra!

—No... no tengo idea —confieso.

Efectivamente, la mano en la cual llevo el Amarrador de Almas está tiznada. Y duele. Duele jodidamente mucho, como si la hubiese sumergido en aceite hirviendo durante quince minutos. Trato de mover mis dedos tiesos y sangrantes sin éxito. Mi amigo se escandaliza, llevándose una mano al cabello para peinarlo hacia atrás en un gesto de desespero.

—Moon me pateará el trasero —reitera, ahora sin la menor duda.

—¿Casi muero y a ti te preocupa que Moon te patee el trasero?

Y algo me dice que nos lo pateará a los dos.

—¡¿Cómo que casi mueres?!

—¡Que no lo sé!

Pero no exagero. Esa sonrisa macabra me prometía cosas peores que la muerte.

¿Qué fue todo eso? Oh, mierda... el alfa se gastó la lengua repitiéndome que no se me ocurriera usar magia en su ausencia. No quiero pensar en lo cabreado que se pondrá si se entera que me he quedado manco por desobedecerlo.

Mi móvil comienza a vibrar en el bolsillo de mis bermudas. Pierdo color incluso antes de cerciorarme el nombre del remitente en la pantalla. Me muerdo el labio al atender.

—¿Mo...?

—¡¿Estás bien?! ¡¿Qué ha pasado?! —Su ansiedad me constriñe el estómago al avivar mi culpa. Además, no solo me intimida su furia, también estoy avergonzado por distraerlo de su trabajo.

Era obvio que se enteraría instantáneamente si me atrevía a usar magia. Es mi Arcano.

—S-Sí...

Por Dios, no me mientas. El ruido mágico que perturba nuestro lazo es colosal. Hazel, ¿qué demonios hiciste?

—No... no sé —respondo con sinceridad y una cuota de arrepentimiento en mi voz que le hace resollar sonoramente.

—Estoy yendo. Mierda... hazme el favor de quedarte quieto, no te muevas, no hagas nada, ¿puedes? Te lo suplico.

Corta sin darme la oportunidad de pedirle disculpas. Clavo los dedos de mi mano sana en mis rodillas, nervioso por la tormenta que se avecina. Sin embargo, un trasfondo de alivio y alegría la ameniza. Ahora sé que él se encuentra bien, incluso volverá al castillo... conmigo.

Kuro farfulla algo sobre que se irá a dar una vuelta antes de que el alfa lo vea, pero que se quedará haciendo de guardia y dándome primeros auxilios hasta entonces. Por mi parte, vuelvo sobre la naturaleza extrañamente necesitada y posesiva de mis pensamientos. Mierda, esto está escapándose de mis manos.

Durante la nada dulce espera, ambos examinamos mi mano carbonizada y resolvemos que no tiene solución. La idea de curarla con magia me tienta, pero no quiero provocarle ningún paro cardíaco o subida de presión a Moon.

Tras quince minutos en los que me aguanté a duras penas el dolor, nos dirigimos a una de las tantas salas de ocio del castillo. Moon irrumpe junto a Ouran momentos después de que Kuro huyera tras advertir por la ventana que el Mustang amarillo aparcaba en el estacionamiento.

La expresión hosca de mi Arcano se cae a pedazos cuando se percata de las pésimas circunstancias de mi mano, revelando una mirada endeble y opaca. Se abstiene de hablar en tanto me cura. Yo sigo su ejemplo, limitándome a evaluar su aspecto para descartar daños. Me encuentro con un importante inconveniente, porque no tengo idea de cómo ver más allá de eso, más allá de lo físico, a pesar de que, como su Cadena, el echar un vistazo a su alma debería serme una tarea simple y natural, espontánea. Muy por el contrario, Moon es el desafío más complejo y enigmático con el que me he encaprichado.

Me remuevo incómodo por haber degradado nuestro vínculo al estatuto de capricho. Mi instinto discrepa, insistiendo dogmáticamente en lo erróneo de mi actitud, pero yo permanezco anclado en el "es mejor así". Mientras más instrumental sea nuestra relación, menos posibilidades habrá de que sentimientos y afectos problemáticos hagan de nosotros un desastre.

Moon se me ha quedado viendo con una de sus expresiones de piedra insensible, tomándome desprevenido mientras lucho conmigo mismo. Reúno coraje para sostenerle la mirada, pero el calor en mi rostro y en mi pecho me obliga a retroceder. Mi mano ya no duele, ha recuperado el color lechoso de mi piel, aunque ese dolor, en lugar de desaparecer, parece haberse reencausado directo a mi corazón.

