☽ Capítulo 17 ☾

Llegamos de madrugada a Arvandor. Tanto el pequeño Gil como Erice y Srinna estaban por el quinto sueño, por lo que no tuvimos mayor recibimiento que el del clima templado y el singular cielo estrellado dándonos una afable bienvenida. Moon me obligó a ir a descansar a mi cuarto, y lo intenté, pero no sé en qué momento comenzó a darme pánico quedarme solo y cerrar los ojos. Bajo mis párpados la gente no deja de morir y los monstruos de rugir, como si algún brujo malvado hubiese pintado en ellos una fiesta del Infierno en una escena eterna que no avanza hacia ningún desenlace. Solo se repite en un bucle desesperante.

Ya estaba mentalmente agotado y sudoroso cuando decidí escindir el martirio, depositando una parte en mi cuerpo al comenzar mi rutina de pesas en el gimnasio. Moon se reunió conmigo a mitad de la mañana, luego de tratar con los asuntos de gobierno que le han retocado el smokey eyes natural de sus ojeras.

Casi no hemos hablado desde ayer. En verdad, casi no he hablado con nadie. Mientras más se empecinaban mis amigos en darme su palabra de consuelo, más asco sentía de mí mismo, al punto de que las náuseas volvieron a ser mi satírica compañía. Así que todos dejaron de intentar hablar conmigo, y también me dejaron solo, lo cual no me provoca asco, pero si terror. Estoy a punto de preguntarle a Moon sobre algún terapeuta cuando Gil irrumpe en el gimnasio, en pijama y con su conejo de peluche bajo su brazo. Se lanza como proyectil a los brazos del alfa y luego, para mi sorpresa, a los míos. Sus bracitos me envuelven con fuerza, bastante fuerza, denotando su complexión de alfa. Le doy unas palmaditas en la cabeza con un nudo en la garganta al recordar lo que Moon me contó sobre su familia. Gil me suelta repentinamente con su boca formando una O, como si acabase de tener una epifanía.

—¡Tío Rae! ¡Feliz cumpleaños!

Mi boca se ovala como la de Gil hace un momento. ¿Cumpleaños? Observo inquisitivo a Moon mientras Gil vuelve a abrazarlo. Me sonríe y mis latidos se descompasan.

—Venga, ya son suficientes abrazos por hoy  —le dice al pequeño, aunque no trata de quitárselo de encima realmente —. ¿Me has preparado pastel?

—¡Lo prepararé ahora! No sabía cuándo ibas a llegar, así que... lo siento...

Gil se apoca por no haber tenido el pastel listo. Es una monada.

—Me gusta cuando está recién hecho. Ve, que tengo hambre y Hazel también —le anima Moon —. Él nunca ha probado tus pasteles, estoy seguro de que los amará.

—¡Oh, es cierto! Tío Haz, ¿qué tipo de pastel te gusta?

—A-Ah... —balbuceo, afectado por el apelativo—. ¿No deberías preguntarle a Moon? El cumpleañero debe elegir el pastel...

—¿Moon? —repite el pequeño, confundido—. ¿Te refieres a Rae? Ah, no te preocupes, ¡puedo hacer dos pasteles! A Rae le gusta el de vainilla con crema y fresas, ¿y a ti?

Moon me está mirando con una expresión eminentemente rijosa, con las puntitas de sus colmillos visibles entre sus labios curvados y los ojos en ranuras. No puedo hacerme una idea de qué demonios está pensando, pero tengo por seguro de que este alfa ardería en llamas con solo una gota de agua bendita en su piel.

—A mí me gusta... la crema, también... 

Gil chilla algo sobre que hará dos pasteles de crema, pero toda mi atención se concentra en las pupilas dilatadas de mi Arcano. Es algo hipnotizante.

Erice aparece entonces y estropea el limbo lujurioso en el que me he embobado. Resollo fastidiado por el rumbo inaceptable de mi mente y tomo las pesas para iniciar una segunda serie de ejercicios en tanto mantengo la oreja puesta en la conversación a mi lado. La omega me saluda y felicita a Moon por su cumpleaños. Luego le tiende lo que alcanzo a distinguir como una carta y Moon se pellizca el puente de la nariz.

—Joder. Lo único que me falta —gruñe.