—Dame una sola razón para no volver a encerrarte en una habitación con un encantamiento de bloqueo energético hasta que yo regrese —dice juicioso. No me tomo en broma su dictamen, realmente piensa concretarlo.

—¡Solo quería saber dónde estabas! ¡Estaba preocupado por ti!

Mi defensa pinta un infierno en sus ojos.

—¡No tienes que preocuparte por mí! ¿Entiendes? —Me sujeta bruscamente de los hombros—. Quita esa estupidez de tu cabeza. Si quieres ayudar, comienza por no pasarte mis palabras por los cojones.

Mi boca se pliega como acordeón y tiembla. El matiz intransigente en su rostro me genera cierta aprensión. Tiempo atrás, un exabrupto así me habría lanzado salvajemente contra su cuello sin ningún tipo de mediación consciente, pero ahora morderlo con rebeldía me parece un gesto demasiado anodino. Mi cuerpo exige que me arroje sobre él, pero para montarlo como si no hubiese un mañana, para que su polla se entierre en mis entrañas hasta que nuestros límites se desdibujen.

Retrocedo altanero, zafándome de sus manos con una mueca iracunda.

—Sigues siendo un patán, después de todo.

—Oh, ¿soy un patán por intentar protegerte? —bufa con una sonrisa sardónica.

—¿Crees que me proteges dejándome al margen y ocultándome cosas?

—Hago lo mejor que puedo, omega.

—Yo también hago lo que puedo, alfa —sollozo, sin poder retener más la angustia.

¿Cómo se supone que no me preocupe por él? ¡Joder! Ahí están esos puñeteros sentimientos de los que hablaba. ¡Esto apesta!

Un soplo de aire sale lentamente de entre los labios de Moon. Apoya el talón de su mano sobre su entrecejo hasta que se digna a soltar un "lo siento".

—No llores —prosigue apesadumbrado.

Su mano atina a acariciar mi cabeza, pero la esquivo tozudamente. Un puchero pronunciado arruga mi barbilla y me resta dignidad, pero soy incapaz de reprimirlo.

—Hazel...

—¡Cállate y vete! —No quiero que se vaya, y si se va, me voy a cabrear aún más.

Un silencio se extiende luego de mi rabieta. Como estoy mirando hacia otro lado, ofendido, comienzo a creer que se ha marchado junto a Ouran, que se había quedado aislado del pleito, de pie al lado de la puerta. No obstante, dos brazos largos y robustos me rodean por detrás y me dejan con la espalda enterrada en un abdomen firme.

—Si te digo dónde guardo a los vampiros, ¿dejarás de llorar? —susurra cerca de mi oído. Los vellos de mis brazos se ponen de punta con deleite.

Estoy enfadado y triste, pero es una oferta demasiado buena para desperdiciarla por mi orgullo. Asiento, dejando a mis lágrimas secarse y aprovechando lo a gusto que me encuentro cobijado en su abrazo.

—Bien... pero primero deberás prometerme que no te acercarás a ese lugar, y luego me contarás qué cojones hiciste para que tu mano acabara calcinada.

Asiento nuevamente, ahora de mala gana porque me cabrea la primera condición.

Le relato lo ocurrido a detalle una vez nos acomodamos en el sofá de la sala. Ouran nos acompaña, aunque lo noto más callado de lo usual, inmerso en su propio mundo. Moon hace aparecer un bloc y un bolígrafo con un chasqueo de dedos para que plasme allí lo que presencié. Esbozo rápidamente a la momia, la estrella incompleta y el grabado que llevaba la lápida a la par que le describo el lugar. Me reconcome el silencio de Moon cuando acabo mi relato, pues se ve tan desorientado como yo en su momento. No es lo que esperaba de alguien que suele tener la respuesta a todo. Analiza mis dibujos durante varios minutos con dos colinas prominentes en su entrecejo.

—La estrella... ¿se veía así o las has dibujado horrible?

—¡Era así! —ladro mosqueado.

—Un Elven inconcluso... —musita meditativo—. Generalmente este tipo de glifos se utilizan para invocación o sello, pero nunca había visto uno incompleto, al menos no activo. Si una parte es borrada, lo esperable es que deje de ser funcional.

—Elven... leí algo sobre ello. ¿No es la estrella élfica?

Moon asiente.

—La magia de los fae es muy poderosa. Este símbolo especialmente recibe energía de los siete planetas regentes, por lo que se utiliza en rituales de gran envergadura.