—Esta vez no puedes hacerte el tonto. Ya todos saben que has traído a Hazel a Arvandor.

—Lo sé... él tiene que conocerlos también. Y en estas circunstancias...

—Tendrán que trabajar juntos —le completa la frase Erice.

—Creo que sería más viable aliarme con los vampiros que trabajar junto con esos gilipollas.

—Raegar...

—Luci está esperando la mejor oportunidad para clavarme su tridente en el culo. Ya lo hizo una vez con Ouran, mierda, aún se espanta cuando ve un tenedor.

—Te llevas bien con Taro... y la reunión será en su manada.

—Sí, por supuesto, pero a Taro no le interesa nada que no sea meter el pene en el culo de su omega. Dudo que le importe ver el mundo arder mientras tenga la polla calentita.

—Oh por Dios, no seas tan grosero —dice indignada Erice—. Después le preguntas al niño dónde aprendió a decir guarradas.

—¿Qué es una polla? —quiere saber Gil.

—La esposa del pollo, cariño. Vamos, dejemos a estos dos entrenar en paz.

Erice se lleva a Gil para salvaguardar su candidez y yo me arrimo al alfa para comenzar mi interrogatorio.

—¿A quién tengo que conocer?

—A tres pares de cabrones. Bueno, a dos, en realidad, el tercero no es tan malo. —Se entretiene sacándole brillo a la empuñadura de su espada. Suspiro. Ya se me está haciendo costumbre el tener que arrancarle laboriosamente la información.

—Y esos pares de gilipollas son...

—Arcanos y Cadenas. —Ya lo presentía, pero aun así se me revuelve el estómago de los nervios. Moon continúa hablando—. Quieren que nos reunamos dentro de una semana para conocerte y discutir sobre nuestra inexistente estrategia para salvar la raza. En fin, un dolor más en el culo.

—¿Por qué te llevas mal con ellos? —Aunque sería más preciso preguntar por qué coño se lleva mal con todos.

—Eso es algo... complicado de responder.

—¿Ya empezarás con las evasivas? Joder...

Moon lanza la espada al suelo y me jala hacia su regazo.

—¡¿Qué haces?! —ladro. Su frente apoyándose en mi hombro me desconcierta, y al final acabo lanzando otro suspiro y quedándome quieto para no generar más fricción inoportuna.

—La mayoría de ellos no está de acuerdo con que sea líder... y tampoco con mi condición de Arcano —devela.

—Eso es estúpido. Es decir, no es algo que tú hayas elegido, simplemente es lo que te tocó.

—Lo sé, pero eso no significa que ellos estén contentos con el destino.

Aprieto los dientes por la inopinada rabia que restalla en mi interior. ¿Por qué? ¿Qué sucedió para que lo rechacen tanto? La duda me deja en vilo, pero tampoco quiero preguntarle algo tan rudo de golpe, teniendo en cuenta que apenas conozco a Moon.

—Tú... ¿estás bien con ser un Arcano? —pregunto en su lugar. Pasa un momento hasta que responde.

—Estoy bien. Si no lo fuera, no habría tenido la suerte de tenerte a mi lado.

—Es impresionante como pasas de ser un Johnny Sins a un Víctor Hugo en un lapso tan corto de tiempo.

Moon ríe y me agito junto con su cuerpo.

—¿Cuál te gusta más?

—Adivínalo, alfa —lo incito. Levanta su rostro y lo deja a centímetros del mío.

—Ahora estás bien rojo, mi amor. Así que creo que no importa realmente si soy el poeta o el actor porno, porque has caído por los dos.

—N-No he caído, capullo. Solo me pone nervioso que invadan mi espacio personal. —Y su sonrisa zorruna me está derritiendo—. No me dijiste que era tu cumpleaños... feliz cumpleaños —improviso para desviar el tema.

—Fue ayer, y gracias.

Vaya día de mierda fue su cumpleaños.

—Oh... no tengo regalo, ni sé hacer pasteles. Lo lamento.

—Me diste un magnífico regalo durmiendo quince horas en mis brazos. —Me besa la sien—. No era tan feliz desde el día de tu nacimiento. Gracias.

—A-Ah... —No sé qué responder a eso. Se me ha enredado el cerebro y me siento demasiado cohibido.

—Hazel...

Por las dudas miro hacia otro lado.

—¿Hm?

—Deja de sentirte culpable por lo que sucedió ayer. Sé que estás triste, siento tu dolor cada vez que respiro. Debes haber oído que amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior¹.

Una lágrima fluye por mi mejilla.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que lo olvide y ya? Cómo crees que puedo hacerlo, si las muertes se repiten en mis sueños, se repiten mientras estoy despierto, se repiten todo el tiempo —manifiesto quebrado.

—Se repiten porque eres un pequeño masoquista. Deja de culparte por las desgracias que el destino elige para cada uno.

—El destino de Pyna lo elegí yo.

—No, omega, tú elegiste cuidarme, no matar a Pyna. Hay vidas más valiosas que otras, y es así para todo el mundo.

Trato de reprimir el llanto, pero a cada palabra del alfa más imposible se me hace.

—¿Realmente puedo ser tu Cadena? Solo seré un estorbo.

—Nuestro trabajo también es cuidar de nuestro compañero. Pequeño... ni siquiera te imaginas lo que estoy dispuesto a hacer por ti. Así que... no te aflijas. Vale, puedes afligirte, pero recuerda que te necesito. 

Asiento y hesito antes de realinear nuestros ojos. Los suyos guardan aquello que "no me imagino" entre sus vetas de rubí. Me da miedo, pero también siento un afán enfermizo por que me lo demuestre.

—Esta tarde quiero llevarte a un lugar —me informa, soltando mi cintura para que prosiga mi entrenamiento.

—Haré unos trabajos de la universidad con Kuro, pero estaré libre para después de las seis.

—Bien. Te veo al almuerzo. Seguiré rastreando a Seth, y tengo que hablar con Zydian. —Moon se incorpora cuando me quito pesarosamente de sobre sus piernas.

Zydian es el general del ejército de Arvandor. Lo he visto algunas veces por el castillo y luce tan señorial como su nombre y tan sobrecogedor como su nombramiento. Dejando de lado la apariencia imponente de Zydian, me inquieta que Moon tenga que hablar con quien comanda su ejército. ¿Para qué puede servir un ejército si no es para la batalla?

—¿Ha sucedido algo con los vampiros? —inquiero.

—Atraparon a dos rondando cerca de nuestra barrera mientras estábamos en Nikerym.

—¿Qué? ¿Lastimaron a alguien?

—No... y tampoco opusieron resistencia cuando fueron sometidos, lo cual es aún más extraño.

—¿Los tienen aquí? —Moon asiente—. ¿Eso no es peligroso? Tal vez es exactamente lo que buscaban, entrar aquí...

—No es algo que no hayamos tenido en cuenta, pero los vampiros llevan años desaparecidos. Si era su plan o no entrar, realmente no importa mucho, al menos ya tenemos un indicio, e incluso rehenes que pueden darnos información. Obviamente están custodiados, inmovilizados e impedidos de usar magia, no te preocupes.

Es inevitable no preocuparse, especialmente porque me da mala espina. Mi sexto sentido se alborota con solo pensar en esas criaturas del demonio dentro de Arvandor.

—Solo ten cuidado —digo con timidez.

Moon me sonríe por sobre su hombro antes de desaparecer por la puerta.

Presiono mi frente y prenso los párpados para escapar del atosigante dolor de cabeza al menos por un momento antes de pasar al próximo ejercicio de piernas.

Estoy algo desconcertado cuando veo el cartel de "veterinaria" frente a nosotros.

—No me digas que estás enfermo —bromeo. Moon arquea una ceja y me empuja dentro de la veterinaria sin brindarme explicaciones del por qué me ha traído a este lugar.

Un señor de rostro bonachón nos recibe amablemente, presentándose como "Blend". Pronto nos conduce a la zona trasera de la clínica. Entramos a una habitación impregnada de olor a antiséptico que me lleva a contemplar a la "paciente" que se encuentra tendida sobre la camilla metálica. Es una linda samoyedo, tan blanca y pomposa como un copo de nieve.

—¿Qué le pasa? —pregunto al ver que se encuentra anestesiada y monitoreada.

—Distocia por inercia uterina secundaria —me informa el veterinario—. La camada es numerosa y ella tuvo una lesión de cadera en el pasado, por lo que un parto natural sería riesgoso.

—Ya veo, le harán cesárea entonces... —deduzco, observando a Moon confundido.