—¿Y por qué le faltaban dos puntas? Tal vez dos de los planetas estallaron —discurro. Moon me observa como si hubiera dicho una idiotez—. ¿Qué? Solo quiero ayudar —me defiendo avergonzado.

Él sonríe y su maldito hoyuelo me deja en colapso cardíaco.

—Tus acotaciones son muy tiernas.

Sus ojos se deslizan de mi rostro caliente a la pirámide de letras de la otra página.

—¿Y eso? —indago—. ¿Qué significa?

—Esto... ¿dices que estaba escrito en una roca?

—Sí, parecía una tumba.

—Abrakadabra... un antiguo hechizo de maldición. Solían utilizarlo las brujas de Tesalia, pero un día simplemente se volvió nulo. Su significado sigue siendo un misterio, aunque apuesto a que no dice nada bueno. —Echa otro vistazo al dibujo de la momia antes de soltar el bloc—. Lo que más me preocupa es cómo carajos llegaste a ese lugar.

Coge mi mano para escrutar el Amarrador de Almas.

—Esto es una conjetura —continúa—, pero puede que al usar magia negra se te hayan abierto planos del astral ocultos o prohibidos. Dichos lugares atraen brujos como imanes y pueden interponerse en un viaje astral cuando hay un pobre control mágico por parte del usuario. El daño corporal evidentemente fue provocado por una sobrecarga de energía de los planos bajos. Pero...

—¿Pero?

—Es una extraña casualidad que hayas caído a un sitio lleno de vrykolakas.

Me da un repeluzno al recordar la situación.

—Y esa momia me sonrió, como si le divirtiera mucho mi desgracia, jodida mierda. Casi me cago del susto.

Mi Arcano cierra los ojos y vuelve a presionar su frente. El agotamiento le ha dejado pálidos los labios.

—Debo investigar esto —dice mecánicamente. Arranca las hojas con mis bosquejos y se pone de pie.

—¿A dónde vas?

—Tengo que regresar al cuartel.

—¿Otra vez? ¿No puedes ir mañana? —También me incorporo, más dispuesto a bloquearle la salida con mi cuerpo que a dejarlo ir.

—No si quiero que haya un mañana.

—¿De qué sirve que haya un mañana si tú no estás en él?

Me doy cuenta de que eso ha sonado extremadamente cursi y poético cuando ya es demasiado tarde. El bochorno me rebalsa y juro que sale hasta por los poros de mi piel. Por supuesto, la jovialidad se engancha a las comisuras de la boca del alfa y las levanta en una sonrisota estúpida.

—¿Uh? ¿Acaso me quieres en todos tus mañanas? —se regodea, abrazándome por la cintura.

—¡No es lo que quise decir! —bufo, pero no lo alejo—. M-Me refería a que estás preocupándote demasiado en el futuro de los demás, pero no en el tuyo.

—No pienses que soy tan amable como para inmolarme por los demás. Pero por supuesto que lo haría por ti. Pequeño, te prometí un futuro en el que puedas vivir en paz. Déjame cumplir mi deseo.

Otra vez ese cariño infundado.

—¿Por qué eres así conmigo? ¿Tenías alguna deuda con mis padres?

—Me devolvieron la felicidad, siempre estaré en deuda con ellos, no importa lo que haga. —Entibia mi frente con un beso y me deja ofuscado cuando marcha hacia la puerta, con Ouran apresurándose por detrás.

—¡Alfa! ¡No me dijiste dónde queda el cuartel!

Moon se detiene y Ouran casi colisiona contra su espalda. En verdad parece un cachorrito fiel.

—Inmediaciones de Slaugh —revela, mirándome por sobre su hombro—. Por el sendero que atraviesa el bosque Empyria.

Anoto la dirección en mi memoria, por si acaso. Le prometí que no me acercaría, pero nunca antepondría una irrisoria promesa a su bienestar. Si llego a enterarme que algo le sucede...

—Gracias... y cuídate.

—Eso debería decirlo yo, mi amor.

Cuando se retira, me arrojo al sillón con las mejillas entumecidas y sonrosadas por mi sonrisa. Luego hundo el rostro en un cojín y chillo, frustrado conmigo mismo. ¡Ya me parezco a Nate! Aunque, ¿qué tan mal puede estar aferrarse a un solitario granito de alegría en un arenal de pesimismo? Después de todo, solo estamos sobreviviendo.





¿Qué les ha parecido el cap? Hipotesis? Dudas? Nada? bueno. Hice un dibujito, se los muestro y me retiro nuevamente a las tinieblas.

PD: recomiéndenme historias Larry uwu

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