—Nosotros ayudaremos a su recuperación —esclarece—. Por eso te traje aquí. Usaremos magia de curación.

Abro la boca emocionado, una sorpresa que pronto se convierte en sonrisa.

—¡S-Sí! Pero... ¿estarás bien?

—Será fácil. El animal no tendrá una herida grave y está bien controlado, por lo que no hay necesidad de hacerlo rápido ni utilizar mucha energía del astral. ¿Estás listo?

—Claro —afirmo.

El veterinario llama a uno de sus ayudantes y comienzan con la intervención. Mientras tanto, Moon me da algunas indicaciones y me adelanta sobre lo que posiblemente voy a sentir durante el momento en el que estemos conectados. No se oye complicado, pero estoy nervioso. Será mi primer trabajo como Cadena, y como tal, tengo que regular el flujo de energía que Moon posteriormente operará.

Blend y su ayudante omega hacen la incisión y comienzan a sacar los cachorros. Me sudan las manos a medida que los pequeñísimos perritos son extraídos del vientre de su madre, y exhalo temblorosamente cuando es el turno del último y doceavo cachorro.

—Vaya, verdaderamente tiene una familia numerosa —apunta Moon. Quisiera acotar algo, pero estoy tieso y pálido como una tiza.

—Me compadezco un poco por ella —comenta el ayudante. Debe de rondar mi edad—. Yo tuve cuatro en mi primer parto, y los cuatro querían amamantar al mismo tiempo. Fue caótico... si uno lloraba, el resto lo imitaba. Hasta parecían ponerse de acuerdo sobre cuándo hacerse encima.

Ni siquiera me he dado cuenta del momento en que se me ha formado una expresión horrorizada. Me avergüenzo al instante, aunque me siento un poco mejor cuando veo que el rostro de Moon está igual de contraído.

—¿Cuatro y de una sola vez? Wow, es una tremenda hazaña —Moon ríe.

Yo me pregunto cómo le cabían cuatro crías en esa barriga. Su contextura es muy similar a la mía, pero yo he llegado a pasar todo un día en cama por sentirme hinchado luego de comer demasiado. Definitivamente no podría cargar ni con un cachorro.

—Lo es, pero me hacen muy feliz. —Una sonrisa se adiciona a las palabras del ayudante—. Además, ahora agradezco haber tenido tantos... la verdad es que ya no he vuelto a quedarme embarazado a pesar de haberlo intentado... y bueno, creo que tampoco sería lo más conveniente en estos tiempos.

Puedo dar fe de ello, aunque me quedo callado. No quiero pensar cosas que luego me depriman y entorpezcan nuestra tarea.

Blend finalmente nos avisa que podemos empezar. Tomo la mano de Moon y nuestros canales energéticos se enlazan, ocasionándome un suave mareo que disminuye al poco tiempo. Mi Segunda Vista se activa y soy capaz de percibir los distintos tipos de energía fluyendo, nuestros pranas, el de los veterinarios, el de la perra y sus cachorros, que han sido colocados sobre una colchoneta con toallas en el piso. La vibración en mi interior crece cuando Moon se prepara para cerrar la herida, posicionando su palma a unos centímetros de la misma.

—Hazel, ¿puedes ver la energía que te rodea?

—Puedo, pero... ¿cuál debería usar? —El primer paso es absorber la energía del astral, pero no puedo identificar ninguna energía "celeste, magnética y poderosa" en ningún lado.

—Aún no abro el acceso al astral. Ahora me encargaré yo, pero luego tendrás que ocuparte tú, así que presta atención... no solo con tus ojos, también con todo tu cuerpo y espíritu.

Asiento y me concentro en nuestra conexión. El prana de Moon rutila y parpadea. Acto seguido, se expande. Así como una bomba cuando estalla, pero con menos violencia. En cuanto queda desperdigada su energía por la habitación, otra distinta penetra por las paredes y me eriza el vello.

—¡La veo! —Y no solo la veo, también me siento atraído hacia ella como una abeja al polen. La energía celeste se mezcla con el prana violeta de Moon.

Ha llegado mi turno.

—Ahora haz lo tuyo. Tranquilo, te saldrá naturalmente.

Aprieto fuertemente la mano de mi Arcano y frunzo el ceño cuando me concentro en manipular la energía que tengo a mi disposición. Casi chillo cuando noto que mi cuerpo empieza a "chupar" el batiborrillo de colores que flota en el ambiente. Es un poco cosquilloso, y muy, muy vigorizante.

—Lo estás haciendo bien. Cuando te sientas lleno, así como si hubieses bebido suficiente agua, dejas de absorber.

—Vale... —La energía sigue entrando en mí como vapor; es etérea, pero no lo suficiente como para no ser tangible. Cuando siento que me cosquillean hasta las puntas de mis dedos, detengo la absorción—. Creo... que ya está.

—Perfecto, Hazel. Ahora solo tienes que transferírmela, poco a poco. Identifica el canal energético que nos une y reconduce la energía hacia él.

Eso se me complica. Percibo la unión con mi Arcano, pero es difícil hallar el punto justo para deslizar la energía cuando hay tanta fluyendo dentro de mí.

—Cierra los ojos, te ayudará —me aconseja Moon.

Obedezco y uno los párpados. Aunque más que quedar ciego, es como si mis ojos se hubieran girado hacia dentro. El proceso dinámico que ocurre en mi interior se vuelve claro y detecto rápidamente el empalme por el cual hacer circular la energía. Con un pensamiento, todo se reordena y encamina hacia dicho canal. Cuando abro los ojos, el cuerpo de Moon brilla con una suavidad parsimoniosa y su sonrisa es estratosférica.

—Estoy orgulloso de tí.

Me sonrojo y sin querer le envío más energía de la necesaria. Las comisuras de su boca se crispan, pero no decaen.

—L-Lo siento...

—Calma, lo estás haciendo maravillosamente. Ahora mira.

Mis ojos brincan al resplandor morado de su mano y se humedecen por el alivio de ver el corte de la cesárea sanar, pero fundamentalmente porque Moon no está sufriendo daños.

Su magia es armoniosa y me siento campante por ser yo quien intercede para que así sea. Transcurren alrededor de dos minutos hasta que la herida desaparece, dejando en su lugar una finísima cicatriz en la pancita rosa de la perra.

Los dos veterinarios aplauden asombrados, debe ser su primera vez contemplando algo así. Sonrío con timidez y aguardo la próxima indicación de mi Arcano.

—Bien, ya puedes liberar la energía. ¿Recuerdas lo que te expliqué?

Hago un gesto afirmativo y corto el caudal energético hacia Moon. Según él, el paso de liberar no es muy distinto al de absorber. La mínima diferencia se encuentra en cambiar la intención atractiva por la de rechazo. Catectizo ese pensamiento con mi propio prana y a la par la magia marcha hacia atrás, abandonando mis chakras para regresar a la atmósfera y, posteriormente, al astral. Suelto a Moon como paso final. Luego, salto a sus brazos para festejar.

—¡Lo hice! ¡Pensé que iba a cagarla!

—Felicitaciones por tu primera vez. —Moon me rodea con un brazo para oprimirme contra sí.

Cuando nos separamos, los veterinarios ya han desconectado a la samoyedo para trasladarla a otra sala hasta que los efectos de la anestesia desaparezcan.

Me aproximo a los cachorros para tomarles una foto. Nate se volverá loco cuando los vea. Siento el calor de una mano cubrirme el hombro.

—Elige uno. Cuando tenga suficiente edad para despegarse de su madre, será tuyo... oh, vamos, no llores.

Mis labios tiemblan por el esfuerzo de contener las lágrimas, pero ya soy demasiado obvio.

—N-No puedo... estoy... —me sorbo la nariz— estoy feliz... gracias... —No creo que sea exactamente felicidad, pero sí que estoy menos triste que antes. Eso es todo un logro—. ¿Cuál elijo? —dejo salir una risita estúpida—. Son todos iguales...

Son como papas peludas, blanquitas y con un sonrosado morro diminuto. Todos gimotean, excepto uno que se ha quedado dormido. Solo me hace falta verlo bostezar para tomar mi decisión.

Me pongo en cuclillas para agarrarlo con cuidado. Acurrucado cabe perfectamente en mis dos manos.

—¿Qué piensas de este?

El alfa se pellizca la barbilla, pensativo.

—Uhm... creo que es el más perezoso.

—Perezosa —lo corrijo—. Es una hembra.

Le tiendo a la cachorra y él titubea antes de ahuecar sus manos para sostenerla. Ahora parece mucho más pequeña dormitando en las enormes palmas del alfa, que no le cabe más inquietud en su semblante.

—¿Por qué tan rígido? —digo divertido.

—Es demasiado pequeña. Tengo miedo de estrujarla.

—No vas a estrujarla. —Río. La imagen me enternece y dispara un recuerdo—. Sabes... fuiste tú quien me sacó del laberinto.

Moon acaricia la cabecita de la cachorra antes de devolverla junto a sus hermanos. Luego coge un cordel azul de sobre una de las estanterías y se lo ata en la patita delantera para identificarla.

—Hay tres formas de salir del laberinto. Puedes tomar algún recaudo para evitar que la magia alienativa te afecte y encontrar la salida como si vagaras por un laberinto común y corriente. Otra opción es dejarte atrapar por la magia y dominar las alucinaciones. Generalmente es la manera que eligen los monjes para ejercitar su autocontrol y para lograr un conocimiento más profundo de sí mismos. Y la tercera forma...

Me reconcome su pausa. Estoy muriendo de la intriga.

—¿Que otra persona te saque de allí? —especulo.

—Que tu alma gemela te saque de allí —contesta.

Me le quedo viendo patidifuso. Blend y el chico omega entran para llevarse a los cachorros junto a su madre. Moon les informa cuál es el cachorro que hemos elegido mientras yo sigo embobado observándolo, girando alrededor de lo que dijo hasta marearme y quedar en blanco, como si estuviese parado en una tagada descontrolada y sin barandillas.

Cuando nos despedimos de los veterinarios, aún le ando dando vueltas al asunto. Mi cabeza está licuada y no puedo dejar de preguntarme por qué él y no Seth. Quizás un alma gemela no es sinónimo de "el amor de tu vida". O quizás Moon solo está hablando gilipolleces. Le echo una miradita de soslayo mientras vamos en el carro.

—¿Qué sucede, omega? ¿Te sientes decepcionado? —dice de repente.

—Tú no eres mi alma gemela —suelto sin preámbulos—. No estamos enlazados.

—¿Estás seguro?

No estoy seguro.

—No puede ser. Un enlace no se establece del aire, ¿sabes? Apenas sé de ti, no hemos tenido ningún tipo de... de... —me ruborizo—. ¡De contacto íntimo! —Bueno, si lo tuvimos, pero los enlaces generalmente se crean durante un apareamiento, o por un suceso de intensa carga emocional que implique a la pareja.

—¿Estabas enlazado con Seth?

Abro y cierro la boca. Estuvimos muchos años juntos, pero nunca establecimos un lazo. Tenía la esperanza de que finalmente sucediera cuando llegara mi celo y concibiera a su cachorro. Solo que eso no pudo ser.

—Íbamos a enlazarnos... pero...

—Pero tampoco hubieras podido —asevera con aspereza—. Ni preñándote de él.

Ha pasado mucho tiempo desde que me digo a mí mismo que debo olvidar a Seth. Que lo nuestro fue algo hermoso, pero fue. El destino me lo arrebató, y no puedo tenerlo más claro. A pesar de ello, ahora siento un vacío abismal.

¿A Moon le dolería saber que sí me decepciona?

—¿Cómo estás tan seguro de que estamos enlazados? ¿Es porque soy tu Cadena?

—Olvida lo que dije —dice tajante. Sus ojos son hielo carmesí.

—¿Olvidarlo? —rechisto con la voz aguda.

—Solo estaba bromeando. No pensé que te lo tomarías de esa manera.

—¿Me estás diciendo que inventaste lo del alma gemela? Eres un imbécil.

Estoy cabreado. Estoy cabreadísimo porque el día estaba marchando mejor y lo arruinó con su estúpida broma. También me molesta que él luzca más cabreado que yo y que ahora esté mortíferamente callado.

Mi lobo llora y me lanza mordiscos envenenados de resentimiento.

Joder...

Tengo muchas ganas de llorar.

Las esperanzas de que mi ánimo mejore se van finalmente a la mierda cuando llegamos al castillo y veo el adorable y falso rostro sonriente de Mikaela. Kuro y los demás están hablando con él, y por el fervor de sus voces infiero que les ha caído bien. Hasta Lya ha olvidado momentáneamente su mal carácter y ahora ríe despreocupadamente con su nuevo amigo.

Los ojos azul marino de Mikaela se adelgazan inadvertidamente cuando me ve, pero lanzan destellos cuando Moon entra al comedor unos segundos después.

—¡Rae! ¡Al fin llegaste! —Se acerca a él veloz, aunque antes zumba hacia el sofá para coger algo apoyado en el mismo. Tiene una forma fina y alargada y está envuelto con papel de regalo y un moño—. ¡Feliz cumpleaños!

—Oh, ¿y esto? No tenías que molestarte... muchas gracias.

Moon rompe el envoltorio, descubriendo una elegante vaína de espada de colores negro y rojo.

—¿Te gusta? ¡La hice yo! Está reforzada con hechizos aislantes, protectores y armonizadores. Tomé las medidas de Dreaghan para hacerla, así que debería calzarle perfectamente.

Me arrojo al sofá pasando de Mikaela y de su estupendo regalo. Mis ojos traicioneros se mueven solos hacia Moon, que examina la funda con una leve sonrisa. Desenvaina su espada y la reviste con su nueva adquisición, que encaja —como garantizó Mikaela— a la perfección.

—Ya estaba necesitando una nueva, la que tengo se ha desgastado demasiado.

—Lo sé, Rae, ¿olvidas quién te cuida las espaldas siempre? Sé todo de ti.

Oh, parece que no estás haciendo tan buen trabajo como alardeas, Mikaela. ¿Has visto a Moon sangrar por el sobreesfuerzo? ¿Has visto sus ojeras?

—¿Cómo quedó tu ojo? —le oigo preguntarle a Moon. Se pone en puntitas para inspeccionar el rostro del alfa a detalle.

—Perfecto. Mi visión no se alteró. Gracias también por eso, seguramente seguiría tuerto de no ser por ti.

El corazón me da un vuelco. ¿Fue Mikaela quien le curó el ojo? Me cruzo de brazos, incapaz de ocultar mi impotencia.

Nathan se sienta a mi lado y me pasa un platito con pastel de fresas y crema que no le recibo. Toda mi atención está puesta en los otros dos.

—Ah, por cierto... —sigue Mikaela, tomándose las manos tras la cintura—. Ya organicé tu fiesta de cumpleaños. Es mañana.

—¿Qué? —Moon lo mira perplejo—. ¿Fiesta? Mikaela, ¿crees que tengo tiempo para estar de fiesta? Te advertí que ni siquiera pensaras en hacer una estupidez así.

Una sonrisita malvada surca mi rostro.

—¡Pero Rae! ¡Tienes que hacerlo! No eres de aparecer mucho en público y tu gente comienza a exasperarse por la falta de presencia de su líder. Ten en cuenta que casi te hacen un golpe de estado cuando propusiste el programa de anticoncepción para alfas. —Eso azuza mi curiosidad y me hace girarme hacia ellos—. Los ánimos aún no están del todo calmados. Menos con la maldición tocando la puerta de todos. La gente necesita una razón para celebrar, y necesita verte —insiste el omega firmemente.

—Mikaela...

—Solo tienes que estar allí. No tienes que organizar nada ni perder más tiempo que un par de horas en las que simplemente pondrás el rostro. ¿Sí? Esto es por el bien de tu gobierno. Incluso puedes pasarla bien un rato, habrá mucha comida y alcohol.

Kuro lanza un grito de euforia desde la otra punta de la habitación. No soy el único que está de fisgón.

—Joder —bufa Moon—. ¿Dónde piensas hacerla?

—Aquí, por supuesto.

Mikaela ríe mientras Moon se lleva una mano a la frente.

—¡Tienes un salón grandísimo en la parte trasera! —fundamenta Mikaela—. Ni siquiera hará falta que la gente transite por el castillo, los haremos pasar por el jardín directamente al salón.

—¿A cuánta gente has invitado?

—Solo a las familias más preponderantes, a tus generales y demás miembros del ejército, a tus posibles parejas, al gremio de magos, al equipo de reconocimiento, a...

—Por Cerbero, ya entendí. Has invitado a todo Arvandor.

—Bueno...

—¿A qué hora les dijiste?

—A partir de las siete de la tarde.

—Tengo una reunión con la junta educativa a las siete y media.

—No la tienes. También vendrán a la fiesta, por lo que su reunión fue reprogramada para el lunes a la misma hora.

Moon suspira y luego no puedo seguir oyendo porque Nate me está rebosando el pastel en la cara.

—Fosforito, come, estás muy delgado.

—Nate, joder cierra la bocota... ¡Que no quiero!

¿Qué fue eso de "a tus posibles parejas"? ¿Qué hay con seguir buscando a Seth? Jodido alfa promiscuo.

—Hey hermano, espantarás a las chicas con esa expresión de haber pisado mierda —dice Kuro tirándose al lado de Nate, que lanza un gritito por casi volcar el pastel encima de mis piernas.

—¿Cuáles chicas, idiota?

—Las que voy a conseguir mañana en la fiesta. Las chicas de aquí son fogosas —se babea Kuro. Niega con la cabeza y se muerde el labio. El rostro de Nate se ensombrece y desentona con su brillo natural.

—Puede que te metas en problemas si coqueteas con nuestras omegas —opina Erice, que toma asiento en uno de los sofás individuales—. Los alfas te darán una paliza.

—Ni modo, de algo hay que morir.

Moon y Mikaela ya se han ido y no logré escuchar la última parte por culpa de mis amigos gilipollas.

—Oye, Erice, ¿Moon iba a implementar un programa de anticoncepción? —indago.

—Sí, hace alrededor de seis meses... Quería encontrar una manera de detener los embarazos por el alto riesgo que conllevan para los omegas debido a la maldición, al menos hasta encontrar otra solución o entenderla un poco más. Hay un método de anticoncepción para alfas que es completamente inocuo, a diferencia de los inhibidores de celo para omegas.

—Era una gran idea —sopeso.

—Lo era, pero los alfas no pensaron lo mismo. Lo tomaron como un atentado contra su virilidad y potencia sexual y por ello casi intentan derrocar a Raegar. Hubieron grupos que planeaban llevar a cabo un golpe de estado, pero los diluimos a tiempo. Aunque por supuesto, presionaron a Raegar hasta que decidió dimitir el plan.

—Estoy cansado de confirmar que los alfas piensan con el pene —mascullo.

—También hubo muchos omegas que se opusieron. El instinto reproductivo es muy fuerte en nuestra raza, lo sabes. Con aquellos que aún no estaban emparejados no fue tan difícil, pero con el resto fue otra historia.

—Prefieren preñarse y ver a sus hijos convertirse en monstruos caníbales que no preñarse. Mierda, no entiendo. Moon es el líder, debería obligarlos por la fuerza y ya.

—Bueno... él está siendo muy cuidadoso con sus modos, después de... no importa. Si lo hace, probablemente lo tildarán de dictador —expone Erice.

—¿Y qué? Moon ya tiene fama de tirano. ¿Acaso tiene algo que perder?

—Hace años está trabajando sin descanso para que la gente lo vea por como es y no por como lo pintan los rumores. Si recurre a la fuerza, echaría todo lo que ha logrado a la basura.

—Moon no parece ser del tipo que elegiría un genocidio solo para ganar un poco de respeto.

—Tú no conoces a Raegar. No sabes más que la chusma, así que tampoco deberías opinar.

Me quedo anonadado por su respuesta. No estaba buscando pelear, ni mucho menos criticar a Moon, pero debo de haber dicho algo que ha irritado a Erice.

—Hey, no tienes que contestarle así —salta Lyanna, asomándose iracunda al juego de sillones.

Erice hace un suave mohín ante la regañina.

—Lo siento, no he querido sonar tan brusca —dice.

—No te preocupes. Será mejor que vaya a darme un baño.

Me retiro del comedor, deseoso por encerrarme y al mismo tiempo temeroso de hacerlo.

No quiero estar solo. Tampoco quiero estar acompañado.

He perdido mi lugar en la vida.


✨✨✨

Same Hazel, same

Les gusto el regalito que le hizo Moon?
Qué piensan sobre lo que le dijo del laberinto? 🤭
Parece qué hay muchas cosas por descubrir.

Por lo menos tenemos fiesta de cumpleaños🎉 hasta el próximo y
Gracias por leer 🖤

(1) «Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior» es una frase de Frida Kahlo 🖤 créditos.

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